Aunque el mundo a veces nos parezca una porquería, sigue habiendo gente que mantiene viva esa cosa que llaman "Fe en la Humanidad". Personas sensibles y generosas que se conmueven de sus semejantes, sobre todo de aquellos que aparentemente han nacido o vivido en desventaja -por diferentes circunstancias-, pero que, a pesar de esto, buscan ser ciudadanos educados y de bien: algo de lo que pareciera carecer el mundo en estos días.
Hace poco más de una semana les compartí la historia de Ana, una niña de 11 años que vende tostadas en un triciclo frente a la Plaza de la Luz, en el centro de Monterrey. Lo "curioso" de Ana es que tiene una afición especial por la lectura. Sí, a Ana le encanta leer y su sueño es tener libros y más libros para seguir leyendo por el puro gusto de hacerlo. Y digo que su caso "es curioso" porque vivimos en un país en donde casi nadie lee; un país representado por un tipo frívolo que no ha leído un solo libro en su vida y llegó a ser presidente con todo y que plagió su tesis universitaria (y para quienes digan que de nada sirve leer, lean este artículo). Por lo tanto, querer ser ciudadanos cultos y de bien es casi casi un acto revolucionario hoy en día.
Compartí la historia de Ana en mis redes sociales como comparto casi todo lo que me sucede, y la verdad no esperé que tuviera el impacto que tuvo. La anécdota de la niña de 11 años conmovió a varios de mis lectores, generando una marejada de mensajes por Twitter y correos electrónicos pidiéndome una cuenta donde se pudiera donar dinero o una dirección a la que pudieran enviar libros, peluches, ropa o cualquier otro tipo de ayuda. Por eso les digo que sigue habiendo gente que mantiene viva esa cosa que llaman "Fe en la Humanidad". Y pues es muy bonito, snif. Total que una anécdota en la que yo iba a regalar unos libros y $200 pesos y que pensé que no pasaría de ahí, se convirtió en una pequeña causa social a la que se sumaron varias personas y en la que tenemos la oportunidad de cambiarle un poco la vida o aligerarle la carga a alguien.
Bueno, primero que nada, les mostraré los donativos económicos que he recibido, pues manejar dinero ajeno me parece una cuestión muy delicada, por lo que pondré los nombre de quienes donaron y las cantidades, más que nada para transparentar esta acción y evitar malos entendidos.
Esto es lo que hasta el día de hoy he recibido en mi cuenta de PayPal:
Y esto es lo que han depositado directamente en mi cuenta (si me falta alguien, díganme, porque no siempre me avisan por correo de los depósitos):
Y pues bueno, como les platicaba, el martes pasado volví a visitar a la niña lectora que vende tostadas frente a la Plaza de la Luz y le platiqué que había compartido en mis redes sociales su gusto por la lectura, y que su caso había sido todo un éxito, pues muchas personas se habían ofrecido a ayudarla económicamente y con libros.
Hace poco más de una semana les compartí la historia de Ana, una niña de 11 años que vende tostadas en un triciclo frente a la Plaza de la Luz, en el centro de Monterrey. Lo "curioso" de Ana es que tiene una afición especial por la lectura. Sí, a Ana le encanta leer y su sueño es tener libros y más libros para seguir leyendo por el puro gusto de hacerlo. Y digo que su caso "es curioso" porque vivimos en un país en donde casi nadie lee; un país representado por un tipo frívolo que no ha leído un solo libro en su vida y llegó a ser presidente con todo y que plagió su tesis universitaria (y para quienes digan que de nada sirve leer, lean este artículo). Por lo tanto, querer ser ciudadanos cultos y de bien es casi casi un acto revolucionario hoy en día.
Compartí la historia de Ana en mis redes sociales como comparto casi todo lo que me sucede, y la verdad no esperé que tuviera el impacto que tuvo. La anécdota de la niña de 11 años conmovió a varios de mis lectores, generando una marejada de mensajes por Twitter y correos electrónicos pidiéndome una cuenta donde se pudiera donar dinero o una dirección a la que pudieran enviar libros, peluches, ropa o cualquier otro tipo de ayuda. Por eso les digo que sigue habiendo gente que mantiene viva esa cosa que llaman "Fe en la Humanidad". Y pues es muy bonito, snif. Total que una anécdota en la que yo iba a regalar unos libros y $200 pesos y que pensé que no pasaría de ahí, se convirtió en una pequeña causa social a la que se sumaron varias personas y en la que tenemos la oportunidad de cambiarle un poco la vida o aligerarle la carga a alguien.
Bueno, primero que nada, les mostraré los donativos económicos que he recibido, pues manejar dinero ajeno me parece una cuestión muy delicada, por lo que pondré los nombre de quienes donaron y las cantidades, más que nada para transparentar esta acción y evitar malos entendidos.
Esto es lo que hasta el día de hoy he recibido en mi cuenta de PayPal:
Y esto es lo que han depositado directamente en mi cuenta (si me falta alguien, díganme, porque no siempre me avisan por correo de los depósitos):
Total que van poco más de $5,000 pesos (cinco mil pesos 00/100 M.N.) para la causa de Ana, más lo que yo voy a aportar.
Saqué mi teléfono y le mostré la entrada de mi blog en donde hablo de ella. Después le enseñé las capturas de pantalla de las personas que han hecho donativos. Le dije que ya tenía un montón de libros, y se llevó las manos a la boca, mientras soltaba un grito de emoción. Por último le mostré la cantidad de dinero que va acumulado. "Todo esto es tuyo", le dije. La niña no lo podía creer. Se reía sin parar, luego se tapaba los ojos y volteaba para otro lado, como si se le fueran a salir las lágrimas, pero se aguantaba y negaba con la cabeza y se seguía riendo. "¿Qué te hace falta, Ana?", le pregunté. "Este dinero es tuyo. Dime qué necesitas y, si se puede, te lo compramos". He de confesar que batallé para convencerla que me dijera qué le hacía falta.
-Nunca nadie me ha regalado nada -dijo-. El dinero de mi uniforme ya lo tengo separado. Y los libros de mi escuela son gratis.
-Sí, Ana, pero este dinero es para ti; la gente que leyó tu caso se sorprendió de que haya niñas como tú y quieren apoyarte para que sigas leyendo y estudiando y compres algo que te haga falta: puede ser otra cosa que no sean libros: cosas de tu escuela, no sé... Pero dime, si no voy a tener que devolverlo, y es tu dinero -le dije, y se seguía riendo y negando con la cabeza.
Me contó que el triciclo de las tostadas era de su cuñado. Que recibe un sueldo semanal por trabajarlo. Que va a pasar a segundo grado en la Secundaria número 4, la Lic. Miguel Alemán Valdez, muy cerca de ahí; en el Barrio Antiguo. Su hermana es quien le paga la escuela.
La verdad me sorprendió la actitud de Ana: reacia; no desconfiada, pero sin jugar a la víctima o a la limosnera. Como que muy diga. Decía que no y que no necesitaba el dinero.
La verdad me sorprendió la actitud de Ana: reacia; no desconfiada, pero sin jugar a la víctima o a la limosnera. Como que muy diga. Decía que no y que no necesitaba el dinero.
-La semana pasada me compré unos zapatos y una bolsa: fueron como 1000 pesos en todo -me dijo con orgullo.
-Bueno, la cosa es que si podemos ayudarte con eso, ahorres tu dinero -le dije, y se reía.
-No sé qué decirle...
-¿Qué te falta?
-Nada... No sé...
-Bueno, vengo el jueves otra vez. Dale una pensada y me dices qué onda, porque si no voy a tener que regresar el dinero.
-Bueno, vengo el jueves otra vez. Dale una pensada y me dices qué onda, porque si no voy a tener que regresar el dinero.
El jueves regresé. Le entregué un montoncito de libros que me han donado. Se emocionó mucho. Le dije que venían en camino más, y se emocionó más. Hasta me pidió permiso para darme un abrazo. Me reí y me abrazó. Me confesó que "los de miedo" también le gustaban mucho al ver la portada del libro de Poe.
-¿Ya sabes en qué quieres usar tu dinero?
-Nunca he tenido una computadora. Me serviría para leer y hacer mis tareas y usar Internet en la escuela. Y mi celular ya no funciona.
-Excelente.
Pues Ana quiere una computadora y un celular. Creo que ya completamos algo de eso.
Continuará...