lunes, junio 28, 2010

Cambiar la historia


No se pudo… y no se podrá. Tal vez nunca. No aquí. Ni en el fútbol ni en ningún otro campo.

Aparte, ¿qué se puede y qué quieren lograr todos esos que cantan a coro “sí se puede”? Para mí, continúa siendo un misterio; una meta patriotera ambigua que se busca conseguir a base de pasión desbocada y gritos disfrazados de mentalidad positiva.

O quizá esté equivocado y sí funciona pensar así. Tal vez los criminales optaron por esa mentalidad positiva del "sí se puede" y por eso han logrado todo lo que han querido y llegado hasta donde han llegado.

En México es difícil conseguir las cosas, más si uno no se apega a las conductas canallas que rigen un sistema podrido y carente de valores al que deben mimetizarse quienes no quieren quedar fuera. No se consiguen las cosas porque lo que se busca en realidad es otra cosa a la que se dice andar buscando.

No se busca ser mejores: se busca tener mucho. No se busca ser honestos: se busca que nos vean en misa del domingo y hablen bien de nosotros. No se busca hacer las cosas bien: se busca tener ganancias rápidas con el mínimo esfuerzo. No se busca ser moderados: se busca el despilfarro.

Quieren que vivamos de las apariencias: del agente de tránsito iletrado que va crudo a trabajar y no da una por los ciudadanos; ah, pero eso sí: maneja una patrulla último modelo que levanta los 100 kilómetros en 5 segundos. Del futbolista que anuncia refrescos, papas, panes y dulces, pero no sabe pegarle al balón. De los políticos que hablan bonito frente al pueblo pero obedecen a intereses oscuros.

Eso que quieren lograr -el primer mundo, el desarrollo, el país ejemplar, la gente feliz y optimista, etc.- nunca se podrá en una tierra sin ley, con ciudadanos cada vez más ignorantes y jodidos, con diferencias tan marcadas y absurdos tan grandes. Absurdos tan grandes como el sueldo de los futbolistas, la guerra contra las drogas, la eliminación de la tenencia para reactivar la industria automotriz (¡genial!, más coches en las calles) o una ridícula agencia espacial que –como la selección mexicana, que no cargará una copa del mundo- nunca pondrá a un mexicano en órbita.

Cada vez estoy más convencido de que no se puede y no se podrá cambiar nuestra triste historia si no es a balazos o huyendo de aquí. No hay otra opción. Yo, por lo pronto, opto por el aislamiento: estar entre cuatro paredes el mayor tiempo posible, pues se volvió imposible vivir aquí.

Ah, pero es sí: los culpables de todo somos nosotros, los que no tenemos fe. Por eso las cosas están como están.