martes, enero 31, 2006

más cosas de mi vida que a nadie le importan...

- Sigo con la colección de cds quemados con música naca. Hoy quemé uno con rolas de los hermanos incestuosos esos de Pimpinela, la greñuda de la Daniela Romo (tuuu, luna máaagicaaa), Diego Vergader, una que otra de los ruquitos de Mocedades y la de "Carretera", de Cecilia Toussaint. Ajuuua!!!

- Al pobre torito ese de la Plaza México que se llamaba "Pajarito" (que por cierto, tenía un pajarototote) le salieron alas y voló a las gradas donde estaba sentado el público y chingó como a 7 personas y cornó a una ruquita (juarjuar). ¿Pa´qué van a esas chingaderas de la fiesta brava, cabrones?. Ah, y todavía lo matan al pobre animal cuando estaba atorado en las gradas con una espadota en el lomo. Que tiernos: México rumbo al primer mundo.

- Y ya para acabarla de chingar, rematan las noticias con la nota y el video de una bebita recién nacida que tiraron a un río en Brasil envuelta en una bolsa de plástico negra para que se ahogara porque su mami no la podía mantener. Mamá hija de su chingada madre: si la vas a matar, pos mátala, pero no la dejes a la suerte a ver si se ahoga o no. Eso sí es ser culera. Ojalá la refundan en el bote a la chinche jefa y ojalá la niña sea adoptada por Mary Poppins.

¡Aaaaaanimo señores!!!, el mundo marcha a toda madre.

P.D. Ah, y Bush sigue con sus puñetas mentales de que Osama nos va a atacar, de que las armas nucleares, de que la guerra, de que la libertad. Lamento decirle, señor Presidente, que ya nadie lo pela con sus paranoias, pinche loco. Usted sígale así.

Ahí se ven.

lunes, enero 30, 2006

doble nudo

Si para algo yo era bueno; es más: ¡un maestro!, era para abrocharme los zapatos con doble nudo. Ahí sí todos me la pelaban. Recuerdo el día en que aprendí a abrocharme las cintas (agujetas) de los zapatos; fue tan glorioso como el día en que mi madre ya no tuvo que ir al baño a limpiarme después de hacer popochas, aunque ella insistía en que todavía no lo sabía hacer bien. Obviamente los resultados no eran los mismos porque abrocharse los zapatos de la escuela era más fácil porque uno puede ver los resultados y en la otra actividad no, pues uno podía dejar una mancha café en los calzones Fruit of the Loom. Manchando chones y con gangrena en las patas de lo apretado que usaba los tenis fue como me di cuenta de mi genial capacidad pues, sabía anudarme los zapatos muy bien, pero tenía que refinar mi técnica para limpiarme después de ir al baño a soltar la calabaza. Pero eso no importaba, pues tenía casi 5 años y yo era el experto y el único que sabía anudarme las agujetas y me sentía grande por haberme abrochado los zapatos yo solito y, aparte, con doble nudo, cabrones. El mundo estaba a mis pies. Recuerdo que llegué a la primaria presumiéndole a mis amigos lo del doble nudo y los dejaba apantallados (todavía no tenía mis tenis de Gigante, tenía unos Panam bien chiros). Ooooijoles, ¿cómo le hiciste?, me decía la racilla. Y yo como pavo real, dominando la situación, enseñándoles a todos la técnica del doble nudo e inflamándoseme el pecho con la adulación de los demás. Pero nunca falta el hijo de puta que le derrumba a uno su torre de barajitas o su caminito de fichas de domino paradas. Yo traía pants en esa ocasión porque nos tocaba deportes (Educación Física, le decían, y con un maestro bien pedote) y que llega ese hijo de la rechingada madre y que me baja el pants y que todos me ven la rajita de lodo en los calzones. Esa rajita que dejaba por no saberme limpiar bien y que yo creía que me limpiaba. Todos rieron y me dijeron: ¿¡pos no que muy reata?!?! juarjuar. Y yo les dije: para lo que yo soy bueno es para abrocharme los zapatos con doble nudo, no pa´ limpiarme la colita... Snif. Si no se hubiera ido corriendo ese güey que me bajó el pants habría sentido la furia de mis tenis Panam con doble nudo en sus huevos.

sábado, enero 28, 2006

el perro feo


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Este perro siempre anda merodeando por el barrio vendiéndonos su lástima. Creo que empezó a venir más seguido desde que le aventé unos huesos de t-bone que sobraron de una carne asada que hicimos en el departamento. Lo vi frente al parque husmeando entre las hierbas y me dio tristeza lo esquelético que estaba y le aventé unos huesos junto con una mitad de un trozo de carne que nadie se terminó. Al principio se asustó y corrió: debió haber pensado que alguien lo estaba apedreando, pero el olor de los restos de carne pegada al hueso lo hizo volver a devorarlos con gusto y un hambre contenida de semanas atrás. Me he dado cuenta que a este pobre perro nadie en el barrio lo quiere por feo y callejero. Sólo el taquero de a lado le da las sobras de los pellejos que fríe para los tacos, pero como dicen por ahí: perro no come perro. Salvo yo y el taquero de a lado, las demás personas lo tratan de la fregada al pobre animal. Tal vez si este perro fuera de raza o tuviera pedigrí o estuviera más bonito lo tratarían de otra manera, porque así somos los humanos hasta para tratar a nuestros semejantes. He visto como la señora de la tiendita lo corre ondeándole un trapo o una chancla, y como el señor de la carnicería lo espanta de su negocio diciéndole: ¡júuuuchile, oooorale, váyase de aquí, cabrón!!!, en vez de aventarle un trocito de carne de esos que les sobran y que prefiere tirar a la basura. Este perro flaco no tuvo la misma suerte que tuvo el perro de la casa de la esquina que siempre me ladra cuando paso; así como muchos hombres y mujeres no tuvieron la misma suerte y oportunidades que uno tuvo. No me sorprende que las personas no sientan compasión o algo de lástima por este perro, pues no lo hacen con sus semejantes, ¿por qué habrán de hacerlo con un pinche perro feo? Últimamente en las carnes asadas ya no como carne. Compro unas papas y unas calabacitas, las parto, les pongo mantequilla y pimienta, las envuelvo en aluminio y listo. Ah, y compro algunas costillas de esas baratas, pero con carnita, por si viene el perro feo.

miércoles, enero 25, 2006

cuando el amor llega asi de esta manera uno no tiene la culpa...

Se apagó el monito rojo y se prendió el monito verde. Como siempre, uno que otro carro se pasa de largo ignorando el semáforo en luz roja. Les vale madre y les seguirá valiendo madre; aquí no es como en las películas esas donde el transeúnte es quien lleva la mano en la calle. El agente de tránsito estaba más entretenido viéndoles las nalgas a las secretarias que regresaban de su hora de comida. Crucé la calle y nunca falta el imbecilazo que mete toda la trompa del coche sobre la raya amarilla de los peatones porque no tuvo los huevos suficientes para cruzarse en luz roja porque vio de último momento al tránsito en la esquina y mejor decidió frenarse sobre el paso peatonal. Así somos. Le saqué la vuelta al carro del tarado ese y subí a la banqueta contraria por un lado de la rampa para discapacitados que, sinceramente, nunca he visto que las usen porque no creo que se atrevan a salir a las calles con tan chaparra cultura vial que tenemos. El agente de tránsito seguía apendejado con la temblorina de las nalgas de las secres y ejecutivas que por ahí pasaban. El hombre hacía como que trabajaba ondeando la mano como idiota mientras les rompía el traje sastre a las mujeres con una mirada que hacía suponer que tenía mucho tiempo ya de que no le gustaba su esposa. En vez de multar al cabrón que estaba obstruyendo el paso de los peatones prefería descremarse mentalmente. Ni hacer corajes es bueno. Formé mi burbuja concentrándome en la fricción de mis pantalones de pana; un sonido muy común en el invierno. Pero me detuve. Aunado al rip rip de la pana al caminar, el ruido de mis zapatos recién boleados que molían las pocas hojas sobre la banqueta me impedían escuchar la canción que tocaban en algún establecimiento a lo lejos. El penetrante olor de la grasa negra seguía colgado de los pelitos de mi nariz. Miré al suelo para concentrarme en la melodía y noté que la grasa había manchado un poco el pantalón: pinche bolero, ya ni porque siempre le doy propina lo hace con cuidado. Le di turn off al sonido ambiental y formé otra burbuja donde lo único que escuchaba era la tonada de esa canción. “…cuando el amor llega así de esta manera, uno no se da ni cuenta…” Aaaah, cómo no, ya había escuchado antes esa rola y desde la primera vez se volvió una de mis favoritas. “…cuando el amor llega así de esta manera uno no tienen la culpa, quererse no tiene horario ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan”. Todo el día tuve esa rola en la cabeza. Salí apurado del trabajo, empezaba el frío y no le había echado suficientes monedas al parquímetro, pero como quiera, me detuve en la farmacia a comprar algún dulce o algún chicle. Compré unos chicles de esos que vienen en una cajita de cartón. Tres pesos con cincuenta centavos. Sonaban como maraca las tabletitas cuadradas y acarameladas dentro de la caja cuando la agitaba. Eran de esos chicles blancos, de menta; no de los verdes esos para el mal aliento que queman la boca con su sabor. El tiempo en el parquímetro había expirado pero no me multaron. Me subí al coche y estaba caliente, como sauna. Me gusta ese abrazo del calor cuando me subo después de haberlo dejado varias horas bajo el sol y de caminar varias cuadras entre la ventisca fresca de las 5 de la tarde. Traté de quitar el celofán del empaque de los chicles que sonaba como fuego crepitando. En un intento desesperado y un movimiento torpe, abrí el empaque al revés y los chicles volaron por los aires cayendo directamente en el asiento del copiloto… formando tu sonrisa…. hasta esos dos dientes que dices que tienes chuecos y que a mí tanto me gustan. Es que cuando el amor llega así de esta manera uno no tiene la culpa…

lunes, enero 23, 2006

firmes... ya

Teniendo palancas, como quiera saqué mi cartilla militar de manera honesta. ¡Qué pendejo!!!, me dijeron mis amigos remisos que pagaron por ella a los 24 años. Igual y sí, igual y no. De todos modos me tocó bola negra, de esos que no marchan. A mi amigo el Takechi sí le tocó bola blanca y se jodió y tuvo que ir a marchar. Mira Tekechi -le decíamos- bajate el pantalón y enséñale al General que si tienes las bolas negras, pa´que ya no marches -jajaja, y el Takechi se cagaba todo. Como quiera terminó arreglando su situación de bola blanca con un billetito. Cuando fui a recoger mi cartilla liberada al campo militar, no faltaban los soldaduchos mamones y prepotentes que le hablan a uno con muchos huevos. "Pinches fresitas, aquí los vamos a hacer hombres, pinches niñas" o "aquí no queremos greñudos como los del grupo Molotov", eran las frases que se escuchaban. Pero de entre la multitud, alguien respondió: ¡Los de Molotov no andan greñudos, pendejoooo!!! Juarjuar, explotamos en risa toda la clase 76 y el pinche militar se puso morado del coraje y empezó a gritar: ¿Quién fue, quién fue pinches jotos maricones??? - y no salía el culpable, obviamente- ¡Pónganse a correr todos hijos de la chingada!!! Juarjuar, pos sí, pero lo tarado y la humillación no se la quitó con nada y la risa me duró las 3 vueltas que dimos al campo de futbol. Hubiera querido ser yo el que gritó eso. Con madre.
Luego les cuento cuando mi papá me mandó trajeado y encorbatado a tomarme la foto pa´la credencial de elector. Snif, maldito nacionalismo patriótico.

sábado, enero 21, 2006

tonterías que a nadie le importan

Es fin de semana, no ando ganoso de escribir. Pondré cosas que a nadie le interesan:

- Ayer compré mi pelícúla número 105. Me faltan de a madre pa´llegar a las 1000.

- Me dio coraje que se muriera la ballena encallada en el río Támesis, pero me valió madre que ejecutaran a tres personas.

- Quemé un disco pá la colección de "música patética pero sabrosa": Flans (las miiil y una noches que pasé... las mil una no...), Fresas con Crema (...tour, empezó en Paris y Roma, Andalucía y en Costa del Sol...), Magneto (al suuuuuuur). Sí, ya sé que me la mamé pero es un disco pa´l desmadre.

- Para compensar el pecado anterior fui a comprar un disco de Ibrahim Ferrer.

- Ayer en casa de un amigo -después de arreglar el mundo y jugar un torneo importantísimo de dominó-, pusieron porno y no me animó ni me emocionó ni nada. ¿Estaré muerto por dentro?

- La frase interesante de la noche: "El criminal es ignorante y la ignorancia es criminal"
La frase estúpida de la noche: " George Constanza de Seinfeld está con madre"

- ¿Por qué Evo Morales puede andar fachoso y andrajoso en todos los eventos y yo no? Ya ves, amá; ese güey anda fachoso y es Presidente, déjame andar con la camisa desfajada, no pasa nada.

- ¿Por qué Brad Pitt puede tener hijos a los 42 años y nadie lo anda chingando con que "no los vas a disfrutar" "cuando tu hija tenga 15 años tu vas a tener 57 y no vas a poder bailar el bals con ella en su quinceaños", "no vas a poder jugar futbol con él porque vas a estar muy grande"? Como si tener un hijo se redujera a esas tres pendejadas.

Ya me voy a comer unas empanadas de marlin con camarón y queso que no les digo dónde las venden muajajaja.

miércoles, enero 18, 2006

un barrio tranquilo... una vida igual


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Cada que voy a la tiendita este méndigo perro me saca un pedo. Tal vez huele que en mi conciencia pesa la muerte accidental de uno de los de su especie. Guaf guaf!!!, me ladra el muy cabrón desde la azotea y yo brinco sin saber por dónde va a salir. Es un barrio tranquilo: Frente a la tiendita está una escuela primaria, la Batallón 201; en contra esquina está una carnicería, la carnicería López y más adelantito los tacos y menudo de Don Rulo. Todo me queda a una cuadra. Hasta el mercadito que se pone los domingos de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Mis vueltas a la tiendita son muy casuales, sólo voy a comprar pan para hacer supersandwiches, cerveza, garrafones de agua y una que otra cosa para cocinar cuando me entra el espíritu de chef. Hoy fui a comprar tortillas, aguacates verdes y papa porque probablemente mañana hagamos carne asada y los aguacatitos estarán buenos pa´la noche. Las siete palmeras que escoltan la escuela siguen estando ahí, pero ya no las veo tan seguido desde que taparon el patio del negocio. De regreso, el perro me vuelve a ladrar; volteo y le sonrío. Alcanzo a ver cómo le escurre la baba. En esta misma acera donde vive el perro está la imprenta en la que me asocié con Júpiter. Es un barrio tranquilo. Frente a mi casa hay un parque donde se la pasan jugando niños, a un lado hay un árbol de mandarinas que siempre me dice que me las robe y, en las noches, los vecinos del otro lado sacan un puesto de tacos, flautas y enchiladas pa´ganarse unos centavos extras. Es un barrio tranquilo, una vida tranquila. Dibujo en mi casa, cruzo la calle para hacer chamba de imprenta y voy al periódico en las noches un par de horas. Es una vida tranquila.

martes, enero 17, 2006

la tira

Pos estoy haciendo una serie de tiras cómicas con humor exclusivo para retrasados mentales y genios. Las estoy publicando en el PONX impreso y en http://ponx.ws/main.htm y, muy posiblemente, en una página de internet que se llama www.altadosis.com (pero orita chequé y dice cancelada, jejeje, a ver si no salen como Mágico, snif). Todo es jale artesanal, 100% a mano (y sin lavármela después de ir a miar, es el ingrediente secreto), con humor incomprendido y muuuy pendejo (como yo, igualito). Ahí les dejo la primera que hice y que no salió a la luz pública por maleta, precisamente; las demás van mejorando. Es que las musas andan de apretadas, ya ni porque hace frío se quieren venir a acurrucar conmigo.


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sábado, enero 14, 2006

magico strikes back

Pues resultó ser mucha la gente que conoce a Don Mágico. Por ahí me dijeron que Mágico se arrepintió de todos sus pecados hace mucho tiempo. No me importa si lo hizo o no, yo nunca le guardé rencor y lo perdoné de inmediato. Dicen que, con la culpa a cuestas y con meses de insmnio por las trakalas que se aventaba, Mágico llegó bañado en llanto e implorando perdón a confesarse con un sacerdote:
- Padre, hace algunos años robé a un pobre dibujante de 17 años de edad. Me hizo unos dibujos y nunca se los pagué, snif -esa fue una de entre tantas cosas turbias que un Mágico desenmascarado le contó al padrecito.
- Aaaay, hijo mío -le dijo el sacerdote.
- ¿Qué hago padre? yo no quiero seguir siendo así, ¡ayúdeme por favor!!! -balbuceaba el luchador a la sombra del confesionario-. ¿Cuántos Padres Nuestros rezo?, ¿cuántas Aves Marías digo para ya no ser así y alcanzar el perdón divino???
Y el padre le contestó:
- No hijo mío, nada de eso. Mejor en las noche, cuando ya te vayas a dormir después de tus oraciones, pon unas rebanaditas de queso bajo tu almohada...
- ¿Queso, padre???
- Si, hijo mio, por si te da hambre en la noche, ¡¡¡pinche rata asquerosa!!!

miércoles, enero 11, 2006

mágico

- Si, buenas tardes, me comunica con "Mágico"...
- Eh... ¿de parte de quién?
- Gustavo Caballero.
- Ah, Gustavo, cómo estás: Yo soy "Mágico".

Aaaa la chingaaada!!! Estaba hablando con el mismísimo "Mágico", luchador profesional. Tendría yo unos 17 o 18 años, acababa de regresar de estudiar fuera y no había alcanzado las fechas para entrar a la carrera, por lo que me puse (pusieron) a trabajar. Mi papá conoció a "Mágico" no sé por qué chingados y le dijo que yo era dibujante, que le estaba quitando clientela a la clínica por matar perros y que le podría yo ayudar en su proyecto de sacar unos cuadernos de lucha libre para iluminar y de pasatiempos. Le hablé por teléfono y me pasó la dirección, que apunté en la misma tarjeta. Me bajé del camión en la dirección de la tarjeta y entré en un consultorio naturista y esotérico.

- Buenas tardes, vengo con "Mágico" -le dije a la secretaria, quien me miró con cierta sospecha.
- Un momentito -me dijo, y entro en una puerta-. Pásale, te está esperando.

Aaaaaa la chingaaaaada!!! Qué emocióooon

Entré en un consultorio hasta la madre de lleno de parafernalia de luchadores: posters, máscaras, fotos, rings, botas, capas, más máscaras. En el escritorio estaba un hombre moreno y mamado, con una bata blanca:
- Siéntate, Gustavo -y me senté-. Soy el Dr. Victor Noséqué... este... bueno... lo único que te pido es discreción: "YO SOY MÁGICO"

¡Aaaaa la chingaaaaada!!!, hasta la música de los Súper Amigos se escuchó al momento de la revelación. Total, ya, me platicó el proyecto, bla bla bla, hice los dibujos, inventé los jueguitos, crucigramas, laberintos, relacionar columnas, colorear a los Campeones de la Salud, que eran los achichincles de "Mágico" y que eran frutas con antifaz y capa: "Súper Mango", "Manzana Fortaleza", "Plátano Múscular", etc. Total,
cuando terminé el proyecto y se lo entregué, "Mágico" desapareció como por arte de magia con todo y mi dinero, snif. Fue como una poderosa urracarrana desde la tercera cuerda a mis sueños de juventud, snif.

lunes, enero 09, 2006

el perrito que se me murió

Así es que de aspirante a dibujante pasé a ser el peluquero mataperros, snif. No se me olvida el pedo que me saqué al ver al pobre "Colibrí" (así se llamaba el can ahora occiso; si, ya sé que a quién chingados se le ocurre ponerle de nombre "Colibrí" a un perro). Con la lengüilla de fuera, ya todo inmóvil, colgado como piñata peluda y negra. Dejé al perro que traía cargando en una jaula y me apresuré a cargar al "Colibrí" (juarjuar, se la mamaron con el nombre) pa´ volverlo a poner sobre la mesa, pero pos ya qué fregados: ya estaba más tieso que el pants de un estudiante de secundaria viendo morritas. Le quité el bozal, pero pos yo no sabía dar respiración de boca a boca y la neta estaba bien pinche barbón el "Colibrí" porque no tuve chance de meterle tijera ni rasuradora. Y les digo, ya se imaginarán la chinga que me puso mi jefe, quien se negaba a creer que el pobre perro se había suicidado por culpa de tan feo nombre que le habían puesto sus amos. Es que es neta, ningún mendigo perro había hecho eso que hizo este menso. ¿A quién se le ocurre saltar al vacío teniendo una soga en el cuello??? Ya ni recuerdo qué le dijimos a los dueños, quienes sí agarraron onda, tal vez porque el "Colibrí" estába muy feito y ni de raza pura era. "Colibrí", Dios te tenga en su gloria y te vuelvo a pedir una disculpa por mi negligencia... pero yo insisto en que te suicidaste, cabrón.

sábado, enero 07, 2006

los jales del guffo

Antes de trabajar en lo que me gusta confieso que hice muchas cosas que no me gustan. Una vez fui a pedir trabajo a una agencia de edecanes. Así lo es. Cuando estaban promocionando el Gatorade necesitaban chavos y chavas que lo regalaran en eventos deportivos y escuelas y de más. Quedé contratado gracias a mis espiritifláuticos chamorros, pero cuando me enteré de que tenía que levantarme a las 5 de la mañana y usar shortsitos ajustados, no me volví a presentar, juarjuar. Una vez trabajé con un luchador, un tiempo jale en una estación de radio del gobierno haciendo aburridísimas cápsulas y también en un programa de música colombiana en la AM. Cuando comencé a hacer lo que me gusta, no me gustaba lo que me pagaban, pues hacía 3 caricaturas diarias y a veces no publicaban ninguna y me pagaban por caricatura publicada. Una vez llegué a ganar al mes la grandiosa cantidad de 150 pesos, o sea, tres caricaturas publicadas de las casi 45 que había hecho. Agradecí al periódico y lo mandé a chingar a su madre. Obviamente trabajé mucho tiempo en la clínica veterinaria de mi papá bañando perros, cortándoles en pelo, recibiendo mordidas y limpiando cacas... hasta que una vez un perro se me murió en la mesa de la estética. Lo subí, lo ganché a la cadena que colgaba del techo, le puse el bozal y empecé a cepillarlo. En eso, mi papá me habla por el altavoz para que fuera por otro perro a la recepción. Entonces, voy por el perrito y al llegar otra vez al área de estética canina, pues el pinche perro que estaba cepillando se había tratado de bajar de la mesa, brincó y quedó colgado el pobre animal. Y ya se imaginarán la chinga... Antes de trabajar en lo que me gusta, hice muuuchas cosas que no me gustan. Gracias a la vida que ya no las hago.

viernes, enero 06, 2006

el piñas

Mi amigo el Piñas soñaba con sacarse el mono de la rosca de reyes porque decía que ese era el único mono que podía tener y recibir como regalo. A nosotros nos regalaban los monos del Jedi, los de G.I. Joe y los de He-man, y a este güey no le regalaban ni madres porque era pobre y sus papas eran divorciados y borrachos. Por eso, cuando partíamos la rosca de reyes en casa de algún cabrón, nadie se quería sacar el monito y, el que se lo sacaba, lo volvía a poner adentro del pan duro y se lo llevábamos al Piñas y él se sacaba el monito y era bien feliz el güey con su monito plasticoso y blanco. Le decíamos el Piñas porque era bien mentiroso; pero en lo que nunca mentía era en que se había sacado el monito de la rosca de reyes. Nosotros éramos los mentirosos con tal de hacerlo feliz. Una vez el Piñas nos invitó a su casa porque su mamá había hecho tamales por lo de haberse sacado el muñequito de la rosca. Yo fui con un amigo, los demás no quisieron ir. Sentado en la humilde sala color vino que el papá del Piñas había comprado en abonos, comprendí que todos somos iguales, que no todos tenemos las mismas oportunidades y que cada ser humano se la pela bien duro a como le toca; pero se la pela siempre para seguir siendo humano... Dejé de ver al Piñas como dejé de ver a mi Bety y a la maestra Paula; entendí que la vida iba a ser así de ahora en adelante: bien culera... pero siempre esperando que vengan cosas mejores.

miércoles, enero 04, 2006

el clasemedierito enamorado

El director del Montessori imponía miedo, no respeto. Siempre entraba al salón en el momento menos esperado: alto, feo, papadón y muy serio; siempre con las manos por detrás. Se quedaba inmóvil en la puerta, mirándonos por encima como si fuéramos cucarachas, como si la corbata le apretara; con su cutis cicatrizado y cacarizo. Todos nos callábamos cuando lo veíamos ahí parado; nos sentábamos y hacíamos como que estudiábamos. Con un silencio sacado de lo más profundo del mar, regañaba parejo a todo el salón y se aventaba alguno que otro comentario sarcástico contra algún alumno en especial, por lo general, contra los más indisciplinados. Salía del salón y los murmullos y susurros subían de volumen otra vez. Yo sentía pena por el hijo del director, pues era mi compañero y casi nadie lo quería por ser el hijo del director. Qué culpa tenía él de tener un padre tan mamón. Noté que se habían llevado el pupitre de Bety a otro salón. Al día siguiente, la maestra de arte no fue a la escuela. El director volvió a entrar al salón con su pose perdonavidas y nos dijo que saliéramos al patio, que no íbamos a tener la clase de artísticas. Yo, de pendejo, levanté la mano. Dime Gustavo, me dijo el dire. ¿Por qué no va a venir la maestra Paula?, le pregunté. Esas son cosas que a ti no te interesan, me dijo, tú ocúpate de estudiar y yo me ocupo de arreglar los problemas de la escuela, ¿si? ; es más: ponte a recoger los papeles del patio, me ordenó el viejo culero. Su hijo me volteó a ver avergonzado pues yo no lo trataba tan mal como los demás alumnos. Le devolví la mirada haciéndole entender que él no tenía la culpa de tener un papá tan mamón. Salí al patio y detrás de mí los demás alumnos. A ellos los pusieron a hacer lagartijas, palomillas, sentadillas y demás ejercicios. Yo me puse a recoger los papeles del patio como me lo había ordenado el director. Ahora resulta que no tenía yo el derecho de preguntar por qué mi segundo amor se había ido sin ni siquiera darme una explicación. Viejo ojete.

lunes, enero 02, 2006

el clasemedierito valiente

Volvimos a clases y Bety ya no estaba en la escuela. Ignoro las razones por las que sus padres la sacaron del Montessori. La maestra Celia fue quien nos dio la noticia y recuerdo escuchar llorar a dos de sus amiguitas. Yo, lloré en silencio. Miraba su banco vacío y la imaginaba desprendiendo las orillas de su sandwich. Creí alcanzar a ver algunas migajas aún sobre el pupitre, pero no; era sólo polvo. Bety ya no estaba, se había ido. Bety: la que me ganaba a las carreritas, la que nunca se burló de mis tenis de Gigante, la que fue virgen en la pastorela y yo no quise ser su San José, la que tocaba la flauta bien bonito y me hizo imaginar por primera vez el sabor de un beso. Bety, la que me regalaba las orillas de su sandwich de Cheez Wiz con mortadela. Salió del salón la maestra Celia diciendo algo sobre que nos portáramos bien y sobre una nueva maestra que nos iba a dar la clase de artísticas, la verdad no puse atención pues estaba dibujando la imagen de Bety en el pupitre vacío. Entró en el salón la nueva maestra: Paula, se llamaba. Bety se desmoronó cual Polvorón Marinela de mi mente. Ya tenía un nuevo amor. Se llamaba Paula. Ojalá ella no me dejé sin razón o, si me va a abandonar, que de perdido me dé una... no como Bety, que se fue sin razones.