Pues con lo que se recaudó de donativos en PayPal le compramos su computadora a Ana, la niña lectora que vende tostadas frente a la Plaza de la Luz, ¡y hasta impresora de obsequio alcanzó!
Con lo que depositaron directamente en mi cuenta de Banorte (casi $1500) y lo que yo me comprometí a donar a la causa, le íbamos a comprar un celular o un Kindle a Ana, pero por recomendaciones de personas que habían aportado billetes y otros bienintencionados que querían dar su opinión, decidimos mejor comprarle otras cosas y darle por semana -o quincena-, durante un par de meses, una cantidad razonable para lo que necesitara.
Por mi cuenta le compré en Sanborns el libro Todo Mafalda, el cual considero que puede serle de más utilidad que muchos libro de texto. También recibí donaciones de libros de algunos lectores de mi cuenta de Twitter y de este blog, libros que ya entregué personalmente, como les comenté en el post anterior. De hecho, muchos obsequios vienen aún en camino. También hubo personas que donaron bastantes libros digitales, a los que les creamos accesos directos. La verdad es que la gente se portó a toda madre; muy compasiva y generosa.
Y pues sí, queridos lectores, todo iba muy bien con esta bonita historia de generosidad y humanismo: hasta los pajarillos llegaban a cantar a la ventana de la cocina donde dejaba enfriando el pay de manzana que acababa de hornear, mientras silbaba El Himno a la Alegría acompañado de las tazas y teteras que bailaban y cantaban sobre los gabinetes. ¡Bien bonito!
Total que fui a buscar a Ana al triciclo frente a la plaza, pero estaba la hermana. Ésta me dijo que Ana ya había entrado a la escuela, por lo tanto, ya no iba a poder estar yendo a vender tostadas; pero que podía entregarle los donativos en su casa, y me pasó la dirección. No quiso que se los dejara a ella porque le daba miedo que les pasara algo o alguien se diera cuenta de las cajas y se las fueran a robar. También me comentó que varias personas habían ido a dejarle libros, y ella se los había entregado a su hermanita, cosa que me dio gusto, tanto por Ana como por las personas que tuvieron la iniciativa de hacerlo.
Y pues bueno, resultó que Ana vive con oootra hermana mayor y con su cuñado; no con ésta que vende tostadas y también tiene un novio o esposo o pareja que, en un principio, pensé que eran sus tutores. "Ana va a la escuela en las mañana y en las tardes hace tarea y cuida a mis sobrinos en lo que mi hermana y mi cuñado trabajan. Vaya, ahí está todo el día", me dijo. Y pues yo obedecí.
Para el 23 de agosto llevábamos esta cantidad recaudada... |
...y terminamos juntando esta cantidad |
La abrí para probarla y que un amigo me le instalara varias cosas. |
Por mi cuenta le compré en Sanborns el libro Todo Mafalda, el cual considero que puede serle de más utilidad que muchos libro de texto. También recibí donaciones de libros de algunos lectores de mi cuenta de Twitter y de este blog, libros que ya entregué personalmente, como les comenté en el post anterior. De hecho, muchos obsequios vienen aún en camino. También hubo personas que donaron bastantes libros digitales, a los que les creamos accesos directos. La verdad es que la gente se portó a toda madre; muy compasiva y generosa.
Y pues sí, queridos lectores, todo iba muy bien con esta bonita historia de generosidad y humanismo: hasta los pajarillos llegaban a cantar a la ventana de la cocina donde dejaba enfriando el pay de manzana que acababa de hornear, mientras silbaba El Himno a la Alegría acompañado de las tazas y teteras que bailaban y cantaban sobre los gabinetes. ¡Bien bonito!
Total que fui a buscar a Ana al triciclo frente a la plaza, pero estaba la hermana. Ésta me dijo que Ana ya había entrado a la escuela, por lo tanto, ya no iba a poder estar yendo a vender tostadas; pero que podía entregarle los donativos en su casa, y me pasó la dirección. No quiso que se los dejara a ella porque le daba miedo que les pasara algo o alguien se diera cuenta de las cajas y se las fueran a robar. También me comentó que varias personas habían ido a dejarle libros, y ella se los había entregado a su hermanita, cosa que me dio gusto, tanto por Ana como por las personas que tuvieron la iniciativa de hacerlo.
Y pues bueno, resultó que Ana vive con oootra hermana mayor y con su cuñado; no con ésta que vende tostadas y también tiene un novio o esposo o pareja que, en un principio, pensé que eran sus tutores. "Ana va a la escuela en las mañana y en las tardes hace tarea y cuida a mis sobrinos en lo que mi hermana y mi cuñado trabajan. Vaya, ahí está todo el día", me dijo. Y pues yo obedecí.
Total que el lunes fui a hacer entrega del donativo al domicilio. Al llegar al edificio me saqué un chorro de onda porque era el edifico en donde han vivido varios amigos comiqueros y artistas. Pensé: "Pues en condición de calle o miserable no está la niña", cosa que me dio gusto; pero luego me saqué más de onda cuando vi que en el número en donde vive Ana, yo había estado varias veces en reuniones con otros colegas, cuando hacíamos la revista #$%& Cómics! La verdad nunca me aprendí la calle de ese edificio. Sabía llegar porque está muy céntrico: no tiene pierde si te explican con señas, pero no recordaba que esa fuera la dirección, y pues ya se imaginarán la impresión que me causó tan extraña coincidencia, onda Dimensión Desconocida.
Total que subí con las cajas -la de la impresora y la de la laptop- y una bolsa con libros, y toqué en la puerta. La cortina se corrió y se asomó la cabeza de Ana. Se sacó de onda al verme. Me preguntó que cómo había entrado. Le dije que la puerta de abajo estaba abierta, que le llevaba la computadora que había pedido. Se puso a brincar con las manos en la cabeza en lo que parecía ser una sala improvisada que alcanzaba a ver cada que el aire movía la cortina. Se acercó de nuevo a la ventana y me preguntó si tenía prisa, pues su hermana no estaba en el domicilio y no tenía llave para abrir la puerta. Le dije que no había problema; que yo esperaba. En eso se asomó un niño de unos ocho años y me sonrió y lo saludé y luego se escondió.
Esperé sentado en las escaleras. A los diez o quince minutos, llegó la hermana y el cuñado con un par de niños más pequeños que el que estaba con Ana. Me puse de pie, les di las buenas tardes, les pregunté si ellos eran los familiares de Ana, les dije la razón de mi visita y bla bla bla; pero se siguieron de largo. No me devolvieron el saludo ni me respondieron ni me preguntaron nada; me observaban por encima del hombro, de arriba a abajo, como con sospecha, como molestos, sin decir una palabra. Me sentí de la chingada. Casi casi los perseguí mientras les explicaba de nuevo la dinámica de lo que había sucedido. Frente a la puerta del apartamento, les repetí lo que les acababa de decir, y simplemente entraron y cerraron la puerta. Me quedé en shock. Digo, al menos sonríes o devuelves el "Buenas tardes" o te detienes y pides explicaciones; pero esta gente nada de eso: se siguió de largo observándome por encima del hombro mientra yo hablaba como imbécil. Toqué a la puerta y salió el cuñado:
-¿Sí me entendió lo que le acabo de platicar? -le dije.
-No pues la verdad no estamos enterados de esto... la verdad...
Saqué mi teléfono para mostrarle las capturas de pantalla con los comentarios de buena fe, los donativos, la historia del blog, los tweets, los correos, todo; pero en vez enfocarse en la pantalla, el hombre se me quedaba viendo, desconfiado.
-Vea la pantalla: aquí está lo que le estoy diciendo. Le digo que un grupo de personas decidió ayudar a Ana con una computadora cuando se enteraron de que, aparte de vender tostadas, le gusta leer y va a la escuela.
El güey no decía nada. Hacía como que veía la pantalla, asentía y me volteaba a ver de nuevo: "No, pos yo no sé nada de eso", me decía.
-Podría hablarle a su esposa, por favor... ¿Es la hermana de Ana, no? -le pedí.
-No, pues es que ella está muy ocupada... la verdad.
-Acaba de llegar con usted... Llámela por favor.
-No, pues es que dígame a mí las cosas... la verdad...
-Ya le dije: esta computadora es de Ana. Se la regaló un grupo de personas que se dedica a ayudar niños con ganas de salir adelante -le eché crema a los tacos para ver si así me ganaba su confianza. El hombre entró a la casa, cerró la puerta, me asomé entre la cortina que papaloteaba con el viento, pero no vi nada. A los dos o tres minutos, el hombre salió con una libreta.
-No sabemos nada de eso, la verdad. Luego qué tal si nos lo cobran o algo. Apúnteme aquí todo lo que me está enseñando en su teléfono. Pero no sabemos nada... la verdad.
-¿Pero no saben nada de qué?
-De la computadora...
-Ya le dije que es de Ana. Se la estamos regalando. Es una donación. Le estoy tratando de mostrar las pruebas y no las ve.
-No pues no. Mejor apúnteme eso y váyase -y me extendió el cuaderno. Me sentí como cuando dicen que quedas con el chile adentro del coraje.
Apunté mi cuenta de Twitter y el link de mi blog. Y me fui medio encabronado.
La verdad sí me agüité gacho. También me sentí bien pendejo. Pero bieeen pendejo. Retumbaba en mi cabeza la frase esa de: "El acomedido siempre queda mal". Me puse a pensar en muchas cosas: que tal vez había errado en la forma de entregar el donativo; que me había faltado diplomacia; que debí ir acompañado; que si debió ser con bombo y platillo y cámaras y entrevistadores y toda esa faramalla de la televisión, para hacerlo creíble; que si de tan buena que era la intención, se veía sospechosa; que tal vez pensaron que yo era un empleado del DIF y les iba a quitar a los niños por tenerlos encerrados y trabajando; que tal vez pensaron que era un viejo degenerado; que si... un chingo de cosas en las que pensé y me atormenté por un rato. Pero pues eso lo hubiera pensado antes, ¿no? La verdad no hubo logística de entrega ni anduve pensando en lo que pudieran pensar o sospechar los familiares o la gente, pues me ofuscó la emoción de la buena acción y de la respuesta de la gente que había colaborado, que estaba tan entusiasmada como yo. Pero pues bueno, para la otra ya sé.
Después de otro intento en el que no había nadie en el departamento, decidí mejor entregar el donativo a otro niño que también lo necesitara, para no andar batallando con sospechosismos ni gente grosera ni darle largas que se pudieran interpretar como jineteo de lana. En resumen: Anita se chingó, y pues qué lástima. Total que puse la mala experiencia en Twitter y de volada salieron varios candidatos. El más interesante me resultó éste, que, aparte, comprobé que varias personas sabían del proyecto y conocían a quien me lo estaba planteando, cosa que me dio confianza para ya no salir con otra sorpresa o mal sabor de boca:
Y pues bueno. Al parecer ya se resuelve esto pronto. El lunes voy a ir a una escuela del municipio de Escobedo a hacer entrega del donativo. Comoquiera la computadora caerá en buenas manos y será aprovechada, ténganlo por seguro. El dinero que falta de usar, veré en qué se puede invertir, pero tengan la tranquilidad de que lo usaré sabiamente.
La neta que me estresa mucho tener dinero que no es mío. Yo creo que esa fue la parte más difícil de esta actividad: que la gente que me lee confiara su dinero para una buena causa y que, en el momento en que no se pudo concretar con la persona a la que iba dirigida -persona que provocó ese sentimiento de ayuda en mis lectores-, me tensioné por todo lo que implica manejar dinero que le entregan a uno así nomás, de buena voluntad y fe ciega. Pero bueno, sé que si depositaron vía PayPal -a veces sin avisarme- o directamente en mi cuenta bancaria, fue porque confían en mi palabra, cosa que agradezco infinitamente, snif, pues sé que para muchos es aún difícil ganarse la confianza de personas a las que se conocen sólo por sus redes sociales. Por eso les repito: muchas gracias, de corazón se los digo; gracias por haberme permitido lograr eso.
Seguimos en contacto.
Total que subí con las cajas -la de la impresora y la de la laptop- y una bolsa con libros, y toqué en la puerta. La cortina se corrió y se asomó la cabeza de Ana. Se sacó de onda al verme. Me preguntó que cómo había entrado. Le dije que la puerta de abajo estaba abierta, que le llevaba la computadora que había pedido. Se puso a brincar con las manos en la cabeza en lo que parecía ser una sala improvisada que alcanzaba a ver cada que el aire movía la cortina. Se acercó de nuevo a la ventana y me preguntó si tenía prisa, pues su hermana no estaba en el domicilio y no tenía llave para abrir la puerta. Le dije que no había problema; que yo esperaba. En eso se asomó un niño de unos ocho años y me sonrió y lo saludé y luego se escondió.
Esperé sentado en las escaleras. A los diez o quince minutos, llegó la hermana y el cuñado con un par de niños más pequeños que el que estaba con Ana. Me puse de pie, les di las buenas tardes, les pregunté si ellos eran los familiares de Ana, les dije la razón de mi visita y bla bla bla; pero se siguieron de largo. No me devolvieron el saludo ni me respondieron ni me preguntaron nada; me observaban por encima del hombro, de arriba a abajo, como con sospecha, como molestos, sin decir una palabra. Me sentí de la chingada. Casi casi los perseguí mientras les explicaba de nuevo la dinámica de lo que había sucedido. Frente a la puerta del apartamento, les repetí lo que les acababa de decir, y simplemente entraron y cerraron la puerta. Me quedé en shock. Digo, al menos sonríes o devuelves el "Buenas tardes" o te detienes y pides explicaciones; pero esta gente nada de eso: se siguió de largo observándome por encima del hombro mientra yo hablaba como imbécil. Toqué a la puerta y salió el cuñado:
-¿Sí me entendió lo que le acabo de platicar? -le dije.
-No pues la verdad no estamos enterados de esto... la verdad...
Saqué mi teléfono para mostrarle las capturas de pantalla con los comentarios de buena fe, los donativos, la historia del blog, los tweets, los correos, todo; pero en vez enfocarse en la pantalla, el hombre se me quedaba viendo, desconfiado.
-Vea la pantalla: aquí está lo que le estoy diciendo. Le digo que un grupo de personas decidió ayudar a Ana con una computadora cuando se enteraron de que, aparte de vender tostadas, le gusta leer y va a la escuela.
El güey no decía nada. Hacía como que veía la pantalla, asentía y me volteaba a ver de nuevo: "No, pos yo no sé nada de eso", me decía.
-Podría hablarle a su esposa, por favor... ¿Es la hermana de Ana, no? -le pedí.
-No, pues es que ella está muy ocupada... la verdad.
-Acaba de llegar con usted... Llámela por favor.
-No, pues es que dígame a mí las cosas... la verdad...
-Ya le dije: esta computadora es de Ana. Se la regaló un grupo de personas que se dedica a ayudar niños con ganas de salir adelante -le eché crema a los tacos para ver si así me ganaba su confianza. El hombre entró a la casa, cerró la puerta, me asomé entre la cortina que papaloteaba con el viento, pero no vi nada. A los dos o tres minutos, el hombre salió con una libreta.
-No sabemos nada de eso, la verdad. Luego qué tal si nos lo cobran o algo. Apúnteme aquí todo lo que me está enseñando en su teléfono. Pero no sabemos nada... la verdad.
-¿Pero no saben nada de qué?
-De la computadora...
-Ya le dije que es de Ana. Se la estamos regalando. Es una donación. Le estoy tratando de mostrar las pruebas y no las ve.
-No pues no. Mejor apúnteme eso y váyase -y me extendió el cuaderno. Me sentí como cuando dicen que quedas con el chile adentro del coraje.
Apunté mi cuenta de Twitter y el link de mi blog. Y me fui medio encabronado.
La verdad sí me agüité gacho. También me sentí bien pendejo. Pero bieeen pendejo. Retumbaba en mi cabeza la frase esa de: "El acomedido siempre queda mal". Me puse a pensar en muchas cosas: que tal vez había errado en la forma de entregar el donativo; que me había faltado diplomacia; que debí ir acompañado; que si debió ser con bombo y platillo y cámaras y entrevistadores y toda esa faramalla de la televisión, para hacerlo creíble; que si de tan buena que era la intención, se veía sospechosa; que tal vez pensaron que yo era un empleado del DIF y les iba a quitar a los niños por tenerlos encerrados y trabajando; que tal vez pensaron que era un viejo degenerado; que si... un chingo de cosas en las que pensé y me atormenté por un rato. Pero pues eso lo hubiera pensado antes, ¿no? La verdad no hubo logística de entrega ni anduve pensando en lo que pudieran pensar o sospechar los familiares o la gente, pues me ofuscó la emoción de la buena acción y de la respuesta de la gente que había colaborado, que estaba tan entusiasmada como yo. Pero pues bueno, para la otra ya sé.
Después de otro intento en el que no había nadie en el departamento, decidí mejor entregar el donativo a otro niño que también lo necesitara, para no andar batallando con sospechosismos ni gente grosera ni darle largas que se pudieran interpretar como jineteo de lana. En resumen: Anita se chingó, y pues qué lástima. Total que puse la mala experiencia en Twitter y de volada salieron varios candidatos. El más interesante me resultó éste, que, aparte, comprobé que varias personas sabían del proyecto y conocían a quien me lo estaba planteando, cosa que me dio confianza para ya no salir con otra sorpresa o mal sabor de boca:
Y pues bueno. Al parecer ya se resuelve esto pronto. El lunes voy a ir a una escuela del municipio de Escobedo a hacer entrega del donativo. Comoquiera la computadora caerá en buenas manos y será aprovechada, ténganlo por seguro. El dinero que falta de usar, veré en qué se puede invertir, pero tengan la tranquilidad de que lo usaré sabiamente.
La neta que me estresa mucho tener dinero que no es mío. Yo creo que esa fue la parte más difícil de esta actividad: que la gente que me lee confiara su dinero para una buena causa y que, en el momento en que no se pudo concretar con la persona a la que iba dirigida -persona que provocó ese sentimiento de ayuda en mis lectores-, me tensioné por todo lo que implica manejar dinero que le entregan a uno así nomás, de buena voluntad y fe ciega. Pero bueno, sé que si depositaron vía PayPal -a veces sin avisarme- o directamente en mi cuenta bancaria, fue porque confían en mi palabra, cosa que agradezco infinitamente, snif, pues sé que para muchos es aún difícil ganarse la confianza de personas a las que se conocen sólo por sus redes sociales. Por eso les repito: muchas gracias, de corazón se los digo; gracias por haberme permitido lograr eso.
Seguimos en contacto.
12 comentarios:
Ah que caray mano. ¿y no has tenido oportunidad de encontrarte de nuevo con Ana ó su hermana en el puesto de tostadas? pos nomás pa'saber que pasó.
Ahora, por otro lado, sí saca de onda la actitud de los familiares; ó de plano como dice el dicho "la mula no era arisca, la hicieron", es decir, les han pasado tantas cosas gachas que ya no confían ó ahí se esconde algo. En fin.
Aquí lo importante son 2 cosas: 1.- Que la compu terminó sirviendo a otra buena causa y 2.- que esta mala experiencia no desanime a Ana para seguir leyendo y estudiando.
Saludos...
Cuando empecé a leer tu historia imaginé que si le dabas la computadora a Ana lo más seguro es que terminara en una de las miles de casas de empeño de la ciudad.
Tuve la idea de decirte que lo mejor era que le compraras una Tablet baratona y se la dieras ahí mismo en el puesto de tostadas pero se me olvidó el tema hasta que lo vi nuevamente.
Es una lástima que la gente no aprecie acciones genuinas de ayuda, lo bueno es que no todo está perdido y otros niños podrán beneficiarse de tu iniciativa.
No te desanimes, tu hiciste bien las cosas. Saludos!
Estimado, tu intensión fue sincera y eso es lo mas valioso. Todavía más si al final el resultado se obtiene, tal vez no con Ana, pero con el mismo valor.
El mejor resultado de ésto se obtiene, desde mi punto de vista, al saber que aun se puede convocar a un grupo de desconocidos para apoyar a una causa justa sin ningún interés mas que el de ayudar.
Al saber que se ayuda a alguien, a a "alguienes" que sin ninguna expectativa ha recibido ayuda, misma que es seguro fue recibida con mucha alegría.
Felicidades por esa buena experiencia adquirida y estamos al pendiente por si se requiere (y te quedaron ganas) continuar con esta noble causa.
Saludos
Obraste de buena fe y eso es lo importante.
Sí creo que fue apresurado pero fue por lo mismo: el querer ayudar y, al comentarlo en twitter, mucha gente ofreció su ayuda y esto se hizo más grande. No todos los niños que trabajan viven en la pobreza, es común en algunas familias poner a trabajar a sus hijos "para que aprendan lo que valen las cosas".
Veo que leí o recuerdo mal porque creí que ya habías visitado la casa donde vivía Ana (cuando dijiste haber verificado que contaba con internet) y supuse que habías corroborado que tenía necesidad.
En fin, ya otros lo aprovecharán. Felicidades por esta buena acción.
siéndote bien franco no me puedo dejar de reír mi guffo, no es mala onda, pero es que en esta ciudad asi es la pinche gente, uno no puede hacer las cosas por el puro gusto de hacerlas sin que lo vean feo a uno, no pude mas que pensar en el policía "duro de matar" que no queria que donaras libros a la ecovia y en el señor que andaba tapando un bache y se lo llevaron detenido.
A los médicos siempre les enseñan que lo mas importante ante todo es una buena historia clínica, siempre tener los datos completos del paciente, antecedentes, familiares, hábitos y trabajo. Creo que en estos casos en los que quieres hacer trabajo de beneficencia ese mismo rigor de investigación también aplica, de otra forma la ayuda voluntaria que de por si no es mucha puede caer en manos equivocadas, es muy triste pero hay muchos por ahi queriendo estafar a la gente bien intencionada o que simplemente desconfian.
Si piensas continuar con lo que estas haciendo (que espero que sea asi), te sugiero que te acerques a gente con experiencia en trabajo social y trabajo de beneficencia que te pueda dar asesoria, por lo pronto queda la experiencia y una anecdota de cantina bastante chingona.
Saludos mi Guffo, no se me aguite que no es la primera ni la ultima que nos cierran la puerta.
Claro, yo tambien hubiera sospechado =P
Y pues ya ves, por lo visto no es suficiente tener la razon, o tener buenas intenciones...
Saludos Gustavo!!! =D
Pues es que sí debería denunciarse al DIF. La dejan encerrada, se le pone a trabajar siendo menor de edad, en resumen: esa niña Ana está siendo maltratada. Si fuera tú se las devolvía triple: una denunciadita pa' que aprendan a respetar.
Se siente una frustración por no poder ayudar, me paso algo similar, a mi oficina venia una niña como de unos 13-14 años, vendía dulces para pagarse la escuela, yo le compraba cada vez que venía y aparte le daba un poco más de dinero para ayudarla, al tratar de investigar más sobre ella, para ayudarle mejor, la niña dejo de asistir a mi trabajo…
saludos desde Juarez
Victor
Es una lástima que Ana no haya podido recibir su computadora, pero tampoco hay que culpar a su familia y más bien tratar de entenderlos. Hoy en día este tipo de actos no son moneda corriente en este país, por lo que es sumamente normal que hayan actuado con cautela. Aquí no hay culpables, ni ellos, ni tú Guffo, si acaso esa espiral de desconfianza cotidiana que nos hace tomar precaución hasta de la persona que nos da las gracias o nos cede el paso en la calle.
Estoy convencido de que esa computadora acabara en buenas manos y que el que acabe con ella sabrá darle buen provecho y eventualmente hará algo similar en un futuro.
Enhorabuena por la iniciativa y cuenten conmigo si se repite.
Un abrazo a todos,
A veces la gente puede ser muy mierda (por malas experiencias, por falta de educación, por simple naturaleza o la chingada... pero mierdas y maleducados al fin).
Usté no se agüite mi Guffo, fue algo bien mamalón lo que hiciste we... y más mamalón aún que haya habido raza que se haya apuntado (la verdad yo no estoy entre ellos, pero me da gusto que hayas tenido tanta respuesta).
Yo soy de los de la opinión de que si te reciben mal en alguna parte, ni pedo, a seguir haciendo el bien a otras personas, pero eso si, con los que te trataron de la chingada, ni volver por la pinche feria.
Ten la conciencia tranquila, no decaigas y sé consciente de que detonaste una buena obra we, tú y los que se apuntaron de una manera u otra le cambiaron la vida a la morrita... y por más desmadre que haya pasado en este asunto, y más cosas que le pasen a ella, la experiencia no se le va a olvidar.
Saludos!!
entonces Ana tiene esposo!?? o como???
"Y pues bueno, resultó que Ana vive con oootra hermana mayor y con su cuñado; no con ésta que vende tostadas y también tiene un novio o esposo o pareja que, en un principio, pensé que eran sus tutores."
Animo, si ayudar a las personas fuese fácil todos lo haríamos, ojalá no pierdas la voluntad de apoyar pequeños talentos.
Considero que si logras hacer la diferencia al menos en un niño valdrá la pena el aguantar jetas de extraños, a ellos se les olvidará de un día para otro, pero a los beneficiados les podría cambiar la vida.
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