Últimamente he estado comprando -o viendo en internet- muchos documentales. Documentales de todo tipo: desde los del reino animal hasta los de avances médicos. Lo que pasa es que el pinche cine comercial -y no comercial- ya me da una hueva tremenda desde hace años; mucho más ahora, que las salas de proyección están inundadas de mamadas de superhéroes y comedias con güeras insípidas que no dan risa.
De entre los documentales que vi en la semana, hubo uno muy interesante sobre la marihuana, el origen de su penalización, los intereses a su alrededor y la guerra para acabar con ella.
De entre las cosas que más llamaron mi atención, fue la responsabilidad directa que tienen con la prohibición y combate de esta planta los productores textiles, los productores de papel, los productores de combustibles fósiles, las tabacaleras y las farmacéuticas, a quienes retratan en el documental como unos hijos de puta más hijos de puta que cualquier cártel mexicano.
Otra de las cosas que ignoraba y me pareció muy interesante, es que en British Columbia, Canadá, se produce una de las marihuanas más populares en Estados Unidos: la BC Bud. Columbia Británica (en español) tiene una población de 4 millones de habitantes y, según expertos en el tema de narcóticos, más de 40 mil personas se dedican al cultivo hidropónico y venta de marihuana. O sea, más del 1% de su población.
Lo que me pareció bien chingón fue la pregunta que soltó el narrador del documental al final: “¿Por qué aquí en Columbia Británica, donde más de 40 mil personas se dedican a este negocio prohibido, no hay el derramamiento de sangre que hay en cualquier ciudad del norte de México con la misma población que British Columbia?”
Dejemos a un lado si hay que legalizarla o no, si hay que fumarla o no, si hace más daño que el alcohol o no… El pedo aquí es ¿por qué ese puto salvajismo?
¿Será genético nuestro animalismo y de plano no tenemos remedio?
Así somos de curiosos los mexicanos. Así somos de incongruentes. Nos da miedo que el ejército ande patrullando las calles pero no nos da miedo que de jueves a domingo en la madrugada haya medio millón de conductores alcoholizados transitando en las calles (datos de mi ciudad, Monterrey).
Así somos.
P.D. Y antes de que empiecen con sus mamadas, les digo que no: que todo lo que he escrito lo he escrito sin ayuda de ninguna droga, legal o ilegal. Sí, yo sé que es algo increíble, pero así de chingón soy yo, snif.
De entre los documentales que vi en la semana, hubo uno muy interesante sobre la marihuana, el origen de su penalización, los intereses a su alrededor y la guerra para acabar con ella.
De entre las cosas que más llamaron mi atención, fue la responsabilidad directa que tienen con la prohibición y combate de esta planta los productores textiles, los productores de papel, los productores de combustibles fósiles, las tabacaleras y las farmacéuticas, a quienes retratan en el documental como unos hijos de puta más hijos de puta que cualquier cártel mexicano.
Otra de las cosas que ignoraba y me pareció muy interesante, es que en British Columbia, Canadá, se produce una de las marihuanas más populares en Estados Unidos: la BC Bud. Columbia Británica (en español) tiene una población de 4 millones de habitantes y, según expertos en el tema de narcóticos, más de 40 mil personas se dedican al cultivo hidropónico y venta de marihuana. O sea, más del 1% de su población.
Lo que me pareció bien chingón fue la pregunta que soltó el narrador del documental al final: “¿Por qué aquí en Columbia Británica, donde más de 40 mil personas se dedican a este negocio prohibido, no hay el derramamiento de sangre que hay en cualquier ciudad del norte de México con la misma población que British Columbia?”
Dejemos a un lado si hay que legalizarla o no, si hay que fumarla o no, si hace más daño que el alcohol o no… El pedo aquí es ¿por qué ese puto salvajismo?
¿Será genético nuestro animalismo y de plano no tenemos remedio?
Así somos de curiosos los mexicanos. Así somos de incongruentes. Nos da miedo que el ejército ande patrullando las calles pero no nos da miedo que de jueves a domingo en la madrugada haya medio millón de conductores alcoholizados transitando en las calles (datos de mi ciudad, Monterrey).
Así somos.
P.D. Y antes de que empiecen con sus mamadas, les digo que no: que todo lo que he escrito lo he escrito sin ayuda de ninguna droga, legal o ilegal. Sí, yo sé que es algo increíble, pero así de chingón soy yo, snif.