miércoles, septiembre 14, 2005

Capítulo 6

Voy a vuelta de rueda por mi antiguo barrio. Me estaciono en donde hubo alguna vez vegetación, juegos y sueños. Ahora sólo veo calles sin paleteros, muros que ya no escalo y banquetas en las que ya no me siento sin importar ensuciar el pantalón. Antenas, tinacos y portones de hierro. Postes de madera con muchos cables que forman pentagramas sobre el cielo encenizado. Los pocos pajarillos que reposan en los cables parecen notas musicales de una muy corta y triste opereta. Ya no hacen sus nidos en los árboles, ahora construyen sus nidos en los transformadores de los postes de luz, pero casi siempre terminan en el suelo chamuscados, con el pico lleno de hormigas y los huevecillos de sus crías rotos o tirados a propósito por los trabajadores de la Comisión de Electricidad porque, según su limitado entendimiento, consideran que los nidos de las aves son los culpables de los cortos circuitos y los apagones de colonias enteras. Tampoco queda vegetación. La única vegetación que existe son los seis, diez o doce metros cuadrados de césped a la entrada de las casas, esos que están frente a la ventana de la sala o a los pies de la puerta principal. No hay más mantos verdes como cuando existían los montes baldíos.
¡¡¡Ahí estaba el gran Huizache!!! Ese que daba una sombra más grande y fresca que la de las nubes. Ahí estaba, en donde ahora está esa casa: la beige con blanco de rejas cafés. Los constructores y los dueños no planearon la vivienda en función del antiguo árbol, el verdadero dueño de ese terreno. No pensaron en hacer el patio en el área donde recostaba su follaje el antiguo árbol, no los cautivó su tamaño ni respetaron los miles de anillos de su tronco. No lo indultaron como a los toros, dejándolo vivir por el sencillo y extraordinario hecho de haber estado firme durante tantas estaciones y tantas generaciones. Llegaron con sus maquinas y sus bultos de cemento y barrieron con todo: con el Huizache, con el mezquite que crecía a su lado, con nuestro club y con los fantasmas buenos de mi infancia. Se robaron la sangre de mis rodillas absorbida por la corteza de alguna de sus firmes ramas, el sudor y la mugre de las palmas de mis manos que imprimí en el tronco que a diario escalaba. Tiraron con descaro las risas sujetas y tejidas como telarañas en sus hojas, se robaron litros de orines nuestros y de los perros callejeros que desfilaban por el barrio y que nosotros adoptábamos como mascotas del club. Hicieron aserrín los pellizcos de las garras de los gatos que ya no podían bajar y que yo rescataba para que no le hicieran daño. Apagaron con sierra eléctrica el trino de las aves que lo anidaron y el peso de nuestras almas en aquellos años cuando nos colgábamos boca abajo con las piernas dobladas de la rama más gruesa del noble árbol que nunca nos tumbó de su copa. En un solo día me robaron el alma de mi barrio y la cambiaron por un horrible espectro gris.

10 comentarios:

Lau Silva dijo...

Hmmm que triste realidad, ojala los seres humanos fueramos menos soberbios, que nos dejaramos de sentir dueños del mundo y respetaramos a la que llego antes que nosotros: la naturaleza.

Anaita dijo...

levantando las migajas de la infancia de una por una.

muy triste dejar el pasado atras, pero eso significa convertirse en adulto.

animo guffo

La flaca dijo...

me quito el sombrero sr guffo, este post le quedo pocamadre!!

Luxia dijo...
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Lino Solís de Ovando G. dijo...

¿Que raro no? como a veces cosas tan insignifantes o poco comunes nos pueden marcar ciertas etapas de la niñez o de nuestra vida. Cuando son modificadas queda un hueco como alguna mutilacion inexplicable.
Saludos
(ya checaste el V??)

Unknown dijo...

Así es... la tecnología permite que sueños construidos durante tanto tiempo puedan ser derrumbados en segundos.

Ni qué hacer. El idealismo a veces parece ser derrotado, pero no es así... aún se puede vivir con ilusiones de vez en cuando...

Pablo Perro dijo...

Si, no mames, acá también pasaron cortando arboles los Putos... Putos putísimos... casi me madréo uno pa que dejaran un nogal enfrente de la escuela... no mames, de por si nuestra ciudad es féa.

BLACK STAR dijo...

HOLA... LA VERDAD NO ME HE PERDIDO NINGUN CAPITULO, SON MUY BUENOS, ME HAN TRANSMITIDO MUCHAS COSAS Y CASI QUE CHILLO,SNIF...
UN BESO Y QUE TENGAS UN LINDO FIN DE SEMANA.

TheMexicanSniper dijo...

Sigo con los post y bueno cuantas memorias en la infancia y tantas cosas que se pierden saludos maestro

the drop dijo...

Si es triste! La casa de mi infancia que estaba en medio de un monte cubierto por un bosque, ahora seguro debe de haber desaparecido por debajo de toneladas de cemento!! En el jardin(el monte), mis mejores amigas eran las ardillas, porque había avellanos por todos lados donde construia mis cabañas... Snif.

Oye por cierto, donde te tomaste esa nueva foto que pusiste en tu profile? Quiero ir!!!