viernes, febrero 27, 2009

la última página del diario del fin del mundo


Recuerdo que hubo noches de arrepentimiento y llanto. Te aterraba pensar qué sería de nosotros si alguno de los dos faltara. Para mí eso era lo de menos. De hecho, te hice prometer que empezarías una vida nueva al día siguiente que yo muriera. “¿Y si muero yo primero?”, preguntaste. “Si tú mueres primero, me muero contigo”, respondí, y te abracé durante toda la noche.
Ahora te das cuenta que nuestra decisión de no tener hijos fue la mejor que pudimos haber tomado, pues el día de aquel pacto suicida llegó antes de lo esperado.
Ni siquiera hay tiempo para comenzar una nueva vida.

Viajamos cinco horas por carretera, bajo un cielo cubierto de cenizas, bordeando la costa de uno de tantos lugares devastados. La aguja del combustible señalaba el color rojo. El coche detuvo su marcha cerca de un cementerio de ballenas y cocoteros partidos por la mitad. Los huesos de los mamíferos -aún con trozos de carne en descomposición- yacían apilados sobre la arena gris de un mar seco. Algunos contenedores de fierro oxidado, con todo tipo de desperdicios dentro, formaban dunas humeantes que desprendían gases tóxicos y hacían ver el horizonte de muchos colores.

La primera vez que hicimos el amor – ¿te acuerdas?: en aquel departamento pequeño que rentaba cerca del Hospital Civil- me preguntaste si te amaría por siempre. Yo, queriendo ser el más romántico del mundo, respondí que te amaría hasta que las olas dejaran de romper. Nunca pensé que aquella metáfora de un “para siempre” llegara a convertirse en realidad.
Ahora que las olas no rompen más, te das cuenta de mi gran mentira, pues sigo amándote.

Caminamos tomados de la mano hasta la inerte y lejana orilla, donde se apreciaba un pequeño bote de motor. Lo empujamos con fuerza para desatascarlo del lodo verde. El corroído bote flotó sobre las quietas y pestilentes aguas. Subimos en él, puse el motor en marcha y a nuestras espaldas se elevó el hongo devastador de una bomba atómica que iluminó por unos segundos el firmamento.

La embarcación dibujaba una estela de espuma café. Cadáveres de peces se mecían a nuestro paso. Quisiera escribir una carta al hijo que nunca tuvimos. Explicarle nuestras razones. Decirle que no fue porque seamos malas personas. Que lo hicimos por su bien. Que lo hicimos para protegerlo. Para que no viera en qué acabó todo. Para que no se diera cuenta de nuestro fracaso al intentar cambiar el mundo y hacerlo un mejor lugar para vivir.

El motor del bote tosió un par de veces hasta que se detuvo. Ni siquiera intenté ponerlo en marcha de nuevo. Estaba agotado y adolorido. Aturdido por la radiación. Resignado ante nuestro destino.
Te miré y limpiaste una lágrima que empezaba a deslizarse por tu mejilla cubierta de hollín.

Te abracé y te besé. Desabotoné tu blusa sin tirantes y acaricié la parte de tu pecho donde alguna vez hubo un seno precioso, extirpado a causa de un cáncer generado por consumir vegetales transgénicos. Sonreíste y te tapaste de nuevo. Hacía mucho que no sonreías.
No muy lejos se escuchó la detonación de otra bomba. Nos tiramos al piso del bote. Nos abrazamos como lo hicimos todas las noches de nuestra vida juntos. El cielo se cubrió de una luz intensa, una luz ardiente. Permanecimos unidos, fundiéndonos, mientras una blancura hermosa y mortal nos envolvía.

jueves, febrero 26, 2009

Las arañas del candil


Dentro del candil morado de las escaleras vive una familia de arañas. Papá, mamá, tíos, tías y chingos de hijitos. Los hilos de seda con que tejen sus nidos resplandecen cuando la luz de las seis se cuela entre las persianas. Fue así -con brillitos y destellos- como me di cuenta que tenía huéspedes de ocho patas.

Sin tener una buena perspectiva de mi casa, creo que tienen la mejor de las vistas.


Me ven cuando escucho música, pues el estéreo lo tengo a lado izquierdo del sillón. Me ven cuando riego las plantas en calzones, pues hay una maceta en cada extremo de la planta baja. Me observan cuando tomo siestas por las tardes, cuando tengo invitados a tomar cerveza y hasta cuando la prisa para hacer el amor es tanta que no hay tiempo de subir a la cama.

Hace poco, alguien se dio cuenta de la familia de arañas que vive en el candil y me recomendó fumigar la casa entera. La verdad, no tengo agallas. Ni dinero. No me han hecho nada. Sólo espero que el día que planeen hacerme algo no sean venenosas.

Dicen que los insectos no piensan ni razonan. Yo no creo eso.
Ayer por la noche, cuando llegué de cenar, me recosté en la cama con la ropa puesta. En una dormitada que di, sentí como si mi cuerpo flotara; como si me deslizara apenas a centímetros del suelo. De pronto, sentí la cabeza pesada, como si me colgara. Fue entonces que desperté. Y desperté atado, pegado a la pared.


Creo que las arañas sí piensan y hasta tienen memoria... y, aparte, no confían en los humanos.

martes, febrero 24, 2009

Allá, a principios de los noventa...

Uno de los primeros cassettes que compré para mi walkman marca patito de Soriana, fue éste:


Nótese que a mí me tocó un importante salto tecnológico: cuando el disco de chapopote se convirtió, mágicamente, en cassette.

Cabe aclarar que, en aquella época jurásica de mi adolescencia, yo no era ni rockero ni metalero ni punketero. ERA RAPERO. Y uno muy malo, por cierto; pero a mucha honra.

Juro que le echaba "los kilos" (frase de la época) para aprenderme los pasitos mamones del Vanilla Ice, el MC Hammer o el General, para así poder apantallar niñas en los bailes de la iglesia Natividad del Señor o en las tardeadas sin alcohol (¡qué divertido!) que organizaba la discoteca ONIX.

Practicaba todas las tardes enfundado en mis pantalones bombachos y mis desgastados Top Siders que, desgraciadamente, sacaban más ampollas a mis pies que fuego en las pistas de baile, snif.

Aaaah, ¡pero qué tiempos aquellos!: ridículos y bellos, y con música que sí era música; no como ahora.

En seguida los dejo con esta joya de joyas, para que rapéen como yo lo hacía en mis buenos tiempos. Espero disfruten esta enorme canción de este gigantesco cantante que pasará a la historia como el único rapero gordo que no baila y que canta con la playera de su trabajo de medio tiempo como indocumentado en un Foot Locker de Calexico, California.

viernes, febrero 20, 2009

Resumen de la semana

La frase más triste de la semana (pero dicha con mucho orgullo):

"Soy encargado de una línea de producción de la empresa".

Sabrá Dios qué sea eso; yo como quiera puse mi cara de "¡wooow!".
Sólo una cosa me pregunté: ¿Soñaría con ese trabajo de niño?

Chistes que ya no dan risa:

Llamar "Testículos de Jehová" a los Testigos de Jehová.

Manera muy simple para deshacerte de gente que tienes mucho tiempo de no ver, te topas en el supermercado y te quieren hacer plática:

-¿Y tú ya te casaste?
-No.
-¿Y para cuáaando? Ya estás en edaaad, ¿no crees? jejeje.
-Soy ateo. Además, decidí vivir en unión libre con mi vieja. Esos trámites y papelitos me los paso por los huevos.
-Ah... este... adiós... me dio gusto verte...

La gente tiene esa filosofía del "papelito habla" porque los educan familias estúpidas que les enseñan a ser incapaces de comprometerse o amar por voluntad propia.

Personas que dan hueva:

Los güeyes que se creen enciclopedias con patas y en la peda se ponen a hablar de la Segunda Guerra Mundial y se saben fechas exactas, lugares, nombres de generales, de soldados y demás. Ya supérenlo.

La gente -incluso la más cercana a ti- siempre te considerará "raro" o "extraño" cuando no sigues sus primitivos patrones de conducta y pensamiento, por eso, hay que evadirlos con razonamientos prácticos y una que otra mentirilla:

-Mis amigas no pueden creer que me lleve bien con mi ex marido y que, aparte, tenga un novio que lo conozca y se lleve bien con él.
-Eso es porque tus amigas son unas pendejas y sus maridos unos animales.
-Pues sí, puede ser. Como que no están acostumbrados a ver este tipo de situaciones de civilidad y respeto.
-Por lo mismo: porque son pendejos.
-Hasta mi mamá y tu mamá se sacan de onda de que convivan tú y mi ex marido cuando viene a ver a su hija.
-Vamos a decirles somos swingers. Que nos gusta el intercambio de parejas. Así todos van a dejar de estar chingando.

Duda de la semana:

¿Existe algo más caro y más espantoso que un concierto de Luis Miguel?

Comentario ardido de la semana:

"Ay, de seguro tú eres un jodido que no tiene para pagar un boleto para ir a ver a Luis Miguel; por eso lo dices".


Sí, eso ha de ser.

martes, febrero 17, 2009

Otra de mi compa, el melómano balín

Siempre he sido enemigo a ser fan de algo. Los “fanses” tienden a ser conformistas, a perdonar todo y a no pensar objetivamente. Un fan se vuelve borreguito con mucha facilidad, y eso va en contra de mis principios morales. Evito a toda costa ser fan de bandas musicales, cineastas, escritores, dibujantes, blogueros, partidos políticos, equipos de fútbol, béisbol, básquetbol y todo lo que pueda tener fans. Lo curioso del asunto es que, sin ser fan de nada, a veces sé más cosas que los que se autoproclaman megafans de algo.

Mi amigo el cinéfilo-melómano-puropedo trae como modita a The Killers. Aún no puede superarlo el pobre.
En lo personal, la música de esta banda me gusta, me sé algunas canciones y tengo por ahí algún disco, pero no soy de ésos que se sabe qué rola viene en cada cd, qué número de track es, el nombre, apellido y fecha de nacimiento de cada integrante o de ésos que va a los conciertos a darse apestosos baños de pueblo entre adolescentes puñeteros.

En una reunión, mientras se escuchaba de fondo una de las nuevas rolas de The Killers –Human-, empecé a cantarla en voz baja. Mi amigo, el supuesto fan del grupo, me volteó a ver con cara de incredulidad:

-Achinga, ¿a poco te gusta The Killers?
-Sí, güey, ¿por?
-No, pues no tienes cara de que te gusten, jajaja, me sorprende.

Según mi amigo, hay que tener cara de algo para que te guste cierto género musical. Así como los que escuchan cumbias, que todos son feos como la chingada; o como los que escuchan reguetón, que tienen cara de criminales o miembros de pandillas de pochos e indocumentados.
Cantando el corito de la canción, mi amigo me corrige.

-No dice “dancer”, güey: dice “denser”.

Cuando escuché por primera vez la susodicha rola, me decepcionó que el coro fuera tan absurdo. No entendía a qué se referían con esa cuestión de “¿Somos humanos o somos bailarines?”. En efecto, tenía más sentido si ponías la palabra “denser” y no “dancer”. La angustia ocasionada por tal absurdo –y el ocio- me llevó a dar un rol por Internet y aclarar mi duda. Encontré que, en efecto, la palabra es “dancer”, y que el coro hace referencia a un artículo periodístico del fallecido Hunter S. Thompson en el que se refería a la borregada gringa como “bailarines”: güeyes que se saben los pasos a la perfección, que no se salen del ritmo, que no se arriesgan a bailar otra cosa que no sea lo que les dijeron que bailaran y que el mismo sistema los enseña a no perder ese ritmito y a enseñarlo a las futuras generaciones para mantener un falso status quo. En otras palabras, Thompson decía que la sociedad gringa estaba creando y criando robotitos, borreguitos, “bailarines”; no humanos.

-No, güey, sí dice “dancer”, de “bailarín” –le dije.
-No tiene sentido que diga “¿Somos humanos o somos bailarines?”.
-Lo mismo pensaba yo, pero búscale en Internet, y verás por qué dice eso.

Muy ofendido, me respondió:

-Ay, sí, ahora resulta que tú sabes más que yo, que tengo todos los discos de esta banda, todas las revistas en las que han salido, sus entrevistas y, aparte, he ido a todos sus conciertos en México y Texas.

No le dije nada más. Es increíble que la gente escuche canciones y las cante sin ni siquiera saber su significado; sin ni siquiera cuestionar lo que les están dando. Les podrían dar mierda y seguro se la comen. Mi amigo estaba haciendo al pie de la letra lo que la letra de la canción dice, y sigue sin darse cuenta.

Concluí que, de entre las peores cosas que hay en el mundo, una de ellas es ser un pésimo fan y, aparte, presumirlo. Como mi amigo.

lunes, febrero 16, 2009

Mi amigo el cinéfilo pendejo

Sacar de su error a las personas es una pérdida de tiempo. A veces hasta llega a ser cruel matarles la ilusión de algo que creían cierto.

El sábado pasado, hablando de cine con mi amigo el que se cree cinéfilo, escuché la mejor de sus frases; la cual, grabaré en una pared de oro cuando sea rico y tenga dinero para comprar lingotes de oro y hacer un muro con ellos:

-¿Si sabías que lo de Benjamin Buttons pasó en la vida real?

¡Jesús me aplaste con su inmaculado fundillo!…
Juro que ya ni me esfuerzo, ni hago corajes, ni pierdo la fe en la humanidad. Es más: ni siquiera me da risa tremenda pendejada. Ya nada más escucho y sigo la corriente.

-¿Ah, sí? ¿Quién te dijo? -le pregunté.
-No, pues me dijeron…
-¿Quiénes te dijeron?
-Unos compas del trabajo… Dicen que salió en una revista.
-¿En qué revista?
-No, güey, pues no me acuerdo, o sea, yo no lo leí, pero me dijeron... Creo que en una revista de ciencia.


J-a-j-a. Ya los veo a los pinches licenciadillos de cubículo leyendo revistas "de ciencia". ¿Por qué la gente, cuando quiere que alguien le crea sus mamadas, tiene que decir que lo vio en el Discovery Channel o en una revista gringa "importante"?
Si yo fuera el dueño de la compañía en la que trabaja mi amigo y sus compas, los correría a todos a la verga por imbéciles.
“Óooorale... no sabía”, me limité a decir. Sacarlo de su error habría sido como decirle a un niño que Santa Clos no existe.

domingo, febrero 15, 2009

"A ver cuándo nos juntamos"

Es de hueva convivir con los novios, matachines o esposos de las amigas de tu vieja. Güeyes que nunca han formado parte de tu círculo social, a los que nunca has visto y tienes que empezar a conocer para ver si tienen algo en común contigo porque posiblemente se convertirán en tu nuevo círculo de amistades.

Supongo que nuestras viejas han de sentir ese mismo efecto extraño y de incomodidad al convivir con mujeres que nunca han tratado y que tienen que tratar sólo porque son novias o esposas de nuestros más queridos y añejos amigos.

En estos menesteres, siempre he pensado que la mujer es más diplomática y se acopla con mayor facilidad que el hombre.
Pero hay algo que no cambia. Existe una frase recurrente en este tipo de eventos, una frase que aplican los hombres que conviven con esos hombres que no son sus amigos y las mujeres que socializan con esas mujeres que no son de su círculo de amistades de toda la vida. Es regla general que se despidan con un:

"Ay, a ver cuándo nos volvemos a juntar"

Y todo(a)s corean: "Ay, sí, sí, estaría muy padre juntarnos", o: "Ay, sí, hay que ponernos de acuerdo".

Lo curioso del asunto es que nadie se pide el teléfono ni el correo electrónico ni nada. Siempre es de que: “Gustavo tiene el celular de Héctor, que le hable y ya nos ponemos de acuerdo”, o: “Dile a tu viejo que le escriba a mi viejo para ponernos de acuerdo”, o: "Mi vieja habla todos los días con tu vieja, ahí que se pongan ellas de acuerdo para volvernos a juntar".

¿Y adivinen quéeee?
Ese "a ver cuándo nos juntamos", "a ver cuándo hacemos una carnita asada", "a ver cuándo van a la casa" o "a ver cuándo organizamos un viajecito", nunca llega.

*Alivio*

sábado, febrero 14, 2009

Mi amigo el cinéfilo balín

Existe gente a la que le debería estar prohibido hablar de ciertos temas. Temas tan sencillos como la música o el cine. La gente cree que puede hablar de música porque ve el MTV, va a comerse un hot dog, unos nachos y un refresco a una sala cinematográfica o compra discos y dvds piratas.

Tengo un amigo de ésos que agarra temporadas de hacerse megafan de algo. Agarra cualquier cosa de moda o que según él nadie conoce y se cree docto en la materia. Últimamente le ha dado por creerse un cinéfilo y melómano único e intelectual, de esos mamones que se sienten señalados por Dios porque creen que escuchan música que a nadie más le gusta y ven películas que nadie más ha visto o nadie entiende.
El problema es que mi amigo no sabe diferenciar: para él, música “indie” es la de The Killers, y "cine de arte" es Benjamin Buttons.

Hace un par de fines de semana me lo topé en una carne asada. De volada sacó el tema del cine, pues sabe que me gusta.

-Oye güey, ¿ya viste Slumdog Millionaire? –me preguntó.
-Ah, simón… me gustó mucho –respondí.
-A mí también me gustó –dijo con cierta satisfacción, ya que nadie de la reunión la había visto.

Un tercer compañero que escuchaba nuestra conversación, preguntó:

-¿De qué película están hablando?
-De la de Slumdog Millionaire –dijo mi compa.
-¿Cuál es ésa?
-Es una hindú –respondió sin titubear. No quise sacarlo de su error y dejé que se hinchara de orgullo con su estúpida respuesta, que, de seguro, creyó que fue un knockout de cultura para el insolente preguntón que no estaba a nuestro nivel de plática.

-Aaaah… -respondió el otro compa-. ¿Y cómo le pusieron aquí en México? ¿No es ésa del perro, donde sale la chava de Friends?

Mi amigo me volteó a ver con cara de “mira nomás las preguntas que hace este idiota terrenal”, y, con mirada y tono de voz de un dios pagano perdonavidas, respondió:

-Aquí en México todavía ni la estrenan… y no creo que la vayan a estrenar.

Yo, tratando de aminorar la tensión generada por su estúpida mamonería, dije:

-No, ésta es otra. Es que “slumdog” es un término despectivo que utilizan para referirse a la gente de barrios fregados y…

En eso, mi amigo el que se cree intelectual, me interrumpió:

-No es cierto: “slumdog” es una raza de perros.

No podía creer lo que estaba escuchando.

-¿Dices que viste la película? –le pregunté.
-No te estoy diciendo que sí, güey.
-¿Entonces? ¿A qué viene al caso eso de la raza de perros?
-No, pues yo tampoco entendí por qué se llama así, pero la película está chingona.

Abandoné la reunión a los 20 minutos. No sin antes chingarme 3 tacos de carne asada y dos cervezas.
Ahí luego les platico la pendejada que se aventó con la banda The Killers, snif.

P.D. Escribí un post cómico retro musical acerca de los celos inusuales en Recolectivo.
Váyanse por la sombrita.

jueves, febrero 12, 2009

Ordinaria y cotidiana locura

Si alguien pudiera ayudarme a responder la siguiente pregunta, se lo agradecería enormemente:
¡¿Por qué la señora de los jugos de a la vuelta está tan pendeja?!

Es en serio. A diario voy y a diario le pido que mi agua de papaya la endulce con miel y a diario le echa azúcar la hija de puta. No sé si está sorda, es un acto reflejo o simplemente es pendeja. Había un elotero que me hacía lo mismo: le decía que poca mayonesa y ponía tres cucharadas más después de decirle que con eso era suficiente.

-Señora, le pedí el agua sin azúcar... endulzada con miel.
-¿Me la pidió sin azúcar?
-Sí, señora... siempre se la pido con miel.
-No importa, mijo, al cabo le eché muy poquita -me responde la pinche vieja igualada.

Y así, sin lavar el recipiente para enmendar su error, le pica al botón de la licuadora y el ruidoso motor hace que me resigne.
Con agua en mano cometo el error de obedecer a mis tripas hambrientas -que de seguro no quedarán satisfechas con un litro de agua de papaya- y le pido a la señora que me dé un sándwich de los que vende.

-Me prepara también un sándwich como éste, pero me le pone doble jamón y doble queso, por favor.
-Pero así le cuesta 30 pesos.
-Ah, caray, ¿y el normal cuánto cuesta?
-Quince.
-¿Y sube al doble si le echa otra rebanada de jamón y otra de queso?
-Pos es que es doble, ¿usted lo quiere doble, no?
-Eh... sí... Bueno, está bien -vuelvo a resignarme y a maldecir por no haber hecho ya el súper de la semana para prepararme mis propios sándwiches.

La señora saca los productos del refrigerador: jamón de pavo, queso, aderezos, tomate, aguacate, lechuga y cebolla. En eso, comienza a embarrar 4 panes con mayonesa.

-Eeeeh… señora: pero yo sólo quiero dos panes...
-¿Pos no me lo pidió doble el lonche?
-Sí, o sea: dos jamones y dos quesos, pero sólo dos panes.
-Pos por eso... éste es doble... usted lo pidió doble, ¿no?
-Sí, pero me refiero a que me le ponga nada más otro jamón y otra rebanada de queso –y le hago ademanes con las manos a ver si a señas logro explicarme.
-Sí, por eso, mijo –y les pone el jamón y el queso y me entrega un monstruo de cuatro pisos integrales… o lo que es lo mismo: dos sándwiches, unos arriba del otro.

En ese momento no sé si aventarme al paso de los automóviles o acelerar y meter el coche en el changarro para destruirlo de una buena vez con todo y señora y sus botes de azúcar y sándwiches de 30 pesos. Me limito a poner cara de pendejo resignado, abrir la bocota y morder el emparedado, para después de 11 masticadas tragarlo con un sorbo de agua de papaya con azúcar y miel.

Insisto: Son las pequeñas cosas cotidianas las que llevan a un hombre a la locura. Snif.

sábado, febrero 07, 2009

Morir de hambre

Morirse de hambre es un lujo.

Si pasas los días sentado en un sillón -o acostado en tu cama- rascándote los huevos, posiblemente seas millonario. Rascarse los huevos es lo más improductivo del planeta (económicamente hablando) y, si eres asiduo practicante de esa actividad y no eres un millonario, posiblemente mueras de hambre.

Por eso es un lujo.

Es lo mismo cuando te dedicas a lo que te gusta. Por más absurdo que esto sea: tocar la marimba, dar clases de xilófono, hacer teatro guiñol, ser mimo, grafitero conceptual, artista callejero o escribir poesía en otomí... vale madres.

Dichosos los que se mueren de hambre haciendo lo que disfrutan. Piensa que quienes tienen vidas convencionales, responsabilidades y obligaciones no pueden darse ese lujo.

Posiblemente mueras de hambre dedicándote a tu vocación. Tal vez no. Pero a quien menos debe importarle eso es a ti.

Hay quien dice que vale más la pena morir de hambre haciendo lo que nos gusta que vivir como reyes haciendo lo que no. Y que lo mejor es cuando se vive como reyes haciendo lo que nos gusta. Pero eso ya depende de cada quien, de la suerte, el destino, la actitud o qué sé yo.

Morir de hambre es un lujo que ni los millonarios se pueden dar.

jueves, febrero 05, 2009

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Ya está casi listo el número 17 -correspondiente al mes de febrero- de ¡#$%&! Cómics. Las suscripciones a la revista siguen abiertas. ¡Llévela, llévela!



Por otro lado:


El libro de Escritores Seriales, donde me publican un relato, ya está a la venta en Monterrey. Por lo pronto, lo pueden conseguir aquí:

Librería LA VENTANA
Galerías Valle Oriente
Ave. Lázaro Cárdenas 1000 local 1197-A.
Col. Valle del Mirador CP. 64750

Librería LA VENTANA
Galerías Monterrey
Ave. Insurgentes 2500 local 136.
Colonia Vista Hermosa CP. 64620

Y la presentación del libro será mañana viernes 6 de febrero, a las 8 de la noche, en Monterrey y en el D.F. en los siguientes lugares:

DONCELES 66
Donceles 66, Centro Histórico.
México, D.F.

Escritores Seriales que asistirán: Andrei Vásquez, Anitzel Díaz, Antonio Ramos, Anuar Zuñiga, Debora Hadaza.
Presentador: Jonathan Solórzano.

REBELS retrobar
Villagrán con Espinoza.
Centro. Monterrey.

Escritores Seriales que asistirán: Claudia Ávila, Damián Carrillo, Guffo Caballero, Jesús Mendiola.
Presentador: Abel Garza.