jueves, diciembre 31, 2009
miércoles, diciembre 30, 2009
martes, diciembre 29, 2009
lunes, diciembre 28, 2009
viernes, diciembre 25, 2009
jueves, diciembre 24, 2009
Deseo...
miércoles, diciembre 23, 2009
martes, diciembre 22, 2009
Es algo incómodo enterarte que tu familia lee tu blog. Es como si tu madre te sorprendiera jalándotela en el baño con su crema Nivea y sus revistas Vanidades.
Saber que tu familia lee tu blog es como si automáticamente se activara un candado en tu cabeza que te impide decir las cosas como quieres; es como si de pronto construyeran un dique en tu cerebro que no deja desbordarse a las aguas de la imaginación (y te hace que escribas metáforas mamonas como la del “dique en tu cerebro” y “las aguas de la imaginación”).
Pero a mí eso me vale pura masacuata (es que pensé que la palabra “verga” se leería muy feo, snif, por eso puse “masacuata”).
Hace poco, un familiar me confesó haber sentido preocupación por lo que escribo y lo que pienso. Me dijo que lo único que lograré con mi actitud, es quedarme solo.
Sabias palabras…
¿Cómo no quedarme solo?, si le he tirado mierda a los que les gusta el fútbol, a los que ven la televisión, a los que compran iPods, a los que se casan, a los que tienen hijos, a los que tienen trabajos de oficina, a los que creen en Dios, a los que tienen tarjetas de crédito, a los que ponen pinito de navidad, etcétera.
¿Cómo no voy a quedarme solo, si me he echando al mundo entero en mi contra?
La soledad es tan inevitable como la muerte.
Saber que tu familia lee tu blog es como si automáticamente se activara un candado en tu cabeza que te impide decir las cosas como quieres; es como si de pronto construyeran un dique en tu cerebro que no deja desbordarse a las aguas de la imaginación (y te hace que escribas metáforas mamonas como la del “dique en tu cerebro” y “las aguas de la imaginación”).
Pero a mí eso me vale pura masacuata (es que pensé que la palabra “verga” se leería muy feo, snif, por eso puse “masacuata”).
Hace poco, un familiar me confesó haber sentido preocupación por lo que escribo y lo que pienso. Me dijo que lo único que lograré con mi actitud, es quedarme solo.
Sabias palabras…
¿Cómo no quedarme solo?, si le he tirado mierda a los que les gusta el fútbol, a los que ven la televisión, a los que compran iPods, a los que se casan, a los que tienen hijos, a los que tienen trabajos de oficina, a los que creen en Dios, a los que tienen tarjetas de crédito, a los que ponen pinito de navidad, etcétera.
¿Cómo no voy a quedarme solo, si me he echando al mundo entero en mi contra?
La soledad es tan inevitable como la muerte.
lunes, diciembre 21, 2009
sábado, diciembre 19, 2009
viernes, diciembre 18, 2009
jueves, diciembre 17, 2009
De la vez que me tocó bailar con la más fea
Lo malo de ser un hombre reservado es que, seguramente, durante las posadas, tus compañeros del trabajo se vengarán de ti.
No acostumbro ir al periódico donde laboro desde hace casi 12 años, pues gracias al Diablo y a la tecnología, todo lo puedo escanear y mandar por correo; motivo por el cual convivo poco con mis colegas, lo que ha generado un halo de misterio alrededor de mi persona.
“El Guffo es muy raro: nunca viene”. “El Guffo es muy introvertido: nunca convive”. “El Guffo no habla con nadie”. “El Guffo nomás viene cuando es quincena”, son algunos de los comentarios que he escuchado cuando voy a las oficinas del diario (cada quincena, obviamente).
Ser un ente aparentemente solitario y diferente (qué rima tan chingona me acabo de aventar), no es sano ni es algo de lo que me sienta orgulloso o haga alarde. Desde mi humilde experiencia, les recomiendo que no sigan mi ejemplo, pues llegará el día en que les tocará bailar con la más fea... ¡Literalmente!
Resulta que hace un par de días fue la posada del periódico. “Comida gratis, cerveza tempranera y aguinaldo”, pensé; y que me lanzo al lugar del evento.
Llegué cuando casi no había nadie, pues no me gusta llegar y tener que saludar a todos los invitados. Por lo mismo, me gusta ser el último en irme de todos los eventos: para no tener que despedirme. Algunas veces me he ido antes de que se acaben las reuniones sin despedirme, pero la gente se queda con una imagen muy feita de uno, snif.
Total que llegué a la posada, saludé a los dos o tres invitados hambreados que llegaron antes que yo y me fui a sentar junto a un señor que me cae bien a toda madre. El güey fue guerrillero, estuvo en la Liga Comunista 23 de Septiembre, estuvo preso y está bien pinche loco. Total que ahí me puse a cotorrear con él sobre Cuba, la guerra gringa, el Nobel de la Paz, los antidepresivos para niños, las corporaciones, la comida transgénica y demás. En el calor de la plática, el ñor estuvo a punto de sacar su AK 47 para ir a masacrar a los clientes de un Home Depot cercano -quesque por traidores a la patria-, pero lo tranquilicé pidiendo un par de cervezas más.
A la media hora comenzó a llegar más gente. Llegó el mero mero, llegaron los editores, los impresores, los reporteros, etcétera.
“Ooooh, ése es el Guffo”. “Pensé que no iba a venir”. “Hacía mucho que no lo veía”. “Se fue a sentar con el pinche viejo comunista: los dos están igual de locos”. “Pinche Guffo nomás se aparece cuando es quincena o hay posada”, murmuraba la gente.
Total que algunos de los presentes se pararon y dijeron las palabras de agradecimiento de rigor; otros dijeron palabras “emotivas” –según ellos-; el jefe nos recordó lo difícil de la situación mundial y lo bendecidos que éramos por tener trabajo, para luego decirnos que no habrá aumento de sueldo, como no lo hubo el año pasado ni el antepasado...
Después de tanto pinche rollo, comenzaron a servir la comida. Al finalizar la tragazón, hicieron la rifa de regalos (en la que por cierto, no me saqué ni madres, snif) y llegó el momento esperado por todos (menos por mí): el de abrir pista para el bailongo. Subieron todo el volumen de las bocinas y el cholo que contrataron para “ambientar” la posada ordenó que todos los invitados nos paráramos a bailar.
Debido a que es común que los hombres apuestos, varoniles y que usan Agua de Colonia Sanborns como yo, sean asediados por las mujeres que gustan del baile, me fui a esconder un rato al baño para que no me estuvieran atosigando. Me bajé los pantalones, me senté en la taza del escusado e hice como si estuviera cagando. Ahí me quedé un buen rato, hasta que calculé que todos mis compañeros de trabajo estuvieran ya muy entretenidos en la pista de baile y mi ausencia pasara desapercibida.
Salí del baño y volví a la mesa, pero el guerrillero comunista ya no estaba. Había sido capturado por las carnes de una gorda de esas que son bien entusiastas y bien felices y bien bailadoras. Nomás veía su cara roja roja –como bandera de la U.R.S.S.- , dando pasos de baile todos fuera de ritmo y tiesos, como pensando: “Si me viera el Che Guevara bailando música del imperio cumbianchero, se revolcaría en su tumba, gggrrr”.
Total que ordené otra cerveza y sonreí al pensar que me había librado del pinche baile. Pero Dios es muy culero y ni siquiera dejó que le diera el primer trago a mi cheve.
Mientras sonaban los primeros acordes de El Viejo del Sombrerón, de la Sonora Dinamita, la gorda que estaba bailando con el guerrillero volteó a la mesa y se dio cuenta que ahí estaba yo. Los demás compañeros también voltearon y me apuntaron con el dedo –momento que aprovecho el ñor comunista para escapar- y empezaron a corear: “¡Guuuffo, Guuuffo, Guuuffo!”. Yo volteé y puse mi cara de serio, de “yo soy un tipo muy reservado, yo no me llevo con ustedes, dejen me tomo mi cerveza a gusto”. Pero les valió madre –no inspiro respeto, snif- y siguieron gritando: “¡Guuuffooo, Guuuffooo!”. En eso, el pendejo del animador se dio cuenta del desmadre que estaban armando en la pista, y también se puso gritar mi nombre.
Y fue como si le hubieran puesto un cuete en la cola a la pinche gorda... Y que se abre paso entre la gente que estaba en la pista, y que se deja venir a la mesa, baile y baile, señalándome con ademanes que serían sexys sólo en el planeta Barrigax Z33. Yo estaba petrificado.
Aunque he visto muchas veces la película de Cazadores del Arca Perdida, no pude aplicar la táctica que le aplica Indiana Jones a la piedrotota que le sale en un templo. “Ya-valió-verga”, pensé, mientras era succionado por dos tentáculos enormes a la pista de baile.
Todos aplaudían cagados de la risa. El “serio” del periódico se había parado a bailar para hacer el ridículo, snif. Y la pinche canción que no se acababa: “Va de largo, se regresa, si me encuentra parada en la puerta me lanza un piropo y me toca el pito, pi pi pi…Ya me tiene amañada con el pi piii con el pi piii, con el pi piii, con el pi piii…
Dios santo (y eso que soy ateo). Si el infierno existe, de seguro es una posada de empleados gordos bailando cumbias a todo volumen.
“Bailé” dos -o tres- “canciones” porque no me quedó de otra. Era un rehén de la hermana de Agustín Carstens, sobrina del Botija y prima del Elefagente Secreto. En un breve silencio entre canción y canción, fingí que sonaba mi teléfono y me fui a sentar. Me bebí la cerveza que había pedido de un trago para borrar el mal rato y no tener pesadillas en la noche.
Y luego por qué soy un tipo reservado...
No acostumbro ir al periódico donde laboro desde hace casi 12 años, pues gracias al Diablo y a la tecnología, todo lo puedo escanear y mandar por correo; motivo por el cual convivo poco con mis colegas, lo que ha generado un halo de misterio alrededor de mi persona.
“El Guffo es muy raro: nunca viene”. “El Guffo es muy introvertido: nunca convive”. “El Guffo no habla con nadie”. “El Guffo nomás viene cuando es quincena”, son algunos de los comentarios que he escuchado cuando voy a las oficinas del diario (cada quincena, obviamente).
Ser un ente aparentemente solitario y diferente (qué rima tan chingona me acabo de aventar), no es sano ni es algo de lo que me sienta orgulloso o haga alarde. Desde mi humilde experiencia, les recomiendo que no sigan mi ejemplo, pues llegará el día en que les tocará bailar con la más fea... ¡Literalmente!
Resulta que hace un par de días fue la posada del periódico. “Comida gratis, cerveza tempranera y aguinaldo”, pensé; y que me lanzo al lugar del evento.
Llegué cuando casi no había nadie, pues no me gusta llegar y tener que saludar a todos los invitados. Por lo mismo, me gusta ser el último en irme de todos los eventos: para no tener que despedirme. Algunas veces me he ido antes de que se acaben las reuniones sin despedirme, pero la gente se queda con una imagen muy feita de uno, snif.
Total que llegué a la posada, saludé a los dos o tres invitados hambreados que llegaron antes que yo y me fui a sentar junto a un señor que me cae bien a toda madre. El güey fue guerrillero, estuvo en la Liga Comunista 23 de Septiembre, estuvo preso y está bien pinche loco. Total que ahí me puse a cotorrear con él sobre Cuba, la guerra gringa, el Nobel de la Paz, los antidepresivos para niños, las corporaciones, la comida transgénica y demás. En el calor de la plática, el ñor estuvo a punto de sacar su AK 47 para ir a masacrar a los clientes de un Home Depot cercano -quesque por traidores a la patria-, pero lo tranquilicé pidiendo un par de cervezas más.
A la media hora comenzó a llegar más gente. Llegó el mero mero, llegaron los editores, los impresores, los reporteros, etcétera.
“Ooooh, ése es el Guffo”. “Pensé que no iba a venir”. “Hacía mucho que no lo veía”. “Se fue a sentar con el pinche viejo comunista: los dos están igual de locos”. “Pinche Guffo nomás se aparece cuando es quincena o hay posada”, murmuraba la gente.
Total que algunos de los presentes se pararon y dijeron las palabras de agradecimiento de rigor; otros dijeron palabras “emotivas” –según ellos-; el jefe nos recordó lo difícil de la situación mundial y lo bendecidos que éramos por tener trabajo, para luego decirnos que no habrá aumento de sueldo, como no lo hubo el año pasado ni el antepasado...
Después de tanto pinche rollo, comenzaron a servir la comida. Al finalizar la tragazón, hicieron la rifa de regalos (en la que por cierto, no me saqué ni madres, snif) y llegó el momento esperado por todos (menos por mí): el de abrir pista para el bailongo. Subieron todo el volumen de las bocinas y el cholo que contrataron para “ambientar” la posada ordenó que todos los invitados nos paráramos a bailar.
Debido a que es común que los hombres apuestos, varoniles y que usan Agua de Colonia Sanborns como yo, sean asediados por las mujeres que gustan del baile, me fui a esconder un rato al baño para que no me estuvieran atosigando. Me bajé los pantalones, me senté en la taza del escusado e hice como si estuviera cagando. Ahí me quedé un buen rato, hasta que calculé que todos mis compañeros de trabajo estuvieran ya muy entretenidos en la pista de baile y mi ausencia pasara desapercibida.
Salí del baño y volví a la mesa, pero el guerrillero comunista ya no estaba. Había sido capturado por las carnes de una gorda de esas que son bien entusiastas y bien felices y bien bailadoras. Nomás veía su cara roja roja –como bandera de la U.R.S.S.- , dando pasos de baile todos fuera de ritmo y tiesos, como pensando: “Si me viera el Che Guevara bailando música del imperio cumbianchero, se revolcaría en su tumba, gggrrr”.
Total que ordené otra cerveza y sonreí al pensar que me había librado del pinche baile. Pero Dios es muy culero y ni siquiera dejó que le diera el primer trago a mi cheve.
Mientras sonaban los primeros acordes de El Viejo del Sombrerón, de la Sonora Dinamita, la gorda que estaba bailando con el guerrillero volteó a la mesa y se dio cuenta que ahí estaba yo. Los demás compañeros también voltearon y me apuntaron con el dedo –momento que aprovecho el ñor comunista para escapar- y empezaron a corear: “¡Guuuffo, Guuuffo, Guuuffo!”. Yo volteé y puse mi cara de serio, de “yo soy un tipo muy reservado, yo no me llevo con ustedes, dejen me tomo mi cerveza a gusto”. Pero les valió madre –no inspiro respeto, snif- y siguieron gritando: “¡Guuuffooo, Guuuffooo!”. En eso, el pendejo del animador se dio cuenta del desmadre que estaban armando en la pista, y también se puso gritar mi nombre.
Y fue como si le hubieran puesto un cuete en la cola a la pinche gorda... Y que se abre paso entre la gente que estaba en la pista, y que se deja venir a la mesa, baile y baile, señalándome con ademanes que serían sexys sólo en el planeta Barrigax Z33. Yo estaba petrificado.
Aunque he visto muchas veces la película de Cazadores del Arca Perdida, no pude aplicar la táctica que le aplica Indiana Jones a la piedrotota que le sale en un templo. “Ya-valió-verga”, pensé, mientras era succionado por dos tentáculos enormes a la pista de baile.
Todos aplaudían cagados de la risa. El “serio” del periódico se había parado a bailar para hacer el ridículo, snif. Y la pinche canción que no se acababa: “Va de largo, se regresa, si me encuentra parada en la puerta me lanza un piropo y me toca el pito, pi pi pi…Ya me tiene amañada con el pi piii con el pi piii, con el pi piii, con el pi piii…
Dios santo (y eso que soy ateo). Si el infierno existe, de seguro es una posada de empleados gordos bailando cumbias a todo volumen.
“Bailé” dos -o tres- “canciones” porque no me quedó de otra. Era un rehén de la hermana de Agustín Carstens, sobrina del Botija y prima del Elefagente Secreto. En un breve silencio entre canción y canción, fingí que sonaba mi teléfono y me fui a sentar. Me bebí la cerveza que había pedido de un trago para borrar el mal rato y no tener pesadillas en la noche.
Y luego por qué soy un tipo reservado...
miércoles, diciembre 16, 2009
martes, diciembre 15, 2009
El asador y los calzones de Batman
Me compré un asador y ya me comen las ansias por usarlo (qué puto se escucha decir "me comen las ansias", ¿no creen?).
Me siento igual que de niño, cuando me regalaban sin pilas algún juguete que las necesitaba. Era horrible no tener baterías cargadas o de sobra en casa y tener que esperar hasta el día siguiente para comprarlas y poder jugar.
Recuerdo que una navidad un tío me regaló una ambulancia con todo y las baterías. Creo que él se emocionó más que yo al ver el juguete haciendo ruidos, prendiendo lucecitas y girando sobre el piso.
Ese tío sí entendía las cosas que son importantes para los niños.
Volviendo a lo del asador... Ya visualicé las pencas de nopal sobre la parrilla, las calabazas en rebanadas con tantita naranja y salsa de soya; los muslos de pollo con achiote, mostaza y pimienta chisporroteando y uno que otro ribeye goteando grasa.
Una de las baterías del asador, son las bolsas de carbón o leña. Ésas ya las tengo. La otra pila -la que falta- es una bola de tragones que se organice para desvelarse, apestarse de humo y quedarse callados contemplando el fulgor de las brasas anaranjadas cuando se acabe la cerveza en la madrugada...
Pasando a otra cosa, recibí unos calzones de Batman como regalo. Ésos ya vienen con las pilas incluidas. De hecho, las traen en el mismo lugar donde las tienen los trajes de los toreros, jejeje.
Y también ya me anda por usarlos, aunque nunca fui fan de Batman.
Me siento igual que de niño, cuando me regalaban sin pilas algún juguete que las necesitaba. Era horrible no tener baterías cargadas o de sobra en casa y tener que esperar hasta el día siguiente para comprarlas y poder jugar.
Recuerdo que una navidad un tío me regaló una ambulancia con todo y las baterías. Creo que él se emocionó más que yo al ver el juguete haciendo ruidos, prendiendo lucecitas y girando sobre el piso.
Ese tío sí entendía las cosas que son importantes para los niños.
Volviendo a lo del asador... Ya visualicé las pencas de nopal sobre la parrilla, las calabazas en rebanadas con tantita naranja y salsa de soya; los muslos de pollo con achiote, mostaza y pimienta chisporroteando y uno que otro ribeye goteando grasa.
Una de las baterías del asador, son las bolsas de carbón o leña. Ésas ya las tengo. La otra pila -la que falta- es una bola de tragones que se organice para desvelarse, apestarse de humo y quedarse callados contemplando el fulgor de las brasas anaranjadas cuando se acabe la cerveza en la madrugada...
Pasando a otra cosa, recibí unos calzones de Batman como regalo. Ésos ya vienen con las pilas incluidas. De hecho, las traen en el mismo lugar donde las tienen los trajes de los toreros, jejeje.
Y también ya me anda por usarlos, aunque nunca fui fan de Batman.
lunes, diciembre 14, 2009
viernes, diciembre 11, 2009
Terminaron los ¡#$%&! Cómics.
No pudimos llegar al número 24, como nos lo habíamos propuesto, pero el 22 -con portada del genial BEF- trae 64 paginotas que, espero, compensen esos dos números que ya no podremos imprimir.
Muchas gracias a los suscriptores (ya les mandé su paquete, espérenlo la próxima semana), a los lectores, a los colaboradores, a los que creyeron en el proyecto, a los que le invirtieron dinero, a los que lo distribuyeron, a los que nos invitaron a eventos, etc.
Me quedo con la satisfacción de haber realizado un trabajo honesto, que brotó del simple gusto por dibujar y de fomentar la lectura del cómic.
Los interesados en adquirir números anteriores (del 19 al 22, los demás están completamente agotados), mándenme un mail. Si a alguien no le llegó algún pedido, también avíseme.
Les dejo la imagen del último ejemplar.
Otra cosa:
A partir de la próxima semana trataré de postear todos los días (¿para qué esperarse a enero para cumplir los propósitos de año nuevo?).
Lunes, miércoles y viernes serán del Escuadrón Retro, La Neta del Planeta y cartones de la semana. Martes y jueves serán de las jaladas que acostumbro escribir.
No pudimos llegar al número 24, como nos lo habíamos propuesto, pero el 22 -con portada del genial BEF- trae 64 paginotas que, espero, compensen esos dos números que ya no podremos imprimir.
Muchas gracias a los suscriptores (ya les mandé su paquete, espérenlo la próxima semana), a los lectores, a los colaboradores, a los que creyeron en el proyecto, a los que le invirtieron dinero, a los que lo distribuyeron, a los que nos invitaron a eventos, etc.
Me quedo con la satisfacción de haber realizado un trabajo honesto, que brotó del simple gusto por dibujar y de fomentar la lectura del cómic.
Los interesados en adquirir números anteriores (del 19 al 22, los demás están completamente agotados), mándenme un mail. Si a alguien no le llegó algún pedido, también avíseme.
Les dejo la imagen del último ejemplar.
Otra cosa:
A partir de la próxima semana trataré de postear todos los días (¿para qué esperarse a enero para cumplir los propósitos de año nuevo?).
Lunes, miércoles y viernes serán del Escuadrón Retro, La Neta del Planeta y cartones de la semana. Martes y jueves serán de las jaladas que acostumbro escribir.
jueves, diciembre 10, 2009
El vecino hojarasca
Regresé de viaje y la entrada de mi casa estaba cubierta por una hojarasca.
Hoy, la banqueta amaneció limpia. Alguien –seguramente la vecina del lado izquierdo- barrió las hojas que adornaban el pavimento.
Los vecinos deben pensar que soy el hombre más cochino y huevón de la cuadra, pues no acostumbro recoger las hojas que caen del árbol. Prefiero el tapiz amarillo y quebradizo que va extendiéndose como rompecabezas hacia la calle, a la triste dureza del gris de todos los días.
Si a los vecinos no les parece que yo no barra, a mí tampoco me parece que poden el ramaje de sus árboles durante el otoño.
¿En verdad es tan difícil encontrarle lo bello a un montón de hojas secas?
Pareciera que el curso natural de las últimas estaciones del año es un grave problema para algunas personas.
Golpeo un par de veces el enrejado de la vecina del lado izquierdo con una moneda de diez pesos. Quiero “agradecerle” haber barrido mi banqueta y decirle que no se moleste en hacerlo una próxima vez; pero nadie responde.
Camino rumbo al trabajo. Me envuelve el aroma de los leños ardiendo en el fuego, el vapor de las ollas con elotes hirviendo y la manteca con azúcar donde bulle la masa de los churros.
Llego a la oficina. No hay muchos clientes. Aprovecho y leo las noticias online.
Siento el Nobel de Literatura más cerca que nunca. Si a alguien que justifica las guerras le dan el de la paz, ¿por qué no darle el de literatura a alguien que escribe puras pendejadas?, como yo.
Oslo, allá voy…
Afuera, las hojas siguen cayendo. Se extienden sobre el asfalto como las piezas del rompecabezas de una vida por descifrar.
Hoy, la banqueta amaneció limpia. Alguien –seguramente la vecina del lado izquierdo- barrió las hojas que adornaban el pavimento.
Los vecinos deben pensar que soy el hombre más cochino y huevón de la cuadra, pues no acostumbro recoger las hojas que caen del árbol. Prefiero el tapiz amarillo y quebradizo que va extendiéndose como rompecabezas hacia la calle, a la triste dureza del gris de todos los días.
Si a los vecinos no les parece que yo no barra, a mí tampoco me parece que poden el ramaje de sus árboles durante el otoño.
¿En verdad es tan difícil encontrarle lo bello a un montón de hojas secas?
Pareciera que el curso natural de las últimas estaciones del año es un grave problema para algunas personas.
Golpeo un par de veces el enrejado de la vecina del lado izquierdo con una moneda de diez pesos. Quiero “agradecerle” haber barrido mi banqueta y decirle que no se moleste en hacerlo una próxima vez; pero nadie responde.
Camino rumbo al trabajo. Me envuelve el aroma de los leños ardiendo en el fuego, el vapor de las ollas con elotes hirviendo y la manteca con azúcar donde bulle la masa de los churros.
Llego a la oficina. No hay muchos clientes. Aprovecho y leo las noticias online.
Siento el Nobel de Literatura más cerca que nunca. Si a alguien que justifica las guerras le dan el de la paz, ¿por qué no darle el de literatura a alguien que escribe puras pendejadas?, como yo.
Oslo, allá voy…
Afuera, las hojas siguen cayendo. Se extienden sobre el asfalto como las piezas del rompecabezas de una vida por descifrar.
martes, diciembre 08, 2009
Ya regresé...
Ya llegué de Guadalajara. Me fue muy bien.
Gracias a todos los que compraron el libro “Diarios del Fin del Mundo”, a los que compraron las playeras del Escuadrón Retro, a los que pidieron ¡#$%&! Cómics, a los colegas moneros, a los colegas blogueros, a los que fueron a las conferencias y a los lectores.
Una de las cosas más chidas del viaje fue haberme enterado que incluyeron las 8 páginas que dibujé del Escuadrón Retro el año pasado, en un libro. También aparecen los trabajos de Sergio Aragonés, Humberto Ramos, Bachan y otros maestrazos del cómic. La otra cosa chida fue que dos moneros "famosos" me reconocieron como "el güey que hizo la lotería que están mandando por Internet", jejeje.
Regresé con más ganas de escribir, de dibujar y de hacer mejor mi trabajo. Ah: y habrá cambios en este blog. Cambios para bien, obviamente.
Éste es el libro que les digo. Es tamaño carta y trae 100 páginas. Por si quieren comprarlo, cuesta 200 pesos y lo venden en Caligrama (contacto@caligrama.com.mx)
Gracias a todos los que compraron el libro “Diarios del Fin del Mundo”, a los que compraron las playeras del Escuadrón Retro, a los que pidieron ¡#$%&! Cómics, a los colegas moneros, a los colegas blogueros, a los que fueron a las conferencias y a los lectores.
Una de las cosas más chidas del viaje fue haberme enterado que incluyeron las 8 páginas que dibujé del Escuadrón Retro el año pasado, en un libro. También aparecen los trabajos de Sergio Aragonés, Humberto Ramos, Bachan y otros maestrazos del cómic. La otra cosa chida fue que dos moneros "famosos" me reconocieron como "el güey que hizo la lotería que están mandando por Internet", jejeje.
Regresé con más ganas de escribir, de dibujar y de hacer mejor mi trabajo. Ah: y habrá cambios en este blog. Cambios para bien, obviamente.
Éste es el libro que les digo. Es tamaño carta y trae 100 páginas. Por si quieren comprarlo, cuesta 200 pesos y lo venden en Caligrama (contacto@caligrama.com.mx)
sábado, diciembre 05, 2009
Para los lectores de Guadalajara...
Sigo en la FIL.
Para todos los que quieran su libro de Diarios del Fin del Mundo, pueden ir hoy -a partir de las 8 de la noche- a La Pulquesa, en López Cotilla 1885, casi con Américas. No será una presentación formal, sólo una reunión para conocer a nuestros lectores, firmar sus libros, agradecerles por leer tanta barbaridad y que nos inviten unas Medias de Seda, un Paris de Noche o alguna bebida de esas muy finas que hasta sombrillitas y popotes de colores traen.
Ahí los esperamos.
Para todos los que quieran su libro de Diarios del Fin del Mundo, pueden ir hoy -a partir de las 8 de la noche- a La Pulquesa, en López Cotilla 1885, casi con Américas. No será una presentación formal, sólo una reunión para conocer a nuestros lectores, firmar sus libros, agradecerles por leer tanta barbaridad y que nos inviten unas Medias de Seda, un Paris de Noche o alguna bebida de esas muy finas que hasta sombrillitas y popotes de colores traen.
Ahí los esperamos.
jueves, diciembre 03, 2009
miércoles, diciembre 02, 2009
FIL 2009
A partir de la noche de hoy -miércoles 2 de diciembre-, andaré en la FIL de Guadalajara. Tuve el honor -junto a otros colegas moneros- de ser invitado a algunas actividades y eventos del Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta. Ahí estaremos regalando los números 20, 21 y -el recién salidito de imprenta- 22 de ¡#$%&! Cómics, dando pláticas, haciendo monitos, vendiendo souvenirs de nuestros personajes y otras cosillas. Chequen el programa de actividades y por ahí los esperamos.
También llevaré libros de Diarios del Fin del Mundo, los cuales venderé clandestinamente fuera de la FIL, porque ya no alcanzamos fecha ni lugar para presentarlo dentro del evento. Es probable que estén presentes algunos colaboradores de Recolectivo y participantes del libro. En estos días les avisamos dónde será la reunión por si les interesa un ejemplar firmado.
Por lo pronto, los dejo con una triste aventura del Escuadrón Retro:
P.D. Por cierto: todos los que aportaron ideas para las últimas 9 cartas de la lotería de la nota roja, mándenme un correo con su dirección, pues, en agradecimiento -honor a quien honor merece-, se ganaron un pequeño regalo.
Saludos.
También llevaré libros de Diarios del Fin del Mundo, los cuales venderé clandestinamente fuera de la FIL, porque ya no alcanzamos fecha ni lugar para presentarlo dentro del evento. Es probable que estén presentes algunos colaboradores de Recolectivo y participantes del libro. En estos días les avisamos dónde será la reunión por si les interesa un ejemplar firmado.
Por lo pronto, los dejo con una triste aventura del Escuadrón Retro:
P.D. Por cierto: todos los que aportaron ideas para las últimas 9 cartas de la lotería de la nota roja, mándenme un correo con su dirección, pues, en agradecimiento -honor a quien honor merece-, se ganaron un pequeño regalo.
Saludos.
lunes, noviembre 30, 2009
Recuerdo que en la universidad organizaban peregrinaciones para ir a ver a la virgen de Guadalupe. Yo siempre me negué a ir.
Una vez, uno de los organizadores me dijo que ir a una peregrinación era una experiencia muy bonita, pues servía para “contrarrestar los efectos malignos del Halloween”. Juro que vi cómo se le botaban dos tornillos de la cabeza al pobre hombre.
Lo peor fue lo que me dijo para tratar de convencerme. “Va a estar Alicia Villarreal, la del grupo Límite, cantándole”. Apuesto a que si la virgen existiera, hubiera bajado en ese mismo instante a cometer filicidio.
Ya no tengo edad de andar con actitudes de adolescente renegado diciendo que “odio diciembre y odio la navidad y Dios no existe y bla bla bla”.
Pero si hay algo que me patea las pelotas en estas fechas, es todo ese fervor religioso y todos esos “artistas” muertos de hambre que le van a cantar a la virgen de Guadalupe. Como que los covers, los villancicos y los cantos a la virgen son el último recurso de los cantantes en decadencia para reactivar su horrenda carrera musical.
Pero más me cagan ésos que se refieren a la virgen como “nuestra morenita”, y aún más me cagan ésos que se ofenden si alguien se atreve a hablar mal del mito guadalupano.
Se necesita estar muy tocado de la cabeza para encabronarse por algo que no existe y para creer que una mujer invisible es la madre de todos los mexicanos. Incluso es más creíble la morra de los 4 Fantásticos.
Y si yo estuviera en un error y así fuera, pues qué madre tan desobligada, ¿no creen?
Una vez, uno de los organizadores me dijo que ir a una peregrinación era una experiencia muy bonita, pues servía para “contrarrestar los efectos malignos del Halloween”. Juro que vi cómo se le botaban dos tornillos de la cabeza al pobre hombre.
Lo peor fue lo que me dijo para tratar de convencerme. “Va a estar Alicia Villarreal, la del grupo Límite, cantándole”. Apuesto a que si la virgen existiera, hubiera bajado en ese mismo instante a cometer filicidio.
Ya no tengo edad de andar con actitudes de adolescente renegado diciendo que “odio diciembre y odio la navidad y Dios no existe y bla bla bla”.
Pero si hay algo que me patea las pelotas en estas fechas, es todo ese fervor religioso y todos esos “artistas” muertos de hambre que le van a cantar a la virgen de Guadalupe. Como que los covers, los villancicos y los cantos a la virgen son el último recurso de los cantantes en decadencia para reactivar su horrenda carrera musical.
Pero más me cagan ésos que se refieren a la virgen como “nuestra morenita”, y aún más me cagan ésos que se ofenden si alguien se atreve a hablar mal del mito guadalupano.
Se necesita estar muy tocado de la cabeza para encabronarse por algo que no existe y para creer que una mujer invisible es la madre de todos los mexicanos. Incluso es más creíble la morra de los 4 Fantásticos.
Y si yo estuviera en un error y así fuera, pues qué madre tan desobligada, ¿no creen?
domingo, noviembre 29, 2009
Lotería de la nota roja... ¡¡¡Alaaarmaaa!!!
¡El mundo se va a acabar! ¡Se los digo yo que soy bien chingón! Por eso HOY -domingo- deben de comprar el periódico el Metro (en su versión impresa). Cómprenlo los del D.F. Puebla y Toluca (uno no es profeta en su tierra, snif) porque me hicieron una entrevista por mi Nueva Lotería Mexicana Satánica Controvertida, que varias amenazas de muerte -por internet, jajajajaja... qué risa...- me ha traído. Ojalá la disfruten. Aquí les muestro la entrevista y las últimas nueve cartas que me faltaron dibujar (las cuales, lo único que me motivó a hacerlas, fue la fama que me traería este rotativo y los billones de euros que me pagaron por terminarlas; porque pinches lectores ni me echan porras ni me motivan en nada, snif).
P.D. Salgo bien cuero en la foto.
Otra P.D.Gracias a Enrique Morán y gracias a todos por sus ideas.
sábado, noviembre 28, 2009
Volví a Recolectivo. Espero disfruten mi pequeño escrito.
Respecto al libro Diarios del Fin del Mundo:
- No, no vienen monos ni míos ni de Kabeza.
- Ninguno de los relatos ha sido publicado en Recolectivo.
- Todos los envíos se hacen por el Servicio Postal Mexicano.
- Fue un primer tiraje de 500 ejemplares. Ya sólo quedan 300.
- Avisaremos de futuras presentaciones y de algunas librerías en las que estará a la venta.
Gracias a todos por su apoyo.
Respecto al libro Diarios del Fin del Mundo:
- No, no vienen monos ni míos ni de Kabeza.
- Ninguno de los relatos ha sido publicado en Recolectivo.
- Todos los envíos se hacen por el Servicio Postal Mexicano.
- Fue un primer tiraje de 500 ejemplares. Ya sólo quedan 300.
- Avisaremos de futuras presentaciones y de algunas librerías en las que estará a la venta.
Gracias a todos por su apoyo.
jueves, noviembre 26, 2009
Michael Jackson región 4
Quedé impactado con un post/denuncia del Falso Profeta.
Díganme ustedes –porque yo no sé- si es normal que un varón de entre 25 y 35 años de edad tenga amigos de menos de diez. ¿Soy un malpensado o es algo normal ser amigo de los niños?
¿Es común que un veinteañero-treintón tenga un mertoflog donde sube puras fotos de infantes a los que se refiere como “mis amiguitos", y les dice: "Los amo", "loquitos", "tontitos", "los quiero", "gracias por su amistad", "los extraño", "son lo mejor que me ha pasado”?... brrrrr... hasta la piel se me puso de gallina...
Pero en serio, díganme: ¿es normal o soy un hijo de puta malpensado?
Dense una vuelta por esta página y saquen sus propias conclusiones. ¡Hasta un calendario con niños va a sacar el cabrón ése! (el del metroflog, no el Falso Profeta).
Y si le rascan tantito más, darán con una tenebrosa red de pederastia disfrazada; pero eso ya es meterse con mafia muy pesada. Mejor ahí muere.
Brrrrr… Todavía siento ñáñaras...
Díganme ustedes –porque yo no sé- si es normal que un varón de entre 25 y 35 años de edad tenga amigos de menos de diez. ¿Soy un malpensado o es algo normal ser amigo de los niños?
¿Es común que un veinteañero-treintón tenga un mertoflog donde sube puras fotos de infantes a los que se refiere como “mis amiguitos", y les dice: "Los amo", "loquitos", "tontitos", "los quiero", "gracias por su amistad", "los extraño", "son lo mejor que me ha pasado”?... brrrrr... hasta la piel se me puso de gallina...
Pero en serio, díganme: ¿es normal o soy un hijo de puta malpensado?
Dense una vuelta por esta página y saquen sus propias conclusiones. ¡Hasta un calendario con niños va a sacar el cabrón ése! (el del metroflog, no el Falso Profeta).
Y si le rascan tantito más, darán con una tenebrosa red de pederastia disfrazada; pero eso ya es meterse con mafia muy pesada. Mejor ahí muere.
Brrrrr… Todavía siento ñáñaras...
miércoles, noviembre 25, 2009
Astro José, su visita al espacio y otras cosillas
Está de más decir que "así somos". Cuando un mexicano triunfa en el extranjero, todos queremos colgarnos de su éxito y presumir lo maravillosos que semos, Kimosabi.
El astronauta José Hernández fue recibido por el presidente de México y por la Cámara de Diputados. Dicen los que estuvieron presentes que el invitado se sintió "como allá arriba":
Ya me tienen hasta la madre con esa frasecita de: "Mano dura contra la delincuencia"... aunque ya entendí a qué se refieren:
De repente me da por dibujar chistes rápidos, sencillos, tontos, obvios o conocidos. Lo hago cuando no se me ocurre nada para el periódico o para algún otro trabajo; para ver si así se me desapendeja el cerebro y me llega alguna buena idea. A veces me tomo el tiempo y rompo mis propios récords... qué vida más triste, snif.
El astronauta José Hernández fue recibido por el presidente de México y por la Cámara de Diputados. Dicen los que estuvieron presentes que el invitado se sintió "como allá arriba":
Ya me tienen hasta la madre con esa frasecita de: "Mano dura contra la delincuencia"... aunque ya entendí a qué se refieren:
De repente me da por dibujar chistes rápidos, sencillos, tontos, obvios o conocidos. Lo hago cuando no se me ocurre nada para el periódico o para algún otro trabajo; para ver si así se me desapendeja el cerebro y me llega alguna buena idea. A veces me tomo el tiempo y rompo mis propios récords... qué vida más triste, snif.
lunes, noviembre 23, 2009
El abuelo de Bob
viernes, noviembre 20, 2009
Si les interesa comprar el libro pero no tienen tarjeta de crédito, cuenta de paypal o simplemente la tecnología les saca ronchas como a mí, mándenme un correo y les digo otras formas de pago, que incluyen palomas mensajeras, billetes doblados en forma de avioncito y depósitos directos en un banco.
Saludos y muchas gracias a los que ya adquirieron su libro. Ojalá les guste.
Saludos y muchas gracias a los que ya adquirieron su libro. Ojalá les guste.
jueves, noviembre 19, 2009
Libro
2012. Para unos, será un año catastrófico y cabalístico. Para los integrantes de Recolectivo es sólo un pretexto para lanzar su primer proyecto editorial: Diarios del fin del mundo.
Sus autores trabajaron en veinte cuentos cortos bajo la misma premisa: narrar el fin del mundo desde diferentes perspectivas y estilos.
El resultado salió a la luz en noviembre de 2009, te invitamos a conocerlo.
Sus autores trabajaron en veinte cuentos cortos bajo la misma premisa: narrar el fin del mundo desde diferentes perspectivas y estilos.
El resultado salió a la luz en noviembre de 2009, te invitamos a conocerlo.
martes, noviembre 17, 2009
domingo, noviembre 15, 2009
Plácido Domingo
Desde que uno le busca sentido a algo, obviamente es porque carece de éste.
El domingo es uno de esos días en que todo cobra sentido sólo para recordarnos que nada lo tiene.
Los únicos domingos que valen la pena, son los que al día siguiente no se tiene que trabajar. O en los que corre el viento aunque haya mucho sol.
Las pequeñas cosas siempre están ahí para sorprendernos. Para salvar el día. Para enfrascar demonios aunque sea por un rato.
Creo que el mundo terminará cuando nos quiten esto. Cuando nosotros mismos cambiemos esos instantes por falsas necesidades o distracciones por las que pensemos que vale la pena morir... o matar.
El horror sobrepasará a la actualidad y ya no habrá refugios momentáneos: hojas anaranjadas cayendo del árbol, lagartijas trepando por su corteza, filas de hormigas cruzando la banqueta, nubes de fuego en un amanecer de tonos rojos...
...o lunes sin ir al trabajo para pasarlos contigo.
El domingo es uno de esos días en que todo cobra sentido sólo para recordarnos que nada lo tiene.
Los únicos domingos que valen la pena, son los que al día siguiente no se tiene que trabajar. O en los que corre el viento aunque haya mucho sol.
Las pequeñas cosas siempre están ahí para sorprendernos. Para salvar el día. Para enfrascar demonios aunque sea por un rato.
Creo que el mundo terminará cuando nos quiten esto. Cuando nosotros mismos cambiemos esos instantes por falsas necesidades o distracciones por las que pensemos que vale la pena morir... o matar.
El horror sobrepasará a la actualidad y ya no habrá refugios momentáneos: hojas anaranjadas cayendo del árbol, lagartijas trepando por su corteza, filas de hormigas cruzando la banqueta, nubes de fuego en un amanecer de tonos rojos...
...o lunes sin ir al trabajo para pasarlos contigo.
viernes, noviembre 13, 2009
Twitéame las pelotas
Hoy me acabo de enterar que tengo -o tenía- cuenta de twitter.
Justo cuando empezaba a pensar que los loquitos que me leen y quieren ser como yo no podían caer más bajo, caen más bajo.
Si me ven en twitter, no soy yo. Nunca seré yo.
Buen fin de semana.
P.D. Si el blog causa daños permanentes en las personas, convirtiéndolas en monstruitos egocéntricos insoportables, imagínense con el twitter.
Ahora resulta que todo el mundo cree que su vida es interesante y merece tener seguidores. Dios mío…(y eso que soy ateo).
Justo cuando empezaba a pensar que los loquitos que me leen y quieren ser como yo no podían caer más bajo, caen más bajo.
Si me ven en twitter, no soy yo. Nunca seré yo.
Buen fin de semana.
P.D. Si el blog causa daños permanentes en las personas, convirtiéndolas en monstruitos egocéntricos insoportables, imagínense con el twitter.
Ahora resulta que todo el mundo cree que su vida es interesante y merece tener seguidores. Dios mío…(y eso que soy ateo).
jueves, noviembre 12, 2009
El ego de los blogueros
Desde que quité la modalidad de comentarios, he recibido correos de personas que me exigen los vuelva a activar, alegando que era lo más chido y divertido de este blog.
Otros me tachan de cobarde -que “no aguanto nada”- e incluso algunos me han apostado dinero: dicen que no duraré mucho tiempo así y al rato volveré a ponerlos, pues mi ego es demasiado grande como para no dejar que la gente comente; que soy tan mamón y patético que me excita saber lo que los demás piensan acerca de lo que dibujo y escribo, y que me excita aún más -a nivel de orgasmo- saber que tengo 20, 30 o 40 comentarios diarios, ya que soy un pendejo soberbio que se alimenta de eso porque fuera del blog no tengo vida.
¡Aaaay, qué cosas tan horrorosas dicen!
De lo que nadie se ha dado cuenta, es que la cosa es al revés. Sí, mi ego es enorme: tan grande que por eso quité los comentarios.
¿No comprenden mi razonamiento? ¿Les parece absurdo lo que digo? Ahí les va explicado con alcachofas y acelgas, pa´que me entiendan:
Decir que vienen a leer a mis comentadores y no a leerme a mí, duele en el orgullo. Confesar que se meten a mi blog para leer y reírse de las pendejadas que otras personas escriben en vez de leer y reír con las pendejadas que yo escribo y dibujo, sí que es un durísimo golpe a mi ego. Uno muy cabrón, snif.
Por lo tanto, nunca más dejaré que comenten. Primero está la salud de mi ego y después todo lo demás.
P.D. Y no, la foto con los audífonos no es porque sea yo un melómano de esos que abuuuuundan en los blogs y creen oír la música más chingona del universo. Lo de los audífonos es porque, desde que quité los comentarios, he dejado de escuchar/leer muchas pendejadas.
Y no, no voy a patentar el "snif" porque no es mío.
Otros me tachan de cobarde -que “no aguanto nada”- e incluso algunos me han apostado dinero: dicen que no duraré mucho tiempo así y al rato volveré a ponerlos, pues mi ego es demasiado grande como para no dejar que la gente comente; que soy tan mamón y patético que me excita saber lo que los demás piensan acerca de lo que dibujo y escribo, y que me excita aún más -a nivel de orgasmo- saber que tengo 20, 30 o 40 comentarios diarios, ya que soy un pendejo soberbio que se alimenta de eso porque fuera del blog no tengo vida.
¡Aaaay, qué cosas tan horrorosas dicen!
De lo que nadie se ha dado cuenta, es que la cosa es al revés. Sí, mi ego es enorme: tan grande que por eso quité los comentarios.
¿No comprenden mi razonamiento? ¿Les parece absurdo lo que digo? Ahí les va explicado con alcachofas y acelgas, pa´que me entiendan:
Decir que vienen a leer a mis comentadores y no a leerme a mí, duele en el orgullo. Confesar que se meten a mi blog para leer y reírse de las pendejadas que otras personas escriben en vez de leer y reír con las pendejadas que yo escribo y dibujo, sí que es un durísimo golpe a mi ego. Uno muy cabrón, snif.
Por lo tanto, nunca más dejaré que comenten. Primero está la salud de mi ego y después todo lo demás.
P.D. Y no, la foto con los audífonos no es porque sea yo un melómano de esos que abuuuuundan en los blogs y creen oír la música más chingona del universo. Lo de los audífonos es porque, desde que quité los comentarios, he dejado de escuchar/leer muchas pendejadas.
Y no, no voy a patentar el "snif" porque no es mío.
martes, noviembre 10, 2009
El Chayanne regiomontano
No dudo que muchos de nosotros seríamos personas normales, felices y sin pedos en la cabeza, si no fuera por culpa de nuestras madres, que lo echan a perder a uno.
Hace algunos años –quince, para ser exactos- cometí el horror de dejarme crecer el cabello hasta –casi casi- los hombros. No pondré las fotos de mi ridículo look de antaño, pues no soportaría otra vergüenza pública de esa magnitud; aunque creo que en el archivo de este blog hay alguna imagen de ésas perdida por ahí.
Total que corría 1994, tenía 18 añitos, pensaba que el pelo me duraría para siempre y que mis abundantes crines tenían un efecto similar al de Sansón con las mujeres. Recuerdo que, entre clase y clase, llegaban amigas o conocidas y me decían: “Ay qué padre está tu pelo, ¿cómo te lo cuidas?”, me lo acariciaban y yo tenía que disimular que se me paraba el chile, snif.
Me sentía invencible con mi melena... groaaarrr… Y parte de la culpa la tuvo mi madre, pues ella me motivó a dejarme el pelo largo porque “andaba de moda” –ya ven que las mamás siempre se quieren hacer las buena onda- y se me “iba a ver muy bien”. ¿Cómo no creer en las palabras de una madre? Entonces, obedecí y dejé de visitar al peluquero.
Debo aclarar que para mi mamá, el cantante Chayanne es el hombre más guapo que existe sobre la faz de la tierra, y que en aquel tiempo, el tal Chayanne usaba el pelo largo, se hacía un “chonguito” y –Oh, Dios mío: agárrense, lectores-, según mi madre: ¡yo me parecía a Chayanne!
Yo sé que las mamás ven a sus hijos como los seres más hermosos del universo aunque el doctor les diga que poco nos faltó para nacer anfibios y que lo mejor sería echarnos al escusado y jalarle a la palanca. Pero así son las mamás y sus “ojos de amor”.
Total que –con mucho orgullo- me convertí en el Chayanne regiomontano, ante la burla de mis hermanas, a quienes veía por encima del hombro -gallardo y magnánimo- y les decía: “Huercas envidiosas, de seguro son adoptadas”.
En aquella época yo todavía no veía lo afeminado y gay que ahora me parece el mentado cantante ése (pero nomás como baila); al contrario: lo veía como el galán de galanes y, que me pareciera a él –según mi jefa-, era el mayor cumplido que pudiera haber recibido.
Peeero, un día de esos en que caminaba partiendo plaza por los pasillos de la universidad, con el pelo recogido en una coleta, cometí el error de comentarle a unos compas que mi mamá me había dicho que me parecía al Chayanne.
Pobre inocente y egocentrista de mí.
Un amigo –hijo de puta, como él solo- me dijo: “¡Será Chollón, por pinche cabezón!” Y los demás, le siguieron y no pararon: “¡Pinche Chollón! Pinche chollota que tienes, jajajaja”. Y se ponían a cantarme y a bailar -entre clase y clase- la de "Provócame", "Tiempo de Vals" y demás canciones nacas que sonaban en la radio.
En ese momento dejé de ser una persona normal, feliz y con pelo. Dejé de ser el Chayanne regiomontano, snif.
En mi defensa puedo alegar que tengo dos amigos que en ese tiempo también se dejaron crecer el cabello -lo tenían rizado- hasta abajo de los hombros, y que ambos iban juntitos a alaciárselo a una estética de un centro comercial. Hacían cita y toda la cosa los muy puñales. Apuesto a que si sus esposas supieran esto, se divorcian de ellos o se hacen bien comadres y hasta intercambiarían esmaltes de uñas y maquillaje.
Yo nunca caí tan bajo. Yo simplemente fui el Chayanne regiomontano. Y a mucha honra, sí señor. Y nada más por eso: ¡Fieeeee-sta-en-A-méee-ri-ca,-fieeeee-sta-en-A-méee-ri-ca... ¡Ajúa!
Hace algunos años –quince, para ser exactos- cometí el horror de dejarme crecer el cabello hasta –casi casi- los hombros. No pondré las fotos de mi ridículo look de antaño, pues no soportaría otra vergüenza pública de esa magnitud; aunque creo que en el archivo de este blog hay alguna imagen de ésas perdida por ahí.
Total que corría 1994, tenía 18 añitos, pensaba que el pelo me duraría para siempre y que mis abundantes crines tenían un efecto similar al de Sansón con las mujeres. Recuerdo que, entre clase y clase, llegaban amigas o conocidas y me decían: “Ay qué padre está tu pelo, ¿cómo te lo cuidas?”, me lo acariciaban y yo tenía que disimular que se me paraba el chile, snif.
Me sentía invencible con mi melena... groaaarrr… Y parte de la culpa la tuvo mi madre, pues ella me motivó a dejarme el pelo largo porque “andaba de moda” –ya ven que las mamás siempre se quieren hacer las buena onda- y se me “iba a ver muy bien”. ¿Cómo no creer en las palabras de una madre? Entonces, obedecí y dejé de visitar al peluquero.
Debo aclarar que para mi mamá, el cantante Chayanne es el hombre más guapo que existe sobre la faz de la tierra, y que en aquel tiempo, el tal Chayanne usaba el pelo largo, se hacía un “chonguito” y –Oh, Dios mío: agárrense, lectores-, según mi madre: ¡yo me parecía a Chayanne!
Yo sé que las mamás ven a sus hijos como los seres más hermosos del universo aunque el doctor les diga que poco nos faltó para nacer anfibios y que lo mejor sería echarnos al escusado y jalarle a la palanca. Pero así son las mamás y sus “ojos de amor”.
Total que –con mucho orgullo- me convertí en el Chayanne regiomontano, ante la burla de mis hermanas, a quienes veía por encima del hombro -gallardo y magnánimo- y les decía: “Huercas envidiosas, de seguro son adoptadas”.
En aquella época yo todavía no veía lo afeminado y gay que ahora me parece el mentado cantante ése (pero nomás como baila); al contrario: lo veía como el galán de galanes y, que me pareciera a él –según mi jefa-, era el mayor cumplido que pudiera haber recibido.
Peeero, un día de esos en que caminaba partiendo plaza por los pasillos de la universidad, con el pelo recogido en una coleta, cometí el error de comentarle a unos compas que mi mamá me había dicho que me parecía al Chayanne.
Pobre inocente y egocentrista de mí.
Un amigo –hijo de puta, como él solo- me dijo: “¡Será Chollón, por pinche cabezón!” Y los demás, le siguieron y no pararon: “¡Pinche Chollón! Pinche chollota que tienes, jajajaja”. Y se ponían a cantarme y a bailar -entre clase y clase- la de "Provócame", "Tiempo de Vals" y demás canciones nacas que sonaban en la radio.
En ese momento dejé de ser una persona normal, feliz y con pelo. Dejé de ser el Chayanne regiomontano, snif.
En mi defensa puedo alegar que tengo dos amigos que en ese tiempo también se dejaron crecer el cabello -lo tenían rizado- hasta abajo de los hombros, y que ambos iban juntitos a alaciárselo a una estética de un centro comercial. Hacían cita y toda la cosa los muy puñales. Apuesto a que si sus esposas supieran esto, se divorcian de ellos o se hacen bien comadres y hasta intercambiarían esmaltes de uñas y maquillaje.
Yo nunca caí tan bajo. Yo simplemente fui el Chayanne regiomontano. Y a mucha honra, sí señor. Y nada más por eso: ¡Fieeeee-sta-en-A-méee-ri-ca,-fieeeee-sta-en-A-méee-ri-ca... ¡Ajúa!
lunes, noviembre 09, 2009
Otro más a la lista de Cliente del Año
Hay un anciano mamón que visita seguido el negocio. Siempre que viene pregunta todos los precios, y cada que se los digo, me dice: “Y con el descuento que me vas a hacer, ¿en cuánto sale?”. En un principio, me parecía gracioso. Me reía de su puntada por respeto a su edad: ya ven que algunos viejitos son bromistas y quieren aparentar ser “cool”. Pero ya no. Ya no me causa gracia, y lo sigue haciendo el culero. Lo hace con más frecuencia cuando viene acompañado de su esposa o de su hija.
La vez pasada, preguntó por un despachador de cinta adhesiva.
-Ya no manejamos ese producto, señor -le dije.
-Uy, pues deberían de manejarlo: yo les compraría muchos –respondió.
Sí, cómo no… Dejamos de vender el despachador porque lo pedían poco y por caro. En otros lugares se puede conseguir a mejor precio, y no quisiera crearme fama de carero ni que, al rato, el pinche viejo éste me ande reclamando: “Ay, en el Home Depot y en el Soriana el despachador de cinta está más barato, snif”.
Pero fue el sábado cuando cayó la gota que derramó el vaso.
Estaba cerrando las cortinas metálicas y poniendo candados, cuando llegó el viejo. Llegó accionando el claxon y ondeando la mano, para que no cerrara. Se estacionó y bajó apresurado del coche, diciendo: “Uf, qué bueno que te alcancé, me urge comprar algo”. “No se preocupe, aquí estamos para servirle”, dije sereno. Quité los candados, abrí las cortinas y desactivé la alarma.
Su urgencia era una caja para tornillos y una cinta adhesiva. Sumaron 39 pesos ya con IVA. Me pagó con un cheque... Sí: me hizo un cheque por 39 pinches pesos.
Estoy seguro que ese señor se levanta todos los días pensando: “Hoy le voy a cagar el palo a alguien”. Y lo logra.
La vez pasada, preguntó por un despachador de cinta adhesiva.
-Ya no manejamos ese producto, señor -le dije.
-Uy, pues deberían de manejarlo: yo les compraría muchos –respondió.
Sí, cómo no… Dejamos de vender el despachador porque lo pedían poco y por caro. En otros lugares se puede conseguir a mejor precio, y no quisiera crearme fama de carero ni que, al rato, el pinche viejo éste me ande reclamando: “Ay, en el Home Depot y en el Soriana el despachador de cinta está más barato, snif”.
Pero fue el sábado cuando cayó la gota que derramó el vaso.
Estaba cerrando las cortinas metálicas y poniendo candados, cuando llegó el viejo. Llegó accionando el claxon y ondeando la mano, para que no cerrara. Se estacionó y bajó apresurado del coche, diciendo: “Uf, qué bueno que te alcancé, me urge comprar algo”. “No se preocupe, aquí estamos para servirle”, dije sereno. Quité los candados, abrí las cortinas y desactivé la alarma.
Su urgencia era una caja para tornillos y una cinta adhesiva. Sumaron 39 pesos ya con IVA. Me pagó con un cheque... Sí: me hizo un cheque por 39 pinches pesos.
Estoy seguro que ese señor se levanta todos los días pensando: “Hoy le voy a cagar el palo a alguien”. Y lo logra.
viernes, noviembre 06, 2009
Más de la nueva lotería mexicana
Hace más de un mes dibujé esta lotería. Dos semanas después, me llegó como cuatro veces a mi correo en forma de "carta cadena", con títulos como: "Hagamos algo", "Para reflexionar", "¿Viva México?" o "La Nueva Lotería Mexicana". También la vi en algunos sitios de internet, blogs y esas cosas; lo cual agradezco. Como me han estado chingue y chingue que no sea huevón y la termine, aquí les hago entrega de otras 18 cartas, que, con las anteriores, suman 45. Ya nomás me faltan nueve, pero están bien cabronas y ya no se me ocurre nada. Ahí si se les prende el foco de Luz y Fuerza del Centro y saben qué poner en el cantarito, el paraguas, el tambor, el bandolón, el violín, el arpa, la rosa y no me acuerdo qué otras dos, pues me avisan, las dibujo y les doy su crédito.
Que las disfruten y que viva México, pos ya qué...
Que las disfruten y que viva México, pos ya qué...
miércoles, noviembre 04, 2009
El pájaro que canta bonito
Todas las mañanas llega al patio de la oficina un pájaro que canta bonito.
Se esconde en las ramas del bambú, brinca por la enredadera, pasea entre la bugambilia y asoma su pecho amarillo.
Minutos después, llegan otros pajarillos iguales. Cuatro o cinco más. Arman un revuelo con sus chirridos, alborotan el follaje y tiran algunas hojas secas al piso.
El Cucho, mi perro, se pone alerta: mira hacia arriba con la frente arrugada y las orejas rígidas. Yo, lo imito.
Minutos después, las aves vuelan a otra parte… para regresar al día siguiente.
El pequeño jardín es como un oasis entre tanto pavimento y olor acre.
Entro de vuelta a la oficina. La jornada laboral comienza tranquila. Sin gente.
Por todos lados escucho que no hay dinero; que la situación está difícil.
Si tuviéramos la mitad de la inteligencia de los animales, no necesitaríamos trabajar ni generar empleos.
Aprovecho la ausencia de clientes para leer las noticias. Asesinatos, secuestros, extorsiones y ajustes de cuentas: los padecimientos normales de una sociedad que ha elevado el dinero a niveles divinos.
Todos reciben lo que merecen. Tarde o temprano. Castigo físico, desprecio colectivo, intranquilidad en la conciencia o un funeral vacío.
Yo no sé qué haya hecho bien, que a diario recibo conciertos de aves a domicilio, o el beso express que vienes y me plantas en la orilla de la boca cuando andas por estos rumbos.
Se esconde en las ramas del bambú, brinca por la enredadera, pasea entre la bugambilia y asoma su pecho amarillo.
Minutos después, llegan otros pajarillos iguales. Cuatro o cinco más. Arman un revuelo con sus chirridos, alborotan el follaje y tiran algunas hojas secas al piso.
El Cucho, mi perro, se pone alerta: mira hacia arriba con la frente arrugada y las orejas rígidas. Yo, lo imito.
Minutos después, las aves vuelan a otra parte… para regresar al día siguiente.
El pequeño jardín es como un oasis entre tanto pavimento y olor acre.
Entro de vuelta a la oficina. La jornada laboral comienza tranquila. Sin gente.
Por todos lados escucho que no hay dinero; que la situación está difícil.
Si tuviéramos la mitad de la inteligencia de los animales, no necesitaríamos trabajar ni generar empleos.
Aprovecho la ausencia de clientes para leer las noticias. Asesinatos, secuestros, extorsiones y ajustes de cuentas: los padecimientos normales de una sociedad que ha elevado el dinero a niveles divinos.
Todos reciben lo que merecen. Tarde o temprano. Castigo físico, desprecio colectivo, intranquilidad en la conciencia o un funeral vacío.
Yo no sé qué haya hecho bien, que a diario recibo conciertos de aves a domicilio, o el beso express que vienes y me plantas en la orilla de la boca cuando andas por estos rumbos.
lunes, noviembre 02, 2009
Cartones del día de muertos
Recordando lo que hacía para las ediciones juveniles del periódico El Norte, de Grupo Reforma, me encontré esta tira del día de muertos. Chale, qué ñoño estaba a veces mi trabajo.
Eso de "vil pendejo" que aparece en el último cuadrito, obviamente que se lo borraron. Cuando les dije que me parecía absurdo que lo borraran porque era un suplemento para chavos y los chavos hablan con maldiciones y Trino las escribe en sus tiras en la sección principal del periódico; me respondieron: "Sí: pero Trino es Trino". Uy, per-dón.
Ahora hago puro cartón político en otro periódico y, la verdad, a veces extraño hacer mis tiras ñoñas para adolescentes. Aunque no niego que a veces también me "añoño" con los cartones políticos, jejeje. Aquí va un cartón suavezón referente a esta fecha "tan mexicana".
Eso de "vil pendejo" que aparece en el último cuadrito, obviamente que se lo borraron. Cuando les dije que me parecía absurdo que lo borraran porque era un suplemento para chavos y los chavos hablan con maldiciones y Trino las escribe en sus tiras en la sección principal del periódico; me respondieron: "Sí: pero Trino es Trino". Uy, per-dón.
Ahora hago puro cartón político en otro periódico y, la verdad, a veces extraño hacer mis tiras ñoñas para adolescentes. Aunque no niego que a veces también me "añoño" con los cartones políticos, jejeje. Aquí va un cartón suavezón referente a esta fecha "tan mexicana".
viernes, octubre 30, 2009
Algunos cartones, pero no de cerveza
Durante la semana -creo que fue ayer-, como que el presidente del empleo quiso amarrarse los huevos y le dio un suave jaloncito de orejas a las grandes empresas. "Ay, pillines… algunos de ustedes no pagan impuestos, eeeh... no se hagan locos, pillines: hay que pagar, jijiji". La IP, indignada, dijo que sí pagaba, y sutilmente mandó a la verga al mandatario. Mientras tanto, sigue habiendo pobres diablos que trabajan de sol a sol y lo poco que ganan se lo dan al gobierno; mientras otros que no trabajan y ganan un chingo, no pagan nada. Lo irónico del asunto es que siempre inventan y suben impuestos, pero los servicios no mejoran y estamos entre los países con menor recaudación tributaria. Dos cartones al respecto que hice para el periódico:
Un poco inspirado por la canción "Mé-xi-co", de Timbiriche -el mejor grupo músico vocal de izquierda que haya existido en el universo-, me dio por hacer este cartón en el que "juego" con las letras de nuestro país.
Y para todos esos ingenuos –me incluyo- que sueñan con que en el 2010 nos vamos a levantar en armas y va a haber una revolución quesque porque ya estamos hartos y quesque los mayas y el curita Hidalgo dijeron no sé qué cosas y quesque se cumplen 100 y 200 años de blablabla; desde ahorita les digo que sigan soñando, pues no va a pasar ni madres. Nadie se va a organizar, a menos que les digan que es un homenaje a Michael Jackson.
Y si de revoluciones hablamos, ya se nos adelantaron: el crimen organizado ya hizo la suya, y está obteniendo lo que quiere.
Un poco inspirado por la canción "Mé-xi-co", de Timbiriche -el mejor grupo músico vocal de izquierda que haya existido en el universo-, me dio por hacer este cartón en el que "juego" con las letras de nuestro país.
Y para todos esos ingenuos –me incluyo- que sueñan con que en el 2010 nos vamos a levantar en armas y va a haber una revolución quesque porque ya estamos hartos y quesque los mayas y el curita Hidalgo dijeron no sé qué cosas y quesque se cumplen 100 y 200 años de blablabla; desde ahorita les digo que sigan soñando, pues no va a pasar ni madres. Nadie se va a organizar, a menos que les digan que es un homenaje a Michael Jackson.
Y si de revoluciones hablamos, ya se nos adelantaron: el crimen organizado ya hizo la suya, y está obteniendo lo que quiere.
martes, octubre 27, 2009
Ahora soy poeta
Yo de corbata y traje; tú, de vestido.
¿Cuántas bodas como éstas nos hemos perdido?
Comienza la música, nos sentamos en la mesa y pedimos de beber.
En cada sorbo imaginamos los mutantes que en la pista de baile va a haber.
Tocan rock en español, en inglés, cumbias y baladas.
Las mismas pinches canciones miadas.
Me muerdes una oreja y me da la chiripiolca.
Sabes que no bailo porque siempre tocan polca.
Con muy poco me convences.
Si tu pareja fuera Superman, fácil lo vences.
No me importa que el enlace religioso sea de un familiar.
Mi filosofía es la de “el whisky ir a gorrear”.
El pendejo del grupo quiere que bailemos “El Venado”.
Por ti me arrastraría por los desiertos de lado a lado.
Si de hacer el ridículo se trata.
Prefiero bajarme los calzones y enseñarles a todos la riata.
Pero por favor: nunca me pidas bailar.
Es una vergüenza que nunca podrás olvidar.
Es una imagen de mí que nunca te vas a borrar.
Bailemos mejor en la cama para el tiempo ahorrar.
Así podré desvestirte con mi visión de rayos gama.
Y te haré la pregunta del millón: “¿Quién es el que más te ama?”.
Y tú me dirás: “¡Pinche niño: deja de brincar en la cama!”.
Y yo te diré: “Es que Gama rima con Ama y con Cama y con Gama y con Ama, pero ya no sé qué más escribir”.
Y haremos el amor con gana(s)... aunque Gama, Ama y Cama no rimen con Ganas.
¿Cuántas bodas como éstas nos hemos perdido?
Comienza la música, nos sentamos en la mesa y pedimos de beber.
En cada sorbo imaginamos los mutantes que en la pista de baile va a haber.
Tocan rock en español, en inglés, cumbias y baladas.
Las mismas pinches canciones miadas.
Me muerdes una oreja y me da la chiripiolca.
Sabes que no bailo porque siempre tocan polca.
Con muy poco me convences.
Si tu pareja fuera Superman, fácil lo vences.
No me importa que el enlace religioso sea de un familiar.
Mi filosofía es la de “el whisky ir a gorrear”.
El pendejo del grupo quiere que bailemos “El Venado”.
Por ti me arrastraría por los desiertos de lado a lado.
Si de hacer el ridículo se trata.
Prefiero bajarme los calzones y enseñarles a todos la riata.
Pero por favor: nunca me pidas bailar.
Es una vergüenza que nunca podrás olvidar.
Es una imagen de mí que nunca te vas a borrar.
Bailemos mejor en la cama para el tiempo ahorrar.
Así podré desvestirte con mi visión de rayos gama.
Y te haré la pregunta del millón: “¿Quién es el que más te ama?”.
Y tú me dirás: “¡Pinche niño: deja de brincar en la cama!”.
Y yo te diré: “Es que Gama rima con Ama y con Cama y con Gama y con Ama, pero ya no sé qué más escribir”.
Y haremos el amor con gana(s)... aunque Gama, Ama y Cama no rimen con Ganas.
sábado, octubre 24, 2009
Para qué quiero comentarios aquí, si acá recibo más de 400... aunque la mayoría de ellos ni vienen al caso con el tema, pero aquí era igual.
Gracias a los de Hazme el Chingado Favor.
Gracias a los de Hazme el Chingado Favor.
viernes, octubre 23, 2009
Más recomendaciones literarias
Hace más de cuatro meses escribí este post. En él puse algunas recomendaciones y reseñas ramplonas de mis libros favoritos o lecturas que "me han marcado". Hoy, vuelvo a hacer lo mismo. Espero disfruten mi escrito y disfruten más los libros que, sin autoridad en la materia, me atrevo a recomendar.
Trópico de Capricornio
Quienes han leído a Henry Miller coinciden siempre en que sus textos son “sucios” “crudos”, “duros”, “escandalosos” “controvertidos”, “brutales” y un largo etcétera de adjetivos que sólo generan morbo. El problema con esos calificativos tan simplones radica en que esta cosa que llamamos “vida real”, está llena de tapujos, y lo único que hizo este autor fue asomarse detrás de las máscaras sociales y describir lo que vio sin metáforas ni adornos. Así de sencillo, así de difícil, así de demoledor y fascinante.
Trópico de Capricornio -antecedente a Trópico de Cáncer, otra de sus novelas- es un libro autobiográfico que narra la infancia y juventud de Miller mientras vivía en Nueva York y trabajaba en una oficina de telégrafos a principios del siglo XX.
A lo largo de sus más de 400 páginas, es clara la inadaptación del autor ante un entorno que considera hipócrita y hostil; su lucha infatigable por no perder la individualidad y no rendirse ante la comodidad de las masas como única opción que ofrecen las estructuras mundiales, las cuales, impiden el verdadero goce de la vida y el crecimiento interior.
En una parte del libro, Miller menciona: “Para que te acepten y aprecien, tienes que anularte, volverte indistinguible del rebaño. Puedes soñar, siempre y cuando sueñes lo mismo que todos. Pero si sueñas algo diferente, no eres americano… en cuanto tienes ideas diferentes, dejas de ser americano”. En otra parte, dice: “Me parecía inútil querer cambiar el estado de las cosas; estaba convencido de que, sin un cambio del corazón, nada cambiaría, ¿y quién podía cambiar el corazón de los hombres?”.
Un hombre capaz de sentir y reflexionar lo anterior, no puede ser un hombre "sucio", “brutal” o “escandaloso”. Coherente y honesta, llamaría yo a su obra; cuyo principio siempre fue la futilidad. Hace poco leí por ahí que Miller murió convencido de que la razón nos llevará a la catástrofe. Espero que no se haya ido a la tumba estando en lo cierto.
Un Hilito de Sangre
Eusebio Ruvalcaba ganó en 1991 el premio Agustín Yáñez por esta novela. De hecho, hay una película basada en este libro, estelarizada por el Diego Luna antes de que se hiciera anoréxico y me bajara a la Camila Sodi.
Hilarante, valemadrista, noble y calenturiento, así es su protagonista: un adolescente que nos cuenta sus peripecias al intentar viajar a Guadalajara para ver a su novia Osbelia, la de los calzones verdes. La narrativa es muy amena y coloquial, llena de “palabras de chavos”, y la trama gancha desde el principio. Para toda esa banda que quiere empezar a agarrar el hábito de la lectura y no se anima, se los recomiendo. Nomás para que se den una idea: la historia comienza cuando el protagonista nos confiesa que su sueño es ser chofer de gente rica, para así poder cogerse a las señoras cincuentonas que siempre andan calientes porque sus maridos no las pelan. Ya si con estas palabras el libro no atrapa su atención, entonces no vinieron a este mundo a ser lectores, y mejor enciendan el televisor en Telehit y pónganse a ver Guerra de Chistes.
Demian
Emil Sinclair tiene 10 años y quiere ser aceptado en un grupo de niños. Para esto, inventa una historia: dice haber robado manzanas de un huerto. Como todos dudan de su falta de rectitud, lo hacen jurar por Dios que en verdad cometió el hurto. Emil lo jura y es admitido, pero uno de sus miembros lo somete a un chantaje: si Emil no le entrega dinero todos los días, irá a contarle lo del falso robo al dueño del huerto y a sus padres. Atrapado en un infierno personal, debatiéndose entre su moralidad, su fe religiosa y su conciencia, es entonces que conoce a Max Demian.
Max libera a Emil de su extorsionador y éste queda fascinado con la personalidad de su nuevo amigo, al que considera distinto y especial. Demian le enseña a Sinclair a controlar la mente de las personas, le habla sobre la marca de Caín y sobre cómo lo bueno y lo malo están reunidos en un mismo concepto. Es así que comienza el viaje de Sinclair: su desprendimiento de lo aprendido, el esclarecimiento de sus problemas de conciencia y su renacimiento.
Todos los libros de Herman Hesse hablan de lo mismo: el crecimiento interior, el despertar de cada individuo, el camino que debemos recorrer para encontrarnos con nosotros mismos y los miedos, riesgos, tropiezos, pérdidas y esperanzas que hay en el trayecto, cuyo único fin es ése: renacer. “El que quiere nacer, tiene que destruir un mundo”, es una de las citas memorables de esta novela. Que cada quien la interprete como pueda.
Oh, The Places You Will Go
No, no es broma la recomendación de este libro: última obra escrita y dibujada por el Dr. Seuss, creador de ¿Cómo el Grinch se robó la Navidad? y otros clásicos de la “literatura” infantil. El cuento está narrado en segunda persona -con las rimas características y las palabras inventadas que acostumbraba su autor-, y nos platica de forma por demás sencilla las aventuras de “Tú” -el protagonista- mientras recorre la vida y afronta los problemas que se le van presentando. A simple vista, pareciera un inofensivo libro para niños con mensajitos baratos y coloridas –y hasta psicodélicas- ilustraciones, pero tiene un trasfondo profundo y esperanzador.
El Candor del Padre Brown
Recuerdo que este libro me lo encargó en la preparatoria un maestro al que le decíamos El Sapo. Cuando sonó el timbre de salida, me acerqué a su escritorio y le dije que por qué nos había impuesto leer un libro religioso. El Sapo sonrió, me advirtió que no fuera prejuicioso, me aclaró que no era un libro religioso y que Chesterton -su autor- había sido de todo: incluso dibujante y pintor. “Como tú”, me dijo. Y con eso, me ganchó.
El libro contiene varios cuentos breves de intriga policiaca. El personaje principal es un sacerdote católico aparentemente ingenuo, que la hace de detective y resuelve enigmas aplicando el sentido común, tomando como base la naturaleza humana, las verdades filosóficas y espirituales; no los razonamientos lógicos o los detalles científicos. Chesterton es un genio para la narrativa entretenida, para el humor fino, para los giros inesperados, para las historias perfectas, sin cabos sueltos.
La Carretera
Última novela de Cormac McCarthy, autor de No Country for Old Men.
Un hombre y su hijo intentan sobrevivir en medio de una tierra devastada mientras caminan hacia el sur por una carretera abandonada en busca de un clima más benigno. La misma carretera es recorrida por otros sobrevivientes desesperados y hambrientos, que no dudarán en robar, matar y comerse a cualquiera que se cruce en su camino. Los personajes de este libro no tienen nombres propios, pues son simples representantes de la raza humana en medio de un mundo calcinado: el verdadero protagonista de la historia. La visión de McCarthy es un ejemplo rotundo de la tontería y la maldad que rigen los actos humanos, convirtiéndonos en seres capaces de destruir todo lo que nos rodea y evidenciando que el hombre siempre será el lobo del hombre, sobre todo cuando las circunstancias son adversas. Hay una parte en el libro donde los protagonistas llegan a la costa y el niño se pone a llorar porque su padre le había prometido que el mar era azul, no gris. Snif. Y mejor no les platico el dilema en el que entra el hombre por la única bala que carga en su revólver. McCarthy es otro de esos escritores que admiro por su integridad intelectual y moral. Vean este fragmento de entrevista (lástima que sea con la pendejona de la Oprah) y díganme si no es un cabrón digno de hacerle bwana bwana. Si no saben inglés, están jodidos.
La Senda del Perdedor.
Novela autobiográfica de Charles Bukowski. Henry Chinaski –alter ego del autor- narra su infancia como emigrante alemán en Estados Unidos, su adolescencia, sus años en el colegio como alumno apestado y sus primeros trabajos; también las brutales golpizas que le propinaba su padre desempleado, palizas siempre solapadas por una madre sumisa y abnegada. Bukowski -al igual que Henry Miller- llega a espantar a los lectores primerizos por la crudeza con que dice las cosas. Aparte, su vida personal –reflejada en toda su obra- no era del todo “admirable”: vagabundo, alcohólico, misógino y odiaba trabajar. Pero, detrás de esa actitud furibunda y ese rostro atiborrado de cicatrices, existía un hombre que lo único que consideraba importante en la vida, era escribir (tal vez a eso se deba la honestidad de su narrativa); un hombre que rebosaba de ternura y se conmovía con situaciones que para muchos pudieran pasar desapercibidas o parecer absurdas.
En una parte del libro, Chinaski llega tarde a su primer día de trabajo. El jefe lo reprende y le pregunta la razón de su atraso. Henry le responde que llegó tarde porque se paró a darle de su almuerzo a un perro callejero. El encargado le dice que ésa es la excusa más estúpida que ha escuchado en su vida… pero no era otra cosa que la verdad… La obra de Bukowski está llena de críticas al sistema, sobre todo al laboral, al que se refiere como “machacador del espíritu humano”.
El Ejército Iluminado
Ignacio Matus es un profesor de historia que corre desde Monterrey el maratón de los Juegos Olímpicos de Paris en 1924. Al enterarse de los tres primeros lugares, Ignacio se da cuenta que su tiempo fue mejor que el del gringo que obtiene la medalla de bronce; es entonces que planea una venganza que dignifique su esfuerzo y le haga justicia a él y a todos los mexicanos. Total que pasan más de 40 años y, en 1968, don Ignacio Matus organiza un ejército de niños -todos discapacitados- cuya única misión es ir a recuperar los territorios cedidos a los Estados Unidos y la medalla de bronce que, según él, le pertenece.
No es porque David Toscana -el autor- sea mi paisano, pero este güey es bien chingón. Sus historias siempre abordan temas como la soledad, la mediocridad, lo mortuorio y el fracaso; y sus personajes son tan reales, tan marginales y tan humanos, que rayan en lo absurdo.
Trópico de Capricornio
Quienes han leído a Henry Miller coinciden siempre en que sus textos son “sucios” “crudos”, “duros”, “escandalosos” “controvertidos”, “brutales” y un largo etcétera de adjetivos que sólo generan morbo. El problema con esos calificativos tan simplones radica en que esta cosa que llamamos “vida real”, está llena de tapujos, y lo único que hizo este autor fue asomarse detrás de las máscaras sociales y describir lo que vio sin metáforas ni adornos. Así de sencillo, así de difícil, así de demoledor y fascinante.
Trópico de Capricornio -antecedente a Trópico de Cáncer, otra de sus novelas- es un libro autobiográfico que narra la infancia y juventud de Miller mientras vivía en Nueva York y trabajaba en una oficina de telégrafos a principios del siglo XX.
A lo largo de sus más de 400 páginas, es clara la inadaptación del autor ante un entorno que considera hipócrita y hostil; su lucha infatigable por no perder la individualidad y no rendirse ante la comodidad de las masas como única opción que ofrecen las estructuras mundiales, las cuales, impiden el verdadero goce de la vida y el crecimiento interior.
En una parte del libro, Miller menciona: “Para que te acepten y aprecien, tienes que anularte, volverte indistinguible del rebaño. Puedes soñar, siempre y cuando sueñes lo mismo que todos. Pero si sueñas algo diferente, no eres americano… en cuanto tienes ideas diferentes, dejas de ser americano”. En otra parte, dice: “Me parecía inútil querer cambiar el estado de las cosas; estaba convencido de que, sin un cambio del corazón, nada cambiaría, ¿y quién podía cambiar el corazón de los hombres?”.
Un hombre capaz de sentir y reflexionar lo anterior, no puede ser un hombre "sucio", “brutal” o “escandaloso”. Coherente y honesta, llamaría yo a su obra; cuyo principio siempre fue la futilidad. Hace poco leí por ahí que Miller murió convencido de que la razón nos llevará a la catástrofe. Espero que no se haya ido a la tumba estando en lo cierto.
Un Hilito de Sangre
Eusebio Ruvalcaba ganó en 1991 el premio Agustín Yáñez por esta novela. De hecho, hay una película basada en este libro, estelarizada por el Diego Luna antes de que se hiciera anoréxico y me bajara a la Camila Sodi.
Hilarante, valemadrista, noble y calenturiento, así es su protagonista: un adolescente que nos cuenta sus peripecias al intentar viajar a Guadalajara para ver a su novia Osbelia, la de los calzones verdes. La narrativa es muy amena y coloquial, llena de “palabras de chavos”, y la trama gancha desde el principio. Para toda esa banda que quiere empezar a agarrar el hábito de la lectura y no se anima, se los recomiendo. Nomás para que se den una idea: la historia comienza cuando el protagonista nos confiesa que su sueño es ser chofer de gente rica, para así poder cogerse a las señoras cincuentonas que siempre andan calientes porque sus maridos no las pelan. Ya si con estas palabras el libro no atrapa su atención, entonces no vinieron a este mundo a ser lectores, y mejor enciendan el televisor en Telehit y pónganse a ver Guerra de Chistes.
Demian
Emil Sinclair tiene 10 años y quiere ser aceptado en un grupo de niños. Para esto, inventa una historia: dice haber robado manzanas de un huerto. Como todos dudan de su falta de rectitud, lo hacen jurar por Dios que en verdad cometió el hurto. Emil lo jura y es admitido, pero uno de sus miembros lo somete a un chantaje: si Emil no le entrega dinero todos los días, irá a contarle lo del falso robo al dueño del huerto y a sus padres. Atrapado en un infierno personal, debatiéndose entre su moralidad, su fe religiosa y su conciencia, es entonces que conoce a Max Demian.
Max libera a Emil de su extorsionador y éste queda fascinado con la personalidad de su nuevo amigo, al que considera distinto y especial. Demian le enseña a Sinclair a controlar la mente de las personas, le habla sobre la marca de Caín y sobre cómo lo bueno y lo malo están reunidos en un mismo concepto. Es así que comienza el viaje de Sinclair: su desprendimiento de lo aprendido, el esclarecimiento de sus problemas de conciencia y su renacimiento.
Todos los libros de Herman Hesse hablan de lo mismo: el crecimiento interior, el despertar de cada individuo, el camino que debemos recorrer para encontrarnos con nosotros mismos y los miedos, riesgos, tropiezos, pérdidas y esperanzas que hay en el trayecto, cuyo único fin es ése: renacer. “El que quiere nacer, tiene que destruir un mundo”, es una de las citas memorables de esta novela. Que cada quien la interprete como pueda.
Oh, The Places You Will Go
No, no es broma la recomendación de este libro: última obra escrita y dibujada por el Dr. Seuss, creador de ¿Cómo el Grinch se robó la Navidad? y otros clásicos de la “literatura” infantil. El cuento está narrado en segunda persona -con las rimas características y las palabras inventadas que acostumbraba su autor-, y nos platica de forma por demás sencilla las aventuras de “Tú” -el protagonista- mientras recorre la vida y afronta los problemas que se le van presentando. A simple vista, pareciera un inofensivo libro para niños con mensajitos baratos y coloridas –y hasta psicodélicas- ilustraciones, pero tiene un trasfondo profundo y esperanzador.
El Candor del Padre Brown
Recuerdo que este libro me lo encargó en la preparatoria un maestro al que le decíamos El Sapo. Cuando sonó el timbre de salida, me acerqué a su escritorio y le dije que por qué nos había impuesto leer un libro religioso. El Sapo sonrió, me advirtió que no fuera prejuicioso, me aclaró que no era un libro religioso y que Chesterton -su autor- había sido de todo: incluso dibujante y pintor. “Como tú”, me dijo. Y con eso, me ganchó.
El libro contiene varios cuentos breves de intriga policiaca. El personaje principal es un sacerdote católico aparentemente ingenuo, que la hace de detective y resuelve enigmas aplicando el sentido común, tomando como base la naturaleza humana, las verdades filosóficas y espirituales; no los razonamientos lógicos o los detalles científicos. Chesterton es un genio para la narrativa entretenida, para el humor fino, para los giros inesperados, para las historias perfectas, sin cabos sueltos.
La Carretera
Última novela de Cormac McCarthy, autor de No Country for Old Men.
Un hombre y su hijo intentan sobrevivir en medio de una tierra devastada mientras caminan hacia el sur por una carretera abandonada en busca de un clima más benigno. La misma carretera es recorrida por otros sobrevivientes desesperados y hambrientos, que no dudarán en robar, matar y comerse a cualquiera que se cruce en su camino. Los personajes de este libro no tienen nombres propios, pues son simples representantes de la raza humana en medio de un mundo calcinado: el verdadero protagonista de la historia. La visión de McCarthy es un ejemplo rotundo de la tontería y la maldad que rigen los actos humanos, convirtiéndonos en seres capaces de destruir todo lo que nos rodea y evidenciando que el hombre siempre será el lobo del hombre, sobre todo cuando las circunstancias son adversas. Hay una parte en el libro donde los protagonistas llegan a la costa y el niño se pone a llorar porque su padre le había prometido que el mar era azul, no gris. Snif. Y mejor no les platico el dilema en el que entra el hombre por la única bala que carga en su revólver. McCarthy es otro de esos escritores que admiro por su integridad intelectual y moral. Vean este fragmento de entrevista (lástima que sea con la pendejona de la Oprah) y díganme si no es un cabrón digno de hacerle bwana bwana. Si no saben inglés, están jodidos.
La Senda del Perdedor.
Novela autobiográfica de Charles Bukowski. Henry Chinaski –alter ego del autor- narra su infancia como emigrante alemán en Estados Unidos, su adolescencia, sus años en el colegio como alumno apestado y sus primeros trabajos; también las brutales golpizas que le propinaba su padre desempleado, palizas siempre solapadas por una madre sumisa y abnegada. Bukowski -al igual que Henry Miller- llega a espantar a los lectores primerizos por la crudeza con que dice las cosas. Aparte, su vida personal –reflejada en toda su obra- no era del todo “admirable”: vagabundo, alcohólico, misógino y odiaba trabajar. Pero, detrás de esa actitud furibunda y ese rostro atiborrado de cicatrices, existía un hombre que lo único que consideraba importante en la vida, era escribir (tal vez a eso se deba la honestidad de su narrativa); un hombre que rebosaba de ternura y se conmovía con situaciones que para muchos pudieran pasar desapercibidas o parecer absurdas.
En una parte del libro, Chinaski llega tarde a su primer día de trabajo. El jefe lo reprende y le pregunta la razón de su atraso. Henry le responde que llegó tarde porque se paró a darle de su almuerzo a un perro callejero. El encargado le dice que ésa es la excusa más estúpida que ha escuchado en su vida… pero no era otra cosa que la verdad… La obra de Bukowski está llena de críticas al sistema, sobre todo al laboral, al que se refiere como “machacador del espíritu humano”.
El Ejército Iluminado
Ignacio Matus es un profesor de historia que corre desde Monterrey el maratón de los Juegos Olímpicos de Paris en 1924. Al enterarse de los tres primeros lugares, Ignacio se da cuenta que su tiempo fue mejor que el del gringo que obtiene la medalla de bronce; es entonces que planea una venganza que dignifique su esfuerzo y le haga justicia a él y a todos los mexicanos. Total que pasan más de 40 años y, en 1968, don Ignacio Matus organiza un ejército de niños -todos discapacitados- cuya única misión es ir a recuperar los territorios cedidos a los Estados Unidos y la medalla de bronce que, según él, le pertenece.
No es porque David Toscana -el autor- sea mi paisano, pero este güey es bien chingón. Sus historias siempre abordan temas como la soledad, la mediocridad, lo mortuorio y el fracaso; y sus personajes son tan reales, tan marginales y tan humanos, que rayan en lo absurdo.
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