Estábamos en casa de mi amigo Júpiter Zeuz tomándonos unas cheves, hace ya algunos años, cuando las cheves y la plática se alargaban hasta las 6 o 7 de la mañana. Ese día, ya para antes de las 4 de la madrugada no había ni una cerveza en la hielera ni teníamos dinero para comprar más. En eso, que sale el papá de mi compadre Júpiter Zeuz al patio y nos dice:
- A ver: ¿ pos cuántos son?
Y empieza a contarnos señalándonos con el dedo:
- Uno... dos... tres... cuatro...
Todos pensamos: "Qué a toda madre el señor Don Heitor, de seguro va a darnos las cervezas que tiene guardadas en el refrigerador, pero primero anda viendo si alcanzan para todos".
- ... seis... siete... ¡¡¡Siete cabrones que se me van a chingar a su madre pero YA!!! - tronando los dedos bien feito.
Nos fuimos bien tristes y ya no dejaron que nos juntáramos todos los días a chupar en casa de Júpiter, snif.