No soporto a las viejas ludópatas. Las pocas veces que he ido a tirar mi dinero a un casino he estado a punto de consumar un atentado terrorista con pedos químicos y bombas de humo, sin contar las mil ochocientas veinticatorce veces que por la cabeza me ha pasado darles una patada en su enorme y bofo culo a este tipo de mujeres.
En uno de los tantos casinos que han proliferado en mi ciudad, estaba yo muy tranquilamente sentado frente a una maquinita que se mamaba mi dinero en fracciones de segundo. Era uno de esos sábados en que los amigotes están todos dormidos por la cruda del viernes y uno se levantó bien temprano por causas desconocidas. En eso, atrás de mí, se para una ñora de esas que fuman como si les regalaran los cigarros, que andan todas fodongas y tienen el cuerpo parecido a un tanquecito de gas de 10 kgs de capacidad. Cuando la ñora se puso atrás de mi, lo primero que pensé fue: “Esta vieja ha de haber leído mi blog y sabe que tengo debilidad por las señoras, pero lástima: ella no es mi tipo”. Pero mi pensamiento no pudo haber estado más equivocado, porque en eso, que llega la hija -igual de huevona, fodonga y fea- y le dice: “¿Por qué no está jugando, amá?” (ante todo está el respeto a los padres, por eso hay que hablarles de “usted”). Y la ñora le responde: “Es que este joven está en MI máquina”, haciendo énfasis en MI.
¡Ah, chinga! Ahora resulta que cada una de las maquinitas tiene su dueño, ¿o qué pedo? Habiendo tantas putas maquinitas, ¡ah, no!, la gordinflas de lentes quería a huevo sentarse en la que yo estaba jugando. Che vieja cagalera. Y lo peor del caso es que a uno, que no frecuenta esos lugares, lo ven como bicho raro, como intruso, como ave de mal agüero.
Mujeres ludópatas de mundo, viciosas de estar apachurrando botoncitos y chingándose la lana de las tandas que organizan con la comadre o la colegiatura de sus pobres chamacos: en vez de estar alucinando que esa es "su maquinita” y que “su maquinita” las va a hacer millonarias porque ya tienen una estrecha relación sentimental con ella; mejor deberían de estarle preparando sus huevitos rancheros a su viejo, hirviendo frijoles para prepararlos a la charra para las posadas que vienen, vendiendo productos Avon casa por casa o ayudándoles en la tarea a sus hijos sin futuro.
Lo más chido de este post es que un chingo de conocidos, amigos y familiares se van a sentir aludidos, ofendidos o agredidos; como cuando he escrito sobre bodas, política, los nicks del messenger, fútbol, religión y demás. Eso está bien a toda madre porque, cada que escribo un post “controvertido” (según ellos) o “tirando pedradas” (según ellos) y me los topo en algún evento, empiezan a justificarse. “Eh… jeje, por cierto: leí tu blog de los jugadores viciosos, jejeje… a mi vieja sí le gusta ir a jugar al Caliente, pero no es tan picada como dices, jeje… ella nomás se gasta 500 pesos a la semana pero bla bla bla”.
Uuuuy, como si me importara o mi opinión tuviera tanto peso.