El fin de semana pasado agarré carretera.
Me valió pito todo; pero pito del grandote: el trabajo, las deudas, que mi hermana se fuera a Europa, que mis jefes anduvieran de vacaciones, los pagos, los pedos legales y tu jefa en pelotas (la jefa de mis fans from hell, no la de ustedes, amados lectores buena onda que me aman y los requeterespeto).
Nomás me preocupé por dejarle comida a los peces del acuario de mi sala que tanta compañía y plática me hacen en las noches. (Snif, qué solo estoy).
El viernes en la mañana me desperté muy temprano (como nunca), con muchas ganas de vivir la vida (como nunca), con el pito parado (como siempre) y que agarro camino recto rumbo a Saltillo con desviación a Matehuala. Fueron cuatro horas de viaje con una jovenzuela/doncella cuyo nombre no revelaré nomás por cabrón que soy de dejarlos con la intriga, jejeje. (Uy, qué intriga)
Ay, el asfalto caliente derritiendo los gajos negros de las Firestone a toda potencia sobre el inclemente camino. Ay, el poema que me susurraba el viento al oido mientras miraba el paisaje que desfilaba a través de la ventana eléctrica del vehículo. Ay, tu música del iPod (que odio) salvando los silencios incómodos cuando la señal del radio se perdía entre los cerros. Todo lo poético me valía madre -la mera verdad-, pero si se los platico así se oye más chiro, jejeje...
Llegamos por fin al pueblito secreto donde un amigo de mi padre -que hizo mucha lana y se retiró hace algunos años para dedicarse al ecoturismo- tiene unas cabañas campestres subliminales. "Hagan lana y retirense jóvenes, jóvenes", fue el consejo que nos dió el ruco antes de caer borracho por el coñac y de prestarnos la morada prometida: una cabaña que había pintado de un tono morado púrpura muy pinche.
En el poblado al que fuimos con intenciones de descansar, había una única tiendita -Abarrotes Patricia- donde vendían cerveza y otras chucherías. Y pues que me paro a intercambiar espejitos deslumbrantes por oro con los nativos del lugar.
Compré cerveza suficiente como para tres días de encierro en donde todo era libertad, amor, cachondería, rugido de río y aire puro.
A ver si hay condones de mi talla, de esos para empaquetar chorizo de anaconda... y unas pastillas de humildad, que me duele la cabeza...Pero a las viejas las sacas tantito de su territorio consumista y donde ven tienda, estanquillo o mercadito, se bajan y les entra ese instinto instintivo de comprar, comprar y comprar. No importa que estén en un pueblito de 427 habitantes y sólo exista una tienda: Abarrotes Patricia. Si es tienda, hay que gastar. Aunque sea comprar pilas Eveready, petróleo para lámpara Coleman, guayabas, un manojo de cilantro o frijoles saltarines.
(Guffo Pensando): Jjjjijas de spch%&#$%&mdr... ¿Pos qué tanto compran las viejas cabronas?... siiií, yo sé que es su dinero, pero ¿qué tanto compran si no hay ni madres?... aquí no es McAllen... ¿Qué tan dificil es decidir entre un Gansito y un Negrito Marinela; entre un Pay de Piña y uno de Nuez; entre un Tin Larin y un Carlos V...? Pinches viejas... ¿Mande, mi amor?... Ah,sí...traeme un Cornetto de fresa de Bambino... gracias preciosa... Aquí te espero, snifY esperé y esperé y esperé... y esperé, esperé y esperé...
Y luego ya que salió mi vieja de la tiendita (53 minutos después), pues que nos vamos a buscar asilo a algún otro lado porque la verdad esa cabaña morada del amigo de mi padre estaba muy bonita pero muy gacho el color y el Feng Chuy no me lo permite porque las chacras se desalínean y dan gastritis... Por eso despreciamos las cabañas gratis y mejor le buscamos pensando que encontraríamos algo mejor... ¡¡¡Y SÍ!!! (Na, la verdad es que nos perdimos y nos paramos en el primer lugar que encontramos)
Encontramos el famosísimo, higiénico y cachondísimo
Mini Hotel La Chona: "Un Orgasmo para tu Economía" (tabla con clavo para matar ratas ¡¡¡gratis!!!), que era media estrella y yo lo hice cinco estrellas, ajuuuaaa!!!

(Sonido de que rechina un catre con los resortes oxidados y las palmas de las manos empiezan a matar zancudos, snif)
Qué bonito es el folclor y los baños de pueblo.
La cosa es hacer el amor donde caiga.
Continuará...