el guapo...

Tenía un amigo en la secundaria al que le decíamos El Guapo. Le decíamos así porque estaba bien pinche feo el güey. Era el típico chavillo de secundaria que se dejaba el vello del labio superior a manera de bigotillo. Se le veía de la chigada, pero el bato creía que era un azote con las morritas, quienes le sacaban la vuelta. Se peinaba acá, estilo Elvis Presley y, cuando le hacíamos esa observación, nos decía que no conocía a ese güey. El Guapo usaba pantalones brincacharcos, calcetón blanco y zapato de charol. Tenía una cadenita de oro que siempre usaba por fuera de la camisa, hasta que una vez se la rompieron jugando futbol, juarjuar, por pinche fantoche. Con el tiempo, nos dimos cuenta que el hecho de haberlo apodado así, lo había despegado del piso y lo había hecho soberbio. ¡El bato sí se sentía guapísimo!!!, a grado tal que le daba por imitar a Luis Miguel e inventar que se apachurraba a cuanta pantunfla se le ponía enfrente. Y por mamón, tuvimos que cambiarle el apodo por el de El Gachote, porque la neta, si estaba bien gasho nasho mi compadre. Y ahí fue cuando le bajó de huevos y de humos y se aterrizó. Quisiera tener una foto de El Guapo, para sacarla en momentos tristes. Quisiera preguntarle a todas las viejas que dice haberse tronado, si fue cierto o no. Quisiera que El Gachote fuera candidato al programa este de Extreme Makeover. Este post va pa´l Guapo, amo y señor de las chaquetas cerebrales, nomás porque hoy me acordé de él cuando me vi en el espejo...