miércoles, enero 04, 2006

el clasemedierito enamorado

El director del Montessori imponía miedo, no respeto. Siempre entraba al salón en el momento menos esperado: alto, feo, papadón y muy serio; siempre con las manos por detrás. Se quedaba inmóvil en la puerta, mirándonos por encima como si fuéramos cucarachas, como si la corbata le apretara; con su cutis cicatrizado y cacarizo. Todos nos callábamos cuando lo veíamos ahí parado; nos sentábamos y hacíamos como que estudiábamos. Con un silencio sacado de lo más profundo del mar, regañaba parejo a todo el salón y se aventaba alguno que otro comentario sarcástico contra algún alumno en especial, por lo general, contra los más indisciplinados. Salía del salón y los murmullos y susurros subían de volumen otra vez. Yo sentía pena por el hijo del director, pues era mi compañero y casi nadie lo quería por ser el hijo del director. Qué culpa tenía él de tener un padre tan mamón. Noté que se habían llevado el pupitre de Bety a otro salón. Al día siguiente, la maestra de arte no fue a la escuela. El director volvió a entrar al salón con su pose perdonavidas y nos dijo que saliéramos al patio, que no íbamos a tener la clase de artísticas. Yo, de pendejo, levanté la mano. Dime Gustavo, me dijo el dire. ¿Por qué no va a venir la maestra Paula?, le pregunté. Esas son cosas que a ti no te interesan, me dijo, tú ocúpate de estudiar y yo me ocupo de arreglar los problemas de la escuela, ¿si? ; es más: ponte a recoger los papeles del patio, me ordenó el viejo culero. Su hijo me volteó a ver avergonzado pues yo no lo trataba tan mal como los demás alumnos. Le devolví la mirada haciéndole entender que él no tenía la culpa de tener un papá tan mamón. Salí al patio y detrás de mí los demás alumnos. A ellos los pusieron a hacer lagartijas, palomillas, sentadillas y demás ejercicios. Yo me puse a recoger los papeles del patio como me lo había ordenado el director. Ahora resulta que no tenía yo el derecho de preguntar por qué mi segundo amor se había ido sin ni siquiera darme una explicación. Viejo ojete.

11 comentarios:

ALEJANDRO AREVALO dijo...

Oye Guffo, ese pinche viejo es el vecino de ñoño? alla en Allende.
Si es asi pa´chingarle los aguacates cuando vallamos otra vez.Saludos

Manuel dijo...

y... que paso con Bety.
¿Alguna vez convidó de su torta?

Voy a prepararme una, que ya me dio hambre...

Ricardo dijo...

Bueno, al menos recoger papeles del patio esta mejor que hacer lagartijas y palomas... Del viejo mamon, pues que mamon... Mas adelante puede ser que salga del closet... asi pasa...

mau dijo...

Apoyo al Ric, creo que te hizo un favor y te fue mejor que a los otros.

Araceli Gallardo Peña dijo...

Me encanta cómo los hombres se acuerdan siempre así de sus primeros amores, los cuales como todo precoz siempre son en la primaria ¿será por la pureza de ese amor?.
Concuerdo: ¡Viejo ogt!

EL MATUTE dijo...

Jejeje, pinche guffo.... Oye no le dedicaste alguna manuela a la maestra? jejeje es una buena manera de hacer que perduren los amores jajaja, saludos bro.

Unknown dijo...

jeje eso de viejo ojete te salio del alma, fue la cereza en el pastel, o mas bien del post

saludos y vamonos a ver a oasis al defectuoso

Omar dijo...

Ah, que historias tan chidas y sentimentales, Don Guffo.
Ojalà que las de este año tengan finales favorables.
Un abrazo, maestro.

CHAD dijo...

nunca he entendido si todas esas vivencias son tuyas, pero estan de huevos!

verdette dijo...

es la educastracion fascista que nos han impuesto desde el kinder. Yo por eso no tengo hijos, para no meterlos a las pinches escuelas donde salen peor, mirame a mi,snif.

el mangos dijo...

chale y eso es bien raro porque se rumora que los maestro que son asi son bien al pedo fuera de la escuela, como si quedaran fuera de posesion demoniaca que les afecta en la escuela.
asi me contaron que era un maestro de no seque en la secu en la que iba pero creo que era tan ojete dentro de la escuela que le hecharon mal de ojo y se murio.