miércoles, julio 01, 2015

El blues del chupamirto

Esta situación de la colibrí anidando en una rama del bambú de la cochera de mi casa, me puso muy sensible, snif. Sí: aunque se burlen de mí, bola de cabrones; y aunque me digan que "¡Ay, ay, inche joto": es la verdad, ¿qué quieren que haga? (es verdad que me puse sensible, no que sea joto, snif). Y digo "sensible" porque como que se exponenció la percepción que tengo respecto a la relación del hombre con su entorno; de cómo hasta el ser "más insignificante" es importante y complejo; y de cómo si uno es un imbécil puede borrar de un manotazo un eslabón -o varios- de ese engranaje perfecto que es La Madre Naturaleza. 

Desde que vi los huevos de colibrí en el nido me puse a leer tooodo lo relacionado con estos animalitos. Incluso encontré una página donde vienen "primeros auxilios para bebés colibrí" y explican qué hacer en caso de que la mamá no volviera al nido o alguno de los polluelos se cayera de él. Por ejemplo, aprendí que los colibríes no tienen olfato, por lo que un polluelo puede ser regresado al nido por un humano sin problema de que sea rechazado por la madre. ¿Cómo ven?

Pero bueno... Volviendo al tema: la neta sí me preocupó bastante tener un nido de colibrí en casa. Me sentí privilegiado -algo así como un Neo de La Matrix de los colibríes- y a la vez, sentía una responsabilidad medio cabrona, pues no quería que les fuera a pasar algo. Con decirles que hasta a mi gato el Chocorrol le prohibí sus salidas.

Y pues bueno: resultó que entre más leí sobre colibríes, más me maravillaron estos pajaritos. Su fragilidad y, a pesar de ella, la capacidad de adaptación que tienen en un medio tan hostil como el de la ciudad de Monterrey, es impresionante. Que un ave de esas características pueda sobrevivir entre el concreto, el hierro, el vidrio, el smog, las balaceras y el plástico, está muy cabrón. Es una maravilla de la evolución, no un milagro, religiosos pederos.

Si antes los respetaba por el simple hecho de ser seres vivos, ahora los respeto más. Ahora respeto todo más. Incluso estoy a dos pasos de preferir echar pa´fuera a escobazos a los cucarachos que pisarlos para escuchar cómo truenan.

Les platico todo esto porque ayer, al salir de casa, volteé a ver el nido de colibrí y me percaté que los picos negros de los polluelos no sobrepasaban el borde. ¡Y me preocupé! Lo primero que pensé fue que se habían caído del nido. Escaneé el suelo con mis hermosos ojos color esmeralda (:P), poniendo minuciosa atención a cada centímetro de concreto, pero no vi nada.

Esperé un poco a una distancia prudente para cerciorarme que la mamá colibrí no anduviera cerca, pues cada que salgo, se aparece, revolotea a mi alrededor y se va a posar sobre un cable de teléfono. Agudicé mi oído para ver si apreciaba el sonido que hacen los colibríes -como un chasquido intermitente- pero no escuché nada. Esperé unos cinco minutos, pero el avecilla no apareció. Me asomé a la calle y miré hacia el cable, pero tampoco estaba ahí.  Fue entonces que decidí acercarme al nido.

Estaba vacío.

Hice cálculos mentales y, según lo que aprendí en mis lecturas, los polluelos ya están en edad de dejar el nido, cosa me que dio mucho gusto, pues hay dos colibríes más en la ciudad que nacieron en mi casa. Neta que ojalá mi hogar se convierta en un santuario de colibríes, y que llegue a haber tantos que se coman a mis vecinos :)
Por otro lado, me da algo de tristeza y me pongo chipil, snif, pues ya no los voy a ver. Mientras duró, fue un espectáculo que disfruté mucho; de los mejores de mi vida (tan cabrón como cuando vi a Roger Watters en Toronto, en el 2012)

Como les dije al principio: esto de tener un nido de colibríes me sensibilizó más de lo que estaba. Si antes me preocupaba, ahora me resulta horrendo pensar en el poder e inconsciencia del hombre hacia su entorno. Me aterra pensar que sigamos viviendo rodeados de imbéciles que tengan la fuerza y la ignorancia suficiente como para borrar algo tan maravilloso de un manotazo. Espero que con este escrito cambie su percepción y pongan más atención a cosas que antes no la merecían. Y, como dijo Hubert Reeves: "El hombre es la especie más insensata: venera a un Dios invisible y masacra a una Naturaleza visible, sin saber que esta Naturaleza que masacra es el Dios invisible que venera".

4 comentarios:

Unknown dijo...

Ah que zoologico has de tener allá en tu casa. Pero bueno :) es una experiencia agradable (salvo que las aves tienen una incontable cantidad de parásitos.) Pero siempre puedes colocarles néctar en algún sitio para que se pose algun colibrí por unos momentos.

Anónimo dijo...

pues si, hay mucha gente pendeja en este mundo, ecosistemas que se han formado en cientos o decenas de millones de años el hombre los altera como si nada

Alexander Strauffon dijo...

Lo de los colibríes resultó ser algo que surgió en tu vida como base de un punto de reflexión. Y lo aprovechaste bien, lo compartiste con otros, y ya dejando que la naturaleza siga su curso sabes que todas las cosas las hiciste bien.

Anónimo dijo...

Una vez un colibrí quedó enredado en una telaraña enorme que había en cada de mi suegra, y aunque me dan mucho miedo las arañas, no dudé en liberarlo con mucha delicadeza y limpiarlo, fue una experiencia muy difícil por lo frágiles que son pero al final lo pude rescatar y llevar a un pequeño santuario para aves que tiene la vecina y se repuso del todo... al final todo valió la pena, lástima que la araña se quedó sin cena XP

Y respecto a lo que dices de respetar nuestro entorno, es una pelea constante con mi mujer, que se dice una ecologista y amante de los animales, de que no porque podamos tenemos que aplastar los animales que no nos gusten, prefiero mil veces sacarlos de mi casa que apachurrarlos.