miércoles, junio 30, 2010

He llegado a creer que la mayoría de la gente en México toma sus decisiones de esta manera:

lunes, junio 28, 2010

Cambiar la historia


No se pudo… y no se podrá. Tal vez nunca. No aquí. Ni en el fútbol ni en ningún otro campo.

Aparte, ¿qué se puede y qué quieren lograr todos esos que cantan a coro “sí se puede”? Para mí, continúa siendo un misterio; una meta patriotera ambigua que se busca conseguir a base de pasión desbocada y gritos disfrazados de mentalidad positiva.

O quizá esté equivocado y sí funciona pensar así. Tal vez los criminales optaron por esa mentalidad positiva del "sí se puede" y por eso han logrado todo lo que han querido y llegado hasta donde han llegado.

En México es difícil conseguir las cosas, más si uno no se apega a las conductas canallas que rigen un sistema podrido y carente de valores al que deben mimetizarse quienes no quieren quedar fuera. No se consiguen las cosas porque lo que se busca en realidad es otra cosa a la que se dice andar buscando.

No se busca ser mejores: se busca tener mucho. No se busca ser honestos: se busca que nos vean en misa del domingo y hablen bien de nosotros. No se busca hacer las cosas bien: se busca tener ganancias rápidas con el mínimo esfuerzo. No se busca ser moderados: se busca el despilfarro.

Quieren que vivamos de las apariencias: del agente de tránsito iletrado que va crudo a trabajar y no da una por los ciudadanos; ah, pero eso sí: maneja una patrulla último modelo que levanta los 100 kilómetros en 5 segundos. Del futbolista que anuncia refrescos, papas, panes y dulces, pero no sabe pegarle al balón. De los políticos que hablan bonito frente al pueblo pero obedecen a intereses oscuros.

Eso que quieren lograr -el primer mundo, el desarrollo, el país ejemplar, la gente feliz y optimista, etc.- nunca se podrá en una tierra sin ley, con ciudadanos cada vez más ignorantes y jodidos, con diferencias tan marcadas y absurdos tan grandes. Absurdos tan grandes como el sueldo de los futbolistas, la guerra contra las drogas, la eliminación de la tenencia para reactivar la industria automotriz (¡genial!, más coches en las calles) o una ridícula agencia espacial que –como la selección mexicana, que no cargará una copa del mundo- nunca pondrá a un mexicano en órbita.

Cada vez estoy más convencido de que no se puede y no se podrá cambiar nuestra triste historia si no es a balazos o huyendo de aquí. No hay otra opción. Yo, por lo pronto, opto por el aislamiento: estar entre cuatro paredes el mayor tiempo posible, pues se volvió imposible vivir aquí.

Ah, pero es sí: los culpables de todo somos nosotros, los que no tenemos fe. Por eso las cosas están como están.

viernes, junio 25, 2010

El vendedor de cajas con súper poderes

No llevé a lavar mi ropa sucia con tiempo y tengo que andar en camisa de manga larga con este calor. Cada que termino una llamada por teléfono celular, limpio la pantalla empapada de sudor con el faldón de la camisa.

La gente es muy curiosa. Hoy se le cayó el marbete con el precio a una caja de las 100 que tenemos en exhibición. ¿Y qué creen que hacen los clientes cuando entran? Preguntar por ella; preguntar por la única caja en toda la tienda que no tiene precio.

Han sucedido cosas extrañas. O, más bien, he querido verle el lado "extraño" al asunto para no aburrirme tanto. Ayer vino un cliente -el primero del día- y su total fue de 173 pesos. El segundo cliente del día se llevó cosas distintas que el primero, y su cuenta fue de 173 pesos. También me ha pasado que agarro las cosas exactas. O casi exactas. Por ejemplo: un cliente me pidió 50 cajas para tornillos. Tomé una cantidad de cajas para tornillos al azar de un montón, y, al contarlas, eran 49. Más tarde me pidieron 72 bolsas para regalo, y agarré 71. Hoy me pidieron 25 cajas de las blancas, y tomé 26. Con la práctica, de seguro afinaré estos súper poderes que tengo.

Al final del día llego a casa y me reciben cajas apiladas, libros tirados y muebles movidos. Estoy por mudarme a un lugar más económico. Entro al baño, meo y me siento raro al verme en el espejo. No sé si sea porque siento que soy el mismo o porque dudo si lo siga siendo. Cualquiera de las dos opciones hace que uno se sienta raro. Espero sólo sea la primera. Aunque a veces pesa más la segunda sensación.

miércoles, junio 23, 2010

Percas del Nilo en mi ciudad

El negocio de cajas está ubicado en una zona donde las balaceras, los levantones y los bloqueos de calles son comunes. Esta situación ha ayudado a que se eleven las ventas, pues a diario llega gente buscando cajas para meter sus cosas y cambiarse de ciudad o mudarse de país.

Cada que vienen, no puedo evitar sentir un poco de envidia, pues me gustaría estar en sus zapatos. Y es que no le veo otra solución mas que ésa: huir... o tirar una bomba que barra con todo y empezar de nuevo. Ya nos dimos cuenta que poner nuestro "grano de arena" siendo buenos ciudadanos no da ni buenos ni rápidos resultados, porque los granos de arena se ponen donde hay playa, no escolleras de piedras con bordes afilados.

No se huye por cobardía, simplemente se busca a los de una misma especie. Es como si viviéramos en una comunidad de negros o en un barrio de chinos siendo los únicos mexicanos, blancos que hablan español. No es que uno sea racista, pero ¿a poco no se sentiría extraño? Bueno, ahora imagínense vivir rodeados de criminales. ¿Cómo creen que se siente?

En Monterrey sucede lo mismo que pasó en el lago Victoria -allá en África- cuando introdujeron la perca del Nilo. El pez –de gran tamaño y enorme voracidad- se adaptó perfectamente a las condiciones del lago y arrasó en menos de 20 años con su ecosistema. Todo lo que hay en el lago Victoria es perca del Nilo. En la actualidad, el filete de este animal es un gran negocio para la Unión Europea, pues se vende como mero en cantidades industriales alrededor del mundo. Lo curioso del asunto es que, quienes viven alrededor del lago Victoria, se mueren de hambre. ¿Por qué acabar con algo que al principio fue un problema pero ahora deja tanto dinero en tan pocas manos?

El culto por lo material, la voracidad, los vicios y la ignorancia se instalaron en mi ciudad, se adaptaron a sus condiciones, impusieron las suyas y han arrasado con todo; generando jugosos negocios para muy pocos y muerte para muchos. No le veo otra solución más que huir… o tirar una bomba que barra con todo y empezar de nuevo.

lunes, junio 21, 2010

Enajenación



Aprovechando la enajenación que provoca el mundial de fútbol, me tomaré la libertad de lanzar algunos tiritititos reflexivos al área. No es nada que no sepamos, pero me ayuda como desahogo para no salir a la calle con mi bazooka a dispararle a todos esos que traen puesta “la verde”:

-Las dos televisoras de siempre, el pan que da chorrillo, el refresco que pica los dientes, las frituras enchiladas que engordan a los niños, la leche rebajada, el servicio telefónico con las tarifas más altas del mundo, el banco más ratero… Con esta “renovada” selección mexicana, que promete cambios que nunca ha aplicado, de seguro todos los mexicanos ganamos.

-La gente prefiere pagarle un millón de pesos mensuales (yendo al estadio, comprando abonos, comprando camisetas oficiales, bebiendo cerveza, etc.) a un pendejo para que patee un balón y lo meta en una portería, que pagarle más de 7 mil pesos mensuales (pagando impuestos, etc.) a un policía o a un médico del seguro social para que hagan bien su chamba. El fútbol ante todo, pos qué chingados.

-Un evento de esta magnitud, en medio de una de las peores crisis económicas, realizado en el continente más jodido del planeta, no me da buena espina. Me huele a que los únicos beneficiados van a ser los mismos huevones encumbrados de siempre: ésos que se la pasan componiendo canciones, haciendo obras de beneficencia y clamando por que se les perdone la deuda a los africanos para quedarse con la tajada más grande del pastel.

-Eso de las pasiones desbordadas por equipos que representan de manera ambigua una ideología, una institución o una patria, tampoco me da buena espina. Nunca he confiado en la gente que basa su estado de ánimo, sus opiniones o su productividad en el resultado final de un partido de su equipo favorito. De hecho, nunca he comprendido el por qué "irle" a alguien o defender "los colores" de una camiseta.

-Para todos ésos que ya ven a México campeón del mundo, desde ahorita les digo: aunque México sea campeón, las cosas no van a cambiar. Hemos tenido muchos campeones del mundo (clavadistas, marchistas, boxeadores, etc.) y no ha pasado de un día de hueva y peda total con resaca y actitud positiva al día siguiente. El verdadero cambio va más allá del “sí se puede” o del “sí se pudo”; va más allá de 11 babosos diciendo que “hagas sándwich” y de su sobrevalorado director técnico choreándonos con que ama a México pero vive fuera de él. Mientras vivamos en una sociedad con tantas y tan marcadas diferencias, donde se mata por comida, coches y droga, México puede ganar mil mundiales y darnos “mil alegrías”, pero si el cambio no es de fondo, seguirá yéndose directito a chingar a su madre.

-Los partidos de fútbol se ganan con goles y las guerras se ganan con balas. Ambas cosas pudieran evitarse –fútbol malo y guerras sangrientas- si al dinero se le diera menos importancia de la que tiene.

-La gente justifica los partidos de fútbol diciendo: “Es que hay que darle de vez en cuando una alegría a la gente en medio de tanta tragedia”. O: “A veces este tipo de distracciones son buenas para que la gente se olvide un rato de sus problemas”. No sé, en lo personal, no comulgo con esas ideas. Si se necesita “darle alegrías y distracciones a la gente”, es porque la vida apesta, y quienes "nos dan esas alegrías” son precisamente los culpables de que la gente crea que su vida apesta a tragedia y problemas, y la solución es consumir los placebos que ellos mismos ofrecen.

-En las escuelas primarias y secundarias de mi país, llevan televisores para ver los partidos de México y, cuando el juego es a la 1:30, dan la salida temprano. Me enteré por ahí que en algunos planteles educativos, si los niños no llevan la camiseta de la selección mexicana, se les castiga haciéndolos llevar el “uniforme de gala” del colegio y no se les dan los “puntos extra” que se les dan a los que sí acatan la orden de comprar su playera. Neta que con un sistema educativo así, si tuviera hijos, preferiría aventarlos al monte para que los educara un oso o una pantera, como en el Libro de la Selva. Sería más seguro.

-Saramago y Monsi, a pesar de todo lo que lucharon, lograron muy poco para hacer de este mundo uno más humano. Su mejor legado -aparte de sus letras, críticas y opiniones- fue su ejemplo. Pero nunca es suficiente pelear con la inteligencia en un entorno que prefiere los proyectiles. Su legado ahí está. Nomás que hay que echarle el doble de huevos si queremos imitarlo. Y educar a los niños para que quieran ser como Saramago y Monsi, no como el "Chicharito" y el "Temo".

¡Haz Lonche!

sábado, junio 05, 2010

Huyamos

Entre más notas leo y más investigo sobre Uruguay, más me sorprende.

Nos llevan aaaaaños de adelanto en un chingo de aspectos que, como buen mexicano, me da hueva y envidia mencionar. Aaaaaños...

Y sí, comprendo que su población es la misma que la de la ciudad de Monterrey y su área metropolitana (o un poco menor) y que los países pequeños no tienen los mismo pedos que los países grandes (que, aparte, son vecinos de los gringos); lo que me pone a pensar: ¿por qué diablos Monterrey -ya no pido todo México- no puede ser como Uruguay en vez de aspirar a ser como cualquier ciudad texana?

Uruguay está en mi top 5 de países -o ciudades- a los que me iré a vivir cuando la delincuencia, los derrames de petróleo, los empresarios, los malos gobernantes y los malos ciudadanos acaben con México.

De hecho, en mi lista, Uruguay está por encima de Copenhague, Brujas, Dublin, Tahití y Lucerna. Ya nomás falta que el 22 de junio le ganen a la que se hace llamar "Selección Mexicana", para agregar "fútbol" a la lista de cosas en las que nos llevan ventaja.