Compré bolsas de plástico hasta que los clientes comenzaron a pedirlas. Cuando no las tenía, se me quedaban viendo con cara de “¿Y cómo crees que voy a cargar todo esto que acabo de comprar?”.
La verdad, las bolsas de plástico me cagan, y sólo las doy a los clientes cuando no pueden cargar con ambas manos tantas cosas o, de plano, cuando me las piden sin razón. La gente pide bolsas de plástico a lo pendejo.
Hay clientes que, aunque compren una cajita para tarjetas de presentación o un metro de rafia, me piden una bolsa. Un despilfarro absurdo, lo considero. Un monumento a la hueva, con tal de no cargar algo en la mano.
Hoy vino al negocio un señor que compró varias cajas pequeñas, varios cutters, varias etiquetas de “Frágil” y otras cosas. Le ofrecí una bolsa de plástico para que metiera todo dentro de ella.
-No, mijo, muchas gracias. Ya hay mucha pinche basura en todos lados, mejor ahórrate la bolsa, que al cabo ahorita me las arreglo para cargar todo.
Cargó todo haciendo uno que otro malabar y se fue.
Me sentí bien al saber que todavía existe gente con esa mentalidad, aunque me sentí mal porque creo que, ante el señor, quedé como un pendejo-comodino-despilfarrador-ecoterrorista, snif.
La verdad, las bolsas de plástico me cagan, y sólo las doy a los clientes cuando no pueden cargar con ambas manos tantas cosas o, de plano, cuando me las piden sin razón. La gente pide bolsas de plástico a lo pendejo.
Hay clientes que, aunque compren una cajita para tarjetas de presentación o un metro de rafia, me piden una bolsa. Un despilfarro absurdo, lo considero. Un monumento a la hueva, con tal de no cargar algo en la mano.
Hoy vino al negocio un señor que compró varias cajas pequeñas, varios cutters, varias etiquetas de “Frágil” y otras cosas. Le ofrecí una bolsa de plástico para que metiera todo dentro de ella.
-No, mijo, muchas gracias. Ya hay mucha pinche basura en todos lados, mejor ahórrate la bolsa, que al cabo ahorita me las arreglo para cargar todo.
Cargó todo haciendo uno que otro malabar y se fue.
Me sentí bien al saber que todavía existe gente con esa mentalidad, aunque me sentí mal porque creo que, ante el señor, quedé como un pendejo-comodino-despilfarrador-ecoterrorista, snif.