Imagino a quienes no perdonan caminando entre
pasillos. Van topando siempre con pared, disfrutando los golpes que se propinan, llorando una dulce rabia, incapaces de distinguir las puertas de salida; y, cuando llegan a distinguir alguna, van y se estrellan contra ella por el puro placer de hacerlo.
Después de un arduo trabajo que creen espiritual –y que muchas veces es sólo tiempo–, algunos lograrán abrir la puerta que por fin los liberará de su dolor, pero insistirán en volver a entrar, quedando atrapados afuera, con su cantaleta de siempre, magnánimos: "Perdono, pero no olvido" –uy, no, pues muchas gracias, eh– o ese otro estribillo que dice: "Que te perdone Dios, porque yo no puedo". Si tan sólo supieran que el perdón no tiene nada que ver con seres fantásticos, y que si fueran un poquito congruentes con sus creencias, sabrían que Dios son ellos mismos. Pero bueno.
Pareciera que quienes no perdonan disfrutan del dolor autoinfligido porque no tuvieron suficiente con el infligido por el prójimo, que, en su defensa, también entra en ese proceso existencial de perdonarse a sí mismo; digo, si se quiere crecer como ser humano, pues, contrario a lo que muchos con complejo de víctima creen, ni el dolor ni la culpa hacen que nos sintamos vivos: es la ausencia de ellos la que nos hace vivir aquí, ahora.
Creo que el perdón tiene cierta dosis de insensibilidad, de desapego; más que de olvido. Va ligado al ego. Es un desapego del ego. Por eso a veces es tan difícil perdonar o pedir perdón.
Perdonar no depende de olvidar, sino de recordar el agravio y que éste ya no duela. Por "insensibilidad" no me refiero a volverse indiferente o duro como roca; descarado, cínico o como si se tuviera una caverna de hielo en el pecho. No. Otros dirán que el perdón depende de las circunstancias o del tamaño de la ofensa. Yo digo que el perdón depende del tamaño del ser. Y del tamaño del ego.
Esa insensibilidad la veo como una tranquilidad liberadora, que aflora de la sabiduría que dejan las experiencias, el aprendizaje que ofrecen los errores –que no son errores si dejan aprendizaje– y el conocimiento de uno mismo. Y esto último da humildad.
Pareciera que quienes no perdonan disfrutan del dolor autoinfligido porque no tuvieron suficiente con el infligido por el prójimo, que, en su defensa, también entra en ese proceso existencial de perdonarse a sí mismo; digo, si se quiere crecer como ser humano, pues, contrario a lo que muchos con complejo de víctima creen, ni el dolor ni la culpa hacen que nos sintamos vivos: es la ausencia de ellos la que nos hace vivir aquí, ahora.
Creo que el perdón tiene cierta dosis de insensibilidad, de desapego; más que de olvido. Va ligado al ego. Es un desapego del ego. Por eso a veces es tan difícil perdonar o pedir perdón.
Perdonar no depende de olvidar, sino de recordar el agravio y que éste ya no duela. Por "insensibilidad" no me refiero a volverse indiferente o duro como roca; descarado, cínico o como si se tuviera una caverna de hielo en el pecho. No. Otros dirán que el perdón depende de las circunstancias o del tamaño de la ofensa. Yo digo que el perdón depende del tamaño del ser. Y del tamaño del ego.
Esa insensibilidad la veo como una tranquilidad liberadora, que aflora de la sabiduría que dejan las experiencias, el aprendizaje que ofrecen los errores –que no son errores si dejan aprendizaje– y el conocimiento de uno mismo. Y esto último da humildad.
El perdón va a la par –o más allá, y a riesgo de sonar cursi– del amor y la
libertad. O quizás se transmuta en ambas cosas. Un amor y una libertad propia y ajena que insensibilizan al ego. Tener conciencia de esto, es saberse finito. O parte del
infinito. Depende la percepción que tengamos del mundo.
12 comentarios:
Excelente escrito Guffo, neta, muy bueno.
Un abrazo.
Voy a sonar a chupa pitos, pero te pasaste con este escrito Guffo. He leído la mayoría de lo que haz publicado (tengo mucho tiempo libre jeje) y creo que éste es el mejor.
Textos así me hacen quererte un poquito más...
Qué hermoso!!!!
muy bueno guffo, saludos y feliz año.
Hm.
Cuestión de perspectivas. Yo creo que el perdón debe ser equivalente a la disculpa.
Quién no se disculpa, no merece perdón.
puta! chingón texto.
He comenzado a mirar tus escritos, tus dibujados, y comienzo a leer y admirar tu mensaje, y la luz que sin tanto querer derramas en habitaciones cerradas, por grietas clandestinas pero sencillas y sin más, abiertas. Gracias! El perdón es algo primitivo y algo perteneciente a la sci-fi de las humanidades pasta mi. Quizá no existe para los incrédulos pero hay caminos directos cuasi cíentificos para llegar a el, ya será guiado desde torres de control, o por propia mano y voluntad.
muy buen texto!, en mi opinion, perdonar es como liberarte de una carga...
saludos desde ciudad juarez
Al final, todo se reduce a eso: El Ego.
Tienes razón.
Saludos...
Polycarpio escribe: Excelente tema para reflexionar. Buen 2015.
Estimado Guffo me ha gustado mucho esta reflexión acerca del perdón pues me ha tocado vivirlo personalmente.. Hace algunos una persona que amaba profundamente me hizo un gran daño... Tardé mucho tiempo en superarlo y poder perdonarlo... El año pasado mientras caminaba por las calles de Chihuahua una solitaria mañana, de pronto me dí cuenta que ya no sentía ningun rencor ni dolor... En verdad se siente tan liberador sentir el alma limpia de esos sentimientos pero no es algo que venga solo con el tiempo.. Es algo que hay que trabajar, es un natural producto de llegar a comprender que todos podemos ser sujetos u objetos de daño de los demás, y en un momento dado somos los hijos de las circunstancias... Y sí, perdonar es desapegarse del ego, dejar ir nuestro sentido de importancia... Un abrazo desde el DF (Si, ahora ando de cachanilla chilanga).. :)
Chingonsísimo este escrito sobre el perdón como el desprenderse del ego.
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