Hace un par de meses que a mis sueños les pongo más atención que antes. De hecho, ahora los apunto en una libreta y luego los paso al Word. Eso sí: siempre les pongo la fecha, pues me han estado sucediendo cosas algo curiosas. No sé si premoniciones, pero algo por el estilo; por eso los apunto luego luego al despertarme, porque hablar de esto es tema de chiflados, charlatanes y Walters Mercados y luego piensan que uno alucina o está igual de orate que esos güeyes esotéricos. No sé si alguna vez les haya pasado a ustedes lo que a continuación platicaré. El pedo es que esto que escribo nada más lo sabe una persona: la única persona que no creería que estoy loco o que soy un mentiroso y que conoce mis cosas más personales; entonces, lo dejo a su consideración, queridos lectores. Cuando suceda algo interesante que pueda probar, entonces les avisaré y les mostraré las pruebas.
Todo empezó la vez que soñé a un tío que casi ni veo. Fue por ahí de agosto. Me llamó la atención que lo soñara a él, pues, por lo general, sueño a gente que frecuento o veo seguido.
Soñé que estábamos en su funeral y que yo le insistía a mi familia que mi tío estaba dormido porque -según yo- lo había escuchado roncar cuando me acerqué al cajón de madera; cosa que nadie me creía y se reían cuando les decía que roncaba bien fuerte. Total que, ante mi insistencia, su familia se acerca al féretro y mi tía -la esposa del difunto- lo empieza a mover del hombro, tratándolo de despertar diciendo su nombre. En eso, que mi tío se voltea y abraza el ataúd como si fuera una almohada, sacando una pata por un lado y diciendo encabronado que lo dejaran dormir a gusto. En eso todos gritaron en el sueño y yo me desperté.
Una o dos semanas después del sueño fui a visitar a mis padres y, mientras leía el periódico, mi padre me dice riendo: "Nombre, mijo: ¿no te dijo tu mamá el pedote que nos sacamos porque creímos que tu tío Beto se había muerto?". Ah, cabrón... me quedé helado y los huevos se me fueron a las patas cuando escuché el nombre de mi tío el que había soñado muerto y revivía. "¿Por qué?... ¿qué pasó?", le pregunté. "Es que en el periódico de ayer -o antier, no me acuerdo- salieron unas felicitaciones por un reconocimiento que le acaba de dar la UANL a tu tío, y tu mamá pensó que eran esquelas, jaja… ya andaba haciendo llamadas alarmando gente, jajaja".
Busqué el periódico de días atrás que siempre guarda mi madre en el closet de la lavandería porque lo utilizan para las jaulas de los perros en la clínica veterinaria. Lo encontré y, en efecto, vi la cantidad de "esquelas" dedicadas a mi tío.
Confieso que el espinazo se me erizó y se me sigue erizando cada que recuerdo o escribo esto. Me arrepiento de no haber dicho nada en el momento porque como que todos en mi casa andaban en su pedo o distraídos con otras cosas, por lo que pensé que nadie me creería. Además, como que entré en shock cuando el sueño vino como flashback a mi mente.
Unos días después soñé a un compa de la infancia que era karateca y que también tenía mucho de no ver. Soñé que se peleaba a golpes en las escaleras eléctricas de la tienda Liverpool con mi compa de la universidad: el gorroso que se la pasa en rehabilitación y llamándome en las mañanas para preguntarme pendejadas. Total que en mi sueño mi compa el gorroso le da un chingazo en la cara a mi compa el que era karateca, lo manda de nalgas hasta el suelo y mi compa el karate kid se levanta lleno de sangre de la nariz y de la boca, diciendo que ahí moría la pelea. En eso me desperté.
Total que a la semana me topo a mi compa el karateca en una carne asada de la racilla del barrio, que teníamos ya algunos meses sin juntarnos, y me platica que sigue trabajando en Cemex, que todavía no tiene hijos, que se acaba de comprar una moto y que se metió a clases de box. Cuando se despidió, por ahí de las 11, todos alegamos y le dijimos que no se fuera, que no fuera joto y se quedara. Su respuesta fue que tenía que levantarse más temprano de lo habitual al día siguiente porque iría a checarse la nariz con un primo doctor, porque su maestro de la clase de box le había puesto un chingazo que lo mandó de nalgas al suelo en un combate de prueba.
Ah, chinga… la neta que me asusté. El sueño se recreó en mi mente y tampoco dije nada. Es el pedo de estas cosas: nadie las cree si no le suceden a uno.
Esa noche, de regreso a casa, sentí como si alguien estuviera vigilándome. Ni en mi coche me sentía seguro. El vello de la espalda se me crispaba. Sentía que si volteaba por el retrovisor alguien estaría viéndome desde el asiento trasero; que alguien iba conmigo en el coche para entrar a mi departamento, mirarme dormir en las noches y soplarme las pistas de los acontecimientos que sucederían días después.
Empecé a sentir algo de miedo antes de dormir. Ahora duermo menos. Me levanto más temprano de lo habitual y me duermo más tarde de lo que acostumbraba. De repente me da algo así como que una locura y pánico que nubla la razón y madurez de un hombre de 31 años. Pero pienso que son simples coincidencias y me tranquilizo. A veces me pongo a recordar si esto ya antes me había pasado o lo que pasaba es que no era tan atento con lo que soñaba y ni cuenta me daba si sucedían las cosas o no.
Lo que ahora me preocupa es que anoche soñé que estaba en la cárcel. Que la cárcel estaba en uno de los salones de la esuela primaria donde estudié y me metían con una mujer que no logro identificar quién es. Estábamos los dos en la celda y en eso llegaba el director del Montessori y nos decía: "Ustedes son los que salieron más altos en todos los exámenes... pero qué lástima que estén aquí y aquí se vayan a quedar por un buen tiempo...". El director –Francisco, se llamaba- se iba y ahí nos dejaba. Yo lograba salir de la celda a punta de chingazos y patadas y gritos en los barrotes, que me dejan las piernas y los brazos molidos, casi fracturados, y sólo me podía arrastrar por el suelo para escapar de ahí. De pronto, alguien me tomaba de un pie y me jalaba de nuevo a la celda y me envolvía una desesperación tremenda. En eso me desperté.
Me intriga lo que pueda significar este sueño. Por eso ahora escribo todos los sueños que me intrigan; porque sin pruebas, suenan a palabras de loco.