Este momento lo recuerdo como la carne asada de ayer. Aún lo ando eructando cada que veo la foto. Olía a jabón Nórdico y a pasta de dientes g.u.m. Estaba yo en el baño de mi casa jugando al Arca de Noé. No es que fuera yo un monaguillo o muy católico, simplemente me gustaban -y me gustan- de a madre los animales y en ese cuentito de la biblia salen un chingo. La caja registradora de Fisher Price hacia la función del arca. Obi Wan Kenobi era Noé (George Lucas me perdone). La toalla café representaba un desierto (recuerdo haber hecho un berrinche porque no había una pinche toalla de un color más claro y más semejante al de la arena del desierto. "Es que no parece desierto, el desierto no es tan café!!! bujubuju", pinche güerco loco). El lavabo lleno de agua era el mar y la triste plantita huele pedos era la selva. Se puede ver la fila de animalitos en su travesía por todos los ecosistemas creados por el mini Guffo, haciendo cola pá pagar su cover y entrar al antro de Noé. Nomás que mi versión estaba más chira porque los animalitos se cenaban a todos los tripulantes humanos y la pantera (mi animal favorito en aquella época) era la mera mera del changarro. De chamaco uno no se da cuenta, uno piensa que está jugando a los carritos, a los monito, a las muñequitas; pero en realidad, jugamos a ser Dios... Muaaajaaajaaajaaajaaajaaa... Adios.