Yo sólo tengo un propósito en la vida:
De grande quiero ser tan guapo, exitoso y varonil como Alberto Mayagoitia.
viernes, noviembre 30, 2007
jueves, noviembre 29, 2007
Guffo y su trágica lucha contra las franquicias gringas
Increíble… Pusieron una franquicia de Taco Bell en mi ciudad y amenazan con saturar la zona con más sucursales.
Pregúntome yo: ¿A quién chingados se le ocurre venir a poner franquicias gringas de tacos al país precursor del taco? Si para pendejo no se estudia, decía mi abuelo; pero más pendejo el que va a tirar su dinero ahí para tragarse unos tacos de picadillo con queso amarillo (¡¿queso amarillo?!) en tortilla dura con salsa de sobrecito que sabe más pinche que lamerle el culo al diablo y a su chingada madre juntos.
Vender tacos emanados de la cultura del fast food, en tortilla dura, con salsa procesada y empaquetada en sobrecitos, teniendo aquí en el país, en cada esquina, taquerías donde tienen las tortillas de maíz recién hechas y la salsa recién licuada o molcajeteada, ¿les parece algo sano? ¿algo lógico? ¿creerán estos "visionarios empresarios" que somos pendejos o qué pedo? Posiblemente la respuesta sea "sí".
Siento este mismo repudio con el Starbucks. Teniendo uno de los mejores cafés del mundo aquí en México ¿tiene que venir un franquicia gringa a vendernos espeluznantes batidos de leche, azúcar, trozos de galleta, cajeta, chocolate líquido, crema batida y chispas de colores como "cafés" modernos?… ¡qué asco! Pagar $40 pesos por un “café” me parece un robo. Para cafés, ahí está el Sanborns, Toks o cualquier merendero de medio pelo del centro de la ciudad, que apuesto venden mejores cafés que en la gringada esa.
Y sí, ya sé que uno no sólo está pagando el mentado café, sino todo un estilo de vida aspiracional y wireless y bla bla bla. Y sí, también ya sé que estos negocios generan empleos y bla bla bla; pero qué tipo de empleos. Puro empleo charchino, transitorio y mal pagado; empleos para chavitos fresitas y pseudos fresitas que quieren trabajar en vacaciones y están tan influenciados con la televisión gringa que piensan que servir mesas o atender la caja en una de estas franquicias es lo máximo en la vida. Además, ¿por qué tiene qué venir una franquicia gringa a darle empleo a nuestra gente?
Lo que detonó mi ira contra esta franquicia de “cafés” gringa, fue lo siguiente. Ayer por la noche me di cuenta que a ladito de la casa donde pasé mi infancia, donde tuve mis primeros alucines con monstruos, mis primeros juegos y amigos imaginarios, pusieron uno de estos negocitos; justo ahí donde estaba La Placita del Ricky Love -famoso taquero y hamburguesero de mis años mozos, snif- y no dudo que vayan a tumbar también la casa donde viví para poner alguna mamada gringa… quizá un Taco Bell.
Lo incomprensible es que, a un kilómetro de distancia, hay otra franquicia del mismo negocio; y a una kilómetro de esa franquicia, hay otra. ¿Por qué ese afán de abrir negocios a lo bárbaro?
Chale... Estaba con madre el nombre de “El Ricky Love”, jejeje; nada qué ver con el insípido nombre de “Starbucks”, ¡bleh!
En resumidas cuentas: chingue a su madre Taco Bell y Starbucks, y chingo a mi madre si alguna vez llego a pararme en una de esas mierdas. La última vez que lo hice, por cuestiones laborales, tiré entero lo que compré porque era incomible e imbebible. Y eso que yo considero un crimen tirar la comida. Imaginense...
Pregúntome yo: ¿A quién chingados se le ocurre venir a poner franquicias gringas de tacos al país precursor del taco? Si para pendejo no se estudia, decía mi abuelo; pero más pendejo el que va a tirar su dinero ahí para tragarse unos tacos de picadillo con queso amarillo (¡¿queso amarillo?!) en tortilla dura con salsa de sobrecito que sabe más pinche que lamerle el culo al diablo y a su chingada madre juntos.
Vender tacos emanados de la cultura del fast food, en tortilla dura, con salsa procesada y empaquetada en sobrecitos, teniendo aquí en el país, en cada esquina, taquerías donde tienen las tortillas de maíz recién hechas y la salsa recién licuada o molcajeteada, ¿les parece algo sano? ¿algo lógico? ¿creerán estos "visionarios empresarios" que somos pendejos o qué pedo? Posiblemente la respuesta sea "sí".
Siento este mismo repudio con el Starbucks. Teniendo uno de los mejores cafés del mundo aquí en México ¿tiene que venir un franquicia gringa a vendernos espeluznantes batidos de leche, azúcar, trozos de galleta, cajeta, chocolate líquido, crema batida y chispas de colores como "cafés" modernos?… ¡qué asco! Pagar $40 pesos por un “café” me parece un robo. Para cafés, ahí está el Sanborns, Toks o cualquier merendero de medio pelo del centro de la ciudad, que apuesto venden mejores cafés que en la gringada esa.
Y sí, ya sé que uno no sólo está pagando el mentado café, sino todo un estilo de vida aspiracional y wireless y bla bla bla. Y sí, también ya sé que estos negocios generan empleos y bla bla bla; pero qué tipo de empleos. Puro empleo charchino, transitorio y mal pagado; empleos para chavitos fresitas y pseudos fresitas que quieren trabajar en vacaciones y están tan influenciados con la televisión gringa que piensan que servir mesas o atender la caja en una de estas franquicias es lo máximo en la vida. Además, ¿por qué tiene qué venir una franquicia gringa a darle empleo a nuestra gente?
Lo que detonó mi ira contra esta franquicia de “cafés” gringa, fue lo siguiente. Ayer por la noche me di cuenta que a ladito de la casa donde pasé mi infancia, donde tuve mis primeros alucines con monstruos, mis primeros juegos y amigos imaginarios, pusieron uno de estos negocitos; justo ahí donde estaba La Placita del Ricky Love -famoso taquero y hamburguesero de mis años mozos, snif- y no dudo que vayan a tumbar también la casa donde viví para poner alguna mamada gringa… quizá un Taco Bell.
Lo incomprensible es que, a un kilómetro de distancia, hay otra franquicia del mismo negocio; y a una kilómetro de esa franquicia, hay otra. ¿Por qué ese afán de abrir negocios a lo bárbaro?
Chale... Estaba con madre el nombre de “El Ricky Love”, jejeje; nada qué ver con el insípido nombre de “Starbucks”, ¡bleh!
En resumidas cuentas: chingue a su madre Taco Bell y Starbucks, y chingo a mi madre si alguna vez llego a pararme en una de esas mierdas. La última vez que lo hice, por cuestiones laborales, tiré entero lo que compré porque era incomible e imbebible. Y eso que yo considero un crimen tirar la comida. Imaginense...
lunes, noviembre 26, 2007
El Loco Max
Nunca he sido fan de los superhéroes; mucho menos de los superhéroes gringos. A pesar de que me gustan las historietas y a eso me dedico de vez en cuando, nunca he comprado un cómic de superhéroes, ni me sé la historia de sus poderes, ni voy al cine cuando sale la película de dicho monigote. Pagar 45 pesos por ver a los 4 Fantásticos “en acción”, no me emociona; comprar su dvd, me parece caer dos veces en el mismo error; ver la secuela de dicha película y -aparte- comprar el dvd, es dejarse robar.
Y ni qué decir de los inexistentes -o desaparecidos- superhéroes mexicanos, que se reducen a Kalimán, Karmatrón, Fantomas o algún luchador enmascarado de barriga caguamera y axilas con olor a maistro de albañilería. No sé quién le dijo a los mexicanos que los luchadores pueden ser superhéroes cool. Debió ser el mismo pendejo que les dijo a los gringos que el póquer es un deporte y por eso ahora lo pasan en el ESPN.
En fin. Si hasta Capulina, Chabelo y Los Parchis han sido personajes de historieta, imaginen lo jodido del medio de la historieta en un país donde el mamón de Memín Pinguín era líder en ventas.
Por ahí de finales de los años ochenta y principios de los noventa, surgió el mejor héroe mexicano que ha existido. Su nombre: El Loco Max.
El Loco Max era una mezcla de Mad Max, Boggie el Aceitoso, Valentín Trujillo, los hermanos Almada, todas las películas de Schwarzenegger y Stallone juntas, pero con humor muy negro y dibujos chileros. De hecho, en alguna de sus aventuras, el Loco Max se iba de peda con Cobra, Rambo y Commando, y a todos en bolita les ponía sus chingazos.
¡Snif!, qué tiempos aquellos. Agradezco que mi jefecita nunca cumplió sus amenazas de romperme mis revistas del Loco Max y de Video Risa cuando me iba mal en la escuela, porque hubiera sido un tesoro invaluable y tal vez hubiera perdido la inspiración y la influencia que tuvieron en mí estos pasquines, con todo y sus dibujos culeros, sus malas palabras y su papel amarillento.
Pasando a otra cosa: aquí va una probadita de la portada del número 3 de ¡#$%&! Comics; portada realizada por el mítico Caballo Negro.
Les recuerdo que si quieren recibir su colección completa de ¡#$%&! Comics, ¡suscríbanse ya!, porque nomás quedan 40 ejemplares del número 1 y unos 80 del número 2. El tercer ejemplar saldrá el 15 de diciembre. Más información de cómo y dónde conseguir sus ejemplares y cómo suscribirse, visitando la página de ¡#$%&! Comics, o mandándome un mail a mi cuenta (ver mi perfil) o al de la revista.
Saludos a todos.
Y ni qué decir de los inexistentes -o desaparecidos- superhéroes mexicanos, que se reducen a Kalimán, Karmatrón, Fantomas o algún luchador enmascarado de barriga caguamera y axilas con olor a maistro de albañilería. No sé quién le dijo a los mexicanos que los luchadores pueden ser superhéroes cool. Debió ser el mismo pendejo que les dijo a los gringos que el póquer es un deporte y por eso ahora lo pasan en el ESPN.
En fin. Si hasta Capulina, Chabelo y Los Parchis han sido personajes de historieta, imaginen lo jodido del medio de la historieta en un país donde el mamón de Memín Pinguín era líder en ventas.
Por ahí de finales de los años ochenta y principios de los noventa, surgió el mejor héroe mexicano que ha existido. Su nombre: El Loco Max.
El Loco Max era una mezcla de Mad Max, Boggie el Aceitoso, Valentín Trujillo, los hermanos Almada, todas las películas de Schwarzenegger y Stallone juntas, pero con humor muy negro y dibujos chileros. De hecho, en alguna de sus aventuras, el Loco Max se iba de peda con Cobra, Rambo y Commando, y a todos en bolita les ponía sus chingazos.
¡Snif!, qué tiempos aquellos. Agradezco que mi jefecita nunca cumplió sus amenazas de romperme mis revistas del Loco Max y de Video Risa cuando me iba mal en la escuela, porque hubiera sido un tesoro invaluable y tal vez hubiera perdido la inspiración y la influencia que tuvieron en mí estos pasquines, con todo y sus dibujos culeros, sus malas palabras y su papel amarillento.
Pasando a otra cosa: aquí va una probadita de la portada del número 3 de ¡#$%&! Comics; portada realizada por el mítico Caballo Negro.
Les recuerdo que si quieren recibir su colección completa de ¡#$%&! Comics, ¡suscríbanse ya!, porque nomás quedan 40 ejemplares del número 1 y unos 80 del número 2. El tercer ejemplar saldrá el 15 de diciembre. Más información de cómo y dónde conseguir sus ejemplares y cómo suscribirse, visitando la página de ¡#$%&! Comics, o mandándome un mail a mi cuenta (ver mi perfil) o al de la revista.
Saludos a todos.
sábado, noviembre 24, 2007
Ludopatía
No soporto a las viejas ludópatas. Las pocas veces que he ido a tirar mi dinero a un casino he estado a punto de consumar un atentado terrorista con pedos químicos y bombas de humo, sin contar las mil ochocientas veinticatorce veces que por la cabeza me ha pasado darles una patada en su enorme y bofo culo a este tipo de mujeres.
En uno de los tantos casinos que han proliferado en mi ciudad, estaba yo muy tranquilamente sentado frente a una maquinita que se mamaba mi dinero en fracciones de segundo. Era uno de esos sábados en que los amigotes están todos dormidos por la cruda del viernes y uno se levantó bien temprano por causas desconocidas. En eso, atrás de mí, se para una ñora de esas que fuman como si les regalaran los cigarros, que andan todas fodongas y tienen el cuerpo parecido a un tanquecito de gas de 10 kgs de capacidad. Cuando la ñora se puso atrás de mi, lo primero que pensé fue: “Esta vieja ha de haber leído mi blog y sabe que tengo debilidad por las señoras, pero lástima: ella no es mi tipo”. Pero mi pensamiento no pudo haber estado más equivocado, porque en eso, que llega la hija -igual de huevona, fodonga y fea- y le dice: “¿Por qué no está jugando, amá?” (ante todo está el respeto a los padres, por eso hay que hablarles de “usted”). Y la ñora le responde: “Es que este joven está en MI máquina”, haciendo énfasis en MI.
¡Ah, chinga! Ahora resulta que cada una de las maquinitas tiene su dueño, ¿o qué pedo? Habiendo tantas putas maquinitas, ¡ah, no!, la gordinflas de lentes quería a huevo sentarse en la que yo estaba jugando. Che vieja cagalera. Y lo peor del caso es que a uno, que no frecuenta esos lugares, lo ven como bicho raro, como intruso, como ave de mal agüero.
Mujeres ludópatas de mundo, viciosas de estar apachurrando botoncitos y chingándose la lana de las tandas que organizan con la comadre o la colegiatura de sus pobres chamacos: en vez de estar alucinando que esa es "su maquinita” y que “su maquinita” las va a hacer millonarias porque ya tienen una estrecha relación sentimental con ella; mejor deberían de estarle preparando sus huevitos rancheros a su viejo, hirviendo frijoles para prepararlos a la charra para las posadas que vienen, vendiendo productos Avon casa por casa o ayudándoles en la tarea a sus hijos sin futuro.
Lo más chido de este post es que un chingo de conocidos, amigos y familiares se van a sentir aludidos, ofendidos o agredidos; como cuando he escrito sobre bodas, política, los nicks del messenger, fútbol, religión y demás. Eso está bien a toda madre porque, cada que escribo un post “controvertido” (según ellos) o “tirando pedradas” (según ellos) y me los topo en algún evento, empiezan a justificarse. “Eh… jeje, por cierto: leí tu blog de los jugadores viciosos, jejeje… a mi vieja sí le gusta ir a jugar al Caliente, pero no es tan picada como dices, jeje… ella nomás se gasta 500 pesos a la semana pero bla bla bla”.
Uuuuy, como si me importara o mi opinión tuviera tanto peso.
En uno de los tantos casinos que han proliferado en mi ciudad, estaba yo muy tranquilamente sentado frente a una maquinita que se mamaba mi dinero en fracciones de segundo. Era uno de esos sábados en que los amigotes están todos dormidos por la cruda del viernes y uno se levantó bien temprano por causas desconocidas. En eso, atrás de mí, se para una ñora de esas que fuman como si les regalaran los cigarros, que andan todas fodongas y tienen el cuerpo parecido a un tanquecito de gas de 10 kgs de capacidad. Cuando la ñora se puso atrás de mi, lo primero que pensé fue: “Esta vieja ha de haber leído mi blog y sabe que tengo debilidad por las señoras, pero lástima: ella no es mi tipo”. Pero mi pensamiento no pudo haber estado más equivocado, porque en eso, que llega la hija -igual de huevona, fodonga y fea- y le dice: “¿Por qué no está jugando, amá?” (ante todo está el respeto a los padres, por eso hay que hablarles de “usted”). Y la ñora le responde: “Es que este joven está en MI máquina”, haciendo énfasis en MI.
¡Ah, chinga! Ahora resulta que cada una de las maquinitas tiene su dueño, ¿o qué pedo? Habiendo tantas putas maquinitas, ¡ah, no!, la gordinflas de lentes quería a huevo sentarse en la que yo estaba jugando. Che vieja cagalera. Y lo peor del caso es que a uno, que no frecuenta esos lugares, lo ven como bicho raro, como intruso, como ave de mal agüero.
Mujeres ludópatas de mundo, viciosas de estar apachurrando botoncitos y chingándose la lana de las tandas que organizan con la comadre o la colegiatura de sus pobres chamacos: en vez de estar alucinando que esa es "su maquinita” y que “su maquinita” las va a hacer millonarias porque ya tienen una estrecha relación sentimental con ella; mejor deberían de estarle preparando sus huevitos rancheros a su viejo, hirviendo frijoles para prepararlos a la charra para las posadas que vienen, vendiendo productos Avon casa por casa o ayudándoles en la tarea a sus hijos sin futuro.
Lo más chido de este post es que un chingo de conocidos, amigos y familiares se van a sentir aludidos, ofendidos o agredidos; como cuando he escrito sobre bodas, política, los nicks del messenger, fútbol, religión y demás. Eso está bien a toda madre porque, cada que escribo un post “controvertido” (según ellos) o “tirando pedradas” (según ellos) y me los topo en algún evento, empiezan a justificarse. “Eh… jeje, por cierto: leí tu blog de los jugadores viciosos, jejeje… a mi vieja sí le gusta ir a jugar al Caliente, pero no es tan picada como dices, jeje… ella nomás se gasta 500 pesos a la semana pero bla bla bla”.
Uuuuy, como si me importara o mi opinión tuviera tanto peso.
jueves, noviembre 22, 2007
Chin#$%& a su bancaria madre
Las diminutas tragedias diarias son las que vuelven loco al hombre, decía mi papá Charles Bukowski. Que pierdas las llaves del coche, que se te ponche una llanta o te encuentres atrapado en un embotellamiento cuando tienes prisa es lo que te llevará al manicomio. Una de tantas tragedias diarias es ir al pinche banco. A cualquier banco; “todos tiran pal monte”, como decían en mi antiguo barrio.
Hace un par de meses a mi padre (no Bukowski, mi verdadero padre) le robaron 6 cheques. El ladrón los cambió sin ningún pedo. La cantidad ascendía a los cien mil pesos. Cuando mi padre se percató del robo, fue al banco donde tiene su cuenta (allá en el D.F., dónde radica), les explicó lo que había pasado y le dijeron que investigarían y tomarían cartas en el asunto. Tardaron y tardaron y les valía verga. Mi padre estuvo insistiendo e insistiendo. Total que cuando le entregaron las pruebas de las transacciones que se habían realizado (todas en menos de tres horas en dos sucursales de Bancomer de la ciudad de Monterrey), le entregaron también las copias de los cheques que habían cambiado.
Si la firma de mi padre es un círculo perfecto, el ladrón puso una tacha de firma; una vil cruz.
Era más que obvio que mi progenitor no había firmado esos cheques, hasta el empleado más puñetas sospecharía y se daría cuenta de eso; pero el gerente, muy amablemente, le dijo a mi padre que él mismo, de puño y letra, había firmado los cheques porque esa era su "firma idéntica” y que no le devolverían su dinero. Cabe mencionar que cuando mi padre pidió las grabaciones de las cámaras de seguridad, le dijeron que se tardaban no sé que tantos meses en dárselas y que le costaban arriba de 5 mil pesos. Ok.
La cosa cambió cuando llegó mi padre con todo el apoyo del Congreso, una institución tipo la PROFECO pero que se dedica a fraudes bancarios y de más conocidos poderosos a demandar al banco pedorro, obviamente los empleaduchos, gerentes y demás bichos rastreros -inmiscuidos todos en el robo seguramente- se asustaron y le pidieron disculpas a mi papá y le devolvieron su dinero completito. No quiero ni imaginar que esto pudiera sucederle a un simple mortal como nosotros: sin amigos poderosos o puestos que ponen a temblar a cualquiera, pues, seguramente, no volveríamos a ver nuestro dinero.
A lo que voy es que, hoy fui a ese mismo pinche banco a cambiar un cheque de 3500 pesos. Después de hacer media hora de fila, la cajera me dijo que el cheque no me lo podía cambiar porque en el cheque dice Gustavo Caballero Talavera y en mi identificación dice Gustavo Fernando Caballero Talavera. ¡Háganme el chingado favor! Ahora sí muchas medidas de seguridad los culeros. Hampones, eso es lo que son. Ah, y todavía saliendo de la sucursal, me detiene una vieja fea y me dice:
- Buenos días, joven: ¿ya cuenta con su tarjeta de ahorro no-sé-qué-madres?
- No gracias, no me interesa…
- Se la podemos tramitar ahora mismo y en cinco minutos la tiene lista para poder usarla.
- ¡En 5 minutos! ¿En serio tan rápido? ¡Wooow! Deme 2 para llevar pero ya…
…pendeja…
P.D. Me caga que me paguen con cheque.
P.D.2 Me caga doblemente que el cheque con el que me paguen diga “para depósito en cuenta del beneficiario”.
¿Por qué nadie trae efectivo? ¿Por qué nadie trae los piches billetes en la cartera o en la bolsa del pantalón envueltos en una bolsa de pan Bimbo para despistar a los posibles enemigos? ¿Por qué la gente no sonríe, por qué las armas en las manos? ¿Por qué?
Hace un par de meses a mi padre (no Bukowski, mi verdadero padre) le robaron 6 cheques. El ladrón los cambió sin ningún pedo. La cantidad ascendía a los cien mil pesos. Cuando mi padre se percató del robo, fue al banco donde tiene su cuenta (allá en el D.F., dónde radica), les explicó lo que había pasado y le dijeron que investigarían y tomarían cartas en el asunto. Tardaron y tardaron y les valía verga. Mi padre estuvo insistiendo e insistiendo. Total que cuando le entregaron las pruebas de las transacciones que se habían realizado (todas en menos de tres horas en dos sucursales de Bancomer de la ciudad de Monterrey), le entregaron también las copias de los cheques que habían cambiado.
Si la firma de mi padre es un círculo perfecto, el ladrón puso una tacha de firma; una vil cruz.
Era más que obvio que mi progenitor no había firmado esos cheques, hasta el empleado más puñetas sospecharía y se daría cuenta de eso; pero el gerente, muy amablemente, le dijo a mi padre que él mismo, de puño y letra, había firmado los cheques porque esa era su "firma idéntica” y que no le devolverían su dinero. Cabe mencionar que cuando mi padre pidió las grabaciones de las cámaras de seguridad, le dijeron que se tardaban no sé que tantos meses en dárselas y que le costaban arriba de 5 mil pesos. Ok.
La cosa cambió cuando llegó mi padre con todo el apoyo del Congreso, una institución tipo la PROFECO pero que se dedica a fraudes bancarios y de más conocidos poderosos a demandar al banco pedorro, obviamente los empleaduchos, gerentes y demás bichos rastreros -inmiscuidos todos en el robo seguramente- se asustaron y le pidieron disculpas a mi papá y le devolvieron su dinero completito. No quiero ni imaginar que esto pudiera sucederle a un simple mortal como nosotros: sin amigos poderosos o puestos que ponen a temblar a cualquiera, pues, seguramente, no volveríamos a ver nuestro dinero.
A lo que voy es que, hoy fui a ese mismo pinche banco a cambiar un cheque de 3500 pesos. Después de hacer media hora de fila, la cajera me dijo que el cheque no me lo podía cambiar porque en el cheque dice Gustavo Caballero Talavera y en mi identificación dice Gustavo Fernando Caballero Talavera. ¡Háganme el chingado favor! Ahora sí muchas medidas de seguridad los culeros. Hampones, eso es lo que son. Ah, y todavía saliendo de la sucursal, me detiene una vieja fea y me dice:
- Buenos días, joven: ¿ya cuenta con su tarjeta de ahorro no-sé-qué-madres?
- No gracias, no me interesa…
- Se la podemos tramitar ahora mismo y en cinco minutos la tiene lista para poder usarla.
- ¡En 5 minutos! ¿En serio tan rápido? ¡Wooow! Deme 2 para llevar pero ya…
…pendeja…
P.D. Me caga que me paguen con cheque.
P.D.2 Me caga doblemente que el cheque con el que me paguen diga “para depósito en cuenta del beneficiario”.
¿Por qué nadie trae efectivo? ¿Por qué nadie trae los piches billetes en la cartera o en la bolsa del pantalón envueltos en una bolsa de pan Bimbo para despistar a los posibles enemigos? ¿Por qué la gente no sonríe, por qué las armas en las manos? ¿Por qué?
miércoles, noviembre 21, 2007
De blogs...
Respuestas a algunas dudas que pudieran intrigar o sacar de onda a los lectores de este blog:
Quité la modalidad de comments porque dejó de ser divertido. Hay mucho pinche loquito, plagiador, traumado y reprimido del otro lado de los monitores. A pesar de las muchas cosas buenas que me ha traído el blog (trabajo, contactos, amistades, proyectos, invitaciones a convenciones, eventos, etc.), también son muchos los pedos que me ha generado y he perdido cosas muy valiosas.
Además, hablando honestamente, eso de inflamarse el ego con cierta cantidad de comentarios diarios o nuevos lectores o "fans", nunca ha sido lo mío. El ego siempre me lo he pasado por los huevos. Me gusta escribir y dibujar, punto. Me gusta que les guste lo que escribo o dibujo y, si es así, aquí seguirán leyendo sin necesidad de dejar un comentario.
Tenía la modalidad de comments para que hubiera retroalimentación, críticas, consejos, recomendaciones y contacto directo con mis lectores, pero algunas personas lo usaban para otras pendejadas. Por eso, si me quieren contactar, háganlo por favor a mi mail (de hecho, aprecio más un mail que un comment, pues lo siento más personal; a veces ni siquiera leía todos los comentarios que me dejaban porque se notaba que era nomás para que me diera la vuelta por ese blog y respondiera la atención que tuvieron conmigo al comentarme, o simplemente me daban hueva porque sabía que la mayoría era nada más para chingar) o me pueden contactar en el blog y el mail de ¡#$%&! Comics.
Otra de las cosas que me preguntan es por qué nunca puse links a otros blogs. Primero, porque en un principio no sabía cómo ponerlos, después que aprendí, decidí no hacerlo para no darle preferencia a nadie ni poner direcciones por puro amiguismo o agradecimiento por algo. No sería justo ni honesto de mi parte. Además: imaginen linkear a todos los blogs de las personas que me visitan: sería una lista muuuy larga de blogs que ni siquiera leo.
Otra de las cosas que me preguntan es que cuántas visitas diarias o a la semana tengo. La respuesta es que nunca he sabido cuántas visitas diarias o a la semana tengo porque es algo que siempre me tuvo sin cuidado. Nunca me ha interesado. Cuando inicié este blog quise ponerle un contador, pero me di cuenta que era pura vanidad porque luego ahí anda uno preocupado por puras estupideces y creyendo que, en realidad, el blog lo va a hacer famoso. Por dios. Pura cagada que se mete uno en la cabeza: que si esta semana hubo menos visitas que la semana pasada, ay, qué tristeza; que si ya soy blogstar porque tengo 1000 visitas a la semana, que si nadie me ha linkeado, que si me visitó un blogstar pero no me dejó comment, que si esto, que si lo otro… por eso mejor decidí quitarlo a la chingada antes de que me enfermara y el ego de tres pesos dominara mi conducta como lo ha hecho con muchos blogueros. Tampoco sé cómo dieron con mi blog, ni quiénes me visitan, ni de dónde me visitan, ni los ips de quienes me visitan ni de nada de eso tengo o llevo un registro.
También dejé de leer muchos blogs porque es mucha perdedera de tiempo. A lo mucho leo 10 blogs, los que leía desde que me inicié este pedo y uno que otro que me ha ganchado con su narrativa o humor.
Ya tampoco quise desgastarme respondiéndole a los anónimos o averiguando quiénes son. Una vez lo hice y me di cuenta que mucha de la gente que me comenta en buen pedo es la misma que se hace pasar por anónimo y se pone a chingar y a joder sin razón. Eso me intrigó bien cabrón. Me di cuenta que muchos conocidos –y hasta cercanos a mí- lo hacían, lo cual me dio mucha tristeza pues se agarraban de cosas que sólo ellos sabían y las usaban en mi contra para chingar sin motivo. A veces, para calarlos, les decía cosas que nadie más sabía o les decía alguna mentirilla para ver si caían; y caían, eso era lo más triste, y ni cómo decir que ellos no fueron. También hay muchos fans from hell de otros estados de la república, que chingan y joden hasta por mail, con direcciones imposibles de descifrar y remailers y demás chingaderas que, cuando les respondía, el mail se me rebotaba o me decía que esa dirección ya no existía, cosa que me parece cobarde y de pocos huevos pues es como pelear con molinos de viento o enemigos invisibles.
En fin…
Quité la modalidad de comments porque dejó de ser divertido. Hay mucho pinche loquito, plagiador, traumado y reprimido del otro lado de los monitores. A pesar de las muchas cosas buenas que me ha traído el blog (trabajo, contactos, amistades, proyectos, invitaciones a convenciones, eventos, etc.), también son muchos los pedos que me ha generado y he perdido cosas muy valiosas.
Además, hablando honestamente, eso de inflamarse el ego con cierta cantidad de comentarios diarios o nuevos lectores o "fans", nunca ha sido lo mío. El ego siempre me lo he pasado por los huevos. Me gusta escribir y dibujar, punto. Me gusta que les guste lo que escribo o dibujo y, si es así, aquí seguirán leyendo sin necesidad de dejar un comentario.
Tenía la modalidad de comments para que hubiera retroalimentación, críticas, consejos, recomendaciones y contacto directo con mis lectores, pero algunas personas lo usaban para otras pendejadas. Por eso, si me quieren contactar, háganlo por favor a mi mail (de hecho, aprecio más un mail que un comment, pues lo siento más personal; a veces ni siquiera leía todos los comentarios que me dejaban porque se notaba que era nomás para que me diera la vuelta por ese blog y respondiera la atención que tuvieron conmigo al comentarme, o simplemente me daban hueva porque sabía que la mayoría era nada más para chingar) o me pueden contactar en el blog y el mail de ¡#$%&! Comics.
Otra de las cosas que me preguntan es por qué nunca puse links a otros blogs. Primero, porque en un principio no sabía cómo ponerlos, después que aprendí, decidí no hacerlo para no darle preferencia a nadie ni poner direcciones por puro amiguismo o agradecimiento por algo. No sería justo ni honesto de mi parte. Además: imaginen linkear a todos los blogs de las personas que me visitan: sería una lista muuuy larga de blogs que ni siquiera leo.
Otra de las cosas que me preguntan es que cuántas visitas diarias o a la semana tengo. La respuesta es que nunca he sabido cuántas visitas diarias o a la semana tengo porque es algo que siempre me tuvo sin cuidado. Nunca me ha interesado. Cuando inicié este blog quise ponerle un contador, pero me di cuenta que era pura vanidad porque luego ahí anda uno preocupado por puras estupideces y creyendo que, en realidad, el blog lo va a hacer famoso. Por dios. Pura cagada que se mete uno en la cabeza: que si esta semana hubo menos visitas que la semana pasada, ay, qué tristeza; que si ya soy blogstar porque tengo 1000 visitas a la semana, que si nadie me ha linkeado, que si me visitó un blogstar pero no me dejó comment, que si esto, que si lo otro… por eso mejor decidí quitarlo a la chingada antes de que me enfermara y el ego de tres pesos dominara mi conducta como lo ha hecho con muchos blogueros. Tampoco sé cómo dieron con mi blog, ni quiénes me visitan, ni de dónde me visitan, ni los ips de quienes me visitan ni de nada de eso tengo o llevo un registro.
También dejé de leer muchos blogs porque es mucha perdedera de tiempo. A lo mucho leo 10 blogs, los que leía desde que me inicié este pedo y uno que otro que me ha ganchado con su narrativa o humor.
Ya tampoco quise desgastarme respondiéndole a los anónimos o averiguando quiénes son. Una vez lo hice y me di cuenta que mucha de la gente que me comenta en buen pedo es la misma que se hace pasar por anónimo y se pone a chingar y a joder sin razón. Eso me intrigó bien cabrón. Me di cuenta que muchos conocidos –y hasta cercanos a mí- lo hacían, lo cual me dio mucha tristeza pues se agarraban de cosas que sólo ellos sabían y las usaban en mi contra para chingar sin motivo. A veces, para calarlos, les decía cosas que nadie más sabía o les decía alguna mentirilla para ver si caían; y caían, eso era lo más triste, y ni cómo decir que ellos no fueron. También hay muchos fans from hell de otros estados de la república, que chingan y joden hasta por mail, con direcciones imposibles de descifrar y remailers y demás chingaderas que, cuando les respondía, el mail se me rebotaba o me decía que esa dirección ya no existía, cosa que me parece cobarde y de pocos huevos pues es como pelear con molinos de viento o enemigos invisibles.
En fin…
martes, noviembre 20, 2007
...
Tropezar en lo más alto de un acantilado y caer sobre lajas afiladas y cactus de todo tipo para ser devorado horas después por animales carroñeros, moscas y gusanos amarillentos que palpitan mientras engullen. Desplomarse al instante de ser decapitado por la lámina de un anuncio panorámico que fue arrancada y lanzada por los aires por un furioso huracán. Estrellarse de cara contra la escollera de un hotel durante un maremoto que nadie previno. Estar sentado debajo del árbol que atrae el rayo. Chocar de frente contra un trailer en una carretera que no es de cuota. Tener la mala suerte de estar en medio de un tiroteo entre policías y policías que se hicieron delincuentes. Ser rebanado como sushi por las aspas de un helicóptero militar. Ser ese uno en mil millones al que golpea fatalmente en la cabeza un pedazo de planeta. Tener el agua hasta el cuello rodeado de cables de alta tensión. Nadar contra corriente -y de noche- en un mar infestado de sangre, vísceras y tiburones. Romper la superficie de un lago congelado y hundirse hasta el fondo con las extremidades inutilizadas por el frío. Volarse la mano con una granada, volarse los brazos con una dinamita, partirse a la mitad con una mina terrestre, quedar hecho papilla después de una manada de elefantes, rinocerontes y búfalos.
De todo lo anterior, moriríamos irremediablemente, pero dicen que uno se repone de todo cuando existe el “verdadero amor”. Hablar del amor verdadero es como hablar de fantasmas y chupacabras; es como platicar que vimos un ovni o hicimos un viaje astral: nadie cree en eso hasta que lo vive o cree vivirlo, y a nadie le gusta no creer en nada de eso, sobre todo cuando de amor verdadero se trata.
La mayoría preferiríamos todas esas formas de morir -y hasta algunas más crueles- antes que perder el amor verdadero. Es la realidad de algo que muchas veces pareciera ficticio. Suena absurdo optar por la muerte, pero perder ese amor y la muerte son sinónimos; sólo que en el primero hay más posibilidades de volver a empezar y renacer. No muchas, pero existen.
De todas las fatalidades anteriores, uno se recupera y revive, porque así lo dicen los cuentos con finales felices que nos gustan, nuestras canciones favoritas y las películas que quisiéramos fueran nuestra vida. Nos lo dice el pecho y -a veces- hasta la razón. Nos lo dice el temblor en las piernas, las fotografías de toda una historia juntos, los oscuros secretos compartidos e incluso los demonios que no nos dejan dormir por las noches. Nos lo dice la intensidad del primer encuentro accidental: intensidad que no desapareció con los años; nos lo dice la sabiduría de la primera mirada y el registro perfecto de un rostro más perfecto en la memoria; me lo recuerda la efervescencia que provocó tu aroma esa primera noche que, sin conocerte y por pura corazonada, decidí que el resto de mi vida quería que oliera así; que a diario quería que me burbujearan las tripas con esa fuerza que el corazón está seguro nadie más logrará.
El corazón no es pendejo; no es como el niño al que se le engaña con otro perrito similar cuando le atropellan el suyo. Las historias de amor no son como las columnas y muros de una ciudad griega, o como los enormes bloques de una pirámide que se desgastan con el viento y el tiempo. Una historia de amor perfecta dura más que la piedra y el olvido.
Cuando el corazón late por alguien como nunca lo hizo por nadie, seguirá latiendo irremediablemente por esa persona, así estemos desmembrados a causa de errores, placebos, hartazgos, peleas, rutinas, rencores, mil defectos, pocas virtudes y falsas esperanzas; así estemos despedazados -en cachitos- y el corazón sea lo único que quede... seguirá latiendo... siempre y cuando no hayamos confundido las luces de un avión con un platillo volador o una sombra nocturna con un fantasma.
De todo lo anterior, moriríamos irremediablemente, pero dicen que uno se repone de todo cuando existe el “verdadero amor”. Hablar del amor verdadero es como hablar de fantasmas y chupacabras; es como platicar que vimos un ovni o hicimos un viaje astral: nadie cree en eso hasta que lo vive o cree vivirlo, y a nadie le gusta no creer en nada de eso, sobre todo cuando de amor verdadero se trata.
La mayoría preferiríamos todas esas formas de morir -y hasta algunas más crueles- antes que perder el amor verdadero. Es la realidad de algo que muchas veces pareciera ficticio. Suena absurdo optar por la muerte, pero perder ese amor y la muerte son sinónimos; sólo que en el primero hay más posibilidades de volver a empezar y renacer. No muchas, pero existen.
De todas las fatalidades anteriores, uno se recupera y revive, porque así lo dicen los cuentos con finales felices que nos gustan, nuestras canciones favoritas y las películas que quisiéramos fueran nuestra vida. Nos lo dice el pecho y -a veces- hasta la razón. Nos lo dice el temblor en las piernas, las fotografías de toda una historia juntos, los oscuros secretos compartidos e incluso los demonios que no nos dejan dormir por las noches. Nos lo dice la intensidad del primer encuentro accidental: intensidad que no desapareció con los años; nos lo dice la sabiduría de la primera mirada y el registro perfecto de un rostro más perfecto en la memoria; me lo recuerda la efervescencia que provocó tu aroma esa primera noche que, sin conocerte y por pura corazonada, decidí que el resto de mi vida quería que oliera así; que a diario quería que me burbujearan las tripas con esa fuerza que el corazón está seguro nadie más logrará.
El corazón no es pendejo; no es como el niño al que se le engaña con otro perrito similar cuando le atropellan el suyo. Las historias de amor no son como las columnas y muros de una ciudad griega, o como los enormes bloques de una pirámide que se desgastan con el viento y el tiempo. Una historia de amor perfecta dura más que la piedra y el olvido.
Cuando el corazón late por alguien como nunca lo hizo por nadie, seguirá latiendo irremediablemente por esa persona, así estemos desmembrados a causa de errores, placebos, hartazgos, peleas, rutinas, rencores, mil defectos, pocas virtudes y falsas esperanzas; así estemos despedazados -en cachitos- y el corazón sea lo único que quede... seguirá latiendo... siempre y cuando no hayamos confundido las luces de un avión con un platillo volador o una sombra nocturna con un fantasma.
domingo, noviembre 11, 2007
El envase de Martín
A la hora de la comida era cuando más tristecilla me daba Martín.
En punto de las dos de la tarde todos íbamos al Oxxo de la esquina a comprar refrescos. Por lo general eran refrescos enlatados, que son dos o tres pesos más caros que los de envase de vidrio; pero Martín siempre sacaba de su horrible portafolios desgastado color vino una botella retornable de Coca Cola envuelta en una bolsa de plástico blanca que asimilaba el sonido del fuego al crepitar cada que la desenvolvía.
De regreso de la tienda, todos los empleados de la radiodifusora –bueno, los de nuestro nivel- comíamos juntos en un pequeño patio de la estación que tenía algunas mesas de lámina y sillas de plástico. Martín siempre nos ofrecía muy amablemente del lonche que le preparaba su señora madre: taquitos de huevo con chorizo en tortillas de harina hechas a mano, algunas veces tamales recalentados, otras albóndigas con arroz y sopa de letras con garbanzos. Muchas veces le acepté un taco. Recuerdo que estaban deliciosos. Al terminar la hora de comida –que en realidad eran 45 minutos- Martín lavaba meticulosamente sus vasijas en el lavabo del baño y enjuagaba muy bien el envase de Coca Cola: lo sacudía en el aire, lo envolvía de nuevo en la bolsa de plástico que crepitaba como el fuego y lo metía en su feo portafolios.
Verlo a diario cargando un envase de refresco dentro de su maleta me causaba mucha lástima. Martín cuidaba su envase de Coca Cola como si fuera lo único que tuviera en la vida. Muchas veces comentamos esto entre la raza de la chamba y, durante nuestras visitas al Oxxo, planeábamos invitarle el refresco para que ya no anduviera cargando la botella todos los días, pero Martín siempre se negaba con mucha dignidad. Nunca nos lo aceptó.
Martín Zamora tenía como 36 años de edad, era operador de cabina en la estación de radio donde trabajé a regañadientes todo un verano por órdenes de mi padre, a quien no le gustaba “que me quedara de huevón durante las vacaciones”. Martín vivía con su madre: una mujer de edad avanzada -“pero bien sana”, nos presumía cada que hablaba de ella- que se levantaba a las cinco de la madrugada los 365 días del año para prepararle el desayuno y el lonche al menor de sus hijos. Era curioso, pero de su padre nunca hablaba; ignoro si murió o nunca tuvo. Tampoco hablaba de mujeres, como los demás operadores, que siempre platicaban de congales y putas.
Debo aceptar que Martín era el más trabajador de todos los que laborábamos en el tercer piso de la estación de radio porque a él sí le gustaba su trabajo; muchas veces nos lo dijo entusiasmado. Se sentía feo saber que una persona tan enamorada de lo que hacía ganara una mierda de salario. Una vez vi su cheque de reojo, un día quince que fuimos a cobrar. Martín ganaba una mierda como todos los operadores de cabina, pues son lo más bajo del organigrama de las radiodifusoras; sólo están por encima del personal de intendencia, que ganan menos que eso. A mí no me importaba si yo ganaba una mierda, pues mi trabajo no me gustaba; pero Martín…
Recuerdo que una vez alguien movió de lugar la maleta de Martín y el mentado envase cayó al piso haciéndose añicos. Martín volteó sobresaltado y miro al suelo con tristeza. Balbuceó algo así como “chin… ya descompleté la caja de Cocas de la casa…”, pero dijo que no había problema y hasta limpió el desastre que hizo el culpable.
A mis 18 años no podía ver el verdadero valor de las cosas, lo mucho que cuesta para algunos lo que no vale nada para otros. No comprendía el significado vital de ahorrar dos o tres pesos diarios no comprando un refresco enlatado. Tampoco podía creer que un “señor” de 36 años no estuviera casado, viviera aún con su madre y fuera feliz en un trabajo de mierda.
Varias veces, saliendo del trabajo, subía con Martín al mismo camión que nos llevaba al centro de la ciudad. Hacíamos una última parada obligada en el Oxxo de la esquina, donde Martín compraba su Coca en envase de vidrio y yo en lata de aluminio. Durante el trayecto Martín me platicaba sus sueños y se bebía su refresco. Quería comprar un teléfono celular y regalarle otro a su madre. También quería arreglar las jaulas de las gallinas que tenían en el patio porque los gatos se las habían destrozado y matado algunas aves. Cuando supo que mi padre era veterinario me pidió que le preguntara por un veneno para matar gatos. Nunca le pregunté eso a mi padre, y me sentí muy culpable cuando Martín me platicó que los gatos se habían comido a la última gallina que les quedaba en el patio.
A mis 18 años no podía creer que alguien tuviera jaulas con gallinas en su patio para comerse los huevos y hacerlas en caldo en ocasiones especiales, como por ejemplo, en su cumpleaños. No podía creer que un par de gatos callejeros pudieran ser el enemigo público número uno de los que sólo tienen gallinas para comer. A los 18 años el león cree que todos son de su condición.
Llegando al centro Martín se despedía con un "hasta mañana, morro", tomaba una ruta de camión que hacía una hora y media de camino hasta su colonia y lo dejaba a 15 cuadras de su casa. Yo tomaba un taxi, algo que Martín consideraba un súper lujo, como los refrescos enlatados.
En punto de las dos de la tarde todos íbamos al Oxxo de la esquina a comprar refrescos. Por lo general eran refrescos enlatados, que son dos o tres pesos más caros que los de envase de vidrio; pero Martín siempre sacaba de su horrible portafolios desgastado color vino una botella retornable de Coca Cola envuelta en una bolsa de plástico blanca que asimilaba el sonido del fuego al crepitar cada que la desenvolvía.
De regreso de la tienda, todos los empleados de la radiodifusora –bueno, los de nuestro nivel- comíamos juntos en un pequeño patio de la estación que tenía algunas mesas de lámina y sillas de plástico. Martín siempre nos ofrecía muy amablemente del lonche que le preparaba su señora madre: taquitos de huevo con chorizo en tortillas de harina hechas a mano, algunas veces tamales recalentados, otras albóndigas con arroz y sopa de letras con garbanzos. Muchas veces le acepté un taco. Recuerdo que estaban deliciosos. Al terminar la hora de comida –que en realidad eran 45 minutos- Martín lavaba meticulosamente sus vasijas en el lavabo del baño y enjuagaba muy bien el envase de Coca Cola: lo sacudía en el aire, lo envolvía de nuevo en la bolsa de plástico que crepitaba como el fuego y lo metía en su feo portafolios.
Verlo a diario cargando un envase de refresco dentro de su maleta me causaba mucha lástima. Martín cuidaba su envase de Coca Cola como si fuera lo único que tuviera en la vida. Muchas veces comentamos esto entre la raza de la chamba y, durante nuestras visitas al Oxxo, planeábamos invitarle el refresco para que ya no anduviera cargando la botella todos los días, pero Martín siempre se negaba con mucha dignidad. Nunca nos lo aceptó.
Martín Zamora tenía como 36 años de edad, era operador de cabina en la estación de radio donde trabajé a regañadientes todo un verano por órdenes de mi padre, a quien no le gustaba “que me quedara de huevón durante las vacaciones”. Martín vivía con su madre: una mujer de edad avanzada -“pero bien sana”, nos presumía cada que hablaba de ella- que se levantaba a las cinco de la madrugada los 365 días del año para prepararle el desayuno y el lonche al menor de sus hijos. Era curioso, pero de su padre nunca hablaba; ignoro si murió o nunca tuvo. Tampoco hablaba de mujeres, como los demás operadores, que siempre platicaban de congales y putas.
Debo aceptar que Martín era el más trabajador de todos los que laborábamos en el tercer piso de la estación de radio porque a él sí le gustaba su trabajo; muchas veces nos lo dijo entusiasmado. Se sentía feo saber que una persona tan enamorada de lo que hacía ganara una mierda de salario. Una vez vi su cheque de reojo, un día quince que fuimos a cobrar. Martín ganaba una mierda como todos los operadores de cabina, pues son lo más bajo del organigrama de las radiodifusoras; sólo están por encima del personal de intendencia, que ganan menos que eso. A mí no me importaba si yo ganaba una mierda, pues mi trabajo no me gustaba; pero Martín…
Recuerdo que una vez alguien movió de lugar la maleta de Martín y el mentado envase cayó al piso haciéndose añicos. Martín volteó sobresaltado y miro al suelo con tristeza. Balbuceó algo así como “chin… ya descompleté la caja de Cocas de la casa…”, pero dijo que no había problema y hasta limpió el desastre que hizo el culpable.
A mis 18 años no podía ver el verdadero valor de las cosas, lo mucho que cuesta para algunos lo que no vale nada para otros. No comprendía el significado vital de ahorrar dos o tres pesos diarios no comprando un refresco enlatado. Tampoco podía creer que un “señor” de 36 años no estuviera casado, viviera aún con su madre y fuera feliz en un trabajo de mierda.
Varias veces, saliendo del trabajo, subía con Martín al mismo camión que nos llevaba al centro de la ciudad. Hacíamos una última parada obligada en el Oxxo de la esquina, donde Martín compraba su Coca en envase de vidrio y yo en lata de aluminio. Durante el trayecto Martín me platicaba sus sueños y se bebía su refresco. Quería comprar un teléfono celular y regalarle otro a su madre. También quería arreglar las jaulas de las gallinas que tenían en el patio porque los gatos se las habían destrozado y matado algunas aves. Cuando supo que mi padre era veterinario me pidió que le preguntara por un veneno para matar gatos. Nunca le pregunté eso a mi padre, y me sentí muy culpable cuando Martín me platicó que los gatos se habían comido a la última gallina que les quedaba en el patio.
A mis 18 años no podía creer que alguien tuviera jaulas con gallinas en su patio para comerse los huevos y hacerlas en caldo en ocasiones especiales, como por ejemplo, en su cumpleaños. No podía creer que un par de gatos callejeros pudieran ser el enemigo público número uno de los que sólo tienen gallinas para comer. A los 18 años el león cree que todos son de su condición.
Llegando al centro Martín se despedía con un "hasta mañana, morro", tomaba una ruta de camión que hacía una hora y media de camino hasta su colonia y lo dejaba a 15 cuadras de su casa. Yo tomaba un taxi, algo que Martín consideraba un súper lujo, como los refrescos enlatados.
viernes, noviembre 09, 2007
Nombres para mascotas
Como hijo de buen veterinario, es lógico que yo tenga todas mis vacunas en orden, esté desparasitado y tenga mi corte de raza con la cola esponjada y... digo... ejem... cof cof... perdón…
Como hijo de buen veterinario, a lo largo de los años he sido testigo de los nombres más ridículos y mamilas que a una mascota se le pueden poner.
Empecemos con los cabrones que se les cierra el mundo y le ponen a sus perros:
Rocky, Rambo, Daisy, Lady, Princes o Linda.
Ah, pero también están todas las variaciones de estos nombres femeninos, tales como: Lynda, Leydy, Deysy, Princcess y demás sofisticaciones naquísimas. Esto, en años perro, es el equivalente a ponerle Jocelyn Lizzeth a una hija o Kevin de Jesús a un hijo. No lo hagan, por favor: no críen hijos o mascotas traumadas.
Por lo general los dueños de las mascotas creen que los Boxers, Pastores Alemanes, Doberman y Rottweiler deben que tener nombres de “tipos duros” como el tal “Rambo” y el tal “Rocky”, y también les ponen nombres como Killer, Zeuz, Ares, Monster o Tony Montana; pero eso es de nacos, amiguitos. Estos dueños son los mismos que llegan en "su troca" al negocio y piensan que a las French Poodle y Cocker Spaniel se les debe poner nombres dulces como los mencionados anteriormente con muchas "i griegas".
Tampoco faltan los mamones que le ponen a sus perros nombres, ¿cómo decirlo?... pues sí, nombres mamones. Como por ejemplo: Toulouse, Siqueiros, Tolstoi, Stalin, Kafka, Nietzsche, Kundera, Beethoven, Mozart, Tarkovski, Tarantino y demás nombres jalados que denoten la carga cultural de su cerebro y sus gustos musicales, de cine o literarios. Si son gatos los que llevan estos nombres, pues qué mejor, pues los gatos son la mascota oficial de los culturosos, artistas y de más entes solitarios e incomprendidos por la sociedad. El gato es el amigo del culturoso. Punto.
Otros güeyes están peor que los anteriores. Estos güeyes como que nomás le echan un ojo a la cantina de la casa del suegro y de ahí agarran el nombre para el pinche perro que le regalarán a la novia. Por ejemplo: Whisky, Vodka, Midori, Tequila, Brandy, Baileys, Jaibol, Cuba... ¡Dios mío! Si quieren ya de una vez póngales "Rompope", "Cruda", "No Vuelvo a Tomar", "Viejo Vergel con Pepsi", "Ginebra con Fanta de Naranja", "Sex on the Beach", "Medias de Seda" o demás chingaderas.
Otros -¡ay, cositas!- le ponen el nombre al animal de acuerdo a su aspecto físico. Si el perro es negro, pues le ponemos Negro; si el gato es blanco, pues le ponemos Leche; si el perro es un Chihuahueño, pues lo ponemos Enano; si tiene una mancha en el ojo, le ponemos Pirata. Cosita yu yu…
Y por último, los más, más, más mamones del mundo, son los clientes ricachones que le ponen nombres de humano a sus perros. Por ejemplo: Maximiliano, Federico, Ximena, Ramón, Plácido o Frida; pero “Frida” es el más mamón de todos los nombres porque abarca un chingo de categorías. Veamos: aplica en el de los nombres culturosos, en el de los gustos "sofisticados", en el de que es hembra y en el de nombres de persona física humanas. Por lo tanto: si tienes una perra o una gata que se llama Frida, huye de este blog porque está prohibido para ti y vas instantáneamente a chingar a veinte.
Dios los bendiga y proteja de que sus mascotas no tomen conciencia un día y se venguen de tan crueles nombres. Espero no suceda como en el libro de George Orwell, Rebelión en la Granja, que de seguro ni han leído, bola de hue...
Buen fin de semana.
Como hijo de buen veterinario, a lo largo de los años he sido testigo de los nombres más ridículos y mamilas que a una mascota se le pueden poner.
Empecemos con los cabrones que se les cierra el mundo y le ponen a sus perros:
Rocky, Rambo, Daisy, Lady, Princes o Linda.
Ah, pero también están todas las variaciones de estos nombres femeninos, tales como: Lynda, Leydy, Deysy, Princcess y demás sofisticaciones naquísimas. Esto, en años perro, es el equivalente a ponerle Jocelyn Lizzeth a una hija o Kevin de Jesús a un hijo. No lo hagan, por favor: no críen hijos o mascotas traumadas.
Por lo general los dueños de las mascotas creen que los Boxers, Pastores Alemanes, Doberman y Rottweiler deben que tener nombres de “tipos duros” como el tal “Rambo” y el tal “Rocky”, y también les ponen nombres como Killer, Zeuz, Ares, Monster o Tony Montana; pero eso es de nacos, amiguitos. Estos dueños son los mismos que llegan en "su troca" al negocio y piensan que a las French Poodle y Cocker Spaniel se les debe poner nombres dulces como los mencionados anteriormente con muchas "i griegas".
Tampoco faltan los mamones que le ponen a sus perros nombres, ¿cómo decirlo?... pues sí, nombres mamones. Como por ejemplo: Toulouse, Siqueiros, Tolstoi, Stalin, Kafka, Nietzsche, Kundera, Beethoven, Mozart, Tarkovski, Tarantino y demás nombres jalados que denoten la carga cultural de su cerebro y sus gustos musicales, de cine o literarios. Si son gatos los que llevan estos nombres, pues qué mejor, pues los gatos son la mascota oficial de los culturosos, artistas y de más entes solitarios e incomprendidos por la sociedad. El gato es el amigo del culturoso. Punto.
Otros güeyes están peor que los anteriores. Estos güeyes como que nomás le echan un ojo a la cantina de la casa del suegro y de ahí agarran el nombre para el pinche perro que le regalarán a la novia. Por ejemplo: Whisky, Vodka, Midori, Tequila, Brandy, Baileys, Jaibol, Cuba... ¡Dios mío! Si quieren ya de una vez póngales "Rompope", "Cruda", "No Vuelvo a Tomar", "Viejo Vergel con Pepsi", "Ginebra con Fanta de Naranja", "Sex on the Beach", "Medias de Seda" o demás chingaderas.
Otros -¡ay, cositas!- le ponen el nombre al animal de acuerdo a su aspecto físico. Si el perro es negro, pues le ponemos Negro; si el gato es blanco, pues le ponemos Leche; si el perro es un Chihuahueño, pues lo ponemos Enano; si tiene una mancha en el ojo, le ponemos Pirata. Cosita yu yu…
Y por último, los más, más, más mamones del mundo, son los clientes ricachones que le ponen nombres de humano a sus perros. Por ejemplo: Maximiliano, Federico, Ximena, Ramón, Plácido o Frida; pero “Frida” es el más mamón de todos los nombres porque abarca un chingo de categorías. Veamos: aplica en el de los nombres culturosos, en el de los gustos "sofisticados", en el de que es hembra y en el de nombres de persona física humanas. Por lo tanto: si tienes una perra o una gata que se llama Frida, huye de este blog porque está prohibido para ti y vas instantáneamente a chingar a veinte.
Dios los bendiga y proteja de que sus mascotas no tomen conciencia un día y se venguen de tan crueles nombres. Espero no suceda como en el libro de George Orwell, Rebelión en la Granja, que de seguro ni han leído, bola de hue...
Buen fin de semana.
miércoles, noviembre 07, 2007
Cuando el otoño se disipa...
El otoño que se despide me ha dejado una carraspera y obligado a cerrar las ventanas del departamento para no volverlas a abrir hasta primavera. Nadie me reconoce la voz cuando contesto el teléfono, todos creen que estoy muy grave, todos se sienten doctores y aseguran que sus medicinas, pastillitas y cucharadas de miel con limón son el mejor remedio para mejorar mi salud. A mí así me gusta, pues combina con el sonido de las hojas que arrastra el aire por el pavimento.
Abrí los cajones con suéteres bien doblados y bajé un cobertor del clóset. He vuelto a conectar el calentador del tanque de los peces, aunque ya no es tan agradable mirarlos por las noches desde el sillón de la sala porque está inundada de frío: la punta del iceberg de lo que nos espera en diciembre. El frío está por todas partes, también en el baño donde, por las mañanas, pongo un pequeño calentador de aceite las pocas veces que me dan ganas de bañarme con este tiempo. Mi habitación permanece nublada todo el día. Durante estas fechas mi casa oscurece a las 6 de la tarde. Afuera los colores son estáticos y aburridos. Los días entre semana parecen todos domingo, pero con tráfico y gente loca que nunca tiene tiempo, pero siempre tiene cosas qué hacer para tener más cosas de las que necesita.
Si del balcón pudiera ver una playa y no mares de incertidumbre, caos y corrupción, no me quejaría tanto. Si mi ronquera no se pareciera al rugido de los camiones urbanos o al sonido que emite la escoba cuando la casera barre la banqueta de enfrente, podría ser más feliz. Si esta voz flemosa se pareciera más al ronco lenguaje de un mar en libertad -no encerrado en las cuatro paredes de un televisor polvoso- o al de un trueno que pega cerca, tal vez así no tendría ninguna queja de esta frágil llovizna que no termina y hace más largos los días…
El otoño en la ciudad se despide de maneras algo crueles. Simple mimetismo, creo yo.
Abrí los cajones con suéteres bien doblados y bajé un cobertor del clóset. He vuelto a conectar el calentador del tanque de los peces, aunque ya no es tan agradable mirarlos por las noches desde el sillón de la sala porque está inundada de frío: la punta del iceberg de lo que nos espera en diciembre. El frío está por todas partes, también en el baño donde, por las mañanas, pongo un pequeño calentador de aceite las pocas veces que me dan ganas de bañarme con este tiempo. Mi habitación permanece nublada todo el día. Durante estas fechas mi casa oscurece a las 6 de la tarde. Afuera los colores son estáticos y aburridos. Los días entre semana parecen todos domingo, pero con tráfico y gente loca que nunca tiene tiempo, pero siempre tiene cosas qué hacer para tener más cosas de las que necesita.
Si del balcón pudiera ver una playa y no mares de incertidumbre, caos y corrupción, no me quejaría tanto. Si mi ronquera no se pareciera al rugido de los camiones urbanos o al sonido que emite la escoba cuando la casera barre la banqueta de enfrente, podría ser más feliz. Si esta voz flemosa se pareciera más al ronco lenguaje de un mar en libertad -no encerrado en las cuatro paredes de un televisor polvoso- o al de un trueno que pega cerca, tal vez así no tendría ninguna queja de esta frágil llovizna que no termina y hace más largos los días…
El otoño en la ciudad se despide de maneras algo crueles. Simple mimetismo, creo yo.
martes, noviembre 06, 2007
Algunas dudas del martes...
¿Dónde está el "Presidente Legítimo" ahorita que tanto se le necesita en su estado natal?
¿Dónde está el otro candidato bigotón que fue gobernador de Tabasco y dice ser un hombre recto -a pesar de tomar atajos en los maratones- y amar a la tierra que lo vio nacer?
¿Dónde está el papá de los niños Peña Coss asesinados -supuestamente- por Diego Santoy? ¿Por qué nunca ha dado la cara? ¿Por qué el único que ha declarado es el padrastro? ¿Será tan poderoso y conocido como dicen que es que no puede tomar el riesgo de quemarse en sociedad, o simplemente le vale madre?
¿Por qué Patrick Swayze y Kurt Russell se parecen tanto?
Por hoy, me retiro...
¿Dónde está el otro candidato bigotón que fue gobernador de Tabasco y dice ser un hombre recto -a pesar de tomar atajos en los maratones- y amar a la tierra que lo vio nacer?
¿Dónde está el papá de los niños Peña Coss asesinados -supuestamente- por Diego Santoy? ¿Por qué nunca ha dado la cara? ¿Por qué el único que ha declarado es el padrastro? ¿Será tan poderoso y conocido como dicen que es que no puede tomar el riesgo de quemarse en sociedad, o simplemente le vale madre?
¿Por qué Patrick Swayze y Kurt Russell se parecen tanto?
Por hoy, me retiro...
Sueños nada dulces
Hace un par de meses que a mis sueños les pongo más atención que antes. De hecho, ahora los apunto en una libreta y luego los paso al Word. Eso sí: siempre les pongo la fecha, pues me han estado sucediendo cosas algo curiosas. No sé si premoniciones, pero algo por el estilo; por eso los apunto luego luego al despertarme, porque hablar de esto es tema de chiflados, charlatanes y Walters Mercados y luego piensan que uno alucina o está igual de orate que esos güeyes esotéricos. No sé si alguna vez les haya pasado a ustedes lo que a continuación platicaré. El pedo es que esto que escribo nada más lo sabe una persona: la única persona que no creería que estoy loco o que soy un mentiroso y que conoce mis cosas más personales; entonces, lo dejo a su consideración, queridos lectores. Cuando suceda algo interesante que pueda probar, entonces les avisaré y les mostraré las pruebas.
Todo empezó la vez que soñé a un tío que casi ni veo. Fue por ahí de agosto. Me llamó la atención que lo soñara a él, pues, por lo general, sueño a gente que frecuento o veo seguido.
Soñé que estábamos en su funeral y que yo le insistía a mi familia que mi tío estaba dormido porque -según yo- lo había escuchado roncar cuando me acerqué al cajón de madera; cosa que nadie me creía y se reían cuando les decía que roncaba bien fuerte. Total que, ante mi insistencia, su familia se acerca al féretro y mi tía -la esposa del difunto- lo empieza a mover del hombro, tratándolo de despertar diciendo su nombre. En eso, que mi tío se voltea y abraza el ataúd como si fuera una almohada, sacando una pata por un lado y diciendo encabronado que lo dejaran dormir a gusto. En eso todos gritaron en el sueño y yo me desperté.
Una o dos semanas después del sueño fui a visitar a mis padres y, mientras leía el periódico, mi padre me dice riendo: "Nombre, mijo: ¿no te dijo tu mamá el pedote que nos sacamos porque creímos que tu tío Beto se había muerto?". Ah, cabrón... me quedé helado y los huevos se me fueron a las patas cuando escuché el nombre de mi tío el que había soñado muerto y revivía. "¿Por qué?... ¿qué pasó?", le pregunté. "Es que en el periódico de ayer -o antier, no me acuerdo- salieron unas felicitaciones por un reconocimiento que le acaba de dar la UANL a tu tío, y tu mamá pensó que eran esquelas, jaja… ya andaba haciendo llamadas alarmando gente, jajaja".
Busqué el periódico de días atrás que siempre guarda mi madre en el closet de la lavandería porque lo utilizan para las jaulas de los perros en la clínica veterinaria. Lo encontré y, en efecto, vi la cantidad de "esquelas" dedicadas a mi tío.
Confieso que el espinazo se me erizó y se me sigue erizando cada que recuerdo o escribo esto. Me arrepiento de no haber dicho nada en el momento porque como que todos en mi casa andaban en su pedo o distraídos con otras cosas, por lo que pensé que nadie me creería. Además, como que entré en shock cuando el sueño vino como flashback a mi mente.
Unos días después soñé a un compa de la infancia que era karateca y que también tenía mucho de no ver. Soñé que se peleaba a golpes en las escaleras eléctricas de la tienda Liverpool con mi compa de la universidad: el gorroso que se la pasa en rehabilitación y llamándome en las mañanas para preguntarme pendejadas. Total que en mi sueño mi compa el gorroso le da un chingazo en la cara a mi compa el que era karateca, lo manda de nalgas hasta el suelo y mi compa el karate kid se levanta lleno de sangre de la nariz y de la boca, diciendo que ahí moría la pelea. En eso me desperté.
Total que a la semana me topo a mi compa el karateca en una carne asada de la racilla del barrio, que teníamos ya algunos meses sin juntarnos, y me platica que sigue trabajando en Cemex, que todavía no tiene hijos, que se acaba de comprar una moto y que se metió a clases de box. Cuando se despidió, por ahí de las 11, todos alegamos y le dijimos que no se fuera, que no fuera joto y se quedara. Su respuesta fue que tenía que levantarse más temprano de lo habitual al día siguiente porque iría a checarse la nariz con un primo doctor, porque su maestro de la clase de box le había puesto un chingazo que lo mandó de nalgas al suelo en un combate de prueba.
Ah, chinga… la neta que me asusté. El sueño se recreó en mi mente y tampoco dije nada. Es el pedo de estas cosas: nadie las cree si no le suceden a uno.
Esa noche, de regreso a casa, sentí como si alguien estuviera vigilándome. Ni en mi coche me sentía seguro. El vello de la espalda se me crispaba. Sentía que si volteaba por el retrovisor alguien estaría viéndome desde el asiento trasero; que alguien iba conmigo en el coche para entrar a mi departamento, mirarme dormir en las noches y soplarme las pistas de los acontecimientos que sucederían días después.
Empecé a sentir algo de miedo antes de dormir. Ahora duermo menos. Me levanto más temprano de lo habitual y me duermo más tarde de lo que acostumbraba. De repente me da algo así como que una locura y pánico que nubla la razón y madurez de un hombre de 31 años. Pero pienso que son simples coincidencias y me tranquilizo. A veces me pongo a recordar si esto ya antes me había pasado o lo que pasaba es que no era tan atento con lo que soñaba y ni cuenta me daba si sucedían las cosas o no.
Lo que ahora me preocupa es que anoche soñé que estaba en la cárcel. Que la cárcel estaba en uno de los salones de la esuela primaria donde estudié y me metían con una mujer que no logro identificar quién es. Estábamos los dos en la celda y en eso llegaba el director del Montessori y nos decía: "Ustedes son los que salieron más altos en todos los exámenes... pero qué lástima que estén aquí y aquí se vayan a quedar por un buen tiempo...". El director –Francisco, se llamaba- se iba y ahí nos dejaba. Yo lograba salir de la celda a punta de chingazos y patadas y gritos en los barrotes, que me dejan las piernas y los brazos molidos, casi fracturados, y sólo me podía arrastrar por el suelo para escapar de ahí. De pronto, alguien me tomaba de un pie y me jalaba de nuevo a la celda y me envolvía una desesperación tremenda. En eso me desperté.
Me intriga lo que pueda significar este sueño. Por eso ahora escribo todos los sueños que me intrigan; porque sin pruebas, suenan a palabras de loco.
Todo empezó la vez que soñé a un tío que casi ni veo. Fue por ahí de agosto. Me llamó la atención que lo soñara a él, pues, por lo general, sueño a gente que frecuento o veo seguido.
Soñé que estábamos en su funeral y que yo le insistía a mi familia que mi tío estaba dormido porque -según yo- lo había escuchado roncar cuando me acerqué al cajón de madera; cosa que nadie me creía y se reían cuando les decía que roncaba bien fuerte. Total que, ante mi insistencia, su familia se acerca al féretro y mi tía -la esposa del difunto- lo empieza a mover del hombro, tratándolo de despertar diciendo su nombre. En eso, que mi tío se voltea y abraza el ataúd como si fuera una almohada, sacando una pata por un lado y diciendo encabronado que lo dejaran dormir a gusto. En eso todos gritaron en el sueño y yo me desperté.
Una o dos semanas después del sueño fui a visitar a mis padres y, mientras leía el periódico, mi padre me dice riendo: "Nombre, mijo: ¿no te dijo tu mamá el pedote que nos sacamos porque creímos que tu tío Beto se había muerto?". Ah, cabrón... me quedé helado y los huevos se me fueron a las patas cuando escuché el nombre de mi tío el que había soñado muerto y revivía. "¿Por qué?... ¿qué pasó?", le pregunté. "Es que en el periódico de ayer -o antier, no me acuerdo- salieron unas felicitaciones por un reconocimiento que le acaba de dar la UANL a tu tío, y tu mamá pensó que eran esquelas, jaja… ya andaba haciendo llamadas alarmando gente, jajaja".
Busqué el periódico de días atrás que siempre guarda mi madre en el closet de la lavandería porque lo utilizan para las jaulas de los perros en la clínica veterinaria. Lo encontré y, en efecto, vi la cantidad de "esquelas" dedicadas a mi tío.
Confieso que el espinazo se me erizó y se me sigue erizando cada que recuerdo o escribo esto. Me arrepiento de no haber dicho nada en el momento porque como que todos en mi casa andaban en su pedo o distraídos con otras cosas, por lo que pensé que nadie me creería. Además, como que entré en shock cuando el sueño vino como flashback a mi mente.
Unos días después soñé a un compa de la infancia que era karateca y que también tenía mucho de no ver. Soñé que se peleaba a golpes en las escaleras eléctricas de la tienda Liverpool con mi compa de la universidad: el gorroso que se la pasa en rehabilitación y llamándome en las mañanas para preguntarme pendejadas. Total que en mi sueño mi compa el gorroso le da un chingazo en la cara a mi compa el que era karateca, lo manda de nalgas hasta el suelo y mi compa el karate kid se levanta lleno de sangre de la nariz y de la boca, diciendo que ahí moría la pelea. En eso me desperté.
Total que a la semana me topo a mi compa el karateca en una carne asada de la racilla del barrio, que teníamos ya algunos meses sin juntarnos, y me platica que sigue trabajando en Cemex, que todavía no tiene hijos, que se acaba de comprar una moto y que se metió a clases de box. Cuando se despidió, por ahí de las 11, todos alegamos y le dijimos que no se fuera, que no fuera joto y se quedara. Su respuesta fue que tenía que levantarse más temprano de lo habitual al día siguiente porque iría a checarse la nariz con un primo doctor, porque su maestro de la clase de box le había puesto un chingazo que lo mandó de nalgas al suelo en un combate de prueba.
Ah, chinga… la neta que me asusté. El sueño se recreó en mi mente y tampoco dije nada. Es el pedo de estas cosas: nadie las cree si no le suceden a uno.
Esa noche, de regreso a casa, sentí como si alguien estuviera vigilándome. Ni en mi coche me sentía seguro. El vello de la espalda se me crispaba. Sentía que si volteaba por el retrovisor alguien estaría viéndome desde el asiento trasero; que alguien iba conmigo en el coche para entrar a mi departamento, mirarme dormir en las noches y soplarme las pistas de los acontecimientos que sucederían días después.
Empecé a sentir algo de miedo antes de dormir. Ahora duermo menos. Me levanto más temprano de lo habitual y me duermo más tarde de lo que acostumbraba. De repente me da algo así como que una locura y pánico que nubla la razón y madurez de un hombre de 31 años. Pero pienso que son simples coincidencias y me tranquilizo. A veces me pongo a recordar si esto ya antes me había pasado o lo que pasaba es que no era tan atento con lo que soñaba y ni cuenta me daba si sucedían las cosas o no.
Lo que ahora me preocupa es que anoche soñé que estaba en la cárcel. Que la cárcel estaba en uno de los salones de la esuela primaria donde estudié y me metían con una mujer que no logro identificar quién es. Estábamos los dos en la celda y en eso llegaba el director del Montessori y nos decía: "Ustedes son los que salieron más altos en todos los exámenes... pero qué lástima que estén aquí y aquí se vayan a quedar por un buen tiempo...". El director –Francisco, se llamaba- se iba y ahí nos dejaba. Yo lograba salir de la celda a punta de chingazos y patadas y gritos en los barrotes, que me dejan las piernas y los brazos molidos, casi fracturados, y sólo me podía arrastrar por el suelo para escapar de ahí. De pronto, alguien me tomaba de un pie y me jalaba de nuevo a la celda y me envolvía una desesperación tremenda. En eso me desperté.
Me intriga lo que pueda significar este sueño. Por eso ahora escribo todos los sueños que me intrigan; porque sin pruebas, suenan a palabras de loco.
domingo, noviembre 04, 2007
Mis huevillos
Caminando un par de cuadras hacia el poniente de donde vivo hay una tienda de abarrotes; pero no es una tienda cualquiera (insertar rolita de película dihorror aquí). Di con ella una vez que quería cambiar por más cerveza las chingaderitas azules que traen arriba las Tecate Light y que se jalan para abrirlas: "Pssssst... glug, glug, glug... Aaaahhh...".
En ese entonces había una promoción: ocho arillos de esos equivalían a "un" Tecate gratis (me molesta la gente que insiste en masculinizar a la cerveza: ¿acaso no le ven el agujerito?). Bueno, el caso es que por hueva de no pedirle a mis guaruras la flamante y nada naca limusina Escalade que poseo para ir al OXXO de la esquina, decidí darme un baño de pueblo por mi barrio y caminar por entre sus pintorescas callejuelas.
Y ahí iba yo, cargando una bolsa del OXXO con sesenta y tantos arillos canjeables; fue entonces que descubrí el tendajo misterioso. Con "misterioso" me refiero a que no vende lo que vendería una tiendita normal: Doritos, Gansitos, Canelitas, La Torta del Chavo del 8 (ahora tan de moda), Mayonesa Hellmans, verduritas enlatadas y demás mugrero que nomás afloja el estómago y nos hace cagar de color anaranjado.
Los dueños de este negocio sin nombre están bien raros. Venden bolsitas de plástico con shampoo de varios colores a 3 pesos, bolillo suave, ginger ale, bolsitas de papel con garbanzos asados y enchilados, chayote, grajea a granel, estropajo y mi producto predilecto, el cuál, revelaré al final.
Con decirles que la señora ya me confesó que soy el único cliente que compra las chingaderas que compra y que nomás por mí las sigue vendiendo. Ya es como una madre para mí, snif. Está bien contenta porque ya no se le quedan sus productos bizarros. Dice que pensaba dejar de adquirirlos por el escaso éxito que tenían... hasta que llegué yo.
Quiero pensar que mi paladar es tan sofisticado que las cosas que me gustan no se encuentran en cualquier parte, nomás en tienditas misteriosas. He aquí un ejemplo de mis compras y el secreto de mi virilidad revelado:
Cabe mencionar que sí venden los productos que uno menos espera, pero que no me canjearon los arillos de Tecate Light por más cerveza y tuve que ir al OXXO.
En ese entonces había una promoción: ocho arillos de esos equivalían a "un" Tecate gratis (me molesta la gente que insiste en masculinizar a la cerveza: ¿acaso no le ven el agujerito?). Bueno, el caso es que por hueva de no pedirle a mis guaruras la flamante y nada naca limusina Escalade que poseo para ir al OXXO de la esquina, decidí darme un baño de pueblo por mi barrio y caminar por entre sus pintorescas callejuelas.
Y ahí iba yo, cargando una bolsa del OXXO con sesenta y tantos arillos canjeables; fue entonces que descubrí el tendajo misterioso. Con "misterioso" me refiero a que no vende lo que vendería una tiendita normal: Doritos, Gansitos, Canelitas, La Torta del Chavo del 8 (ahora tan de moda), Mayonesa Hellmans, verduritas enlatadas y demás mugrero que nomás afloja el estómago y nos hace cagar de color anaranjado.
Los dueños de este negocio sin nombre están bien raros. Venden bolsitas de plástico con shampoo de varios colores a 3 pesos, bolillo suave, ginger ale, bolsitas de papel con garbanzos asados y enchilados, chayote, grajea a granel, estropajo y mi producto predilecto, el cuál, revelaré al final.
Con decirles que la señora ya me confesó que soy el único cliente que compra las chingaderas que compra y que nomás por mí las sigue vendiendo. Ya es como una madre para mí, snif. Está bien contenta porque ya no se le quedan sus productos bizarros. Dice que pensaba dejar de adquirirlos por el escaso éxito que tenían... hasta que llegué yo.
Quiero pensar que mi paladar es tan sofisticado que las cosas que me gustan no se encuentran en cualquier parte, nomás en tienditas misteriosas. He aquí un ejemplo de mis compras y el secreto de mi virilidad revelado:
Cabe mencionar que sí venden los productos que uno menos espera, pero que no me canjearon los arillos de Tecate Light por más cerveza y tuve que ir al OXXO.
viernes, noviembre 02, 2007
Nada qué ver en tv de paga...
Qué horror el Discovery Channel y sus absurdos programas de ciencia y tecnología. Puras mentiras que transmiten. ¿Llamar "desastres naturales", "tormentas" y demás incoherencias a la Furia del Señor? Jaja, no me hagan reír. Qué depravación la del National Geographic y sus programas de animales y plantas que apoyan las teorías Darwinistas y esas locuras que niegan el paraíso en el que viviríamos si Adán y Eva no hubieran comido el fruto prohibido. Pena deberían sentir los productores del People & Arts por pasar a las 8 de la noche -hora de ir a misa- programas interpretados por jóvenes descarriados que se pintan su cuerpo -el templo de Jesucristo- con dragones y signos paganos y aberraciones por el estilo. Vergüenza debería de darles al MTV y al VH1 por pasar a todas horas esos videos con jovencitas moviendo las caderas y que sólo incitan a la masturbación y a una vida de perdición con camino sin retorno al infierno; canales televisivos donde se la pasan hablando de drogas, sexo con condón y damitas que se tiñen los cabellos de rubio y no usan calzones cuando se bajan de su carro. De igual forma me refiero a toda esa programación del E Entertainment Televisón, donde sale pura gente abusando de su desnudez, embriagándose y actuando como orangutanes en celo en playas donde nuestro señor Jesús caminó sobre el agua.
¡Qué horror! Y qué decir de las "comedias" yankis del Sony, del Warner y del Fox: la mayoría son historias de divorciados, de adolescentes que quieren perder su virginidad -¡jesús, maría y josé!-, de madres solteras, familias disfuncionales o de jóvenes treintones que no están casados y tienen sexo con su concubina/novia y beben café todo el día, que es un producto del mismísmo Satánas, o ¿por qué creen que el brevaje ese es tan caliente? Pues porque el Demonio lo cosecha en el infierno, porque el Diablo es muy astuto y seduce a los jóvenes ingenuos como tú.
Yo por eso veo MaríaVisión. Es la pura crema de la televisión moderna.
¡Qué horror! Y qué decir de las "comedias" yankis del Sony, del Warner y del Fox: la mayoría son historias de divorciados, de adolescentes que quieren perder su virginidad -¡jesús, maría y josé!-, de madres solteras, familias disfuncionales o de jóvenes treintones que no están casados y tienen sexo con su concubina/novia y beben café todo el día, que es un producto del mismísmo Satánas, o ¿por qué creen que el brevaje ese es tan caliente? Pues porque el Demonio lo cosecha en el infierno, porque el Diablo es muy astuto y seduce a los jóvenes ingenuos como tú.
Yo por eso veo MaríaVisión. Es la pura crema de la televisión moderna.
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