Un compa de fuera terminó con su vieja y se regresó para acá para Monterrey, pues se quedó sin casa allá en su pueblo. Se ha hospedado algunos días en mi departamento. Ayer, entre cerveza y cerveza, me preguntó:
- Oye, Gus: ¿no sabes quién querrá unos aceites para masaje, unos vibradores y un consolador?
¡Verga! "Este güey se volvió puto y sus intenciones de quedarse aquí en mi depa son muy macabras y cochinas" -pensé.
- A chinga... ¿Y eso? ¿A poco andas vendiendo esas mamadas? -le pregunté algo nervioso.
- Nel, güey: los compramos mi vieja y yo cuando nos casamos, pero me da cosa tirarlos.
- ¡No mames! ¿Quién va a querer esas madres usadas?
- Ay, güey, me da chingadera tirarlos: nos costaron una lana; además, se lavan y ya: quedan como nuevos.
Entonces pensé en darle una lección de higiene como las que nos daban en la primaria.
- Mira: tengo este cepillo de dientes, ya no lo uso, ¿no lo quieres? Todavía está bueno, nomás lo lavas y ya.
- No mames, ¡guákala¡ -respondió con cara de fuchi.
- ¿Ya me entendiste?
- Pos comoquiera me da chingadera tirarlos...