miércoles, noviembre 04, 2015

Barrotes en la cabeza

Por fin logré que Jairo leyera un libro: Memoria de mis putas tristes. Me dice que le gustó. Me preguntó, sorprendido, si era una historia de la vida real. No soy muy fan de García Márquez; lo único que se me ocurrió decirle fue que no lo dudaba: que a veces los autores disfrazan anécdotas o pasajes de su vida cotidiana como historias de ficción, y que el autor había escrito ese libro en sus últimos años de vida y que por esa razón uno podría sospechar eso y bla bla bla. Me pidió que le prestara otro libro. Le presté El búfalo de la noche, de Guillermo Arriaga. "Está más gordo que el otro", dijo Jairo. "Si te aburre me dices y te lo cambio", respondí. "No, así está chido, pa´que me dure más", y remató con: "¿También es una historia real disfrazada de mentira?". Reí.

La mamá de Jairo le trae desde julio la revista Muy Interesante. Su hijo le comentó que yo le había facilitado un montón de éstas y le habían gustado. Me acuerdo que el primer mes le llevó una repetida, la cual rolé entre los policías del turno. Sólo vi a uno de ellos hojeándola en un descanso. En mi siguiente turno, el mismo guardia seguía leyendo la publicación. Me sentí bien; como si hubiera hecho un pequeño aporte personal que rindió frutos despertando la curiosidad de al menos dos personas.

Antier Jairo me preguntó si podía usar el gimnasio de los policías: un pequeño salón con aparatos muy básicos. Aunque está en una celda amplia, siente que el sedentarismo le está haciendo acumular grasa alrededor del ombligo y aguadando los brazos. Obviamente me dijeron que eso no era posible, ni aunque hubiera un guardia custodiándolo. Jairo camina, hace abdominales y lagartijas adentro de su celda, pero me confesó que se aburre de lo mismo: "Voy a tener cuadritos pero los brazos todos flacos". Por lo pronto le conseguí un par de garrafones de agua que tienen una agarradera en el tapón, se los llené en el grifo y le dije que los usara como pesas. Ahora fue él quien rió; pero no ha dejado de usarlos.

Detrás del escritorio pienso que mi situación es similar a la de Jairo: estoy encerrado casi todo el día, todos los días, en el mismo lugar que él; la diferencia es que mi puerta no es de barrotes, y puedo salir a la tienda y a mi casa al terminar el turno, pero vuelvo, como si nunca me hubiera ido. Irónicamente, Jairo sabe que, por el momento, su único escape es encerrarse dentro de sí mismo, para sentir que está libre. Yo también lo sé. Me pasa lo mismo. Y no creo que sea tan malo. Malo el día en que ni siquiera podamos imaginar nuestra propia libertad: ahí sí estaremos presos. Y de por vida. 

7 comentarios:

Alexander Strauffon dijo...

Dile que se aviente en la celda los que compartí en ésta entrada:

http://alexanderstrauffon.blogspot.mx/2015/08/workout-routine-rutinas-de-ejercicio.html

Y te felicito por lo chido que eres, Guffo. Se nota el apoyo que le das. Saludos.

Anónimo dijo...

Si nos ponemos en ese plan, somos varios los "encerrados" algunos vemos: pantallas de computadoras, cajas registradoras, volantes de camiones, hojas de reportes, líneas de producción, etc. etc… en jornadas de 8 a 10 horas al día, todos los días…

Patricia Martínez dijo...

“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Viktor Frankl,

AlexitaLadyBlue dijo...

Les dejo un video de la vida en prision de guffo y jairo.


https://youtu.be/LLsnTHm_xAY?t=11






Liliane dijo...

Gustavo,

Hay un libro que, pienso yo, sería estupendo que Jairo pudiese leerlo. se llama DECIDME COMO ES UN ÁRBOL, de Marcos Ana.

Marcos Ana se fue a la cárcel en cuando todavía era muy jovem, por ocasión de la Guerra Española. Lo escribió en la cárcel, pero trata del asunto y del sufrimiento con mucha sensibilidad. Con textos leves y mucha poesía.

Decidme como es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire
recítame un horizonte sin cerradura
y sin llave como la choza de un pobre
decidme como es el beso de una mujer
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo
Aún las noches se perfuman de enamorados
que tiemblan de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa?
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa
22 años, ya olvidé
la dimensión de las cosas
su olor, su aroma
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque, digo bosque
y he perdido la geometría del árbol.
Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron,
no puedo seguir
escucho los pasos del funcionario.


Si lo encuentras, compráselo. Merece la pena. Es estupendo!!!

Abrazos

Anónimo dijo...

yo ya me hubiera vuelto loco..........

Anónimo dijo...

guffo ve a jairo como algo parecido a su mascota o los colibries o algo asi........... doctor psiquiatra...........jaja