viernes, octubre 23, 2009

Más recomendaciones literarias

Hace más de cuatro meses escribí este post. En él puse algunas recomendaciones y reseñas ramplonas de mis libros favoritos o lecturas que "me han marcado". Hoy, vuelvo a hacer lo mismo. Espero disfruten mi escrito y disfruten más los libros que, sin autoridad en la materia, me atrevo a recomendar.

Trópico de Capricornio


Quienes han leído a Henry Miller coinciden siempre en que sus textos son “sucios” “crudos”, “duros”, “escandalosos” “controvertidos”, “brutales” y un largo etcétera de adjetivos que sólo generan morbo. El problema con esos calificativos tan simplones radica en que esta cosa que llamamos “vida real”, está llena de tapujos, y lo único que hizo este autor fue asomarse detrás de las máscaras sociales y describir lo que vio sin metáforas ni adornos. Así de sencillo, así de difícil, así de demoledor y fascinante.
Trópico de Capricornio -antecedente a Trópico de Cáncer, otra de sus novelas- es un libro autobiográfico que narra la infancia y juventud de Miller mientras vivía en Nueva York y trabajaba en una oficina de telégrafos a principios del siglo XX.
A lo largo de sus más de 400 páginas, es clara la inadaptación del autor ante un entorno que considera hipócrita y hostil; su lucha infatigable por no perder la individualidad y no rendirse ante la comodidad de las masas como única opción que ofrecen las estructuras mundiales, las cuales, impiden el verdadero goce de la vida y el crecimiento interior.
En una parte del libro, Miller menciona: “Para que te acepten y aprecien, tienes que anularte, volverte indistinguible del rebaño. Puedes soñar, siempre y cuando sueñes lo mismo que todos. Pero si sueñas algo diferente, no eres americano… en cuanto tienes ideas diferentes, dejas de ser americano”. En otra parte, dice: “Me parecía inútil querer cambiar el estado de las cosas; estaba convencido de que, sin un cambio del corazón, nada cambiaría, ¿y quién podía cambiar el corazón de los hombres?”.
Un hombre capaz de sentir y reflexionar lo anterior, no puede ser un hombre "sucio", “brutal” o “escandaloso”. Coherente y honesta, llamaría yo a su obra; cuyo principio siempre fue la futilidad. Hace poco leí por ahí que Miller murió convencido de que la razón nos llevará a la catástrofe. Espero que no se haya ido a la tumba estando en lo cierto.

Un Hilito de Sangre


Eusebio Ruvalcaba ganó en 1991 el premio Agustín Yáñez por esta novela. De hecho, hay una película basada en este libro, estelarizada por el Diego Luna antes de que se hiciera anoréxico y me bajara a la Camila Sodi.
Hilarante, valemadrista, noble y calenturiento, así es su protagonista: un adolescente que nos cuenta sus peripecias al intentar viajar a Guadalajara para ver a su novia Osbelia, la de los calzones verdes. La narrativa es muy amena y coloquial, llena de “palabras de chavos”, y la trama gancha desde el principio. Para toda esa banda que quiere empezar a agarrar el hábito de la lectura y no se anima, se los recomiendo. Nomás para que se den una idea: la historia comienza cuando el protagonista nos confiesa que su sueño es ser chofer de gente rica, para así poder cogerse a las señoras cincuentonas que siempre andan calientes porque sus maridos no las pelan. Ya si con estas palabras el libro no atrapa su atención, entonces no vinieron a este mundo a ser lectores, y mejor enciendan el televisor en Telehit y pónganse a ver Guerra de Chistes.

Demian


Emil Sinclair tiene 10 años y quiere ser aceptado en un grupo de niños. Para esto, inventa una historia: dice haber robado manzanas de un huerto. Como todos dudan de su falta de rectitud, lo hacen jurar por Dios que en verdad cometió el hurto. Emil lo jura y es admitido, pero uno de sus miembros lo somete a un chantaje: si Emil no le entrega dinero todos los días, irá a contarle lo del falso robo al dueño del huerto y a sus padres. Atrapado en un infierno personal, debatiéndose entre su moralidad, su fe religiosa y su conciencia, es entonces que conoce a Max Demian.
Max libera a Emil de su extorsionador y éste queda fascinado con la personalidad de su nuevo amigo, al que considera distinto y especial. Demian le enseña a Sinclair a controlar la mente de las personas, le habla sobre la marca de Caín y sobre cómo lo bueno y lo malo están reunidos en un mismo concepto. Es así que comienza el viaje de Sinclair: su desprendimiento de lo aprendido, el esclarecimiento de sus problemas de conciencia y su renacimiento.
Todos los libros de Herman Hesse hablan de lo mismo: el crecimiento interior, el despertar de cada individuo, el camino que debemos recorrer para encontrarnos con nosotros mismos y los miedos, riesgos, tropiezos, pérdidas y esperanzas que hay en el trayecto, cuyo único fin es ése: renacer. “El que quiere nacer, tiene que destruir un mundo”, es una de las citas memorables de esta novela. Que cada quien la interprete como pueda.

Oh, The Places You Will Go


No, no es broma la recomendación de este libro: última obra escrita y dibujada por el Dr. Seuss, creador de ¿Cómo el Grinch se robó la Navidad? y otros clásicos de la “literatura” infantil. El cuento está narrado en segunda persona -con las rimas características y las palabras inventadas que acostumbraba su autor-, y nos platica de forma por demás sencilla las aventuras de “Tú” -el protagonista- mientras recorre la vida y afronta los problemas que se le van presentando. A simple vista, pareciera un inofensivo libro para niños con mensajitos baratos y coloridas –y hasta psicodélicas- ilustraciones, pero tiene un trasfondo profundo y esperanzador.

El Candor del Padre Brown


Recuerdo que este libro me lo encargó en la preparatoria un maestro al que le decíamos El Sapo. Cuando sonó el timbre de salida, me acerqué a su escritorio y le dije que por qué nos había impuesto leer un libro religioso. El Sapo sonrió, me advirtió que no fuera prejuicioso, me aclaró que no era un libro religioso y que Chesterton -su autor- había sido de todo: incluso dibujante y pintor. “Como tú”, me dijo. Y con eso, me ganchó.
El libro contiene varios cuentos breves de intriga policiaca. El personaje principal es un sacerdote católico aparentemente ingenuo, que la hace de detective y resuelve enigmas aplicando el sentido común, tomando como base la naturaleza humana, las verdades filosóficas y espirituales; no los razonamientos lógicos o los detalles científicos. Chesterton es un genio para la narrativa entretenida, para el humor fino, para los giros inesperados, para las historias perfectas, sin cabos sueltos.

La Carretera


Última novela de Cormac McCarthy, autor de No Country for Old Men.
Un hombre y su hijo intentan sobrevivir en medio de una tierra devastada mientras caminan hacia el sur por una carretera abandonada en busca de un clima más benigno. La misma carretera es recorrida por otros sobrevivientes desesperados y hambrientos, que no dudarán en robar, matar y comerse a cualquiera que se cruce en su camino. Los personajes de este libro no tienen nombres propios, pues son simples representantes de la raza humana en medio de un mundo calcinado: el verdadero protagonista de la historia. La visión de McCarthy es un ejemplo rotundo de la tontería y la maldad que rigen los actos humanos, convirtiéndonos en seres capaces de destruir todo lo que nos rodea y evidenciando que el hombre siempre será el lobo del hombre, sobre todo cuando las circunstancias son adversas. Hay una parte en el libro donde los protagonistas llegan a la costa y el niño se pone a llorar porque su padre le había prometido que el mar era azul, no gris. Snif. Y mejor no les platico el dilema en el que entra el hombre por la única bala que carga en su revólver. McCarthy es otro de esos escritores que admiro por su integridad intelectual y moral. Vean este fragmento de entrevista (lástima que sea con la pendejona de la Oprah) y díganme si no es un cabrón digno de hacerle bwana bwana. Si no saben inglés, están jodidos.

La Senda del Perdedor.


Novela autobiográfica de Charles Bukowski. Henry Chinaski –alter ego del autor- narra su infancia como emigrante alemán en Estados Unidos, su adolescencia, sus años en el colegio como alumno apestado y sus primeros trabajos; también las brutales golpizas que le propinaba su padre desempleado, palizas siempre solapadas por una madre sumisa y abnegada. Bukowski -al igual que Henry Miller- llega a espantar a los lectores primerizos por la crudeza con que dice las cosas. Aparte, su vida personal –reflejada en toda su obra- no era del todo “admirable”: vagabundo, alcohólico, misógino y odiaba trabajar. Pero, detrás de esa actitud furibunda y ese rostro atiborrado de cicatrices, existía un hombre que lo único que consideraba importante en la vida, era escribir (tal vez a eso se deba la honestidad de su narrativa); un hombre que rebosaba de ternura y se conmovía con situaciones que para muchos pudieran pasar desapercibidas o parecer absurdas.
En una parte del libro, Chinaski llega tarde a su primer día de trabajo. El jefe lo reprende y le pregunta la razón de su atraso. Henry le responde que llegó tarde porque se paró a darle de su almuerzo a un perro callejero. El encargado le dice que ésa es la excusa más estúpida que ha escuchado en su vida… pero no era otra cosa que la verdad… La obra de Bukowski está llena de críticas al sistema, sobre todo al laboral, al que se refiere como “machacador del espíritu humano”.

El Ejército Iluminado


Ignacio Matus es un profesor de historia que corre desde Monterrey el maratón de los Juegos Olímpicos de Paris en 1924. Al enterarse de los tres primeros lugares, Ignacio se da cuenta que su tiempo fue mejor que el del gringo que obtiene la medalla de bronce; es entonces que planea una venganza que dignifique su esfuerzo y le haga justicia a él y a todos los mexicanos. Total que pasan más de 40 años y, en 1968, don Ignacio Matus organiza un ejército de niños -todos discapacitados- cuya única misión es ir a recuperar los territorios cedidos a los Estados Unidos y la medalla de bronce que, según él, le pertenece.
No es porque David Toscana -el autor- sea mi paisano, pero este güey es bien chingón. Sus historias siempre abordan temas como la soledad, la mediocridad, lo mortuorio y el fracaso; y sus personajes son tan reales, tan marginales y tan humanos, que rayan en lo absurdo.