martes, octubre 31, 2006

Bye bye México City

Es más lo feo que se dice de la Ciudad de México, sin embargo, yo nunca viviría ahí. Tanta gente, tanto carro y tanto monumento patriótico a héroes que nunca existieron no es bueno para la salud. Sigo prefiriendo la paz de los pueblos bicicleteros con su kiosco al centro de la plaza; la tranquilidad de esos lugares marginados donde no conocen los McDonalds y los pirules y cipreses dan más sombra que un insípido hotel Hilton.

Siguen sin agradarme las ciudades grandes. Ya lo había dicho antes. No tienen ángel, carecen de chispa, chiste y gracia. Por eso le pusieron un ángel dorado donde todos los visitantes lo podamos ver: para que no pensemos que la urbe está desangelada. Por eso ponen gigantescos monumentos en todas esas ciudades: para que tengan chiste. Madrid es horrible y sucio, Paris es un cliché naquísimo; de Nueva York, mejor ni hablar.
No me impresiona nada de sus leyendas y cuentos ni de sus estatuas ni de sus recintos artísticos y culturales. No me interesa saber de ellas ni de su aburrida historia llena de balas, sangre y muertos. Me gusta la comida y la bebida, eso sí. Pero es lo único. No sé si me esté volviendo más indiferente o siempre he sido un pinche ignorante.

Iba arriba del TuriBus –algo así como un camión de dos pisos sin techo-, mirando las opulentas fuentes, las columnas con acabados, las resplandecientes fachadas de los hoteles y las iglesias barrocas que el guía describía con emoción; y terminó captando mi atención una ardilla que subía por un árbol con un trozo de comida en su boca. Me cautivó más ver al simpático roedor trepando por el tronco que ver todas esas cosas cargadas de pasado e identidad nacional, un pasado que a nadie le consta y que amablemente nos maquillan para que uno sea feliz viviendo donde vive. Me sentí como Homero Simpson en ese capítulo donde no presenta su examen final de la universidad por ir a corretear a un perro.

El encanto de visitar esos monstruos de venas asfálticas y cielos de alquitrán radica en qué tan bien acompañado vaya uno.



P.D. Vayan a leer Metatextos, que ahí también escribo. Es un proyecto muy interesante y entretenido.

lunes, octubre 30, 2006

Mañana les platico...

Mejor mañana les cuento lo del viajecillo al D.F. y les pongo fotillos porque hoy me da una hueva tremenda.

Que por cierto: no vi a nadie allá porque a todos les di mal el nombre del hotel: era Sevilla Palace y no Barcelona, como yo creía. Ya decía yo que los dos pinches lugares esos estaban en España... pero chingos de kilómetros de separados uno del otro. Eso sí: el hotel sí estaba sobre Refroma, ahí sí no me apendejé.

Una disculpa pa´los que lo anduvieron buscando, snif, comoquiera su paquete se los voy a mandar cuando venga el buen Armando Sámano. Bueno, ya ni pedo. Los dejo con un Chiste Alowey pa´salir del apuro.




Dentro de mis múltiples fracasos del año, se suma éste otro a la lista. Aquí les dejo una de las seis caricaturas que mandé al Salón Internacional de la Caricatura en Tijuana (donde el tema a tratar es la migración), al cual siempre no voy a poder entrar porque los pendejazos de Estafeta (ya están en mi lista de marcas vetadas) traían perdido el paquete que mandé desde el 4 de octubre y apenas me lo devolvieron hace una semana quesque porque "nunca hubo nadie quién lo recibiera", quedando mi trabajo fuera del concurso, snif.

Y como le dije al pinche achichincle que me atendió: pos han de haber ido a entregar el paquete a las 12 de la noche o en domingo, porque a donde lo mandé es una agencia de publicidad con más de 15 empleados, eso de que "no había nadie" ni un niño de primaria se lo dice a la más pendeja de sus maestras.
Chinga tu madre Estafeta. Eres el diablo pero en gay.

miércoles, octubre 25, 2006

Miscelánea infanticida



No sé por cuál de estas tres cosas sentir más vergüenza:

1.- Por la pinche letra fea que tenía a los 7 años.
2.- Por no saber usar unas tijeras correctamente para cortar derechito.
3.- Por creer todavía en Santa Clós a los 7 añotes. Snif.



Estos son algunos de mis primeros dibujillos. El primero es un Mickey Mouse, mi héroe en aquella época cuando dejaba mis pañales Pampers como taco de harina con frijoles refritos. No es que Mickey Mouse fuera mi héroe, simplemente era el mono que estaba en todas partes; algo así como la Coca Cola ahorita. A lado del ratón Mickey está mi primer caricatura: Mi madre con aretes, que realmente es una mentada de madre el dibujo este porque se parece más a Brozo, y eso que Brozo todavía ni existía.



Luego dibujé un tren pinchísimo con todo y humo (ese rayadero arriba de los cuadritos es el humo... ah, y los cuadros esos son los vagones) y un "carro con máquina" (?). Chale, se me hace que esa leche Nido era radioactiva o mi madre le echaba algo a mi Gerber de carne con vegetales (¡guakatelas!, el chido era el de mango).

Saludos.

martes, octubre 24, 2006

De todo un poco

El viernes vamos al D.F. No tengo nada en contra de esa ciudad ni de su gente; simplemente las ciudades grandes no las soporto. Tengo unos 12 años de no ir para allá y tenía pensado no volver mas que para hacer escala en el agriopuerto e irme para otro lado; pero pues es el concierto de Joaquín Sabina.
De hecho, creo que mi repulsión por las ciudades y mi sueño guajiro de vivir en un rancho se lo debo a esta rolita. Esta canción fue la culpable de meterme en la cabeza esa obsesión que tengo por vivir en un pueblito bicicletero o en una playa tranquila, donde no vayan turistas a arruinarme el día. Vivir en un lugar algo así como la bahía que le compró Fox a Martita en Michoacán –Bahía Tamarindillos-; pero pos primero tengo que ahorrar mucho o ser Presidente.
Bueno, pues resulta que esta rolita concursó en el Festival Infantil Juguemos a Cantar, allá a principios de los ochentas. La cantaban unas tales Vicuñitas, y la compuso el genial Sergio Andrade -que también le (com)puso a la Gloria Trevi- antes de que se le botara la canica y le gustara la carne de niña (tal vez ahí empezó con esa afición). A ver si se acuerdan; y si no, pues disfrútenla y rólenla con los niños modernos de hoy pa´que vean lo que era música infantil de a de veras y no mamadas de pokemones y errebedes y esas chingaderas.



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Y pa´finalizar, pues les voy a adelantar su halloween con un Chiste Alowey.

sábado, octubre 21, 2006

Observaciones sobre el evento

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La recopilación de Chistes Alowey fue todo un éxito. Y cómo no iba a ser un éxito, si fueron de a gratis, snif. Con razón se acabaron.

Me di cuenta que la gente que dice que va a ir a estos eventos, nunca va. Por eso no me gusta andar invitando a todo mundo; si se enteran, pues que vayan. Pero toda esa gente que no se entera del evento hasta que éste ya pasó, siempre te reprocha: "¿Por qué no me invitaste, pinche ojete?, no me enteré..." Y apuesto a que si les hubiera dicho, no hubieran ido. Pues quién los entiende.

Sigo pensando que lo mío no es hablar en público. Es más: lo mío no es hablar, punto.

Por más que intenté imaginarme a los asistentes al evento encuerados (quesque para que no me pusiera tan nervioso a la hora de hablar), el nerviosismo me ganó. Aunque dicen que ni se me notaba.
La cosa es que si me imaginaba a la Fabi en canicas, muy posiblemente hubiera salido corriendo del pinche evento; por eso mejor no lo hice.

Qué feo es traer un micrófono en la mano: que no le tiemble a uno, porque luego parecen unas chupachups al pito choncho de Robocop. Brrr.

También me di cuenta que no soy nada gracioso frente a un público y que, ya que todo termina, me digo: "Chin... hubiera dicho esto en vez de eso que dije" o "por qué se me olvidó decir esto otro".

Momento chusco: Cucamonga contando cuando conoció al Loco Valdez.

Celebridades entre el público y en el afterparty: Caballo Negro, Ray Bastard, Julio Salinas El Coleccionista de Huecos, Betote, Perea, Rolandog, Hipocrático y un Diputado Federal del PRI cuyo nombre no recuerdo pero que dice ser mi "fans" aunque yo le tire mierda a la política.

Momento cumbre del evento: Cuando llegó mi abuelita gritando a los cuatro vientos y abrazándome: "¡Miiiiijo, mijo es un escritor famoooosoooo!" Chale, trágame tierra. El amor de abuela a veces es peligroso.

Y aquí les dejo la colaboración de Kabeza para la edición de colección de Chistes Alowey; es que la del Caballo Negro no se puede ver, snif:

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miércoles, octubre 18, 2006

Chistes Alowey, edición limitada...

Ya casi está todo listo para mañana jueves 19 de octubre.
Ya saben que ese día (mañana, repito, mañana) los espero a las 8 de la noche en la sala 102 de Cintermex. Llevaré 100 libritos con 24 páginas a todo color para regalar a los asistentes. Es una pequeña recopilación -edición limitada- de mis peores Chistes Alowey. Ah, y por si ésto fuera poco, también viene una introducción (pero no de pito, por eso mejor digamos que es un prólogo) del Caballo Negro y una conclusión de Kabeza, a quienes agradezco infinitamente y me declaro admirador y "fans" de su trabajo y su persona. Cueros mil, nunca cambien, snif.

Ahí nos vemos mañana. Saludos.

P.D. Si se acaban, no se apuren, estoy haciendo más y prometo mandárselos a los que me pidieron.

En la foto se pueden apreciar algunos ejemplares de la edición. Auch; todavía nos falta cortar, armar y grapar otros cincuenta.

martes, octubre 17, 2006

A mis 75 años...

Ayer llegó al periódico el otro caricaturista que dibuja en él. Es un maestro del lápiz y la plumilla. Es un ruco de más de 75 años que ha trabajado en tooodos los periódicos de México: El Norte, Reforma, El Universal, el Excelsior, Novedades, El Porvenir, etc. y ahora está jalando aquí. Yo lo respeto porque mi padre me platicaba de él cuando el señor estaba en sus años mozos y yo alcancé a leer sus mejores cartones de morrillo. Era una estrella del periodismo en aquellos años, el viejillo este. Tiene dos premios nacionales de periodismo, conoció a no sé qué tantos gobernadores, alcaldes y presidentes y de más celebridades de medio pelo.
El señor llegó al periódico en taxi. Y no porque sea malo andar en taxi; sino que andar en taxi es muy caro. A veces llega en camión; y no porque sea malo andar en camión, sino que andar en camión en este país es peligroso porque recibe uno un pésimo servicio.

Me dio mucho miedo verlo, la verdad; porque me visualicé así. Fue como ver a Chilito Relleno -el payaso- sin nariz, con la voz normal y subiéndose a su carro destartalado. Mi Dios se desvaneció de un soplo: Fuuuuuuu… (polvo volando)
Cuando lo vi, dudé en seguir en esta profesión. Lo juro.

Me visualicé a su edad: 75 años (si es que llegó), y no pude más que sentir lástima por mí y mi humilde profesión tan denigrada y mal pagada. Tienes que ser Trino para tener dinero y vivir holgado. La honestidad y lo que uno siente de corazón no es bissness, punto. Y, si en algún momento dado, la fama y el dinero llegan, no son mas que espejismos que sólo los pendejos mal administrados se lo creen y se les suben los humos.

Yo, por eso, espero llegar a mis 75 años bien sano del ano y tener aún a la Fabi a mi lado y en calzones blancos -o negros- sin encaje; porque los calzones de encaje son para las pinches viejillas y la Fabi, por más viejilla que se ponga, estará a toda madre; mejor que Margarita Gralia, mi otro amor. Espero que a mis 75 años todavía se me pare el riel sin necesidad de viagra. Espero que guste mi trabajo, que me lo respeten, que me lo admiren y que me den un trabajo digno y no por lástima; para no quedar en el olvido. Ah, y no tener que andar en camión ni en taxi; no porque andar en camión o en taxi sea malo; sino que andar en camión y en taxi aquí en México es una pesadilla.

Buen martes a todos, caballeros y cabelleras.

P.D. Y es mentira eso que los rucos y los papás ylos políticos dicen de que el futuro está en manos de los jóvenes. Los rucos que dicen eso fueron jóvenes, y no hicieron ni madres por cambiar el futuro; y ahora nos quieren pasar la responsabilidad del desmadre que ellos hicieron a nosotros. No se necesita ser joven para cambiar el mundo: se necesita ser menos culero y tener más corazón... y seguir siendo joven cuando se es ruco y se tienen las riendas de este mundo.

viernes, octubre 13, 2006

Chilito Relleno, el payaso.

Me topé con el payaso cuando terminó la fiesta. Ya no les tenía tanto miedo como antes, cuando estaba en el kinder. Su voz no era la misma -ahora era más ronca- y ya no tenía esa sonrisa que tuvo durante todo su show. Estaba en la cocina con la mamá del Pollo, quien sacaba dinero de su bolso para pagarle por su función de magia, chistes y concursos. El payaso se persignó con los billetes antes de guardarlos en el bolsillo de su pantalón y le dio las gracias a la señora con esa voz grave. Yo lo miraba fijamente, pero ya no como payaso, sino como un hombre normal; y se dio cuenta. Me miró y volvió a sonreír, y también volvió a hacer esa voz chistosa que utilizó durante todo su espectáculo. Me apretó la nariz cariñosamente y salió de la cocina rumbo a la puerta principal de la casa, despidiéndose efusivamente de los invitados con esa misma voz chistosa.

Le entregué a la mamá del Pollo un arete enorme que había encontrado tirado en el patio entre los restos de unos globos reventados. Me dijo que muchas gracias; que sí era de ella, y me besó en la frente. Me gustaba mucho la mamá del Pollo porque siempre andaba bien arreglada y olía bien rico. Salí de la cocina y miré por la ventana a Chilito Relleno, el payaso, mientras los demás niños jugaban y pateaban los restos de la piñata desbaratada. Tengan cuidado -escuché decir a la mamá de Pollo- un niño una vez se sacó un ojo con uno de esos carrizos.
Chilito Relleno enrollaba el cable de su micrófono pensativo. Se quitó la nariz roja y la guardó junto con otras cosas en una maleta desteñida que metió en la cajuela de un coche destartalado: con placas gringas y polveras de distintos colores. Se limpió el sudor con la manga del traje y batalló un poco al tratar de cerrar la portezuela trasera. Pobre carro: el tanque de gasolina tenía un pedazo de trapo a manera de tapón.

Subió al auto y batalló para encenderlo. El motor era muy ruidoso. Avanzaba un poco, daba tirones y se apagaba envuelto en una nube de humo azul y apestoso. Lo encendió de nuevo y ya no se apagó, pero sí dio unos cuantos saltos y soltó uno que otro ruido como si se fuera a ahogar. Se escuchó un fuerte acelerón, una explosión en el mofle y Chilito Relleno se fue envuelto en esa misma nube de smog azulada y apestosa.

Se fue alimentado con toda esa admiración que le teníamos los niños, y envuelto en su triste realidad de voz ronca, poco sueldo, un Dios que no le mandaba suficiente trabajo por más que se persignara, y un automóvil viejo que le daba más problemas en vez de sacarlo de apuros. Dio vuelta en la segunda calle, en la esquina donde vive Doña Pelos, dejando esa estela de humo fantasmagórico y espeso; envuelto en ese nubarrón maloliente de realidad cotidiana que –dichosamente- de niños no veíamos.

miércoles, octubre 11, 2006

Feria del Libro

Por algún error -es lo más seguro- de los organizadores a la hora de programar el evento, resulta que estoy invitado a la Feria Internacional del Libro para dar una “conferencia” sobre blogs, monos y literatura. Uy.

La cita es el jueves 19 de octubre a las 8 de la noche en la sala 102 de Cintermex. Compartiré mesa con Cucamonga, creador de Perra Vida; El Mudo, creador del comic El Arsenal; Luiz, monero, ilustrador y caricaturista; y yo, creador de la tira cómica más pedorra que pueda existir: Chistes Alowey. Brrrr, hasta escalofrío me da mencionarla.
El viernes 20, a la misma hora, estará el buen Yorch, alias Caballo Negro, con otros batos y batas que sí son blogstars de deveras, bujujuju.

Unos compas que dicen que les gustan mis dibujillos, y que creen que algún día seré rico y famoso, me patrocinaron una primera edición a todo color de Chistes Alowey, y pues llevaré por ahí algunos ejemplares.

No esperen mucho, la verdad, pues soy un tipo aburrido y mandilón que para las 9 tiene que estar cocinando miguitas con huevo y melón para la Fabi. Pero pues ahí los espero pa´conocerlos, arreglar el mundo, agradecerles en persona sus visitas a mi blog y decir una que otra babosada.

martes, octubre 10, 2006

El Micho y el hermano mayor del Pollo

El Micho fue la primer mascota que adoptamos los niños de la cuadra y yo. Llegó un día de quién sabe dónde. Yo creo que salió de alguno de los tantos montes baldíos que rodeaban a la colonia. Seguramente algún cabrón lo abandonó por ahí.
Se nos acercó mientras descansábamos en los escalones de la casa de Doña Pelos después de un partido de futbol que había terminado a golpes con los niños de la cuadra de arriba: y todo por un balón que ponchamos sin querer.

Era muy pequeño, de pelaje atigrado, con ojos enormes y su maullido sonaba como el llanto de un bebé hambriento. Trató de trepar a la fuente para beber agua, pero su tamaño se lo impidió. Recuerdo que Chuy corrió a su casa y sacó una vasija de plástico y rebanadas de jamón KIR. Llenamos el recipiente de agua en la fuente de Doña Pelos y partimos en trozos el jamón; que más bien era mortadela de la más barata. Pero el animalito se comió todo. Quién sabe cuántos días tendría perdido y sin comer, el pobre.

Nuestras madres no nos dejaban tener al Micho adentro de nuestras casas, por eso le conseguimos una caja de cartón y el hule espuma de un sillón abandonado en una construcción, y con eso le hicimos una cama en el club secreto que teníamos bajo el mezquite. Todos los días le poníamos un platito hondo con leche y las sobras de la comida del medio día por un lado: huesos de pollo, sopa de arroz, algunos trozos de tortilla y frijoles. Los trozos de tortilla y los frijoles casi nunca se los comía. A veces, entre todos, juntábamos dinero para comprarle latas de atún y, cuando no completábamos, nos las robábamos de la tiendita o de las alacenas de nuestras casas. Desde aquel día en que llegó, frágil y hambriento, el Micho nunca se separó de nosotros. Creció, tuvo novias, tuvo gatitos, peleó con perros… Hasta que vino el hermano mayor del Pollo.

El hermano mayor del Pollo vivía en Estados Unidos con su papá, estudiaba en una escuela militar y venía a Monterrey cada que eran vacaciones de verano. Mi mamá no dejaba que me juntara con él porque era muy maldiciento y siempre traía un rifle de aire comprimido como juguete con el que acostumbraba a romper las ventanas de las casas cuando sus dueños no estaban. Aparte, era un culero que siempre nos quitaba el balón de soccer y lo pateaba lo más lejos que podía o lo aventaba a los techos de las casas para que no pudiéramos recuperarlo. A pesar de ser su hermano, hacía mucho llorar a mi amigo el Pollo. Bueno, aunque el Pollo lloraba por todo.

Es imposible olvidar la vez que vi al hermano del Pollo poniendo una lata de atún afuera de su casa. Me sorprendió mucho porque en verdad era un hijo de puta sin corazón. Ahí estaba afuera; silbando. Buscaba a nuestra mascota, la mascota del club, la masota del barrio; y tronaba los dedos: "Micho, Micho, Micho, Micho", decía. Se sentó en la mecedora del porche y esperó a que el olor atrajera al gato. En eso, Micho salió de entre las hierbas del monte y corrió apresurado a devorar el contenido de la lata. El sol hacía brillar su pelaje dorado con gris. Y en eso: ¡puuum!, que el hermano del Pollo le dispara con el rifle. ¡Hijo de su puta madre!

El gato huyó aullando despavorido a esconderse entre la maleza y el hermano del Pollo no pudo contener la risa: una risa macabra que hacía que le doliera el abdomen; vi como se lo sobaba de satisfacción. Me quedé helado por un instante. Corrí asustadísimo al monte a buscar a Micho. Un ligero maullido, que parecía más bien el quejido de un moribundo, me guió hasta él. Temblé de horror cuando lo vi tirado en una piedra, con el ojo vaciado y una oreja sangrándole; arqueando el lomo y soltando quejidos suaves, largos y punzantes. No supe que hacer. Mis ojos se desbordaron en llanto y los mocos se me salían. Me agache y traté de agarrarlo, pero aulló de dolor de manera espantosa y se revolcó por la tierra, tirándome arañazos. Miaaaauuuuu… auuu… uuuu… aarrrgggggñññññ… Las manos me temblaban. La quijada también. Me llené de odio.
Tomé unas piedras del piso y salí del monte enfurecido. El rostro me escurría en lágrimas y mocos; todo el cuerpo me temblaba y lo sentía caliente. Ardiendo. Cuando vi al hermano del Pollo, le arrojé las piedras con ganas de darle en la cabeza; pero el hijo de puta saltó asustado de la mecedora y las esquivó hábilmente. Soltó el rifle de municiones y se dirigió hacia mí corriendo. Me tumbó de una patada voladora en el pecho. Azoté de nalgas en el piso y mi cabeza sonó hueca al impactarse violentamente contra el pavimento. Lloré más y sin parar. Se me fue casi todo el aire. Sentí que me asfixiaba cuando el hermano del Pollo me puso la rodilla en el pecho y me apretó con fuerza el cuello diciéndome: “¡¿Qué tienes, pinche niño pendejo?!,¡¿qué te pasa, pendejo, por qué me tiras piedras?!” Lo quería matar al hijo de puta, pero él tenía 12 años y yo sólo 8; me habría matado él primero. Salió el Pollo y su mamá corriendo de la casa al momento que escucharon los gritos y mi llanto. En un instante me soltó y se puso de pie al oir las pisadas de las chanclas de su puta madre en la banqueta. El Pollo maldijo a su hermano y corrió a mi lado, pero yo no me podía levantar. Pollito me zangoloteaba para verme el rostro y qué me había pasado. “¡¿Éstas bien?!, ¿qué te hizo el pendejo de mi hermano?”, me decía. Pero yo seguía llorando, recuperando el aire, tosiendo boca abajo, rosando el pavimento con los labios. Me sobaba la cabeza -que me palpitaba- y me ahogaba con mi propia baba.

Y ahí me quedé un buen rato: gimiendo y llorando como Micho, el gatito ese que un día llegó al barrio y lo adoptamos poniéndole lechita en un plato hondo y sobras de comida. Ahí yacía yo, sobre el hirviente asfalto gris de la calle, llorando de dolor y de rabia, mientras en el monte, los berridos de Micho se extinguían y su cabeza -perforada por la munición- se llenaba de moscas.

domingo, octubre 08, 2006

Papel palfun... dillo

Me molesta entrar a un baño y que en el cesto de la basura estén los papeles con caca viendo para arriba. No mamen: denles otra dobladita o pónganlos viendo para abajo; no la jodan. En serio que esa actitud agrede y tengan por seguro que a nadie le interesa saber qué comieron ni qué les cayó mal al estómago.
A veces creo que esto de los papeles con caca es la Ley de Murphy, pero al revés. Ya ven que dicen que los panes con mantequilla siempre caen al suelo con la mantequilla para abajo. Bueno, pues empiezo a creer que los papeles con caca siempre caen con la caca para arriba.

jueves, octubre 05, 2006

Chistes Alowey y música en español de caricaturas takatakas

Un pequeño aperitivo.

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Después del Chiste Alowey, sigue el rollo.

No sé qué tenían las series animadas takatakas (japonesas), pero la música siempre estaba de poca madre. Cómo olvidar los temas de inicio de Heidi y Remi que ocasionaban pesadillas a cualquier mocoso: con esas voces dolorosas y esas notas tristes, cualquier niño pensaba que se lo iban a robar y no volvería a ver a su mamá, bujujuju.
No pongo esas canciones porque ya las han posteado infinidad de veces; mejor búsquenlas ustedes, no sean huevoncitos. Pero eso sí, les voy a poner otras.

Había una caricatura que me gustaba de a madre; de hecho, me gancho por la rolita del principio y porque era una caricatura de animales. Se llamaba Las Fábulas del Verde Bosque.

Había una caricatura pa´viejas que yo veía a escondidas para que no me dijeran que qué jotillo era. La rolita del principio estaba bien cursi, jeje; pero me gustaba un chorro. Además, la niña estaba rete bonita; más bonita que Dafne -la de Scooby Doo- y que la morena cachonda que tocaba el pandero en la banda de Mandibulín. Se llamaba Ángel, la Niña de las Flores. Snif.

Hasta había algunas que me causaban la misma emoción que sentía cuando escuchaba el tema de inicio de La Guerra de las Galaxias. Brrrr, me ponía todo chinito. Ésta era una de ellas y ésta era otra. No manchen: cómo me prendía cuando escuchaba estas rolitas que, para mi edad, consideraba que era el rock más pesado que pudiera existir.

Y todas estas excelentes cancioncillas (menos la de Robotech), junto con la de La Pequeña Lulú, se las debemos a un chileno que se hizo mundialmente famosos y marcó a toda una generación de niños ochenteros hispanoparlante. Es más, tan famoso se hizo el güey este, que ahora de ruco hace -o hacía- conciertos en donde toca estas rolas y la raza treintona (y casi treintona) se prende bien cabrón y pide "otra otra", jajaja. No mames. Está con madre escuchar en concierto la canción de Capitán Futuro y ver a la gente haciendo headbanging y coreando tras la voz de Memo Aguirre -o Capitán Memo-, el cantautor original de estas joyas de mi infancia miona. Megasnif, casi lloro con este pinche concierto.

Otro Chiste Alowey para cerrar con broche de oro:

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miércoles, octubre 04, 2006

Otro post retro pa´revivir al niño interior

A pesar de que Mickey Mouse no era del todo de mi agrado por ser un roedor sin chiste y con voz de afeminado, Súper Ratón era mi héroe favorito cuando yo era un morro. Súper Ratón era lo mismo que “El Ratón Miguelito”, nomás que éste tomaba esteroides, se enchinaba las pestañas y volaba en licras; osea, no sé cuál de los dos ratones era más puto. Pero en fin.

El pedo es que Súper Ratón era lo máximo para mí, a grado tal que me propuse que de grande yo iba a ser Súper Riatón; y lo logré, jeje. No, ya en serio. Me acuerdo que me gustaba mucho la canción del principio de la caricatura, aunque no le entendía ni madres porque era en inglés, pero para todo la tarareaba creyendo que era algo así como un mantra que me daba poderes… hasta que me partí el hocico brincando de una litera a otra con una toalla amarrada al pescuezo que no hizo su función como capa.

También La Hormiga Atómica la movía cañón, pero no tanto como Súper Ratón. De la Hormiga Atómica nomás tengo la cabezota, snif. Intenté disfrazarme de la Hormiga Atómica en un halloween, pero no me pude robar el casco del cobrador que iba cada semana a la casa a cobrar no sé qué cosas. Tampoco pude tener una moto como la de ese personaje porque mi padre decía que comprar una moto era como comprar una pistola y disparártela en la cabeza.

Pero en eso, que empiezan a transmitir una caricatura nueva en la tele, y Súper Ratón y la Hormiga Atómica quedaron en el olvido. Una caricatura que se llevaba de calle a cualquier serie animada que pudiera existir. Una caricatura imaginativa, súper alucinada, graciosa e ingeniosa, casi casi como las de la Pantera Rosa –que disfruté ya más grande porque de niño se me hacía aburrido que no hablara- o Felix el Gato. En lo personal, la mejor caricatura que ha existido. Aquí les dejo un episodio. Disfrútenlo.

lunes, octubre 02, 2006

Otro compa que es un caso...

Yo tengo un amigo al que le decimos el Refresquito.

Todo empezó una noche de viernes cuando salimos -con cerveza en mano- del Kokoloco, un antro chido de acá de Monterrey. Teníamos como unos 20 años de edad; era la época en que Shakira todavía no se ponía pinche como ahora. En eso, que llega la policía y nos sube a la granadera junto con otros batos. Nos llevaron detenidos por "tomar en la vía pública", "alterar el orden" y "negarnos a la detención"; pero esto último más bien fue "negarnos a dar mordida", porque a los otros güeyes sí los bajaron a medio camino, cuando soltaron un billete. El pedo es que nosotros ya no traíamos ni un cinco, snif.
Total, que llegamos a la delegación y que nos encierran en una celda después del dictamen médico; una celda en donde había como otros 10 cabrones.

De entre los batos que estaban adentro de esa jaula apestosa, estaba un güey cagando en el "baño" de pozo. Se quitó la playera, la empezó a romper en trozos y con eso se limpió la cola. Apuesto a que andaba pedísimo o drogado; tenía uno que andar así para atreverse a cagar ahí. Había otro güey que lo detuvieron por orinar en un parque, otro que iba tomando y manejando y se había pasado una luz roja, llegó otro detenido que luego luego se durmió en el piso de lo borracho que andaba y otro imbécil que se la pasó gritando toda la noche que “no sabían con quién se estaban metiendo”. El gritón decía que él era camarógrafo del canal 28 (jajajaja) y que iba a denunciar los abusos cometidos contra él; que iba a llevar a todos los medios al día siguiente y se iban a meter en un problema. Le callaron el hocico de un chingazo en la cabeza y –la verdad- me dio mucho gusto porque no se callaba y porque ahí, en las celdas, todos llegaban alegando que si el abuso de autoridad, que eran influyentes, que conocían a no sé quién, que si sus derechos humanos, que si la riata. Puro pinche mentiroso.
Mi amigo y yo no rezongamos en nada y nos dedicamos a fumar, a ofrecer cigarros a los “roomies” para que no nos fueran a coger y a imaginar la putiza que nos meterían nuestros padres al enterarse.

Cinco horas después, empezó a amanecer. Nos sacaron al patio para tomar lista (como si uno pudiera escaparse de ese cuchitril) y nos llevaron a desayunar al comedor. Ahí dentro, en la fila, uno de los presos me dijo que muchos de los detenidos prefieren quedarse ahí encerrados porque de perdido comen. “Muchos indigentes cometen faltas menores para que los encierren, con tal de que les den de comer”, mencionó.

Total, hicimos fila en la barra del pequeño comedor. Unas mujeres repartían los platos y los vasos. En el plato venían dos taquillos de huevo con frijoles y chorizo y en el vaso, café. Y mi amiguito, fresita al fin, que se le ocurre decir:

-¿De qué son los tacos, señora?

- De huevo con chorizo…

-¿Nada más hay de eso?

En eso, un policía se le acerca.

-Eh, aquí no estas en tu casa, niñito, cómete lo que hay.
Y mi amigo todo azorrillado tomó el plato ya sin decir nada. En eso, la señora le da el vaso con café, y el imbécil de mi amigo vuelve a preguntar pendejamente:

- ¿Es café?... De pura casualidad no tendrá un refresquito…

Oh dios mío. Levantó la furia de los policías y los presos que horas antes eran nuestro amigos porque les dimos cigarros.

-¡Aquí no estás en tu casa, hijo de tu pinche madre! ¡Pinche güerco fresa, vete con tu mami, culero! ¡Vamos a violarlo por fresa al pinche niño llorón! ¡Denle una coca a la nena… pinche maricón! Ooooora, puto, véngaseeeee

Casi se me sale la popó del susto. Mejor se llevaron a mi amigo a que comiera en la celda y a mí me dejaron en el comedor. Comí con el fundillo en la mano y los huevos en el pescuezo de moño; esperando un pinche navajazo o un tubazo en la cabeza por ser “el Amigo del Fresita”. Pero no pasó nada. Hasta eso: los tacos estaban muy buenos.

Y por eso le decimos el Refresquito.

domingo, octubre 01, 2006

Mi compita, otra vez...

Como todos los domingos, me habló mi camarada ese que tiene como 10 años amenazando con suicidarse y posée -según él- una inteligencia superior a la computadora esa que juega ajedrez y nadie le gana. No me habló a las 8 de la mañana -como acostumbra-, me habló a las 9:00... jijo de su pinchi madre. Tampoco me habló para pedirme una dirección extraña, un shampoo para su perro o alguna otra pendejada. Me habló para invitarme a una cena (¿a las 9 de la mañana?, ¿no me pudo haber marcado en la tarde?) que le estaba organizando su mamá para celebrar que ya vive con su novia. Sí, su novia: novia que yo no le conocía y de la que me acabo de enterar. Estaba atónito. ¿Dónde vivían? ¿Dónde y cuándo la conoció? ¿Será la mujer invisible? ¿Estará igual de pinche loca que este güey? Muchas preguntas asaltaron mi cabecita; digo, zota.

En eso, me dice mi compadre bien contento; con voz enmielada:

- Mira, déjame te paso a mi vieja para que la conozcas, compadre.

Y me pasa a su "novia".

- Hola, Gustavo, mucho gusto...

- Ah... Hola, mucho gusto... entonces que ya viven juntos... qué bien Mujer Que No Sé Ni Cómo Te Llamas... -le digo.

- Sí. Oye, nos gustaría mucho que nos acompañaras con tu novia en esta cena que...

En eso, escucho que mi amigocho se pone a atender a unos clientes en su negocio, y su vieja me dice toda apresurada:

- Oye, no, no te creas, no es ninguna cena la que nos van a hacer. Es que ayer este güey tuvo un problema bien grave con su familia porque llegó borrachisimo al negocio y va a ir un sacerdote y uno de esos de Alcohólicos Anónimos que tiene un centro de rehabilitación para hablar con él y creemos que la situación se va a poner muy mal, entonces, por eso queremos que haya amigos, por si este güey trata de hacer alguna pendejada. Tuvimos que engañarlo con eso de la cena para que aceptara ir. Ahorita le tengo que hablar a todos sus amigos para decirles que es pura mentira, pero no se me despega. ¿Me podrías ayudar tú a hacer las llamadas?... Y no vayas a faltar; no sabemos cómo vaya a reaccionar y necesitamos que estén ahí sus amigos...

Vergas. ¿Por qué a mí otra vez?... ¿No sería más fácil darle la pistola a este payaso?

Bueno; me consuela que por fin se le va a hacer a mi compadre ser todo eso que no es y quisiera ser. Esa mezcla de Jim Morrison, Colin Farrel y Liam Gallagher, pero en vaquero; a la regiomontana.

Le dije que si podía ir, iba, pero antes tenía que ir a misa o una chingadera de esas. Además, esos papelitos ya se los he aguantado desde hace 10 años a mi compadre y la verdad ya me dan mucha hueva.

P.D. Lo que nunca he entendido es por qué, si mi compadre es bien pedote, me habla a las 8 de la mañana en domingo. A esas horas un buen borracho está bien dormido y no anda trabajando, como él.