domingo, marzo 18, 2007

Sobre el camino

Compré los boletos de autobús saliendo del examen de Estadística. Hace algunos años, cuando terminé la preparatoria en aquel colegio marista, pensé que me libraría de las matemáticas si estudiaba la carrera de Ciencias de la Comunicación, pero no fue así. Bueno, en realidad estudié esa carrera porque quería ser periodista o crítico de cine, de esos que escriben en los periódicos y revistas más importantes del país, no porque me libraría de las operaciones numéricas. Era el último examen del último día de clases del noveno semestre de la universidad. Sólo regresaría a la facultad siete días después: para recoger las calificaciones finales y asegurarme de no haber reprobado ninguna materia. La fiesta de graduación, donde recibiríamos nuestro título profesional y nos emborracharíamos, sería el primer sábado del mes entrante en un conocido salón de fiestas del centro de la ciudad de Monterrey. Como fui el primero de mis amigos en terminar la prueba llena de numeritos, rayitas, variables, ejercicios de falso y verdadero y de más cosas que no volverían a servirme en la vida, corrí al gimnasio del colegio y tomé del casillero la maleta con ropa que un día antes había preparado para el viaje de una semana que realizaríamos por carretera el Chilango, Bortoni, Lacho y yo. Caminé con la mochila al hombro y el dinero de los pasajes en el bolsillo delantero derecho. Llegué a la caseta de vigilancia del alma mater que se encargó de exprimir la cartera de mi padre por casi cinco años y el guardia de seguridad me hizo favor de pedirme un taxi, el cual llegó en menos de tres minutos. El taxista no era de esos que les gusta platicar, era parco y malencarado, por lo que me limité a ver pasar el desfile de insípidos edificios modernos, anuncios panorámicos anunciando cigarros y coches de colores escupiendo humo a través del cristal trasero del Tsuru verde. Fueron 42 pesos del taxi: le di 45 al chofer y le dije que así lo dejara, a ver si con esos tres pesos que sobraban se compraba algo de qué platicar o una sonrisita de perdido. Saqué el resto del dinero de la bolsa del pantalón antes de llegar a la ventanilla de la línea de autobuses por la que viajaríamos y fue inevitable recordar los consejos de mi madre, los mismos que siempre me daba cuando viajaba: “Guárdate el dinero en los calcetines o métetelo en los calzones porque luego te lo roban o se te pierde”. De los tres boletos de autobús fueron 420 pesos. “Qué coincidencia: por un cero”, pensé al recordar la tarifa del taxi. El autobús salía esa misma noche, a las doce. El camión tenía asientos reclinables, aire acondicionado y pequeños televisores empotrados en donde pasaban películas piratas en dvd. El boleto era un poco más caro, pero valía la pena. Ya antes habíamos viajado en clase económica –incomódica, le decíamos- y no nos quedaron ganas de volverlo a hacer. Decidimos viajar a la media noche para dormir durante todo el camino y llegar a la huasteca potosina con las primeras luces del amanecer. Ya Lacho había quedado en recogernos a las siete de la mañana en el estacionamiento de la central de autobuses de Ciudad Valles, San Luis Potosí, a bordo de la camioneta que sus padres le dieron como regalo de graduación; vehículo en el que haríamos el viaje. Lacho se había ido dos días antes del fin de cursos a su tierra porque su abuelo falleció repentinamente, por eso presentó el examen de Estadística antes que nosotros. Con los boletos ya guardados en la mochila (esos no me los podía guardar en los calzones para que no se me perdieran porque se arrugaban), caminé al Sanborns que está a tres cuadras de la central de autobuses para hojear algunas revistas, el Sanborns en que quedé de verme con el Chilango y el Bortoni.

Nunca imaginé que ese sería el último viaje que haríamos juntos...

El Chilango se fue a vivir a su tierra y se casó: su mujer lo abandonó cuando mi amigo se hizo adicto a la cocaína debido a la carga de trabajo que tenía, Bortoni también se casó -con una chava de aquí de Monterrey- y tuvieron un hijo con síndrome down, Lacho se quedó en su tierra e hizo mucho dinero atendiendo los negocios de su padre; dinero que no le compraba tiempo libre para unas vacaciones, y yo sigo aquí: añorando aquel viaje que hicimos a los 21 años -del cual no daré detalles porque me alargaría demasiado-; viaje que nunca más volveremos a hacer.

Los sigo viendo de vez en cuando -una vez cada dos meses- (antes los veía todos los días) y nunca tocamos el tema de lo que siempre quisimos ser y ahora no somos... Simplemente nos limitamos a revivir aquel viaje.

22 comentarios:

Maese dijo...

Oye Guffo, ¿tu estilo de escribir está cambiando o que onda? Te leo y como que no eres tú, siento como si a tus textos les faltara la chispa de los anteriores. Esa es la manera en que te leo, no sé los demás.
Saludos

Anónimo dijo...

La verdad a mi me gusta mucho tu historia, es como una verdadera pelicula de adolesentes que tiene muchos suenos

y algunos logran y otros escogen otros caminos pero lo mas importante es cualquier camino que escojamos sea bueno o malo fue nuestra desicion

y eso es lo mas importante porque aunque aveces no nos haga tan felices nos hizo felices en algun momento y seguiremos luchando por objetivos y por tratar de ser mas felices de lo que somos.

Anónimo dijo...

No manches mi buen, diste en el mero pinche punto.

Yo creo que no hay cosa, que añore más de mi pasado, de cuando tenía menos años, que los viajes que hice, el primero de tantos que hice a Real de Catorce cuando tenía 15 años y que fuimos en tren de segunda, ocho horas de pié en el vagón, los muchos viajes a pueblos cercanos como aramberri, bustamante y villaldama, el de parras, paredón y cuatrociénegas, mis dos viajes en carro hasta puerto escondido, el de europa....

Ahora que uno tiene dinero que le dá para viajar más, y a lugares más lejos, no puede comprarse "tiempo", ni comprar los amigos que antes tuvo y que por la falta de "tiempo" ya no lo pueden acompañar.

life sucks

Archivero dijo...

No manches, casi me haces chillar... ¿y que es lo que querían ser? ¿Prefieres cambiar tu vida ahora por tu pensamiento a futuro? Deberían organizarse un viaje de fin de semana...

saludos,

Anónimo dijo...

Eres una verga, pinche Guffo.
Con este cuento tan entretnido y algo ñoño resumiste en lo que se transforma la vida cuando uno crece y en lo que nos transfomamos y cómo nos desviamos de nuestra escencia. La verdad te mamaste con este relato, es de lo mejor que te he leído.
A mí me gusta más cuando escribes así -mucho, diría- que cuando escribes maldiciones y cosas chuscas.
Felicidades y sigue escribiendo, man.

Guillermo

Anónimo dijo...

es q de chavi uno no piensa tanto, es mas de vivir el momento y a lo mejor eso se extraña no vivir preocupado de chamba, responsabilidades, etc....muy buen relato, tenks!!!!!

r_e_f dijo...

Chale, guffo, yo apenas voy para 5o semestre de prepa (en escuela marista... para colmo) y me cae esta cubetada de agua fría que me hace pensar que talvez a mi y a mis amigos nos puede pasar eso... En unas dos horas me voy a la casa de un cuate, junto con otros batos a desvelarnos a jugar esbos 360, chupar y otras madres... Chale... ya se me estan saliendo las lágrimas...

Anónimo dijo...

Es la realidad, a muchos nos cayo el 20. Los amigos van y vienen, los buenos tiempos tambien pero es super chido recordarlos.
Aqui en la vida nada es seguro, solo la muerte.
Super chingona su historia mi buen Guffo

RED

Manuel dijo...

Los caminos del señor son misteriosos

el blogger bicentenario dijo...

Que mal pedo que ya casi no se hablen, pero asi pasa a veces, y eso es lo verdaderamente triste... la gente cambia muy rapido ultimamente y las amistades se debilitan con mucha facilidad. pero pues asi pasa cuando sucede.

Me gusto mucho tu escrito, si se siente la nostalgia.

gaby dijo...

entonces maese no pone atención...

si, a veces es menos doloroso limitarnos a recordar algo que nos hizo sentir bien... algo bonito.

nos leemos, Guffowski

Eduardo Castañeda dijo...

Uyyy.
Señorón, saludos primeramente. Gracias por su post en mi aburrido blog.
Que buena historia la de los tres alegres compadres que ya no se volvieron a cotorrear.
Me recordaste juegos, pláticas, eventos, de hace como 15 años, y que sepa que fue de esos amigos y sus, si no sueños, aventuras que quedaron por buscar.
Pero bien lo dice la Vanessa Bauche en Amores Perros: "Si tienes ganas de hacer reir a Dios, cuéntale tus planes"...
Un gusto saludarlo.

MarillTachiquin dijo...

Es chido en ocasiones revivir los momentos que uno vivio de joven, pero lo feo es quedarse en ellos nada mas, el a;orarlos y no hacer nada para crear nuevos de igual forma, aunque no sean con las mismas personas.

ANiS dijo...

A mi tambien me gusta mas cuando escribes asi. Saludos Guffo y yo creo que todos tenemos una historia de estas en la cabeza
=)

Anónimo dijo...

me encanta cómo escribes, cómo sientes, cómo piensas como transmites tanto en tan poco texto... cómo nos haces vivir emociones con un lenguaje tan sencillo... me encanta cómo eres...

...lástima que vivas tan lejos...

tu.politóloga.favorita dijo...

No me digas que estudiaste en el Fraco?!
Qué pesado es caer en cuenta de que gente que conoces ahora es algo que jamás se te habría ocurrido. Me sucede algo parecido con mis compañeros de la prepa (estudié en una de la Uni, así que muchos ahora no estudian y trabajan en tiendas o cosas así).
saludos!

tu.politóloga.favorita dijo...

*Franco

Unknown dijo...

Qué cosas... yo estoy viviendo esa etapa en mi presente... a ver cómo la cuento en unos años más...

Saludos, guffo.

Miss Eliza dijo...

although no one can make a brand-new start, we still can arrange some things in life to make a brand-new ending... o algo asi recuerdo haber leido en algun lugar, saludos!

Guffo dijo...

Gracias a todos por sus visitas y comments.
En efecto, estuve en el CUM en la secundaria y en la prepa, pero no en el Franco (no sé si ahora también haya secundaria y prepa Franco). La primaria la hice en otra escuela, una Montessori (Mongossori).
Shuriken: eso es incomodíiiiiimo.Darte cuenta que ya no tienes nada en común con los güeyes que antes tenías todo y hacer preguntas como: "...y sigues trabajando ahí donde me dijiste?" " ...y sigues con esta chava?" Patético. Pero así es, snif.
Saludos.

Saffog Tochtli dijo...

Venga señor no sabía que tu también eres ex-marisco, claro por la escuela marista, no por otra cosa... Ya llevaba rato de no pararme por su bitácora, hasta libro está ud. publicando. No os cerréis, siempre los viajes dan un buen sabor de boca, pero uno debe estar preparado para olvidar y comenzar otro de lo contrario el peligro será envejecer.

Anónimo dijo...

ojalà hubieras seguido siendo niño para que tengas sensibilidad, por tu comentario racista sobre juanito farìas, imagino que tu físico es como de un europeo pero de lo que estoy segura es que tu alma es más negra.