"¿Eso que escribiste qué, pinche Guffo?... ¡¡¡Diviértenos, pendejo!!!"
Esta frase es la que más recibo en los mails que me manda la raza por ser ya medianamente gracioso y no permitir la modalidad de cometarios. Cosa que me vale madre.
Prometo próximamente poner algunos mails que me mandan los loquitos -y no tan loquitos- porque ya me confesaron "mis fans" que, por lo que se metían a mi blog, no era por lo que escribo, sino por los cometarios que me dejaban, SNIF...
Pero de todo esto he aprendido tanto... tanto...
Por ejemplo:
A ustedes no les divierte -ni les importa- si les platico que fui (y hay pendejos que siguen pensando que "fui" lleva acento) a dar dos clases de dibujo a la escuela de una primita (la menor de mis primas y que me considera un héroe porque ninguna de sus amiguitas tiene primos de treinta) y que los niños estuvieron felices porque les dibujé a Bob Esponja y a Los Padrinos Mágicos y les inculqué el amor al dibujo siendo un dibujante mediocre. Realmente a ustedes les vale verga como a mí. Pero a los niños no. Los que me conocen me dijeron: "¡¿Tú?! ¡¿Guffo?!, ¿conviviendo con niños?, ¿cómo le hiciste si no te gustan los niños?", se escandalizaron. Y yo les respondí -una frase nada graciosa, por cierto- : "El hecho de que yo no quiera tener niños no significa que los odie o que le vaya a negar a mi primita la invitación que me está haciendo a su escuela para convivir con sus amiguitos".
Los niños son lo mejor del mundo. Eso pienso porque fui uno con sus traumas y sus carencias, pero un niño muy feliz. Lástima los padres que les tocan -o nos tocan-; es puro pendejo (la mayoría de las veces), y si no fuera así, ya hubiéramos cambiado el mundo; ¿no creen?. Por eso estamos como estamos los jóvenes -y no tan jóvenes- de hoy. ¿No creen? Si tuviéramos padres bien vergas, pos fuéramos bien vergas… ¿No creen?
Pasando a otra cosa que tampoco a nadie divierte y les voy a contar, es ésta: La hija de La Fabi, Ale, entró a un concurso de declamación en su escuela y me pidió que le ayudara a escribir un escrito -valga la rebusnancia- de La Ciudad de Monterrey: esa ciudad horripilante y apestosa de la que reniego y advierto a todos que no vengan. Pero le hice un escrito bonito; hipócrita, tal vez, pero con el corazón macerado y pensando como niño... Y el 18 de febrero va a representar a su escuela y a su estado en un concurso mega mamalón y mega chingón del que esperamos sea la campeona invicta...
Les digo: esto no divierte, tampoco lo que escribo, ni mi vida ni lo que les digo que es; porque lo que es, no divierte.
Estas cosas que escribo son símplemente esas cosas que a uno lo mantienen vivo y siguiendo adelante. Como el evento de ayer en la Gandhi, donde un compa desconocido me agarra y me dice -después de que mi madre se despidió y me dio un beso-: "Pinche Guffo, te creí un culero por lo que escribes y te veo dándole un beso a tu mamá y te ves bien bueno..." ¿Cuándo dije yo que era un culero? Whatever. Nada importa -decía Bukowski- sólo lo que piensas y que hagas realmente lo que piensas: a eso se le llama honestidad. Pinche Bukowski, por eso es mi otro papá.