De noche y desde lo alto la ciudad parece el tablero gigantesco de una torre de control. Si te
sientas al borde del mirador del cerro o en la orilla de alguna azotea sentirás que piloteas el mundo dentro de una cabina de vuelo a cielo abierto. Pero apreciar la ciudad desde abajo también tiene su encanto. Recorrer sus calles iluminadas es dejarse arrastrar por el torrente sanguíneo de un ser penumbroso que padece una enfermedad terminal, que brilla sólo para ser más llevadera. Lo que más disfruto es el efecto de barrido de las luces cuando giro la cabeza hacia cualquier otro lado: se asemeja a las fotos nocturnas sin flash cuando el pulso no es
muy bueno; como si cada foco cobrara vida, como luciérnagas eléctricas grafiteando la oscuridad. Y es entonces que todo cobra sentido y se vuelve tan vibrante como en un sueño que se esfuma al amanecer.
lunes, marzo 31, 2014
viernes, marzo 21, 2014
Manada de dromedarios
Las montañas que rodean mi ciudad son como una manada de dromedarios. A veces el horizonte de jorobas verdes desaparece bajo una bruma tan blanca como un mar de leche; otras, bajo un telón de brea gris.
Y es en esas partes alcanzadas por el desarrollo donde la manada se hunde precipitadamente en un pantano de concreto, fierro y vidrio; como si atravesara un hormiguero o un río lleno de pirañas, donde el hombre -en su función de marabunta o cardumen- les trepa por las patas para devorar pedazos de carne y piel.
Y es en esas partes alcanzadas por el desarrollo donde la manada se hunde precipitadamente en un pantano de concreto, fierro y vidrio; como si atravesara un hormiguero o un río lleno de pirañas, donde el hombre -en su función de marabunta o cardumen- les trepa por las patas para devorar pedazos de carne y piel.
Las edificaciones modernas pretenden competir con este horizonte. Todas tienen el complejo de La Torre de Babel. No buscan formar una manada libre, sino una caravana guiada: la caravana del progreso y la modernidad, cuyo perfil a contraluz no alude a las jorobas del dromedario, sino al esqueleto de un pez gigante que lo apesta todo.
lunes, marzo 10, 2014
martes, marzo 04, 2014
Entrevista afuera del supermercado
Apenas iba a cruzar la puerta
automática del Soriana cuando una joven rechoncha y de lentes me interceptó: "¿Podría ayudarnos con un
trabajo de la escuela?".
Le dije que sí, pues recordé mis
años de prepa y carrera, cuando tenía que andar mendigando entrevistas o
encuestas que nos encargaban como tareas. La verdad, yo sentía bien gacho cuando
alguien se negaba a responder las preguntas: maldecía y deseaba que les cayera
un meteorito a esas personas mamilas –"¿qué les cuesta?", pensaba– ; y pues yo no
quería que me desearan lo mismo a mí, snif.
Junto a la chava de lentes había
otro joven con una cámara fotográfica muy moderna colgándole del hombro, y, del
otro lado –donde está el asador para el “Viernes de Asador de Soriana”–, estaba un camarógrafo –joven, también– y un hombre que destacaba de entre los demás, pues era un
poco mayor, de cabello entrecano y micrófono en mano. Entrevistaba
a una señora que parecía Paquita la del Barrio, pero con 40 kilos menos.
Le pregunté a la chava de lentes
que de qué se trataba la entrevista, y me dijo que eran unas preguntas para un
trabajo final. “Son preguntas sorpresa: no escuches”, me dijo sonriendo mientras
me jalaba de la manga de la chaqueta y me ponía frente a una pared.
Total que la falsa Paquita la del
Barrio se fue, la morra de lentes me pidió unos datos que anotó en una hoja, el
morro de la cámara moderna me tomó una foto y me llevaron frente al camarógrafo
y el entrevistador. El hombre de cabello entrecano me
dio la mano y soltó la primera pregunta:
– ¿Conoce usted a su diputado?
– No –dije sin titubear.
– ¿Por qué no lo conoce?
– Porque nunca se fue a presentar
a mi casa.
– ¿Sabe si su diputado votó a
favor o en contra de la Reforma Hacendaria?
– Lo ignoro.
– ¿No sabe?
– No, no sé. Da igual.
Quizás el "da igual" estaba de más, pero noté que el tonito inquisitorio en la voz del entrevistador había subido dos rayitas, como si mi ignorancia en el tema
fuera la causa de todos los males de México. Ya saben, la típica jalada
para eximir culpas y responsabilidades: “Por gente como tú, que no conoce a sus políticos, el país está como está”.
– Entonces no lo conoce... –insistió
el hombre.
– No, no sé quién es.
– ¿Qué le diría a su diputado si
lo tuviera enfrente?
– Nada –dije indiferente–. Que
trabaje, tal vez.
No se me ocurrió otra respuesta porque no me importaba aprovechar el espacio para dar cátedra de lo que pienso debe hacerse para tener una mejor ciudad y un mejor país. Tampoco quería quejarme de lo que todos se quejan: "Ay, cobran mucho y no hacen nada", o el típico: "Ay, son unos corruptos", porque también sería deslindarme de responsabilidades como ciudadano. Aunque confieso que luego me arrepentí de no haber dicho que sólo confiaría en los políticos que fueran una mezcla de Rafael Correa, Pepe Mujica y, tal vez, unas gotitas de AMLO.
El hombre bajó el micrófono y me
dijo:
– Pues mucho gusto: Soy No-Sé-Qué-Madres
Coronado, tu diputado –y me tendió la mano con una sonrisa que, apuesto, ensayó
mil veces.
Le di la mano y sonreí. “Hasta para algo tan sencillo tienen que manipular y envolver con engaños”, pensé, y me fui.
domingo, marzo 02, 2014
jueves, febrero 27, 2014
martes, febrero 25, 2014
jueves, febrero 20, 2014
miércoles, febrero 19, 2014
martes, febrero 18, 2014
viernes, febrero 14, 2014
Construcciones absurdas de mi ciudad
Ese puente peatonal no estaba ahí hace un año.
Sí: acepto que les quedó muy bonito, muy moderno, muy bien hecho; con dos rampas largas de un lado y otras dos del otro, con inclinaciones en ángulos agudos, comodísimos para que los peatones no se fatiguen subiendo escalones y quienes usan bicicleta o silla de ruedas puedan cruzarlo sin problemas.
Mi única duda es: ¿por qué chingados construyeron la estructura justo en donde hay un semáforo y un paso de cebra?
Cuando no estaba ese puente la gente atravesaba la calle sin ningún pedo; ah, pero ahora, para obligarnos a usar la estructura de metal azul y concreto, pusieron una malla ciclónica a lo largo del camellón que divide la avenida —onda Muro de Berlín—, para que sea imposible cruzar por abajo. ¿Así o más absurdo?
Y como este puente hay un chingo por toda la ciudad.
Sí, qué paike que indirectamente están provocando que los ciudadanos caminen más, pues necesitamos individuos atléticos y sanos para prevenir la obesidad y la diabetes y los infartos y bla bla bla; pero, si a cada puentecito le meten entre 100 y 200 metros lineales, ¿por qué mejor no dejan de construirlos en donde no se necesitan, los juntan todos en línea recta de un solo lado de la avenida y los convierten en ciclopistas elevadas? Juntando diez o doce de estos puentes inútiles tendríamos dos kilómetros de carriles recreativos para ciclistas, en vez de andar enrejando camellones para impedir el paso, como como si fueran la RDA.
Es en serio, autoridades municipales: si están haciendo un gasto inútil, háganlo útil; hagan lo mismo, pero denle otro sentido. Los ciudadanos lo agradecerán y los odiarán menos. Háganle caso a alguien que quiere odiarlos menos.
Cuando no estaba ese puente la gente atravesaba la calle sin ningún pedo; ah, pero ahora, para obligarnos a usar la estructura de metal azul y concreto, pusieron una malla ciclónica a lo largo del camellón que divide la avenida —onda Muro de Berlín—, para que sea imposible cruzar por abajo. ¿Así o más absurdo?
Y como este puente hay un chingo por toda la ciudad.
Sí, qué paike que indirectamente están provocando que los ciudadanos caminen más, pues necesitamos individuos atléticos y sanos para prevenir la obesidad y la diabetes y los infartos y bla bla bla; pero, si a cada puentecito le meten entre 100 y 200 metros lineales, ¿por qué mejor no dejan de construirlos en donde no se necesitan, los juntan todos en línea recta de un solo lado de la avenida y los convierten en ciclopistas elevadas? Juntando diez o doce de estos puentes inútiles tendríamos dos kilómetros de carriles recreativos para ciclistas, en vez de andar enrejando camellones para impedir el paso, como como si fueran la RDA.
Es en serio, autoridades municipales: si están haciendo un gasto inútil, háganlo útil; hagan lo mismo, pero denle otro sentido. Los ciudadanos lo agradecerán y los odiarán menos. Háganle caso a alguien que quiere odiarlos menos.
jueves, febrero 13, 2014
Nana de aves
Un amigo me encargó cuidar un par
de cardenales mientras viaja por Italia con su esposa.
Mi casa es algo fría y no tengo calentador de gas, por lo que decidí poner la
jaula sobre el horno de microondas y abrir la persiana para que la luz
del sol les pegue directo durante la tarde. Por las noches cubro la jaula con una toalla -como me lo indicó la mujer de mi amigo- y enciendo un rato una de
las hornillas de la estufa.
Ayer le mandé un mensaje:
-Me da mucha pena, pero uno de
los pajaritos amaneció muerto y el otro está muy triste. No ha comido.
Mi amigo respondió horas después:
-No te preocupes. Mi mujer se puso medio triste, pero no pasa nada. Such is life.
Salí al patio, abrí la jaula y las aves volaron libres en una de las tardes más soleadas que nos ha dado febrero.
lunes, febrero 10, 2014
Rabos
![]() |
Clic para ampliar |
P.D. A todos los que el fin de semana pidieron libros, separadores, postales y playeras del Escuadrón Retro, les aviso que haré los envíos mañana martes al medio día.
Muchas gracias.
viernes, febrero 07, 2014
Fauna marina retro
![]() |
Clic para ampliar |
Todavía quedan paquetes de libros, separadores, postales y playeras. Hagan sus pedidos en guffo76@hotmail.com
Buen fin de semana.
miércoles, febrero 05, 2014
Condenado a la extinción
Con frecuencia escuchaba hablar
sobre un tipo al que metieron a la cárcel hace como 12 años. Es –o era– amigo de un
conocido que, cada que me lo topaba, mencionaba la anécdota de “su amigo que
está en el bote” como si fuera lo más interesante que le hubiera sucedido en la vida.
Al encarcelado yo lo conocía “de oídas”, como dicen, debido a la mala fama que tenía cuando era morro (y porque esta ciudad no deja de ser un rancho en el que la mayoría de las personas se conocen).
Al encarcelado yo lo conocía “de oídas”, como dicen, debido a la mala fama que tenía cuando era morro (y porque esta ciudad no deja de ser un rancho en el que la mayoría de las personas se conocen).
El susodicho era el típico adolescente clasemediero que iba a las fiestas de quince años a hacérsela de pedo a
los chavitos que “se le quedaban viendo feo”. Era el vato mayor que iba a ver a su novia a la prepa acompañado de una bola de amigos malandros que buscaban pleito nomás por buscar pleito, y era también el que se robaba la pistola que escondía su padre en un cajón y la
sacaba por la ventana del copiloto para asustar a los conductores.
Todo esto fue hace años; antes de que Monterrey se convirtiera en la triste ciudad temerosa y asolada por el crimen que es ahora. Digamos que en aquella época se habían sembrado las semillas de la nefastez pero todavía no se cosechaban sus frutos.
Todo esto fue hace años; antes de que Monterrey se convirtiera en la triste ciudad temerosa y asolada por el crimen que es ahora. Digamos que en aquella época se habían sembrado las semillas de la nefastez pero todavía no se cosechaban sus frutos.
Hubo un tiempo algo prolongado en
el que no supe nada de esta persona, hasta que me enteré –por los medios
y el conocido que lo idolatraba– que lo habían metido a la cárcel. A “La Grande”.
A Almoloya.
Nunca supe bien a bien por qué
fue que lo encerraron. La nota en los periódicos locales de aquel día decían que el tipo había matado a un reconocido –y fraudulento– abogado, al que habían encontraron maniatado y con un tiro en la cabeza dentro de la cajuela de su lujoso coche, abandonado en una brecha en
donde ahora hay un fraccionamiento con residencias de clase media alta.
Sus allegados –o quienes decían conocerlo– aseguraban que "él sólo vendía drogas y robaba coches” (¡ah, menos mal!), pero que lo habían inculpado "para no culpar" a quien en verdad había cometido el asesinato del jurista. Se decían muchas cosas, pero nadie decía en realidad nada; todas eran historias a medias y teorías que pretendían blanquear algo turbio, pero a mí la verdad me tenía sin cuidado. Confieso que incluso la noticia de su encierro me dio mucho gusto, por la famita de hijo de puta que se cargaba. Fue algo así como que "tranquilizante".
Sus allegados –o quienes decían conocerlo– aseguraban que "él sólo vendía drogas y robaba coches” (¡ah, menos mal!), pero que lo habían inculpado "para no culpar" a quien en verdad había cometido el asesinato del jurista. Se decían muchas cosas, pero nadie decía en realidad nada; todas eran historias a medias y teorías que pretendían blanquear algo turbio, pero a mí la verdad me tenía sin cuidado. Confieso que incluso la noticia de su encierro me dio mucho gusto, por la famita de hijo de puta que se cargaba. Fue algo así como que "tranquilizante".
Y pues resulta que el fin de semana me topo con el cabrón éste que siempre presumía a “su amigo el que está en el bote” y me
platica que lo liberaron hace un par de meses (si estás leyendo esto, por favor no vengas a matarme, snif).
Me entero de todo esto y no comprendo
nada. No comprendo cómo un tipo que no tiene carrera universitaria y pasó más
de una década encerrado en una prisión de máxima seguridad mexicana, acusado de asesinato, consiga
trabajo así de fácil, mientras millones de personas que han llevado vidas honestas batallen para conseguirlo; y, si es que lo consiguen, por lo general son trabajos culeros con salarios de mierda. ¡Y este güey ya hasta al Mundial se va a ir! Increíble que en dos meses hizo lo que nadie hará en años. Pero bueno...
Me entero también que ya tiene un trabajo
como “contratista” en una constructora "de renombre" (pero nadie sabe en cuál). Quesque es "el contacto”
entre la constructora y el gobierno para “proyectos grandes” (pero nadie dice qué proyectos). Me entero que irá al Mundial de
Brasil 2014 de vacaciones y que trae una camioneta de modelo reciente.
Y me caga que cuando pido explicaciones concisas, precisamente porque no entiendo nada –y hasta me indigna que suceda esto–, nadie las da. Cuando pido respuestas creíbles, nadie las tiene. Todos se tragan la historia "de éxito" de que salió de la cárcel y se puso a trabajar honradamente con "los contactos que hizo estando encerrado" y "los programas del gobierno para ex reos". Puras verdades a medias con tintes fantásticos transmitidas por interlocutores que parecen actuar con secretismo.
Parecería que no es de mi incumbencia, pero en verdad necesito una explicación. La necesito porque de eso depende la permanencia de muchos. Que me digan cómo opera esto. Una respuesta razonable y sincera; que se hablen al chile para al menos no sentirme tan mal. Porque ante estos casos de "éxito", hasta incompetente y huevón se siente uno. Necesito algo para comprender lo que le espera en el futuro a las personas como yo en una sociedad como la actual: podrida, corrupta, carente de valores y de disciplinas artísticas; donde apremian al más inculto, al más incívico, al más despiadado y a quien se mueve en terrenos pantanosos.
En el fondo conozco la respuesta. Sé la explicación. Pero es aterrador conocerla. Es aterrador porque te das cuenta que individuos como tú y como yo, en sociedades como ésta –y según la teoría evolutiva de Charles Darwin–, están condenados a la extinción.
Parecería que no es de mi incumbencia, pero en verdad necesito una explicación. La necesito porque de eso depende la permanencia de muchos. Que me digan cómo opera esto. Una respuesta razonable y sincera; que se hablen al chile para al menos no sentirme tan mal. Porque ante estos casos de "éxito", hasta incompetente y huevón se siente uno. Necesito algo para comprender lo que le espera en el futuro a las personas como yo en una sociedad como la actual: podrida, corrupta, carente de valores y de disciplinas artísticas; donde apremian al más inculto, al más incívico, al más despiadado y a quien se mueve en terrenos pantanosos.
En el fondo conozco la respuesta. Sé la explicación. Pero es aterrador conocerla. Es aterrador porque te das cuenta que individuos como tú y como yo, en sociedades como ésta –y según la teoría evolutiva de Charles Darwin–, están condenados a la extinción.
martes, enero 28, 2014
Un montón de revistas Playboy
Nunca fui un niño popular. A pesar de ser extremadamente guapo y encabronadamente sexy –me lo dijo una vez el cura de la iglesia del barrio–, no era de personalidad extrovertida, no era el deportista estrella, no me gustaba ir a las piñatas de mis amiguitos ni tenía en casa la consola de videojuegos más moderna del mercado, snif.
Por desgracia, saber dibujar y tener un padre veterinario que trabajaba en un zoológico tampoco eran razones suficientes para acceder al menos a una pizca de la popularidad de la que gozaba el insípido Cesarín, del programa Papá Soltero.
Ah, pero tenía esto:
Bueno, yo no, mi padre fue quien las coleccionó –y acumuló– a finales de sus veinte y hasta sus treintaytantos, obviamente por los artículos tan interesantes que en ellas se publicaban y no por las fotos de esos bellos pedazos de carne llenos de bolas (hay que darle algo a las feminazis para que se enojen, jejeje).
Las famosas revistas de viejas en cueros siempre estuvieron a la vista, apiladas en el estante de abajo del librero de madera que cruzaba de pared a pared la biblioteca, una de las habitaciones más concurridas de casa de mis padres.
En la biblioteca había también un televisor –ay, las ironías de la vida–, un Intellivision y muchos cartuchos de juegos. Nunca comenté con nadie la existencia de las revistas. Cada que mis amigos iban a la casa a jugar tenía que disimular los nervios que me causaba pensar que llegaran a descubrirlas. A pesar de que mi padre nunca las escondió –ni siquiera por mis hermanas– ni me prohibió verlas, me daba algo de "miedo" hojearlas; ya saben, esa sensación estúpida que nos inculcan las sociedades hipócritas de pensar que se está haciendo "algo malo" para tenernos viviendo llenos de culpas y complejos.
En fin, les decía que nunca les comenté ni a mis amigos de la escuela ni a los de la cuadra la existencia de las Playboy, hasta que la curiosidad de uno de ellos dio con las revistas. En cinco segundos el Intellivision quedó en el olvido y ya había tirados en el piso un montón de mocosos repasando las curvas de las playmates con los ojos desorbitados.
Y de ahí mi popularidad se extendió.
Todos querían venir a jugar a mi casa: los hermanos mayores de mis amigos, los niños de otras escuelas, los de otros barrios... Yo me ponía bien nervioso cuando se invitaban solos. "Eh, nos dijeron que tu papá tiene revistas porno. Vamos a verlas". No sabía cómo decirles que no, y les daba chance de que las vieran un ratito con la puerta de la biblioteca cerrada con seguro, pero todo el tiempo estaba con el terror de que las fueran a maltratar o no las dejaran en el mismo lugar o se las fueran a robar o les fueran a arrancar alguna página para llevársela de recuerdo o, lo peor: que mis padres nos descubrieran con las manos en la masa... o en los huevitos lampiños.
Me acuerdo que una vez, sudando de los nervios, les dije a un amigo de la secundaria:
-¡Eh, ya vámonos. Ya deja ahí las revistas, pinche enfermo!
Y me respondió: “
-Ah, chinga: si el que las compró fue tu papá.
Buena madreada. Épica, diría yo. ¡Snif!
La cosa es que mi padre se quiere deshacer de su colección de revistas pornochas y las anda vendiendo y me pidió de favor que las ofreciera por este medio. Son 75 revistas Playboy gringas. Hay desde el año 75 hasta el 86. Están en buenas condiciones. El desgaste natural del papel después de 30 años.
Hay portadas de Kathleen Turner, Goldie Hawn, Bo Derek, Brooke Shields, Madonna y hasta una con Steve Martin.
Hay escritos de Stephen King, Gore Vidal, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury y demás chingonazos. Cartones del mítico Art Spiegelman, Harvey Kurtzman y dibujantes del New Yorker. Les digo esto porque, pues, todos sabemos que el Playboy se compra por sus artículos y no por otra cosa.
Hay escritos de Stephen King, Gore Vidal, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury y demás chingonazos. Cartones del mítico Art Spiegelman, Harvey Kurtzman y dibujantes del New Yorker. Les digo esto porque, pues, todos sabemos que el Playboy se compra por sus artículos y no por otra cosa.
La revista más antigua es de septiembre de 1975:
La más “nueva” es la de noviembre de 1986, con Brooke Shields en la portada.
La más “nueva” es la de noviembre de 1986, con Brooke Shields en la portada.
Según mis refinados gustos, la mujer más guapa que vi en todas las portadas, fue ésta:
El ejemplar que trae a Madonna en la portada viene con fotos de la cantante con pelos en los sobacos, repito: ¡pelos en los sobacos! Ah, y un changuito entre las piernas, muy raro...
El ejemplar que trae a Madonna en la portada viene con fotos de la cantante con pelos en los sobacos, repito: ¡pelos en los sobacos! Ah, y un changuito entre las piernas, muy raro...
viernes, enero 24, 2014
jueves, enero 23, 2014
martes, enero 21, 2014
Pinball
Como la mayoría de los niños, yo también fui muy aficionado a los videojuegos, devoción enfermiza que perdí por ahí de los dieciséis años: cuando descubrí el sexo con animales de peluche. ¡No es cierto! Tenía diecisiete.
Fue durante mi infancia ochentera cuando comenzaron a aparecer las primeras consolas caseras, cuyas gráficas necesitaban de muchísima imaginación para ver naves espaciales o jugadores de fútbol en donde sólo había cuadros deformes que se movían. Por esta razón –creo yo– una de las actividades más recurrentes de los chamacos de mi generación –aparte de coleccionar calcomanías Rascahuele y llenar Magicuentos– era ir a los centros comerciales a jugar “maquinitas”, término genérico que empleábamos para referirnos a los tragamonedas con palanca y botones dispuestos en lugares públicos y cuyos dibujos superaban por mucho la pedorrencia gráfica de los Ataris e Intellivisions.
Me gustaban los arcades (como también se les conoce), pero tenía cierta debilidad por las máquinas de pinball. Me seducía la dinámica del tablero lleno de foquitos de colores, fierros cromados resplandecientes, bandas de hule, zumbidos, rampas y túneles; como si una pequeña ciudad estuviera encerrada en una caja rectangular con tapa de cristal. Se veía tan fascinante todo y a la vez tan rudimentario que sentía que podía construirme un aparato de esos en mi casa, con algunas maderas, alambres, ligas y focos de navidades pasadas, snif.
Y creo que parte del encanto de los pinballs radica en esa sencillez, pero también en que el desempeño y los resultados dependen más del azar, la fuerza de gravedad, la mecánica de sólidos y la ley de elasticidad de Hooke, no de la habilidad del jugador.
Y creo que parte del encanto de los pinballs radica en esa sencillez, pero también en que el desempeño y los resultados dependen más del azar, la fuerza de gravedad, la mecánica de sólidos y la ley de elasticidad de Hooke, no de la habilidad del jugador.
Recuerdo que de niño alucinaba con que hicieran una película en la que un niño de mi edad se metía en una máquina de estas por la ranura de las moneda, y la trama era algo así como la película de Tron y la escena de Cazadores del Arca Perdida en donde Indiana Jones huye de una roca gigante. Como nunca nadie la filmó, pues yo la dibujé en un cuaderno cuadriculado que añoro encontrar... así como añoro el día en que pueda tener una maquinita de pinball en mi casa, snif.
jueves, enero 16, 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)