sábado, octubre 09, 2010

Después de ver la foto donde salgo bien chingón en la playa, mi hermana la doctora -llena de envidia, seguramente- me realizó unos crueles experimentos en su laboratorio clandestino, pues consideró que algo no andaba bien.

-Sí, algo no anda bien -le dije-: yo estoy en la playa mientras todos los demás están trabajando, jejeje.

Pero mi comentario no le pareció gracioso.

Después de unos serios análisis rectales (?), resulta que traigo como 8 kilos arriba, y que según la OMS y la OMFG, eso ya se considera obesidad en primer grado. ¡Ay, mamachita! (igual y me lo dijo nomás para asustarme, pero como quiera: ¡ay, mamachita!)

"Los guapos como yo no podemos estar gordos, porque de ser guapos pasaríamos a ser cachetoncitos simpáticos", pensé muy triste. Luego, puse mi puño en alto y vociferé a los cuatro vientos: ¡Tengo que cagar más!

Pero nel, dice mi carnala que eso no resulta, por lo que me mandó al correo un menú para toda la semana, con recomendaciones alimenticias nada divertidas: lechuga, pepino, jícama, manzana, pera, pechuga de pollo a la plancha, queso panela... ¿Dónde chingados quedó la comida para los hombres: el costillar de brontosaurio y las alitas picosas de pterodáctilo?, snif.

Acepté seguir el menú al pie de la letra, sólo si me garantizaba que no me iba a convertir en una mujer.

Y pos ya, a pastar como caballo de carretonero. Nomás que de puro pinche coraje me voy a poner bien pinche mamado como He-Man y como Leon-O y como Pancho Pantera y voy a tener cuadritos en el abdomen y voy a ir a destruir los edificios del centro de la ciudad a puros manotazos y me voy a hacer amigo de Poncho Denigris y luego, zaz, zaz...

(NOTA: el "zaz, zaz" es propiedad intelectual de El Chavo del 8).