miércoles, enero 30, 2008

Ya había control remoto...

Ya había control remoto, mas no películas VHS. De hecho, el control de la vídeocasetera BETA era alámbrico; sólo el de la televisión era de mando a distancia.

Creo que fue después de la guerra sucia contra los Burger Boys (en todos lados decían que la carne que utilizaban para hacer sus hamburguesas era de rata). Quebraron –o los hicieron quebrar- y al poco tiempo llegaron las hamburgueserías gringas de la “eme” amarilla. Nadie cuestionó lo absurdo de fabricar hamburguesas con carne de rata. Nadie cuestiona ahora con qué hacen las hamburguesas que vinieron a reemplazar aquella empresa mexicana. Sólo un maestro de la secundaria, Mario, se llamaba; me acuerdo que dijo: “¿Imaginan la cantidad de ratas que se necesita para hacer sólo una hamburguesa? ¡Es ilógico!… No crean todo lo que la televisión dice”, y siguió dando su clase de química. Desde ese día no creo nada de lo que dice la televisión.

Rogaba a mis padre por que me llevaran al programa de Chabelo, pero me decían que se grababa en la ciudad de México. Quería una avalancha, una bicicleta y una autopista de carreras, para luego pasar a la catafixia. La ingenuidad de esa etapa no me dejaba ver que el becerro y el chivito que salían detrás de la catafixia eran en broma; que significaba que alguien acababa de perder todos sus regalos y no se había ganado nada a cambio. Pero yo quería ir al programa para ganarme el becerro o el chivito; para mí eran mejores premios que la avalancha, la bici o la pista de carritos juntos. Insistía e insistía, y se negaban y se negaban por razones obvias que son mejor no decirles a los niños y cambiar el tema. “¿Dónde crees que vamos a meter a ese animalito si te lo ganas, mijo?” –decía mi madre. “En el patio de adelante de casa de mi abuelita” –respondía yo.

Ya había refrescos sin azúcar y sopas instantáneas, pero no microondas. Al menos no en mi casa ni en casa de mis amigos. Las palomitas venían en bolsas de plástico; las más divertidas venían con el maíz teñido de colores. Se preparaban en un sartén tapado con aceite. Tronaban mejor en la cacerola que ahora en las bolsas para microwave. Me gustaba que mi madre las preparara porque sonaban como los balazos de las películas de vaqueros. Durante la ruidosa transformación de maíz a roseta, mis manos se convertían en dos revólveres y huía de los indios entre sillones, patas de mesa y puertas con tela mosquitera. Mi madre sonreía.

Siento que estoy hablando como cuando un viejo platica de algo que no me tocó vivir. Cuando los viejos hablan de juegos con palos, botes, piedras y tableros pintados en la tierra con el dedo. Cualquier persona menor de 25 años se reiría al leer que las rosetas de maíz se preparaban en sartén y que a mí me tocó vivirlo. Suena tan primitivo, tan prehistórico.
Y no es que uno esté viejo, simplemente el progreso va más rápido que nuestros mejores recuerdos.

martes, enero 29, 2008

Capitán Cooltura y el Chimicuil

Se acerca febrero, mes que odian los intelectualoides y culturosillos por ser una fecha inventada por los demonios yankis para equilibrar su economía a través del consumismo desmedido de los ingenuos enamorados. También es repudiada porque el culturoso deadeveras no se enamora mas que de sus musas y de su mano peluda por tanto "lavar a mano".
Por eso, a continuación presento un cartón de El Capitán Cooltura, que nada tiene que ver con el mes de febrero ni con el amor, pero se me hizo buen pretexto para subirlo:


Y después de muchos intentos fallidos por volar, el Chimicuil decide ir a terapia de grupo:


domingo, enero 27, 2008

Dormingo

Todo el desmadre empezó aquí. Y este es el diploma oficial que avala mi participación en el Primer Agujero Negro Bloguero:


Y aquí va un adelanto de lo que podrán encontrar en su revista ¡#$%&! Cómics de febrero:



Continuará...

jueves, enero 24, 2008

Las habas y el micro mamilas


Apenas ayer, mientras calentaba las habas con arroz que semana con semana me manda mi agüelita (quesque porque un tal doctor Rangel siempre le decía: “Dele a su familia habas y zanahoria todos los días y verá que nunca se le van a enfermar”) me di cuenta de las funciones tan mamonas que tiene mi horno de microondas. Ora verán.

Un botón para palomitas está bien, pero, ¿uno para “cochinita pibil”, otro para “choriqueso”, otro para “salsa chipotle” y uno más para el “chicharrón verde”? NO MAMEN, por favor. Y el de “pastel azeteca” (?)… NO MAMEN DOBLE. Alguien explíqueme -por favor- cómo le hace el chingao aparato para identificar si alguien metió en su interior un pastel azteca; o díganme el tiempo exacto que necesita un pastel azteca para quedar calientito y metérselo por el culo al mamón que le puso esas funciones a mi microondas, snif.
Igualmente con los demás platillos: ¿acaso el chicharrón verde necesita un tiempo específico de calentamiento para estar en su punto y por eso requiere un botón nomás para él solito? Y si meto chicharrón rojo, ¿funcionará la chingadera, lo calentará de más o quedará frío? O si quiero meter carne deshebrada con elote y pimiento morrón ¿ya me chingué porque no se puede porque no hay un botón específico para carne deshebrada con elote y pimiento morrón? ¿Por qué discriminar al picadillo, la barbacoa y la salsa de molcajete y no darles su botoncito propio? ¿Por quéeeee?

Otra mamada: el botón de “Comida para niños”. ¿Quién le dijo a Samsung (marca satánica) que los nuggets de pollo, los hot dogs, las papas fritas y los sandwiches son comida para niños?... Para niños que en 10 años apodarán “El Marra”, “El Cuino” o “El Chancho”, tal vez. Esa no es comida de niños, no mamen. Comida para niños mis huevos rasurados (¡ah, cabrón!, que feo se oyó eso...).

Bueno, y qué decir del botón de "Botanas", por favor no me hagan seguir con el botón de las botanas porque me doy un tiro. Calentar “palitos de queso”, háganme el chingado favor. "Alitas", "cáscaras de papa" (?)... ¡Dios mío!, pura mierda gringa. Pos no que muy mexicano, pinche microondas contradictorio, bipolar y de doble nacionalidad. Traidor a la patria, eso es lo que eres.

En fin. Ya saben que hasta lo que no trago me hace daño y por eso hago corajes de las pendejadas más pendejas.
Y volviendo a lo de las habas de mi agüela que, como siempre, le quedaron bien chingonas, pos yo creo que es cierto eso de que es uno de los alimentos más completos porque, a la fecha, no tengo ni primos ni tíos muertos, enfermos o tarados. Y véanme a mí: un bastión de la salud y la perfección física, snif. Lo único que el mentado doctor Rangel no le dijo a mi agüela es que, comiendo tantas habas, las patas empiezan a olerle a uno a habas. No, no es broma. Es como cuando uno traga mucho atún o come espárragos y va a miar al baño... fuuutssss...

martes, enero 22, 2008

Una tira y una foto

Se está acabando enero y me atrevo -atrevido que soy yo- a hacer un pronóstico de todos aquellos ñoños que hicieron propósitos de año nuevo:

De grande, me gustaría tener un negocio como éste de la foto. Como el soñador que soy, siempre he pensado que los crudos necesitan un trato digno y no sólo los dolores de cabeza matutinos y los reproches de sus esposas fodongas por gastarse el dinero que era para el mandado y los zapatos de los niños en chupe, snif.


P.D. Ya están activadas otra vez las fotos de los posts anteriores. Que no cunda el pánico. Saludos.

miércoles, enero 16, 2008

La tira retro

A continuación un adelanto de lo que podrán encontrar en los siguientes números de ¡#$%&! Cómics, tanto en su verión impresa como en web. Por cierto: hoy miércoles sale la número 4, así es que la podrán conseguir para el fin de semana en los lugares de costumbre.
Estén pendientes de avisos porque vamos a hacer presentaciones en la ciudad y posiblemente fuera de ella; para que se preparen a conocer a los papuchos que hacen la revista, ¡¡¡aaawww!!!.



martes, enero 15, 2008

Nacayotadas del fin de semana

Lo más naco que he visto y escuchado últimamente:

Un comercial regiomontano de acumuladores para autos que bien pudiera estar más pinche que los anuncios de Banco Azteca. Me refiero a la publicidad de los famosísimos Acumuladores LOBO (¡Ahijoelachingada! que nombre tan varonil).
Bueno, resulta que el comercial de este producto empieza con unas tomas en video bien pedorro; tomas de coches y trocas del año, "bien acá", bien lujosotas, y tomas de mecánicos muy contentos trabajando sin ensuciarse de grasa. En eso, una voz en off misteriosa dice: "Acumuladoreees L O O O B O", y en eso entra la canción de Dulce: "Porque eres un looobooo... un lobo que siempre ha vestiiido piel de ovejaaa...". Y fade out. ¡Háganme el chingado favor!

Otra nacada:

Un compa que me pregunta:

- Oye, ¿tú tienes papeles pa´ cruzar pal otro la´o?

¿"Papeles"? ¿"Cruzar"? ¿"El otro la´o"?

Por qué no dejar de emplear términos de coyote, mojarra o deportado y mejor decir: Oye, ¿tienes pasaporte? Y ya. Con eso es suficiente. Con esa sencilla frase uno entiende que se puede cruzar la frontera sin necesidad de "tienes papeles pa´cruzar pal otro la´o". Naco.

Otra:

Me topé a un conocido que compra y vende perros y a todos sus canes les pone nombres bien puñetas. Por ejemplo: si tiene un perro Collie, le pone Lassie; si tiene un perro Pastor Alemán, le pone Rin Tin Tin; si el perro es negro, le pone Negro; si es blanco, le pone Nieve; si es café, le pone Nieve de Chocolate... En fin, bien puñetas y predecible el güey este.
Total que llegó la vez pasada con un perro que tenía una mancha negra que le cubría todo el ojo, y pensé: "De seguro este cabrón le puso Pirata al pinche perro este". Y le digo:

- ¿Qué onda, güey?, y ese perro se llama Pirata o qué pedo.

- No, se llama Jack -me responde muy serio.

- ¡Vaya, cabrón!, hasta que le dejaste de poner nombres predecibles a tus animalitos y...

Pero en eso me interrumpe:

- Se llama Jack Esperrow

- ¡Plop!

sábado, enero 12, 2008

Heladas barrancas del norte


No puede aferrarse más a la roca y el pedazo de hielo cae produciendo un sonido pesado y profundo en el arroyuelo. Las paredes forradas de heno gotean y la brisa que provoca un hilillo de la cascada se eleva y dibuja en lo alto un arcoiris con ayuda de las lenguas de luz que escapan entre las nubes matutinas.

A pesar de tanta belleza, paz y lejanía, estoy en “territorio Telcel”: lo dice un anuncio panorámico sobre la carretera antes de llegar a las faldas de este santuario natural. ¿Quién invitó a Carlos Slim a este lugar? No lo sé, posiblemente se invitó solo. La Coca Cola, la Bimbo y la Sabritas también han venido y han empezado a meter sus narices donde nadie los llama, donde nadie las necesita y donde sus empaques indestructibles afearán y sepultarán el paisaje en un par de años, cuando “empresarios visionarios” vean –valga la redundancia- un signo de pesos en esta majestuosa caída de agua helada y la atiborren de gente puerca e inconciente (pero con centavos en los bolsillos) a pesar del costo ambiental.
Y no soy negativo, simplemente es lo que veo que han hecho con todos estos lugares.

Un trozo de hielo de buen tamaño comienza una reacción en cadena. Cae y golpea a otro y ese otro parte en dos a otro más pequeño. Ha empezado el deshielo del medio día y con él se multiplican las crines del salto de agua hasta formar un hermoso telón blanco y ruidoso que cubre y corre por la pared de la montaña como el velo inmaculado de una novia.

Me pregunto -preguntón que soy yo- ¿para qué necesitaría alguien un teléfono celular o beber una Coca Cola en este lugar? Pero, como soy rependejo, no encuentro respuesta en mis adentros, lo único que encuentro en mis adentros son tripas vacías y mucha hambre, pero la Sabritas y la Bimbo pueden pasar a chingar a su bimbuñuela madre. Gorditas de maíz azul con una margarita de pitaya, el brunch de los campeones, como yo.

jueves, enero 10, 2008

La historia más triste, más feliz y más corta del mundo

Había una vez una niña que le gustaba mucho cantar y bailar. La pequeña soñaba con algún día salir en la tele...

Y lo logró: terminó como Interventora de la Secretaría de Gobernación y, una vez, el mismísimo Marco Antonio Regil la pasó al frente a validar un premio en Cien Mexicanos Dijeron.

¡SNIF! qué emoción...

martes, enero 08, 2008

Entre barrancas del norte y la película de trenes más corta del mundo


Empezaré diciendo lo que diría cualquier adolescente que se siente intenso: Yo no acostumbro dar gracias por el año que se fue ni tampoco por las cosas buenas que en él sucedieron. Hablando en un contexto general y no en plano personal, son muy pocas cosas buenas las que suceden de un tiempo a la fecha, lo que hace pensar que el mundo gira para un lado que no es el correcto. En otras palabras: el mundo anda pedo y nos va a cargar la fregada a todos con la resaca.

Es un hecho que con el par de huevos que traía colgando -y digo “traía” porque ya no los traigo colgando por el frío de la chinchurria que ha estado haciendo, snif- me es suficiente para enumerar lo positivo del 2007. Ya ni los dedos de las manos sirven para contar lo bonito que sucedió en los 365 días que se fueron el fin de semana antepasado. A ver si este año no termino utilizando nada más medio huevo para enumerar media cosa buena que va a suceder. Eso sí: para contar balaceados, robos, choques, decomisos, corruptelas, mentiras y conductores ebrios que se parten la madre siempre hacen falta manos, dedos, pies y huevos.

Tampoco acostumbro hacer propósitos o pedir deseos, pues soy hombre de poca fe. A veces –y me da pena aceptarlo- hasta pierdo la fe en mí mismo, pero la recupero al día siguiente, o un sábado con cielo añil o un mes después que se me pasa el azote. Algunas veces recupero esa confianza con la misma intensidad que un motivador profesional siente al vender sus libros a los gutierritos de una empresa; y otras veces, con no muchas expectativas sobre un próspero futuro. Lo bueno es que siempre hay algo que me mantiene a flote, y ese sueño, esa meta o esa persona (en mi caso, las tres cosas) se convierten en nuestras balsas anti mordidas de tiburones y anti volcaduras por olas de ojetería social.

Pero son más las veces que pierdo la fe en los demás y es ahí cuando concluyo que, el hecho de perder la esperanza en uno mismo es algo natural y no debemos reprochárnoslo o sentir vergüenza de ello, pues es consecuencia de nuestra condición humana; de ser uno más de todos esos individuos en los que uno no cree ni creerá jamás y que no le quitan el curso erroneo ni la peda al mundo, sino se la fomentan. Habitar un mundo que se ha convertido en el matadero de la razón y los ideales no ayuda en mucho.

El año pasado y el antepasado reafirme que la mayoría de la gente es puro pedo. Todos sin excepción. Que los que predican optimismo son los más negativos de todos; que los que predican amor son los menos aptos para amar; que los que se dicen hombres de paz son los más belicosos. Los que presumen ser buenos esposos no lo son; los que se dicen revolucionarios terminan siendo borregos. Y ni mencionar a los hombres de fe; esos son los más hipócritas de todos. Tal vez por eso de repente me saco de onda y prefiero perder la fe en todo, para ser más congruente conmigo mismo y tener la conciencia tranquila.
He comprendido que la gente que te dice que vivas la vida al máximo es la que menos sabe vivirla; que la gente que te dice que hay que ser feliz es la más infeliz. Que esos que hablan de libertad son quienes tienen más ataduras mentales, espirituales y físicas. Que nunca han sido felices, ni libres y en sus vidas han inhalado una partícula microscópica de lo que predican porque se la pasan perdiendo el tiempo en pendejadas: en celos absurdo, en ambiciones desmedidas, rencores, venganzas, temores… Odian a gente que ni conocen, se ahogan en vasos de agua, prohíben, calculan, prejuzgan, se vuelven obsesivos, se toman demasiado en serio, creen que el amor dura cien años, no creen que el amor puede durar 100 años, quieren ser amados a la fuerza, cumplen patrones sociales que dicen valerles madre pero en el fondo les pesan y calan hondo; buscan complacer a gente que no deben de complacer, quedan bien con gente con quien no deben de quedar bien. Etcétera.

La gente no le da espacio a la sabiduría del tiempo ni a lo que susurran al oído las experiencias cuando se viven realmente y con intensidad. La gente no vive; vive para los demás. No están a gusto si no poseen y controlan algo o alguien, si no son dueños de la situación y, también, si no tienen un amo que les diga qué hacer y cómo hacerlo. Creen que poseer les da seguridad, pero no se dan cuenta que se crean ataduras mentales y grilletes con cadenas espirituales. Que pierden su libertad. Pero dicen ser felices y estar en calma. Allá ellos. El problema es cultural y, por lo que veo, seguiremos empinados porque nuestra cultura está empinada. La liberación es acá, en la cabecita (o cabezota, en mi caso), es en el corazón y en el espíritu. Si no, estoy seguro que nos llevará el pinche tren...

sábado, enero 05, 2008

Por las barrancas del norte


La piel del rostro siempre cuarteada por las inclemencias del tiempo. Pómulos cuadriculados como cuaderno de matemáticas donde el sol podría escribir la ecuación que soluciona el caos infinito. Mocos secos y petrificados por la tierra y el aire que corre entre laderas, acantilados y voladeros por los que quisiera volar. Ojos profundos y rasgados; a veces llorosos, tal vez por la alegría, la tristeza, el humo del fuego que calienta la cueva o alguna infección sin importancia del monte. Corretear detrás de gallinas y huir cuando se acerca una cámara fotográfica: esa arma que dispara incómodas ráfagas de luz que devoran la esencia. Vivir donde alguien –o algo- dejó caer desde el cielo un gigantesco manto verde, cuyas arrugas, relieves e imperfecciones son las que embellecen el paisaje y recortan la lejanía del filo del mundo. Quisiera tener una mano larga y enorme para pasearla al ras de la hierba que cubre los valles y terrenos perfectamente accidentados. También quisiera conocer el nombre de cada árbol; nombres que aquí son necesarios para hacerles reverencia, pero que en la ciudad son inútiles porque ahí sólo importan los nombres de las empresas, de los coches de modelo reciente y los apellidos influyentes.
Allá en la ciudad nadie sonríe así. Allá en mi ciudad la gente tiene de más y ese peso extra que cargan en lujos, pendejadas innecesarias y todo lo que tener eso acarrea, les estira el rostro hasta el suelo y les borra cosas tan sencillas como la risa. De qué sirve tener tanto si en el fondo no se tiene nada... Si yo pudiera tener tanto, lo tendría todo. Y heme aquí, sin nada y con todo... bueno, casi todo.

Continuará...

jueves, enero 03, 2008

Mis Pro Pó Si Tos llegando de vacaciones

Entre mis propósitos de año nuevo están los siguientes:

Rascarme la espalda como este perro.


En humano, esta acción se traduciría en: Tirarse en pelotas sobre el patio frontal de una iglesia católica, retorcerse de un lado a otro -boca arriba- hasta que la comezón pase y la satisfacción sea desbordante. Por último, lamerse el chile con la lengua para quitarse las virutas de pasto seco y... ¡ah, cabrón!, no, eso no. Nomás tirarme al piso y rascarme la espalda.

Otro: Aprender a volar.

Porque es un desperdicio estar frente a la Barranca del Cobre y limitarse a mirarla. No basta todo lo que pueda inspirar el paisaje y su inmensidad: si uno no puede volar, no vale la pena estar ahí. Además, si uno se avienta al vacío para tener la experiencia de su vida, lo tachan de loco, suicida o, peor aún, uno se muere, snif.


Noten que se me ve el escote de plomero, la alcancía o, para los que aún no han entendido, la rayita de las nalgas.

Otro de mis propósitos es: Dominar el mundo. De hecho, mi colega/monero Kabeza ya se unió a la causa y estamos planeando cómo lograrlo. Aquí estamos en una de nuestras macabras (o macabronas) juntas en lo que pareciera ser un apestoso congal de mala muerte... y sí lo es: es el bar de un Sanborns.


¿Qué lugar, con tantita decencia, corre a las 11 de la noche de un lunes a sus dos únicos clientes borrachines? Nada más el Sanborns. Hijos de puta. Por eso este lugar está abajo del Starbucks en mi lista de lugares a los que hay que ir a poner una bomba.

P.D. Muchos saludos y un agradecimiento very special al compadre Kabeza por los libros y la playera del Oso Bipolar que me regaló, la platica chidaguan que nos aventamos y los besotes que... ¡ah, chinga!, no, eso no les importa. Ah, y gracias por haberme dado la primicia (bueno, eso dice él, jeje) de la foto de la verdadera Lupita; la de carne y hueso, y contarme parte de la historia actualizada que tanto intriga a sus lectores. Muy guapa la Lupe, por cierto (que así no se llama, pero también empieza con "L").
Ah, verdá, esa no se la esperaban, jejeje.

Ahí se ven.