lunes, febrero 28, 2011
sábado, febrero 26, 2011
viernes, febrero 25, 2011
jueves, febrero 24, 2011
Ya estoy actuando como teclado de computadora mal apachurrado.
Como sabrán, la letra "s" está a un lado de la letra "d". En el cartón de ayer escribí una "s" en lugar de una "d", y ni cuenta me di.
Deberían inventar un corrector de Word para la mano, para cuando uno dibuja o escribe en papel... o, si se pudiera, un corrector de Word integrado en cada hoja blanca.
Sería un gran invento para los cavernícolas que aún dibujamos con plumones y papel.
Como sabrán, la letra "s" está a un lado de la letra "d". En el cartón de ayer escribí una "s" en lugar de una "d", y ni cuenta me di.
Deberían inventar un corrector de Word para la mano, para cuando uno dibuja o escribe en papel... o, si se pudiera, un corrector de Word integrado en cada hoja blanca.
Sería un gran invento para los cavernícolas que aún dibujamos con plumones y papel.
miércoles, febrero 23, 2011
sábado, febrero 19, 2011
Acción Poética es un movimiento cultural regiomontano creado por Armando Alanís, el cual consiste en fusionar a la poesía con el paisaje urbano mediante bardas pintadas de blanco con algún texto breve y profundo en negro. Si lo "googlean" podrán ver de lo que trata. El movimiento cumplió 15 años y lo celebrarán con un librito y una expo, y me invitaron a colaborar -junto a otros colegas moneros- con una ilustración que a continuación les comparto.
jueves, febrero 17, 2011
miércoles, febrero 16, 2011
Cartón político bilateral
Agentes de Estados Unidos baleados en San Luis Potosí. Supuestos nexos de Al Qaeda con el crimen organizado mexicano. Posible infiltración del narco en las elecciones presidenciales del 2012. Autoridades incompetentes en todos los niveles. Policías corruptos. Ejército y Marina mal coordinados... Pinches gringos ya tienen muy buenos pretextos para seguir metiendo su cuchara en nuestra cacerola y para seguir diciendo que el problema de las drogas es de seguridad nacional y no de salud pública.
Últimamente escucho que tooodo el mundo dice: "Ay, pues si la única solución para que esto se termine es que los gringos manden a sus soldados, pues ya que los manden". ¿Por qué la gente cree que los gringos acabarían con el crimen y la inseguridad y las drogas? ¿Será que los gringos nos quieren hacer creer eso precisamente porque fueron ellos quienes generaron todo este desmadre de ingobernabilidad por buscar siempre gobiernos extranjeros sumisos ante sus intereses y solapadores de sus chingaderas que, por consecuencia, son ellos los únicos que pueden "solucionar" este desmadre?
O tal vez me equivoco y los gringos en verdad son bien rectos y bien nobles y bien justos y buscan la paz mundial. Entonces, si tanto les molesta que haya violencia en nuestro territorio y que les mandemos tanta droga y que seamos un peligro, ¿por qué chingados no cierran sus fronteras? Ah, pues porque el negociazo de las drogas es de ellos, no de los capos mexicanos. Pero en fin. Viven para hacerle creer a los tontos que son unas blancas palomas (que se zurran en todos lados, menos en su casa, obviamente).
NOTA VARIAS Y AJENAS AL TEXTO DE ARRIBA:
Hay lectores que me escriben pidiéndome permiso para usar, imprimir o compartir mis dibujos, fotos o textos. No me pidan permiso: tomen lo que gusten. No me molesta; al contrario, es un halago. Lo que alguna vez dije que me molestaba era que le borraran mi firma o se adjudicaran la autoría de algo que no es suyo, pues esa acción sí la considero un robo.
Si quieren algún cartón o alguna tira en alta resolución porque quieren imprimirla, mándenme un correo y con gusto les mando el archivo.
Y no olviden que Los Diarios del Fin del Mundo siguen a la venta hasta el mes de mayo.
Saludos.
Últimamente escucho que tooodo el mundo dice: "Ay, pues si la única solución para que esto se termine es que los gringos manden a sus soldados, pues ya que los manden". ¿Por qué la gente cree que los gringos acabarían con el crimen y la inseguridad y las drogas? ¿Será que los gringos nos quieren hacer creer eso precisamente porque fueron ellos quienes generaron todo este desmadre de ingobernabilidad por buscar siempre gobiernos extranjeros sumisos ante sus intereses y solapadores de sus chingaderas que, por consecuencia, son ellos los únicos que pueden "solucionar" este desmadre?
O tal vez me equivoco y los gringos en verdad son bien rectos y bien nobles y bien justos y buscan la paz mundial. Entonces, si tanto les molesta que haya violencia en nuestro territorio y que les mandemos tanta droga y que seamos un peligro, ¿por qué chingados no cierran sus fronteras? Ah, pues porque el negociazo de las drogas es de ellos, no de los capos mexicanos. Pero en fin. Viven para hacerle creer a los tontos que son unas blancas palomas (que se zurran en todos lados, menos en su casa, obviamente).
NOTA VARIAS Y AJENAS AL TEXTO DE ARRIBA:
Hay lectores que me escriben pidiéndome permiso para usar, imprimir o compartir mis dibujos, fotos o textos. No me pidan permiso: tomen lo que gusten. No me molesta; al contrario, es un halago. Lo que alguna vez dije que me molestaba era que le borraran mi firma o se adjudicaran la autoría de algo que no es suyo, pues esa acción sí la considero un robo.
Si quieren algún cartón o alguna tira en alta resolución porque quieren imprimirla, mándenme un correo y con gusto les mando el archivo.
Y no olviden que Los Diarios del Fin del Mundo siguen a la venta hasta el mes de mayo.
Saludos.
martes, febrero 15, 2011
lunes, febrero 14, 2011
jueves, febrero 10, 2011
miércoles, febrero 09, 2011
sábado, febrero 05, 2011
Un par de cartones de esta semana
Por primera vez en muchos meses el desmadrito que hay en nuestro país no ocupó los titulares en otros países.
Desde el martes de esta semana, la mayoría de los niños y adolescentes de mi Estado, Nuevo León, faltaron a clases a causa del frío. ¿Quién tiene la culpa?: ¿El frío?, ¿los huevones de los papás?, ¿los huevones de los estudiantes?, ¿los planteles educativos que no cuentan con calefacción?, ¿todos los anteriores?
Desde el martes de esta semana, la mayoría de los niños y adolescentes de mi Estado, Nuevo León, faltaron a clases a causa del frío. ¿Quién tiene la culpa?: ¿El frío?, ¿los huevones de los papás?, ¿los huevones de los estudiantes?, ¿los planteles educativos que no cuentan con calefacción?, ¿todos los anteriores?
jueves, febrero 03, 2011
La renuncia del Filósofo de Cantina II
El Filósofo de Cantina regresó del baño frotándose las manos y le pidió otra cerveza a Mon. Yo hice lo mismo.
“La semana pasada fui a comprar algo de verduras y frutas al Soriana que está cerca de donde vivo. En el estacionamiento había una mujer que intentaba cruzar empujando una carriola con un recién nacido. Ninguno de los cuatro coches que iban delante del mío le cedió el paso. Cuando yo se lo cedí, los coches de atrás accionaron el claxon. ¿Quién quiere a esa gente horrible cerca? Yo no. Me niego.
Lo peor del caso es que las actitudes viles son contagiosas. Si no lo fueran, viviríamos en una ciudad distinta, en constante progreso evolutivo. Y no veo ese progreso por ningún lado desde hace años. Al contrario: cada día es peor. ¿Crees que las cosas mejorarán en una ciudad que tiene 60 casinos de lujo pero menos de 10 bibliotecas y más de 50 escuelas sin pupitres? ¿Crees que vamos por el camino correcto? ¿Que defendemos los valores importantes? Yo no.
Ante tal panorama no puede existir la esperanza. Es imposible que la haya. Puede que haya optimistas, pero no esperanza. Y los optimistas son todavía peores, pues para ellos todo está bien y no hay que cambiar nada.
Los verdaderos cambios necesitan medidas drásticas; radicales. Por eso mi decisión fue radical. Cuando les planteas el negro panorama a las personas, te responden que no hay de otra mas que seguir adelante. Están mal. Claro que hay de otra, y no es seguir adelante, sino seguir por otro camino.
En mi nueva ciudad no sucede –ni sucederá- lo que sucede en ésta. En mi nuevo mundo no existen los horrores de este mundo. Mi universo es perfecto, y no pienso ni compartirlo ni sacrificarlo. Que allá afuera se dejen matar de hambre, frío, ignorancia, trabajo o bienes materiales si creen que morir por ello vale la pena. Yo no estoy dispuesto a sacrificarme en provecho de los incompetentes ni de los conformistas ni de los charlatanes ni de los saqueadores.
No odio a la humanidad. Humanidad en el más noble sentido de la palabra. La amo tanto que por eso la he dejado ir, Gustavo. Si alguna vez vuelve, significa que fui parte de ella, si no vuelve, nunca lo fui”.
Y yo, Gustavo, no pude dar un trago más a mi cerveza...
“La semana pasada fui a comprar algo de verduras y frutas al Soriana que está cerca de donde vivo. En el estacionamiento había una mujer que intentaba cruzar empujando una carriola con un recién nacido. Ninguno de los cuatro coches que iban delante del mío le cedió el paso. Cuando yo se lo cedí, los coches de atrás accionaron el claxon. ¿Quién quiere a esa gente horrible cerca? Yo no. Me niego.
Lo peor del caso es que las actitudes viles son contagiosas. Si no lo fueran, viviríamos en una ciudad distinta, en constante progreso evolutivo. Y no veo ese progreso por ningún lado desde hace años. Al contrario: cada día es peor. ¿Crees que las cosas mejorarán en una ciudad que tiene 60 casinos de lujo pero menos de 10 bibliotecas y más de 50 escuelas sin pupitres? ¿Crees que vamos por el camino correcto? ¿Que defendemos los valores importantes? Yo no.
Ante tal panorama no puede existir la esperanza. Es imposible que la haya. Puede que haya optimistas, pero no esperanza. Y los optimistas son todavía peores, pues para ellos todo está bien y no hay que cambiar nada.
Los verdaderos cambios necesitan medidas drásticas; radicales. Por eso mi decisión fue radical. Cuando les planteas el negro panorama a las personas, te responden que no hay de otra mas que seguir adelante. Están mal. Claro que hay de otra, y no es seguir adelante, sino seguir por otro camino.
En mi nueva ciudad no sucede –ni sucederá- lo que sucede en ésta. En mi nuevo mundo no existen los horrores de este mundo. Mi universo es perfecto, y no pienso ni compartirlo ni sacrificarlo. Que allá afuera se dejen matar de hambre, frío, ignorancia, trabajo o bienes materiales si creen que morir por ello vale la pena. Yo no estoy dispuesto a sacrificarme en provecho de los incompetentes ni de los conformistas ni de los charlatanes ni de los saqueadores.
No odio a la humanidad. Humanidad en el más noble sentido de la palabra. La amo tanto que por eso la he dejado ir, Gustavo. Si alguna vez vuelve, significa que fui parte de ella, si no vuelve, nunca lo fui”.
Y yo, Gustavo, no pude dar un trago más a mi cerveza...
martes, febrero 01, 2011
La renuncia del Filósofo de Cantina
El Filósofo de Cantina ya no frecuenta como antes El Zacatecas, el bar donde lo conocí junto a un grupo de amigos hace casi una década.
Mon, el mesero bigotón, me comentó que iban a descontinuar la cerveza Superior, pues el único que la pedía era el Filósofo. “Siempre tenemos unas 6 o 7 ahí en la hielera, por si viene el señor; pero ya hace mucho que no viene”, me dijo deslizando un trapo rojo por la barra.
“Hoy sí va a venir”, le dije. “Ayer hablé con él”. Mon sonrió y abrió la hielera. Señaló con su mano el frío interior: había algunas cervezas Superior.
Noté al Filósofo más delgado que hace algunos meses, pero con el mismo semblante jovial y ese halo misterioso que rodea a los hombres sencillos y sabios. Después de saludarlo, Mon le puso enfrente una Superior. Mientras le daba el primer trago, le pregunté la razón –o razones- de su larga ausencia.
“Siempre procuré vivir en este mundo de acuerdo a los valores que mi ser me indicaba que eran los correctos; no mis padres ni mis maestros ni personas ajenas a mi individualidad. Pero tal parece que mi ser, o está pasado de moda o siempre estuvo equivocado.
Sí: tomé la decisión de aislarme. Opté por la reclusión casi total para poder crear un mundo propio, a mi gusto, pues las ofertas de éste ya no me atraen en lo absoluto. Me convertí en un ermitaño para edificar un universo personal que ya existía dentro de mí, pero que había descuidado; un cosmos interno que es imposible mezclar con el entorno bárbaro y vacío que nos rodea.
Me di cuenta que lo que he llevado dentro de mí toda la vida, no es el reflejo de lo que hay allá afuera. Y me sentí engañado. Algo decepcionado. Por eso, con mi aislamiento, tengo la esperanza de que, al menos, los metros cuadrados que habito sean el reflejo de mi interior. Mi único refugio. El mundo como lo quiero.
¿Y sabes qué es lo mejor, Gustavo? Me di cuenta que en verdad no necesito nada. Pero aún mejor es saber que nadie necesita de mí. Te repito: no hay nada que puedan ofrecerme y, lo que yo puedo ofrecer, no les interesa. Estamos a mano. No existe nada allá afuera que me entusiasme tanto como lo poco que tengo en mi pequeño mundo, donde decidí encerrarme voluntariamente y a la vez arrastrado por factores externos que no soporté más.
Sembré árboles en el patio de la casa que habito y llené cada rincón con plantas, pues siempre quise vivir en la selva sin perder ciertas comodidades. Decoré las paredes con mis fotos, mis dibujos y mis recuerdos; y amueble el comedor, la cocina y la habitación a mi gusto, con poco dinero.
Tengo a Hermann Hesse, Charles Bukowski, Italo Calvino, Ayn Rand, Pacheco, Paz, Cortázar y a muchos más en los libreros. A Kurosawa, Del Toro, Linklater, Cazals, Wenders, Bergman y otros en el mueble del televisor, donde también tengo algunos discos compactos. Y tengo a mi mujer a mi lado. Con su mundo entrelazando el mío. No necesito nada más. No hay nada que no tenga ahí. Estoy en paz. Estoy feliz".
Posó con suavidad sobre la barra el envase vacío de su cerveza. Me miró y sonrió. “No te asustes. No estoy enfermo, en fase terminal ni me volví loco. De hecho, renuncié a la locura y a la muerte en vida, Gustavo”. Me palmeó en el hombro y se puso de pie, diciendo que iba a orinar.
Nunca había deseado tanto ser esa persona.
Mon, el mesero bigotón, me comentó que iban a descontinuar la cerveza Superior, pues el único que la pedía era el Filósofo. “Siempre tenemos unas 6 o 7 ahí en la hielera, por si viene el señor; pero ya hace mucho que no viene”, me dijo deslizando un trapo rojo por la barra.
“Hoy sí va a venir”, le dije. “Ayer hablé con él”. Mon sonrió y abrió la hielera. Señaló con su mano el frío interior: había algunas cervezas Superior.
Noté al Filósofo más delgado que hace algunos meses, pero con el mismo semblante jovial y ese halo misterioso que rodea a los hombres sencillos y sabios. Después de saludarlo, Mon le puso enfrente una Superior. Mientras le daba el primer trago, le pregunté la razón –o razones- de su larga ausencia.
“Siempre procuré vivir en este mundo de acuerdo a los valores que mi ser me indicaba que eran los correctos; no mis padres ni mis maestros ni personas ajenas a mi individualidad. Pero tal parece que mi ser, o está pasado de moda o siempre estuvo equivocado.
Sí: tomé la decisión de aislarme. Opté por la reclusión casi total para poder crear un mundo propio, a mi gusto, pues las ofertas de éste ya no me atraen en lo absoluto. Me convertí en un ermitaño para edificar un universo personal que ya existía dentro de mí, pero que había descuidado; un cosmos interno que es imposible mezclar con el entorno bárbaro y vacío que nos rodea.
Me di cuenta que lo que he llevado dentro de mí toda la vida, no es el reflejo de lo que hay allá afuera. Y me sentí engañado. Algo decepcionado. Por eso, con mi aislamiento, tengo la esperanza de que, al menos, los metros cuadrados que habito sean el reflejo de mi interior. Mi único refugio. El mundo como lo quiero.
¿Y sabes qué es lo mejor, Gustavo? Me di cuenta que en verdad no necesito nada. Pero aún mejor es saber que nadie necesita de mí. Te repito: no hay nada que puedan ofrecerme y, lo que yo puedo ofrecer, no les interesa. Estamos a mano. No existe nada allá afuera que me entusiasme tanto como lo poco que tengo en mi pequeño mundo, donde decidí encerrarme voluntariamente y a la vez arrastrado por factores externos que no soporté más.
Sembré árboles en el patio de la casa que habito y llené cada rincón con plantas, pues siempre quise vivir en la selva sin perder ciertas comodidades. Decoré las paredes con mis fotos, mis dibujos y mis recuerdos; y amueble el comedor, la cocina y la habitación a mi gusto, con poco dinero.
Tengo a Hermann Hesse, Charles Bukowski, Italo Calvino, Ayn Rand, Pacheco, Paz, Cortázar y a muchos más en los libreros. A Kurosawa, Del Toro, Linklater, Cazals, Wenders, Bergman y otros en el mueble del televisor, donde también tengo algunos discos compactos. Y tengo a mi mujer a mi lado. Con su mundo entrelazando el mío. No necesito nada más. No hay nada que no tenga ahí. Estoy en paz. Estoy feliz".
Posó con suavidad sobre la barra el envase vacío de su cerveza. Me miró y sonrió. “No te asustes. No estoy enfermo, en fase terminal ni me volví loco. De hecho, renuncié a la locura y a la muerte en vida, Gustavo”. Me palmeó en el hombro y se puso de pie, diciendo que iba a orinar.
Nunca había deseado tanto ser esa persona.
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