el pinche gordillo que me hizo reflexionar...

Ojalá los arrecifes de coral crecieran tan rápido como los vellos de tu chamorro o de tu axila. Deduzco al tocarte que los pelitos de tu chamorro son tan duros como el coral que crece cada mil años. Pero tú te los rasuras en minutos, así como los arrecifes -que tardan años en crecer- desaparecen en minutos, gracias a los cazarecompensas del subdesarrollo y a los turistas ignorantes. Quisiera convencerme que vengo del mar, porque toda tú me compruebas que veniste de la mar: Tu sudor huele a agua, tu textura es de huachinango recien pescado, eres laberíntica como caracol, tan extraordinaria y majestuosa como caballito de mar; tu boca desesperada es como pez sofocándose fuera del agua, tu clítoris parece y sabe a mejillón de 100 euros y hay una sirena pataleando en tu naturaleza de mujer. Las escamas son tus uñas y tus cabellos son olas desmenusadas repartiéndose entre cada granito de arena que nadie puso. Llegará el día temido en que las olas romperán por última vez y la espuma blanca quedará entre tus cabellos. Y pienso así como te quiero: "Sería una grosería que te los pintaras de negro: sería como arrojar petróleo al océano". Si el mar hace espuma, es porque la espuma es el siguiente paso y así espumosa y canosa te voy a amar.

Un pinche gordillo arrebata mi pensar. El crish crish de la arena entre sus patitas me distrae. Es un niño barrigón del cual cualquiera pudiera hacer tacos de barbacoa o una buena olla de menudo. Un pinche botijoncillo prieto y bien simpático, de unos cinco años de edad. Consentido y chillón, como todos fuimos a esa edad. No puedo evitar remontarme a mi chipocluda infancia; aunque ante mí, tenga la única mujer de la que más he aprendido y la que me la pone dura. El trote libre del chamaco me distrae. Quiero un traje de baño como el de él, una barriga como la de él y la inocencia con la que se zambulle en el mar... SNIF... Pero, aparte, quiero estar con mi nenorra... Quiero todo... y tengo todo...