Entre mis propósitos de año nuevo están los siguientes:
Rascarme la espalda como este perro.
En humano, esta acción se traduciría en: Tirarse en pelotas sobre el patio frontal de una iglesia católica, retorcerse de un lado a otro -boca arriba- hasta que la comezón pase y la satisfacción sea desbordante. Por último, lamerse el chile con la lengua para quitarse las virutas de pasto seco y... ¡ah, cabrón!, no, eso no. Nomás tirarme al piso y rascarme la espalda.
Otro: Aprender a volar.
Porque es un desperdicio estar frente a la Barranca del Cobre y limitarse a mirarla. No basta todo lo que pueda inspirar el paisaje y su inmensidad: si uno no puede volar, no vale la pena estar ahí. Además, si uno se avienta al vacío para tener la experiencia de su vida, lo tachan de loco, suicida o, peor aún, uno se muere, snif.
Noten que se me ve el escote de plomero, la alcancía o, para los que aún no han entendido, la rayita de las nalgas.
Otro de mis propósitos es: Dominar el mundo. De hecho, mi colega/monero Kabeza ya se unió a la causa y estamos planeando cómo lograrlo. Aquí estamos en una de nuestras macabras (o macabronas) juntas en lo que pareciera ser un apestoso congal de mala muerte... y sí lo es: es el bar de un Sanborns.
¿Qué lugar, con tantita decencia, corre a las 11 de la noche de un lunes a sus dos únicos clientes borrachines? Nada más el Sanborns. Hijos de puta. Por eso este lugar está abajo del Starbucks en mi lista de lugares a los que hay que ir a poner una bomba.
P.D. Muchos saludos y un agradecimiento very special al compadre Kabeza por los libros y la playera del Oso Bipolar que me regaló, la platica chidaguan que nos aventamos y los besotes que... ¡ah, chinga!, no, eso no les importa. Ah, y gracias por haberme dado la primicia (bueno, eso dice él, jeje) de la foto de la verdadera Lupita; la de carne y hueso, y contarme parte de la historia actualizada que tanto intriga a sus lectores. Muy guapa la Lupe, por cierto (que así no se llama, pero también empieza con "L").
Ah, verdá, esa no se la esperaban, jejeje.
Ahí se ven.