Desde que quité la modalidad de comentarios, he recibido correos de personas que me exigen los vuelva a activar, alegando que era lo más chido y divertido de este blog.
Otros me tachan de cobarde -que “no aguanto nada”- e incluso algunos me han apostado dinero: dicen que no duraré mucho tiempo así y al rato volveré a ponerlos, pues mi ego es demasiado grande como para no dejar que la gente comente; que soy tan mamón y patético que me excita saber lo que los demás piensan acerca de lo que dibujo y escribo, y que me excita aún más -a nivel de orgasmo- saber que tengo 20, 30 o 40 comentarios diarios, ya que soy un pendejo soberbio que se alimenta de eso porque fuera del blog no tengo vida.
¡Aaaay, qué cosas tan horrorosas dicen!
De lo que nadie se ha dado cuenta, es que la cosa es al revés. Sí, mi ego es enorme: tan grande que por eso quité los comentarios.
¿No comprenden mi razonamiento? ¿Les parece absurdo lo que digo? Ahí les va explicado con alcachofas y acelgas, pa´que me entiendan:
Decir que vienen a leer a mis comentadores y no a leerme a mí, duele en el orgullo. Confesar que se meten a mi blog para leer y reírse de las pendejadas que otras personas escriben en vez de leer y reír con las pendejadas que yo escribo y dibujo, sí que es un durísimo golpe a mi ego. Uno muy cabrón, snif.
Por lo tanto, nunca más dejaré que comenten. Primero está la salud de mi ego y después todo lo demás.
P.D. Y no, la foto con los audífonos no es porque sea yo un melómano de esos que abuuuuundan en los blogs y creen oír la música más chingona del universo. Lo de los audífonos es porque, desde que quité los comentarios, he dejado de escuchar/leer muchas pendejadas.
Y no, no voy a patentar el "snif" porque no es mío.
Otros me tachan de cobarde -que “no aguanto nada”- e incluso algunos me han apostado dinero: dicen que no duraré mucho tiempo así y al rato volveré a ponerlos, pues mi ego es demasiado grande como para no dejar que la gente comente; que soy tan mamón y patético que me excita saber lo que los demás piensan acerca de lo que dibujo y escribo, y que me excita aún más -a nivel de orgasmo- saber que tengo 20, 30 o 40 comentarios diarios, ya que soy un pendejo soberbio que se alimenta de eso porque fuera del blog no tengo vida.
¡Aaaay, qué cosas tan horrorosas dicen!
De lo que nadie se ha dado cuenta, es que la cosa es al revés. Sí, mi ego es enorme: tan grande que por eso quité los comentarios.
¿No comprenden mi razonamiento? ¿Les parece absurdo lo que digo? Ahí les va explicado con alcachofas y acelgas, pa´que me entiendan:
Decir que vienen a leer a mis comentadores y no a leerme a mí, duele en el orgullo. Confesar que se meten a mi blog para leer y reírse de las pendejadas que otras personas escriben en vez de leer y reír con las pendejadas que yo escribo y dibujo, sí que es un durísimo golpe a mi ego. Uno muy cabrón, snif.
Por lo tanto, nunca más dejaré que comenten. Primero está la salud de mi ego y después todo lo demás.
P.D. Y no, la foto con los audífonos no es porque sea yo un melómano de esos que abuuuuundan en los blogs y creen oír la música más chingona del universo. Lo de los audífonos es porque, desde que quité los comentarios, he dejado de escuchar/leer muchas pendejadas.
Y no, no voy a patentar el "snif" porque no es mío.