El día que mi abuela dejó que durmiera en la cama de arriba, me sentí un niño grande. Prometí no decirle a mi madre, para no mortificarla. Comoquiera, durante la noche, la abuela echaba vistazos por la puerta, para ver que no estuviera tan en la orilla de la cama, a punto de caer.
Desde arriba, todo se veía más pequeño. Era como estar en el solitario faro de una escollera contemplando el mar. Tocar las manchas de humedad que trazaban el techo me hacía sentir enorme. Una vez, un niño se aventó desde arriba de una litera y, creyendo que volaría, se rompió una pierna. Hasta salió en el periódico y todo.
Por las mañanas, la abuela trataba de ayudarme a bajar, pero yo era ya todo un experto: apoyaba mis pies en el respaldo de la cama de abajo, uno a la vez, y saltaba al piso, agazapándome, como fiera que salta de entre los matorrales para acorralar a su presa.
La abuela siempre creía que me lastimaba por el salto, pero yo le decía que no me había pasado nada, y me sacudía las manos.
Cenábamos en la barra de la cocina, con el televisor encendido en el canal que yo quisiera. Incluso podía tener mis monitos sobre la mesa y jugar al mismo tiempo que comía, cosa que en casa de mis padres estaba prohibida.
Mi abuela colgó el teléfono y dijo: “El lunes sale tu madre del hospital”. No es que no extrañara a mi mamá, pero también extrañaría esa sensación de grandeza que me producía dormir en la parte de arriba de la litera.
“Nomás no le vayas a decir que te dejé dormir arriba, ¿eh?”, puntualizó mi abuela. Sonreí. Era nuestro gran secreto.
Desde arriba, todo se veía más pequeño. Era como estar en el solitario faro de una escollera contemplando el mar. Tocar las manchas de humedad que trazaban el techo me hacía sentir enorme. Una vez, un niño se aventó desde arriba de una litera y, creyendo que volaría, se rompió una pierna. Hasta salió en el periódico y todo.
Por las mañanas, la abuela trataba de ayudarme a bajar, pero yo era ya todo un experto: apoyaba mis pies en el respaldo de la cama de abajo, uno a la vez, y saltaba al piso, agazapándome, como fiera que salta de entre los matorrales para acorralar a su presa.
La abuela siempre creía que me lastimaba por el salto, pero yo le decía que no me había pasado nada, y me sacudía las manos.
Cenábamos en la barra de la cocina, con el televisor encendido en el canal que yo quisiera. Incluso podía tener mis monitos sobre la mesa y jugar al mismo tiempo que comía, cosa que en casa de mis padres estaba prohibida.
Mi abuela colgó el teléfono y dijo: “El lunes sale tu madre del hospital”. No es que no extrañara a mi mamá, pero también extrañaría esa sensación de grandeza que me producía dormir en la parte de arriba de la litera.
“Nomás no le vayas a decir que te dejé dormir arriba, ¿eh?”, puntualizó mi abuela. Sonreí. Era nuestro gran secreto.
31 comentarios:
snif, snif
hola guffo!! me gusta leer sobre tu infancia, al parecer eras un niño muy feliz, me conmoviste, sigue asi!! Saludos
Chale, tienes corazón.
Las literas me parecían divertidas de niño. Yo dormía en una aburrida y convencional cama.
chale... mi abuelita también era buena. Pero en ocasiones, irla a visitar un día genial, pero vivir con ella cuatro años y tantos no mucho. ...
buena historia, también tuve litera, pero no recuerdo haber dormido en la parte de arriba. =(...
por cierto, checaste lo que puse en el post anterior. El último comentario de la entrada del 27 de marzo"creatividad grupera"...chécale !
Que padre anecdota. No hay como la amistad y los secretos chidos con la abuela. Yo no convivi con mis abuelos porue llegue un poco tarde jeje pero asi es mi mama con mi sobrina. Cuando viene de visita ella insiste que se quede en su cuarto y se quedan platicando por horas en la madrugada. Sobra decir que la ni;a amanece bien desvelada jeje
Saludos y gracias x compartirnos una anecdota mas ^^
Ay las abuelitas... yo extranio a la mia, se murio hace mucho y la tengo muy presente.
Donia Leonis, dicen que me parezco a ella en el color de los ojos... suspiro por sus tortillas de harina y su sopa de fideos.
recordar a los abuelitos siempre deja una sonrisa con sabor a dulces de antaño y sopa de fideo... blaaah la dulce infancia
Hola estimado Guffo:
Su seguidora silenciosa lo saluda afectuosamente desde tierras tapatias, para tratar de transmitirle mi grito de emoción estilo estoy viendo a mi maldito artista favorito y vivo a menos de medio metro de mi AAAAAHHHHH! por que post mex me dejo un recado de que ya llegaron ya estan aqui! ya informe a la banda amante de estas cosas y nos reuniremos alrededor de la caja y la abriremos cual cofre del tesoro.
Muchas muchas gracias en nombre de esta banda. No prometo escribir comentarios, solo que me deleitan a solas sus escritos.
Un abrazo fuertisimo y esperamos verlos en Noviembre.
conmovedor post afin con algunos sentimientos que pasan por mi mente en estos momentos...
Me gusta como escribes, algunas de tus ideas las comienzo a entender... no cabe duda que el mundo real te da cada patada por el trasero...
saludos
sussie!
Nunca me tocó tener una litera, pero las pocas veces que dormí en una, prefería arriba, pero no porque me gustaran las alturas, sino porque siempre me dio miedo estar en la parte de abajo y que la superior se derrumbara y me aplastara.
Mi hermano fué uno de ésos niños que saltaba queriendo volar, yo con tres años menos que él... me parecía imposible, desgastante y nunca lo intenté... será ilusión exclusivamente de los hombres???
Tengo una perrita chihuahua que salta desde arriba... y no le pasa nada.
Me gustaba mas dormir en la cama de abajo, iaginaba a veces que era una nave espacial, otras un autobus de dos pisos, otra una cabina de mando o cualquier cosa asi.
Cuestion de enfoques.
Lo que estaba de la verga era dormir abajo y que tu primo que dormia arriba se le ocurriera mearse dormido...
Mi hermana una vez al bajar de la litera por la mañana despues de un denso y prolongado sueño, volo, se solto la escalera y volo con todo y todo, jajajajajajajajaja, rei hasta ahogarme y mi otra hermana cayo cual costal de papas por que al dar la vuelta rodo por el filo y paf!, es lo que mas me ha hecho reir en la vida.
guffo ahorranos tus tonterias sentimentaloides y platicandos de tu ex vieja
que lindo relato, mi abuela era un poco más aburrida.
en el lenguaje de los papás lo que hacen los abuelos se llama malcriadez.
yo tambien tuve una abuela malcriadora a la que quise, mucho mucho y una vez oí decirle a mi mamá: la disciplina y las correciones se las dejo a los papás, yo criando a mis hijos, me gano el derecho de malcriar a mis nietos.
Cuando por fin conseguí que mi madre comprara una litera, todavía tuve que enfrentarme a mi hermano más chavo para convencerlo (a madrazos,claro) que a mi ME CORRESPONDÍA arriba por ser el mayor.
Fue una buena época. Gracias compadre.
"en el lenguaje de los papás lo que hacen los abuelos se llama malcriadez. "
Ja ja ja muy cierto.
Guffo, neta que me pasan un chingo los posts de tu infancia, de alguna manera me hacen recordar cosas chingonas de la mía.
Saludos.
Me has hecho recordar lo que se veía a los cinco años en el mercado de la colonia Moctezuma: un bosque de piernas que se hacía más espeso en los cruces de los puesto y yo apretaba, asustado, la mano que me guiaba en ese mundo tan extraño.
Recuerdo con fidelidad el sonido que emanaba de la sección de las carnicería... ese "flap, flap" cuando aplanaban los bisteces sobre lo que un día fue el orgulloso tronco de un árbol.
mi mama tampoco me dejaba dormir en la litera... ahora la culpo por mis delirios de superioridad.
lindo relato
Mi abuela también tenía literas... hasta que me partí la madre y ni pedo, la bajaron y las hicieron "Gemelitas".
Por cierto, andaba "Googleando" y por curiosidad le puse "Wenceslao Romo" y me salió el grupo de Wences... En efecto se llama Wenceslao Romo Rodríguez... y está registrado en Facebook! bueno me voy a bañar, tengo como 1 mes de peste a webonada sobre mi alma. Adiós.
Ah, qué bonito. A mí nunca me dejaron dormir harriba de la litera, hasta ese fatídico día en que mi hermana cayó sobre mí.
Niña de 14 años, tablas, colchón, cobijas, colcha y almohadas, encima de la nena de 7 años.
Todos creyeron que me había muerto, cuando quitaron todo... hasta que ronqué.
Desde entonces, la nenita durmió arriba.
Y sí era bien emocionante aventarse desde ahí, cómo chingados no.
De las abuelas no digo nada, que salen los viejos fantasmas de los rencores.
Besitos, nunca cambies, estás guapísimo, hazme un hijo, ¡bye!
Cada cual con su historia.
Sin embargo, las de algunas personas insisten en ser más bonitas!!! :)
Abrazos
¿Y cuando despertaste donde tenías el dedo?
Todo depende del cristal con que se mire ... o la cama de la litera en que se duerma jeje
Muy lindo!
que bonito secreto!
lo que hace el triopentato de sodio o la nostalgia!
beso
Ay maestro, mi abuela me trataba de la verga, no mames Guffo, sacas cosas de no se donde y duelen, en fin un saludo, chido que tu aguela te quiere un chingo, yo seimpre he sido el mal querido.
Un abrazo
que lindo:)
extraño a mi agüelita :(
jojo...
los abuelos existen solo para consentir a los nietos...
(:
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