mi colita y la tuya...

Aprender a hacerse el nudo de la corbata es igual de glorioso que cuando nuestra jefecita nos enseñó a limpiarnos la colita después de hacer popó. "Ya terminéee!!!", gritábamos mientras nos empinábamos en cuatro patas y nuestra madrecita venía corriendo a limpiarnos la popó de la coliflor. Doblaba meticulosamente el papel y nos sobaba el ano delicadamente, quitando los residuos de Sabritones, Frutsis y semillas de pepino malamente digeridos. La pena era cuando uno estaba en la primaria y le tenía que decir a la maestra más bonita que le limpiara el cuchufleto; eso sí era una vergüenza. Y luego ni te limpiaba bien la cabrona de la maestra, porque le daba asco; y uno, bien enamorado de ella, se deprimía porque no limpiaba la colita tan bien como la jefecita. Más vergüenza era cuando uno, que supuestamente ya sabía limpiarse la retaguardia, dejaba los calzones todos faroleados, con un caminito de tierra café similar a la canela, el cual la madre batallaba horas y horas tallando en la lavandería para poderlo quitar. Eso sí: nunca me cagué en los chones. Se los prometo. Qué bonito es cuando uno aprende a hacer las cosas por uno mismo. Siente uno que no necesita de nadie. Ya, se acabó este pinchi post...