Dicen que el poder es algo que nunca llegamos a conocer ni estando parados en sus más altas esferas, pues siempre habrá ese rincón oscuro e impenetrable, donde habita el hombre detrás de la cortina.
Para ejemplificar el poder –el verdadero poder, no que tu tío sea alcalde o tu mamá trabaje en la SEP o tengas un primo directivo de Televisa- me gusta hablar de ese bonito cuento llamado “El Viaje a la Luna”. El alunizaje es el más grande y absurdo engaño jamás perpetrado en la historia de la humanidad, sin embargo, en todas las escuelas de todo el mundo, año con año, se lo enseñan a los niños como verdad absoluta. Díganme si eso no es tener los tentáculos demasiado largos.
¿Quién controla esos tentáculos?, ¿quién permite que se siga celebrando tal farsa?, ¿quién permite que se siga poniendo en los libros de texto? Si el mismo Henry Kissinger y Donald Rumsfeld (ambos criminales en la era Nixon y en la era Bush; y uno de ellos Premio Nobel… chale) han declarado que todo fue un montaje dirigido por Kubrick, entonces ¿por qué se empeñan en sostener tal mentira?
Sólo el hombre detrás de la cortina lo sabe.
(Nota: Si creen que por mis ideas soy comunista, perredista, antiyanki, mariguano, alucinado y demás, va un par de links que los sacarán de muchas dudas.
Éste y
éste)
Hoy, llegando a la oficina, me acordé que juega México contra Estados Unidos; y, pensando en el poder, la hipocresía y la mierda que nos enseñan en la escuela y nos venden los medios, me pregunté qué será peor:
¿Legalizar las drogas o permitir que poderosas empresas –tan poderosas como los cárteles- como la Bimbo, la Coca Cola, la Sabritas, Del Monte, Danone, Kellogs o Fud le vendan su mierda con aspartame, amarillo No. 5, benzoatos y demás químicos cancerígenos a niños; a los mismos niños que sueñan con ser astronautas porque creen que alguna vez un trío de gringos desabridos llegó a la luna?
¿No que el gobierno no iba a permitir que la droga llegue a nuestros hijos? Si siempre lo han permitido, nomás que se hacen pendejos y la ofrece en paquetitos llamativos, le atribuyen poderes que no tienen (creci-calcio, 8 vitaminas y hierro, omega 3 y demás mamadas), te ponen en chiquito que comas frutas y verduras (cosas que nunca anuncian en la tele) y la venden a precios de risa para, supuestamente, "apoyar la economía familiar". ¿Alimentos tan completos en un país de obesos y desnutridos? ¡Qué ironía!
Y con esto volvemos a lo mismo: todo es un hermoso montaje, como lo del viaje a la luna.
Por eso, no es de sorprenderse que dichas empresas que venden mierda, que generan cantidades industriales de basura con sus empaques, que vierten gases a la atmósfera sin que nos demos cuenta, que producen chimuelos y enfermos y economías locales quebradas, patrocinen más mierda, como la selección mexicana de fútbol: otra farsa, otro montaje, otro evento sobrevalorado, otro producto dañino; la popó más grande y pestilente del momento, generadora de deportistas pasivos, patriotas de a peso, barrigones frustrados y bebedores empedernidos que les gusta que les roben su dinero. Por eso les repito: ya no sé qué sea peor.
Nunca entenderé el poder ni estando parado en sus más altas esferas. Quizá el poder de uno no sea suficiente para combatir el poder del engaño, el poder del sistema, de la matrix. Sin embargo, no pierdo la esperanza y, con todas mis fuerzas y el poder que mis fuerzas puedan tener, pido que México no vaya al pinche mundial. Por un país sin mentiras, por un país menos pendejo y por un mundo igual: ojalá México pierda hoy.