¿Por qué las personas agradecen a Dios cuando les sucede algo que consideran positivo?
Si consiguen un trabajo, si conservan ese trabajo, si superan una enfermedad, si sacan buena nota en un examen, si tienen éxito, si tienen hijos sanos, si tienen la posibilidad de salir de viaje o de comprarse un coche nuevo, le dan las gracias a Dios.
Ah, pero que no cometan un error, porque ahí sí le echan la culpa a su condición humana.
“Soy humano, cometo errores”, “todo el mundo se equivoca”, “ni pedo, la cagué”, “de los errores se aprende”, “no nacemos sabiendo ser padres”, “no soy perfecto” y demás lloriqueos que obstruyen el camino hacía la sobrehumanidad y nos hunden en acciones cada vez más imperfectas.
¿No podría ser al revés... o igual? Tus virtudes son tuyas, al igual que tus fallas; pero las fallas pueden evitarse, las virtudes no. Pendejo es quien evita las virtudes teniéndolas. Por eso mucha gente odia al que razona las cosas dos veces para no equivocarse; por eso tachan de frívolos e insensible a quienes prefieren pensar.
Por eso la humanidad está tan devaluada. No creemos en nuestra capacidad creativa ni en nuestra inteligencia ni en nuestras virtudes. Ponemos siempre a la razón por debajo del instinto, de las emociones chantajistas y del pensamiento mágico, y a los sentimientos por debajo de la razón las pocas veces que debiéramos ser compasivos. Hasta para eso somos convenencieros e hipócritas.
Creemos que todo lo bueno nos llega del cielo y lo malo lo traemos cargando desde que nacemos. Por eso la ignorancia y la barbarie no pasan de moda. Por eso son tiempos como estos.
Si consiguen un trabajo, si conservan ese trabajo, si superan una enfermedad, si sacan buena nota en un examen, si tienen éxito, si tienen hijos sanos, si tienen la posibilidad de salir de viaje o de comprarse un coche nuevo, le dan las gracias a Dios.
Ah, pero que no cometan un error, porque ahí sí le echan la culpa a su condición humana.
“Soy humano, cometo errores”, “todo el mundo se equivoca”, “ni pedo, la cagué”, “de los errores se aprende”, “no nacemos sabiendo ser padres”, “no soy perfecto” y demás lloriqueos que obstruyen el camino hacía la sobrehumanidad y nos hunden en acciones cada vez más imperfectas.
¿No podría ser al revés... o igual? Tus virtudes son tuyas, al igual que tus fallas; pero las fallas pueden evitarse, las virtudes no. Pendejo es quien evita las virtudes teniéndolas. Por eso mucha gente odia al que razona las cosas dos veces para no equivocarse; por eso tachan de frívolos e insensible a quienes prefieren pensar.
Por eso la humanidad está tan devaluada. No creemos en nuestra capacidad creativa ni en nuestra inteligencia ni en nuestras virtudes. Ponemos siempre a la razón por debajo del instinto, de las emociones chantajistas y del pensamiento mágico, y a los sentimientos por debajo de la razón las pocas veces que debiéramos ser compasivos. Hasta para eso somos convenencieros e hipócritas.
Creemos que todo lo bueno nos llega del cielo y lo malo lo traemos cargando desde que nacemos. Por eso la ignorancia y la barbarie no pasan de moda. Por eso son tiempos como estos.