jueves, mayo 31, 2007

Chiste Alowey, Chimicuil y solución para un planeta mejor

Empecemos con las tremendísimas aventuras del Ocelote Verde:



Ahora el momento cuchi cuchi con el Pequeño Chimicuil:


Y para finalizar, un mensaje para la humanidad cortesía de Helados Adelita y Bicicletas Ranchito:

Tanto cabrón que defiende la vida reprobando el aborto, rechazando la eutanasia y desaprobando las drogas y el narco. Muy defensores de la vida, ¿no? Muy metiches defendiendo la vida de otros, ¿no? ¿Quieren de verdad defender la vida, bola de cabrones? Pues entonces hagan algo con todos los derrames de crudo que vierte PEMEX “accidentalmente” en la selva de Tabasco, Chiapas, Oaxaca y Campeche; chínguense –o denles otro empleo- a los tala bosques, a los tiburoneros, tortugueros y vendedores de especies exóticas; hagan auditorias a las empresas que tiran sin parar mierda gris al aire y sustancias tóxicas al agua que todos –TODOS- respiramos y bebemos; prohíban el uso del petróleo como combustible, creen iniciativas de ley para el uso de los coches eléctricos, para el uso de celdillas solares, para que todos los empaques sean biodegradables y sólo se produzcan refrescos en lata y retornables. Encabrónense con los puertos y marinas que arrasan con arrecifes de coral al momento de su construcción, háganla de pedo a los hoteles cinco estrellas que construyen con permisos chuecos sobre manglares o playas donde desovan las tortugas, prohíban que la gente se meta al mar con aceite en el cuerpo, promuevan la cultura de plantar árboles, etc, etc. Tantas cosas que se pueden hacer para defender la vida en situaciones que realmente nos afectan a TODOS, no un abortito que al único que afecta es al feto y a su madre. Lo que aún nadie ha entendido es que, en cuestiones ambientales, sí nos va a cargar la chingada a todos; eso es lo que no entienden los que nos gobiernan y los que se enriquecen de los recursos no renovables de este país. ¿Quieren verdaderamente defender la vida? Hagan algo por el planeta en cuestión ecológica, eduquen a los niños y no se pongan a pendejear con lo del aborto, la eutanasia o las drogas. Con educación de calidad no tendremos niños drogadictos ni chamaquitas que quieran abortar. Aparte, esos son asuntos muy personales de cada individuo. Dejen que cada quien decida qué mierda le mete a su cuerpo; déjenlos que decidan por el feto que, ay, pobechito, no tiene poder de decisión, y que también decidan por el enfermo terminal. Muy pedo de ellos si se quieren arriesgar, morir, tener la conciencia intranquila o lo que sea que vaya a ser. Lo anterior no afecta a nadie más que a ellos: es una o dos personas los afectados, pero la vida en la tierra y los problemas ambientales sí son cuestión de cagarse de miedo en los pantalones porque ahí se llevan de encuentro, no a un fetito, no a un enfermito, no a un droguito; sino a 6 mil millones de humanos.

martes, mayo 29, 2007

Donde fuiste feliz no debieras volver...

“…que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver…”.

Fue lo último que dijo la bocina de la puerta izquierda del coche -la única de las dos que aún funciona- precisamente en el instante que pasé frente a la casa de mi infancia: la casa que ahora es de un espantoso color verde pistache, ya no tiene la fronda del antiguo árbol de mandarinas cubriendo la terraza, y la cochera para un carro compacto –junto con el pequeño jardín de enfrente que alguna vez me sirvió de campo de fútbol imaginario con todo y portería- desaparecieron porque los dueños actuales construyeron paredes y pusieron piso para hacer un comedor muy popof que se alcanza a ver por la ventana cada que las cortinas blancas del interior –también muy popofonas- se elevan con el viento fresco de las 6 de la tarde.

Volví a pasar por la casa donde viví cuando era niño; yo creo que habité ese domicilio hasta la edad de nueve años. La primera vez que, de adulto, pasé por mi antiguo barrio, fue cuando recogí con el sastre un pantalón de un traje azul marino que usaría esa misma noche en una boda. El traje, obviamente, me lo había prestado mi padre. Yo no tengo traje a mis 30 años. El viejo sastre no se acordó de mí y no tuve el entusiasmo de refrescarle la memoria diciéndole que yo era el hijo de tales personas que vivieron en la calle tal y que mi mamá toda la vida llevó a arreglar mis pantalones a su negocio porque me los compraba más grandes que de mi talla normal porque así podía usarlos varios años de la primaria.
Creo que ya no existen los sastres en esta ciudad, salvo en esa colonia, donde también subsisten las mercerías que venden bolas de estambre de muchos colores y encaje, las tienditas que venden refrescos en bolsas de plástico con popote y las ya casi extintas paletas Dumbo (que sigo sin saber por qué se llaman Dumbo si en el empaque no viene dibujado ningún elefantito).

Los fantasmas de sus calles siguen vivos, sólo que ahora, después de poco más de 20 años, están abandonados y son más silenciosos. Son fantasmas solitarios que se hacen compañía de otros fantasmas y de los ingenuos recuerdos empolvados que gente cursi como yo evoca y desempolva. Son espíritus que se alimentan de memorias chafas que arrancan lágrimas, de momentos de extrema sencillez y austeridad: de recuerdos de cuando la vida parecía tener piel de oveja, de cuando no había mucha acción, pero todo era perfecto… Hasta que mudó la lana y creció el pelaje de lobo y la ciudad y la vida no volvieron a ser las mismas de antes.

“La vida, la vida, la vida, ¿qué es la vida?, en tratar de entenderla se nos va la propia vida”, dijo la bocina de la puerta del carro.

Esa tarde volví a pasar por mi primer hogar sin pretexto alguno. Realmente no tenía nada que estar haciendo por esos rumbos de la ciudad; es más: me queda lejísimos de la colonia donde ahora vivo. Simplemente manejé y el piloto automático de la memoria –o del corazón, no sé- me llevó ahí. Esta vez no fui a recoger un pantalón ni a comprar estambre (¿para qué fregados quisiera yo comprar estambre?) y, al pasar por la tiendita –pintada del mismo color y atendida por la misma señora que tampoco se acordó de mí- se me antojó demasiado sentarme en la banqueta de franja amarilla despintada a tomarme una coca cola adentro de una bolsa de plástico transparente: agitarla hasta que se inflara y se pusiera toda dura y pareciera como si se fuera a reventar.

Quise pasar por el añejado barrio donde nací porque últimamente las cosas no se han dado como he querido; como he soñado o como pensé que a mi edad iban a ser las cosas. A veces creo que la solución –ramplona, pero solución al fin- es cometer esa pendejada de mirar hacia atrás en lugar de enfocar la vista y todo lo demás para adelante: en el futuro. Creo, y apuesto a que muchos estarán de acuerdo conmigo, que es más fácil -y cobarde- recordar el pasado y refugiarnos con los ojos tapados en ese rinconcito de tiempo en el que fuimos felices, a crearnos una imagen de nosotros mismos en un futuro no muy lejano sin temor a vernos triunfando y terminar fracasando; porque a veces así es la vida, la vida, la vida, ¿qué es la vida? A mí eso me atemoriza, por eso cometo el error de mirar atrás.

Di vuelta en la esquina del parque donde mil veces me picó la ortiguilla, donde pasé horas recostado en la tierra mirando a los ejércitos de hormigas regresar en formaciones perfectas hacía sus hormigueros en los días que amenazaban con llover. Pensé que ensuciarme las nalgas del pantalón beige sobre la banqueta de la tiendita valdría la pena; que sería lo mejor del día aunque sólo fuera por un instante. Me estacioné afuera de la tiendita. El refresco frío infló de inmediato la bolsa y lo contemplé con asombro, como si fuera magia lo que sucedía ahí adentro y no una obvia ley de la física de los refrescos negros y azucarados. El primer sorbo de soda fue una catapulta a mi infancia, pero mi pensamiento adulto me recordó que no había tiempo de perder el tiempo en trocitos de tiempo que ya están a destiempo, y me catapultó de vuelta al presente recordándome que no debía ensuciar mi pantalón de vestir porque los otros dos los tenía sucios y que el refresco en bolsa tiene la textura de una chichi con silicona.

jueves, mayo 24, 2007

Más blogs de los que salgo huyendo...

Más blogs de los que salgo huyendo -y no vuelvo- con sólo leer el perfil:

Los güeyes que se autodenominan “irreverentes”, “sarcásticos”, “de humor ácido”, “neuróticos”, “implacables bebedores de café” o “soñadores empedernidos”. Los peores son los que ponen: “Soy músico, poeta y loco, pero más loco que todo lo anterior”. Ay ay.

Las viejas que se autodenominan “sincerotas”, “sin pelos en la lengua”, “que dicen las cosas como son”, “buenas amigas por las buenas pero unas perras en las malas”, “adictas a la cafeína”, “me fumo dos cajetillas de cigarros al día”, “medio paranoica y medio obsesiva”, "obsesiva y media" y de más mamadas que creen que son de una personalidad cool.

Los peores son los que se toman aún más en serio lo que tienen que poner en su perfil, como por ejemplo: “Hijo renegado de la cultura pop ochentena que se crió viendo tanto al Tío Gamboín como leyendo a Rius, jugando atari y armando el cubo Rubik…”, o: “Eslabón perdido de la generación X con tendencias emo pero rayando en lo cool, socialmente no aceptado por romper los patrones culturales establecidos…”, o: “Marxista de hueso colorado pero de mente flexible, observador de las masas antagónicas…”. Puro bla bla bla; puro pinche pedo estos güeyes mamilas. Pónganse a jalar.

Todos los güeyes que quieren ser como el Huevo, como el Falso Profeta o el Salaverga. Y no porque estos tres cabrones me caigan gordos, para nada (si yo soy su “fans”) pero como que con uno de cada uno de ellos basta, ¿no? La cosa es que hay unos blogueros principiantes bien descarados que se copian el mismo desmadre de estos tres creyendo que tendrán el mismo éxito que ellos tienen. No sean ratas y fórjense su propio nombre en la blogósfera siendo originales.

miércoles, mayo 23, 2007

Puros muertitos y el Chimicuil

Me sacó de onda la noticia de que se murió el pinche Chocoratón. El Chocoratón -como yo lo apodé por su cara de rata y su color prieto de piel- era el bato de la casa de a lado, un cabrón que en las noches ponía un puesto de tacos y enchiladas con su jefa y en las tardes ponía su pinche música de escusado: puro regetón, banda, cumbia y de más horrores con berridos de sombrerudos y pochos. Tenía ya una semana de no escuchar por mi ventana la potencia de su estereo que seguramente no terminió de pagar en Elektra con su tarjeta de Banco Azteca; tenía ya una semana de no cerrar la ventana gritando: "¡bájenle, chiiingada madreeee!" o "¡ssshhhta hombreee!". Estaba muy raro, tanta paz a veces hasta incomoda y uno percibe que algo anda mal. Y que hoy me voy enterando por medio de la señora que me renta que el Chocoratón se ahorcó en su cuarto el viernes. Sentí cierto alivio y algo de culpa pues la neta si le tiré muy mala vibra con mis pensamientos cada que prendía su pinche radiecito y ponía sus espantosos ritmos tercermundistas. Llegué a pensar que hasta tengo poderes mentales bien cabrones. Pero ahora tengo miedo que en la noche venga a jalarme las patas a ritmo de "...a ella le gusta la gasoliiina, dame más gasoliiina..." Pinche Chocoratón, si estás leyendo esto, no mames y no vengas a asustarme. Te perdono por tu música.

El ejecutado número 61 en mi ciudad era un conocido. Estaba casado con una amiga. El güey era de esos estafadores fantoches que se hacen pasar por cristianos y te hablan bien bonito y son bien amables hasta que se ganan tu confianza y te chingan con dinero y propiedades. La neta a mí siempre me cayó gordo el güey, nunca me dio buena espina y, dicen los que lo conocían, que era sólo estafador, pero no andaba en el negocio del narco; cosa que a mí me vale madre. Al último que robó fue al novio de la Gloria Trevi, de hecho, salió un reportaje en la revista TV y Novelas sobre los 5 millones de pesos que le había chingado allá en Tampico por confiadote y porque lo envolvió con su labia. Una semana después del artículo en la revista, que lo balacean afuera de su casa frente a su esposa y su chavillo. Ahora, con tanta ejecución, cualquiera puede matar con cualquier pretexto pues luego luego le achacan los muertitos a los narcos.

Después de tanta muerte, pasemos con el Chimicuil para cursiar el día.

viernes, mayo 18, 2007

De por qué no leo blogs ni fotologs y la continuación del Chimicuil

Bueno, sí leo blogs, pero hay algunos de los que salgo huyendo -y no vuelvo- con sólo leer el perfil. Por ejemplo, los blogs de güeyes y viejas que, donde dice “ubicación", le ponen:

- En algún lugar de tu subconsciente.
- En la habitación de tu memoria.
- En la ciudad que se perdió en tu mirada
- En un mundo paralelo en la latitud de tus pensamientos.
- En un lugar perdido detrás de la última estrella polar.
- En lo más desconocido del limbo.
- En el filo de tu tacto.
- En los confines de tu corazón.
- Al otro lado del infinito.
- Donde topa el cielo.
- Viajando de constelación en constelación.

y mamadas por el estilo.

Ah, y ¿que por qué odio los Fotolog? Porque todo mundo escribe así:

“Ke roio niños y niñas… psss aki subiendo una pik del juebebes… jajajajaja… trate de subirla aier pero este fukin fotolog no me dejooo… stuvo chida la night verda Brendisss… jajajajajja… ke risa con el wey que llego a preguntar que si eras una tal Cintia… jajajaja… no kiero volver a klaseeeeeessss!!! :(

Si yo fuera papá y le cachara a mi hijo o hija su fotolog y veo que escribe así, le cobro cada pinche centavo que gasté en su educación primaria.

Bueno ya, ahora va el Chimicuil, que también tengo mi lado tierno, snif.

miércoles, mayo 16, 2007

Escuadrón Retro, Chimicuil y fotos porno

He tenido mucho jale, muchas broncas y bla bla bla; muchas cosas que ya sé que a ustedes les vale quiote, por eso mejor los dejo con la continuación del Escuadrón Retro y el Pequeño Chimicuil, antes de que salgan corriendo de este blog (que como quiera lo harán después de leer mis jaladas).






Antes de leer esta tira, todos le tienen que hacer así: "aaaaaaaaiiiiiiii, qué liiiindoooooo", en tono tierno; si no, no la lean.



Y aquí me encuentro yo, escuchando los rolones de Víctor Iturbe, alias El Pirulí, en las potentes bocinas de mi PC, dándole la espalda a los horrores del mundo, embelezado con las dulces vaginas de las musas; en ese momento que nosotros los, ay, artistas, llamamos: "P r o c e s o C r e a t i v o" (aplausos por favor, o de perdido exclamen un sonoro: "ooooooohhhhhh"). Todo esto, obviamente, después de cenarme dos sangüichotes de atún con verduritas en lata y prepararme un vasote de limonada eléctrica -la cena de los campeones- para aguantar la calor de 32 grados en la noche. Niños: no intenten esto en casa, eso déjenmelo a mí que soy un profesional y un pobre diablo.

miércoles, mayo 09, 2007

Chimicuil Alowey

Los dejo con un Chiste Alowey y les aviso que ya está avanzando la solución a los problemas con la editorial; no desesperen, no desesperen... A los que me han pedido el libro y les he quedado mal con la entrega (por los pedos con la editorial) los voy a compensar con un extra en su pedido: unas tarjetucas que voy a sacar de edición limitada para el próximo día del amor, pero se pueden usar en cualquier fecha del año o en algún aniversario romántico.
Es que neta que estoy bien apenado -y encabronado a la vez- con esta situación del libro. Sé que son cosas que no están en mis manos solucionar porque son pedos de la empresa, pero, si lo único que tengo para ofrecer a la raza es mi palabra honesta y mi trabajo, pues da coraje quedar mal (por culpa de intermediarios o terceras personas)con quienes tengo que quedar bien, que son ustedes, los que disfrutan de lo que hago, dibujo y escribo y a quienes no dejo de agradecerles que se den la vuelta por aquí. Pero en fin, ya mero acaba el pedo, sale el libro y lo tendrán con sus regalitos extras.

Y aquí sigue la continuación de Cir & Co, o Las Aventuras del Pequeño Chimicuil, la tira cómica más cursi y ñoña del planeta:

miércoles, mayo 02, 2007

Datos varios y más del Chimicuil

Me dijo un compa que estoy igualito a Alejandro Ibarra. Snif.

Otro compa me dijo que mi vida se le figura que es igualita a la del güey de la película American Splendor: un señor pesimista, loser y amargado que se convierte en "artista de culto" (pero sigue siendo un loser) escribiendo comics sobre sus desgracias y quejas contra todo. No se si fue halago o mentada de madre, no sé si lo dijo por mis amargues, porque a algunos les gusta lo que escribo o porque cree que algún día seré famoso. Lo tomaré como un halago.

Los Gemelos Fantásticos son los superhéroes más estúpidos que hayan podido inventar. El bato se transformaba siempre en pura pendejada: jaulas de hielo, cubetas con agua, en una rueda... ¿Quién, teniendo superpoderes, se transformaría en esas mamadas?

Siempre me han cagado las películas de Pedro Infante y las historietas de Memín Pinguin y La Familia Burrón. Las siguen transmitiendo y las siguen publicando y siento que ya no vienen al caso. Ya nada reflejan del México actual. Se quedaron obsoletas.

De morrito disfrutaba muchísimo las películas de Bud Spencer y Terence Hill; me gustaban de a madre. Hace años que no veo una y namás que salgan en DVD las voy a comprar todas, jojojo. La mejor de todas: "Juntos son Dinamita".

Chespirito es un genio porque repitió por 20 o 30 años el mismo chiste sobado una y otra vez y a la gente le seguía pareciendo chistoso. Prefiero decir que Chespirito es un genio a que la gente -yo incluido- es sumamente pendeja.

Ahora sí va la continuación de las aventuritas del Chimicuil