Creo que nunca había dejado pasar tanto tiempo sin subir algo a este espacio. Por un momento me sentí como esos blogueros que anuncian con bombo y platillo su regreso a esta red social, postean muy inspirados una vez y seis meses después vuelven a postear sólo para justificarse por no haber subido algo en tanto tiempo. Y no, no es justificación, pero he andado con una mudanza y algunos trabajos de ilustración pendientes que no había podido terminar porque apenas me estaba instalando en la nueva casa/estudio, y pues tengo que aprovechar mientras haya chamba ahorita que no tengo un empleo fijo.
En el post anterior les platicaba que trabajé durante tres años como alcaide en las celdas municipales de un municipio cercano a Monterrey, trabajo que nunca en mi vida imaginé desempeñar, pero diversas circunstancias me llevaron a aceptarlo porque los caminos de la vida no son como yo pensaba, como los imaginaba, no son como yo creíiiiiia, snif.
Les comentaba que mi estancia en la Secretaría de Seguridad Pública de García hizo que cambiara la forma en que percibía algunos aspectos de las instituciones públicas, los funcionarios, los ciudadanos y la problemática social; y, aunque la experiencia ahí no fue del todo mala, sí generó en mí cierto "pesimismo" o desaliento hacia el panorama en general, hacia el futuro de nuestro estado y su gente. Comprendí la raíz de algunos problemas y me percaté de su profundidad, y por más que le busqué y reflexioné y leí y pregunté, no vi intención de cambios radicales ni soluciones inmediatas a las broncas de desigualdad, seguridad, desempleo, drogadicción, educación y reproducción irresponsable; tampoco mucha disposición de las autoridades y ciudadanos para erradicarlos, y pues eso sí es algo difícil de digerir cuando sueñas habitar en un lugar con alta calidad de vida. Y si eso vi en un municipio de poco más de 140 mil habitantes que fue gobernado por el famoso Bronco, imaginen -y perdonen mi francés- el pedonón que padecemos a nivel país.
Digo, tampoco es para que nos deprimamos -bueno, sí, un poquito-, sino para que reflexionemos qué está en nuestras manos cambiar como ciudadanos incapaces de manejar -para bien- grandes cantidades de dinero del erario o instituciones poderosas. Por eso a continuación les comparto algunos datos, ejemplos y situaciones que viví a diario allá en García, para que ustedes las rumien y me digan qué opinan; si hay un dejo de esperanza o de plano no:
-Es un hecho comprobable que en época de elecciones las faltas administrativas y delitos, aparentemente bajan. Justo como en Navidad. Qué raro, ¿no? ¿La razón?: quedar bien con la ciudadanía más vulnerable, el voto duro, pues la mayor cantidad de detenidos viene de ese estrato socioeconómico (al menos allá en donde yo trabajé). Curiosamente, cuando entran las nuevas administraciones, sube la cantidad de faltas y detenidos (uno lo nota más estando dentro, como funcionario de medio pelo). ¿La razón?: recaudar dinero, pues generalmente la administración pasada no deja ni los ceniceros, aunque sean del mismo partido. No es teoría de conspiración ni mucho menos. Ésa es la consigna a los oficiales de policía: "Apliquen el criterio, no traigan gente por traer" o "Tráiganse todo lo que huela a pedos". Un ejemplo para ilustrar esto: sorprenden a personas ingiriendo alcohol en la vía pública, se les advierte que no lo pueden hacer pues es una falta administrativa con arresto de 24 horas o multa de $500 pesos, y se les invita amablemente a pasar a sus casas a seguir bebiendo. Así nomás. Con otra consigna es: "No adviertan, agarren parejo". ¿Quién da esta orden? El alcalde en turno. ¿A quién termina aborreciendo uno como ciudadano? Al poli que sólo sigue órdenes; un individuo necesitado, que por lo general no acabó la secundaria y percibe un sueldo de mierda por ser carne de cañón. ¿A quién corren por seguir órdenes si el detenido "es influyente" y recibe ayuda de quien le dio la consigna al poli? Al poli. Total que el oficial de policía siempre es el más aporreado, explotado y jodido de todos.
-Sí, me consta que al policía se la pasan diciéndole día y noche que no agarre dinero del ciudadano y que, mucho menos, lo pida. Eso me consta. Y pues estando adentro uno se da cuenta el porqué: si el policía recibe lana de un ciudadano, es una multa que no recibe el municipio y es dinero que no llega a bolsillos de otros que ni necesidad de robar tienen, pero pues son mañosos. El policía por más arrestos que haga y más recaudación genere, siempre ganará lo mismo y siempre correrá con el riesgo y el desprestigio. Y sí, también fui testigo de que corrieran a muchos policías que se dejaban sobornar o pedían dinero -$100 ó $200-, pero creo que el motivo de su despido era más porque le quitaban la oportunidad a alguien de más jerarquía de ganarse 5, 10 ó 20 mil pesos. Si no ¿cómo se explican que las pruebas de confianza no se apliquen a jueces calificadores (que son quienes aplican las multas), directores, secretarios y alcaldes (que son quienes dan las órdenes)? Estas pruebas sólo se aplican a policías, agentes de tránsito, guaruras y empleados de medio pelo (como lo fui yo), supongo para que no les vayamos a quitar lo que creen que a ellos les corresponde. Es casi casi como un control que dice: "Lo que me importa es que no me robes a mí, no al ciudadano, pero lo hago ver como lo contrario y lo acomodo para que tú siempre seas el villano". Al ciudadano se le debe robar de forma más discreta y aparentemente legal: con papelito con sello oficial. Eso fue lo que yo constaté.
-El municipio de García -antes Villa de García, pero le quitaron el "Villa" porque "¡Uy, qué oso, ya somos ciudad!"- tiene poco más de 140 mil habitantes, la mayoría de ellos de clase baja y media baja, con problemas de transporte público -ahora, que quiere "modernizarse" y juntarse con Monterrey-, pocas opciones educativas y un crecimiento desenfrenado de fraccionamientos de interés social -hay más de 120, muchos de ellos abandonados- con espacios limitados e insuficientes para el desarrollo y la convivencia sana. No por nada la mayor cantidad de faltas y delitos que se cometían cuando yo trabajé ahí, eran riñas campales, alteración del orden público (pleitos entre vecinos) y violencia familiar. ¿A quién termina odiando uno por las mini casitas que provocan estas broncas? Al funcionario público. ¿Quién también tiene la culpa? El empresariado que se dedica a la construcción.
-García tiene como mayor atractivo turístico las Grutas de García, el casco antiguo y el zoológico Xenpal, de ahí en fuera todo pareciera ser miseria; una sucursal pobre y sucia de Monterrey; con Soriana, Aurrera, Smart, Autozone, Little Ceasar´s Pizza y, próximamente, cines y plazas comerciales, que la verdad no sé cómo vayan a sobrevivir con el poder adquisitivo tan jodido que tienen los habitantes de este municipio. Aparte, un lugar con expendios de cerveza y casas de empeño en cada esquina (no es broma, vayan y compruébenlo ustedes mismos), no creo que tenga mucho futuro. Desgraciadamente nada quedó de aquella Villa de García apacible, con acequias, gente en bicicleta y nogales, a la que uno iba de fin de semana o vacaciones cortas.
-Algo que me sorprendió mucho: conocí a muchas personas que no sabían leer ni escribir. Sí: a 30 minutos de la modernízima ciudad de Monterrey hay personas que no saben leer ni escribir su propio nombre. Otro dato aterrador: de entre los 600 y 1000 detenidos que había al mes, pocos -calculo que un 20%- tenían apenas la secundaria terminada, por consiguiente, trabajos mal remunerados, "informales" o temporales.
-Otra cosa alarmante que vi fue la cantidad de embarazos entre adolescentes. A diario me tocaba ver chavitas de 13 años con panzas de 6 meses y a chavitos de 16 años ya con dos hijos, sin primaria terminada y, obviamente, sin trabajo; hijos a su vez de padres en situaciones similares: sin primaria terminada y sin empleo; abuelos ya a los 33 años, separados de su pareja, alcohólicos o drogadictos. Aparte, muchos de estos "padres y madres" menores de edad, enganchados con el tolueno y el resistol, al igual que con la mota. Lo absurdo -en mi opinión- es que a los que agarraban con tolueno o resistol se les ponía un arresto de 24 horas o una multa de $500 pesos, y a los que agarraban con bachas o un churro de mota -si eran mayores de edad- los ponían a disposición del ministerio público, donde tenían que pagar entre 5 mil y 15 mil pesos para salir. El consumo personal allá no existe. O depende del juez; de la consigna que haya recibido. Se libraba de ser puesto a disposición aquel que sólo trajera aliento a cannabis. Siempre caían los mismos, ya me sabía sus nombres; y a veces más. En tres años no vi a uno sólo que se rehabilitara. Muchos decían que sí, pero volvían a caer detenidos, intoxicados. Me enteré de algunos a los que mataron o ellos mataron a alguien, se hicieron rateros o se unieron a alguna banda de criminales.
Y el jueves o viernes les sigo platicando más, porque ahorita ya me tengo que poner a trabajar. Gracias por leer.