Cada que alguien se pregunta qué hace una persona con otra, supongo es porque ellos saben muy bien la razón por la que están con alguien cuando están con alguien.
¿Cuántas veces no hemos escuchado o dicho las típicas -y a veces prejuiciosas- frases: "¿Qué hace esa chava tan guapa con ese hombre tan feo?", o: "¿Qué hace ese güey tan buen pedo con esa vieja tan sangrona?", o: "¿Qué hace ese patán con esa chica tan trabajadora?"? Y a veces nosotros mismos nos respondemos: "Pues sus motivos tendrán...".
Posiblemente exista un interés por parte de alguno, una atracción física intensa, una zona de confort, miedo a estar solos, alguna dependencia física, económica, psicológica, emocional o fines meramente reproductivos. Qué sé yo. Lo que sí creo es que estar con alguien a veces "va más allá", y ese "va más allá" está lejos del entendimiento de muchos.
Nos han "enseñado" que para estar con alguien debe haber ciertas reglas sociales, culturales o naturales: el guapo con la guapa, el feo con la fea, el mayor con la menor (pero no taaan menor), el rico con la pobre bonita, la rica con el rico guapo o el millonario feo y viejo o el pobre guapo y con labia. La cosa es que siempre tenemos que buscarle un razón a esa unión. Queremos creer que para estar con alguien debe haber un tipo de acuerdo, reglamento, tratado, convenio, negociación, camino, meta en común u objetivo en particular; y que eso del amor puede sonar muy bonito, pero como que no aplica, y hay que dejar de lado el romanticismo y la cursilería, pues aquí no caben, y algo tan sencillo como querer disfrutar la compañía de alguien en especial no es razón suficiente para estar siempre a su lado. Y sí, ok, "la vida real" nos ha mostrado que casi siempre es así, snif.
¿Cuántas veces no hemos escuchado o dicho las típicas -y a veces prejuiciosas- frases: "¿Qué hace esa chava tan guapa con ese hombre tan feo?", o: "¿Qué hace ese güey tan buen pedo con esa vieja tan sangrona?", o: "¿Qué hace ese patán con esa chica tan trabajadora?"? Y a veces nosotros mismos nos respondemos: "Pues sus motivos tendrán...".
Posiblemente exista un interés por parte de alguno, una atracción física intensa, una zona de confort, miedo a estar solos, alguna dependencia física, económica, psicológica, emocional o fines meramente reproductivos. Qué sé yo. Lo que sí creo es que estar con alguien a veces "va más allá", y ese "va más allá" está lejos del entendimiento de muchos.
Nos han "enseñado" que para estar con alguien debe haber ciertas reglas sociales, culturales o naturales: el guapo con la guapa, el feo con la fea, el mayor con la menor (pero no taaan menor), el rico con la pobre bonita, la rica con el rico guapo o el millonario feo y viejo o el pobre guapo y con labia. La cosa es que siempre tenemos que buscarle un razón a esa unión. Queremos creer que para estar con alguien debe haber un tipo de acuerdo, reglamento, tratado, convenio, negociación, camino, meta en común u objetivo en particular; y que eso del amor puede sonar muy bonito, pero como que no aplica, y hay que dejar de lado el romanticismo y la cursilería, pues aquí no caben, y algo tan sencillo como querer disfrutar la compañía de alguien en especial no es razón suficiente para estar siempre a su lado. Y sí, ok, "la vida real" nos ha mostrado que casi siempre es así, snif.
Y al tocar este tema me acuerdo de una pareja en particular. La conocí durante el período en que trabajé en seguridad pública. Eran casi indigentes. Vivían en una casa de techo de lámina y parches con tablones de madera. El hombre estaba desempleado (a veces hacía trabajos de albañilería) y lo detenían a cada rato por faltas administrativas: orinar en vía pública o andar intoxicado. A veces caía también por robar cocacolas y frituras de las tienditas del rededor. Una vez robó en una Bodega Aurrera no recuerdo qué, pero el gerente no quiso proceder. Se le dieron 24 horas de arresto, como todas las veces anteriores, y salió al cumplirlas.
Su mujer siempre iba por él. No pagaba la multa porque no tenía dinero, pero ahí lo esperaba afuera de las instalaciones de la policía, sentada en la banqueta. A veces le llevaba tacos. Cuando se los entregaba, me preguntaba por ella. Me decía que si estaba ahí afuera. Le decía que sí. Me pedía que le dijera de su parte que la amaba.
A veces la mujer se hacía encerrar con él. Manoteaba con los policías a propósito para que a ella también la detuvieran. Los encerraban separados y se gritaban de celda a celda toda la noche. Una vez el hombre se agarró a golpes con otro detenido que le estaba gritando insultos a la chica. Les dieron 12 horas más de arresto a ambos por mala conducta. La mujer salió primero. Al firmar su boleta de pertenencias (traía sólo una liga para el cabello y dos agujetas), nos pidió algunas monedas a mí y a unos polis para ir por unos tacos para su pareja. Me los entregó, se los entregué al detenido y lo esperó afuera, sentada en la banqueta, como de costumbre. Me llamaba la atención que siempre estaban como que desconectados; como que "muy metidos en su pedo", por decirlo de alguna manera. Y no porque a veces anduvieran intoxicados con tolueno. Era algo raro. Una conexión/desconexión difícil de explicar.
Cuando abría el portón para que el hombre saliera, alcanzaba a ver a lo lejos cómo ella se ponía de pie de un brinco y se le dibujaba de lado a lado una sonrisa. Se abrazaban, sacaba un refresco de 500 ml. de una mochila verde con el logo del PVEM, se lo daba, se tomaban de la mano y se iban. La chica parecía contarle mil cosas entusiasmada mientras él bebía de la botella de plástico y caminaban calle abajo. Yo veía sus siluetas alejándose con el sol de frente.
La última vez que los vi, el tipo cayó por robo con violencia. La mujer fue a buscarlo, como siempre. Habló con la juez. Ésta le dijo que lo iban a trasladar al penal; que posiblemente no saldría pronto. La mujer se quebró y empezó a gritar que no se lo llevaran. "¡¿Qué voy a hacer sin él?!", decía. Un policía se quiso hacer el gracioso y le dijo: "¿Qué vas a hacer? Pues conseguirte otro güey que sí sirva pa´algo, mija". La chica lo ignoró y siguió gritando que no se lo llevaran.
Con el tiempo aprendí a diferenciar entre quienes hacían teatro por llamar la atención o salvarse del arresto y a quienes eran sinceros. Los que hacían teatro se aventaban al suelo, se golpeaban la cabeza y fingían desmayos o ataques para que llamaran al doctor. La chica simplemente lloraba desconsolada, con un sentimiento tan profundo que le arrebataba el aire.
Me pareció desgarrador ver cómo dos personas que uno supone no tienen nada que ofrecerse, tuvieran esa conexión que pocas parejas tienen. Ellos eran todo lo que tenían para ofrecerse a ellos mismos. Antes de ser trasladado, el hombre me preguntó detrás de la celda si su mujer estaba ahí. "Sí, como siempre", le dije. Se hizo un ovillo en el rincón y se puso a llorar.
Su mujer siempre iba por él. No pagaba la multa porque no tenía dinero, pero ahí lo esperaba afuera de las instalaciones de la policía, sentada en la banqueta. A veces le llevaba tacos. Cuando se los entregaba, me preguntaba por ella. Me decía que si estaba ahí afuera. Le decía que sí. Me pedía que le dijera de su parte que la amaba.
A veces la mujer se hacía encerrar con él. Manoteaba con los policías a propósito para que a ella también la detuvieran. Los encerraban separados y se gritaban de celda a celda toda la noche. Una vez el hombre se agarró a golpes con otro detenido que le estaba gritando insultos a la chica. Les dieron 12 horas más de arresto a ambos por mala conducta. La mujer salió primero. Al firmar su boleta de pertenencias (traía sólo una liga para el cabello y dos agujetas), nos pidió algunas monedas a mí y a unos polis para ir por unos tacos para su pareja. Me los entregó, se los entregué al detenido y lo esperó afuera, sentada en la banqueta, como de costumbre. Me llamaba la atención que siempre estaban como que desconectados; como que "muy metidos en su pedo", por decirlo de alguna manera. Y no porque a veces anduvieran intoxicados con tolueno. Era algo raro. Una conexión/desconexión difícil de explicar.
Cuando abría el portón para que el hombre saliera, alcanzaba a ver a lo lejos cómo ella se ponía de pie de un brinco y se le dibujaba de lado a lado una sonrisa. Se abrazaban, sacaba un refresco de 500 ml. de una mochila verde con el logo del PVEM, se lo daba, se tomaban de la mano y se iban. La chica parecía contarle mil cosas entusiasmada mientras él bebía de la botella de plástico y caminaban calle abajo. Yo veía sus siluetas alejándose con el sol de frente.
La última vez que los vi, el tipo cayó por robo con violencia. La mujer fue a buscarlo, como siempre. Habló con la juez. Ésta le dijo que lo iban a trasladar al penal; que posiblemente no saldría pronto. La mujer se quebró y empezó a gritar que no se lo llevaran. "¡¿Qué voy a hacer sin él?!", decía. Un policía se quiso hacer el gracioso y le dijo: "¿Qué vas a hacer? Pues conseguirte otro güey que sí sirva pa´algo, mija". La chica lo ignoró y siguió gritando que no se lo llevaran.
Con el tiempo aprendí a diferenciar entre quienes hacían teatro por llamar la atención o salvarse del arresto y a quienes eran sinceros. Los que hacían teatro se aventaban al suelo, se golpeaban la cabeza y fingían desmayos o ataques para que llamaran al doctor. La chica simplemente lloraba desconsolada, con un sentimiento tan profundo que le arrebataba el aire.
Me pareció desgarrador ver cómo dos personas que uno supone no tienen nada que ofrecerse, tuvieran esa conexión que pocas parejas tienen. Ellos eran todo lo que tenían para ofrecerse a ellos mismos. Antes de ser trasladado, el hombre me preguntó detrás de la celda si su mujer estaba ahí. "Sí, como siempre", le dije. Se hizo un ovillo en el rincón y se puso a llorar.
Esas imágenes me quitaron el sueño varias veces. Muchas noches me quedé pensando en ello y en toda esa gente que cree tener muchas cosas para ofrecer y ni así llega a tener ese grado de conexión que vi en esta pareja. El amor en la miseria existe y es desgarrador porque parece ser más honesto, pues -aunque suene cursi y trillado- se está con alguien por lo que es, no por lo que posee. Y para muchas personas, eso va más allá de su entendimiento y de su sentir.
18 comentarios:
Caray... me conmovió.
En efecto, a veces no se entiende como se da esa conexion, pero se da. Yo he reflexionado en que una parte muy importante para ello es la "complicidad", esa misma complicidad que hace que por ejemplo que a tu brother, parna ó compa de toda la vida lo aprecies aunque sea un "hijoesu". (jeje)
Muchas veces dicen que el amor se acaba, se acaba pronto y ahí es donde las parejas se separan, y etc., etc. Pero yo creo que lo que se acaba es la pasión, ahí es donde muchas parejas se dan cuenta que eso era lo único que las unía, las que "sobreviven" lo hacen por esa complicidad, como el ejemplo que nos acabas de contar.
Perdón por el choro mano, pero como te dije, me conmovió la historia y me dio para la "filosofada", jeje
Saludos...
Ugh, nudo en la garganta!
bellisima historia mi guffo, hacia mucho que uno de estos escritos no me sacaban larimas, y es que ¿quien diria que dos personas sin nada aun tuvieran tanto que perder? sniff.
Try try try
¡Hola Guffo!
Tu historia es muy bonita, casi esperanzadora, es parte de la vida diaria de muchas personas, lo malo es cuando le aderezas los elementos clasicos de violencia familiar, no logras entender como puede existir esa conexion de la que hablas en ese tipo de relaciones tormentosas.
Dificil entender la mente humana.
Saludos.
Qué manera de transmitir. Gracias Guffo
Siempre eh creído que el amor es más sincero en esas circunstancias de miseria... me da un "no sé qué" cuando por error, me entero de matrimonios entre famosos, entre "realezas" o entre famosos y empresarios millonarios, me dan lastima esas personas, creo que la mayoría de las veces son arreglos que nada tienen que ver con el amor.
Saludos!
Victor, desde Ciudad Juarez
No manches que bonito amor
Che Guffo, ya lanzate por un cuento largo o de plano por una novela, tienes estilo. Generas y trasmites sentiminetos al leerte.
Hay Mucho progreso en estos años.
Saludos
Shercas del bajio, exportado a califas
Que onda mi Guff
Yo creo que ese es el chiste en las cosas que no empatan, o como se dice, no embonan.
Me acuerdo de un fragmento creo de una película donde le preguntaban al papá que cuáles eran sus sueños de chavo, y él dice cuáles sueños, yo lo único que pensaba era en conseguir una buena mujer.
Ah ya me acordé, se llama Todos están bien.
Es gratificante leer historias de amor en estos tiempos tan difíciles.
Saludos! Me da mucho gusto que ya vivas con la Fabi!
ay como me puse a llorar! muy bonita forma de escribir guffo me caes re bien :) yo creo que si existe el amor pero nuestra crianza y prejuicios nos alejan de el
still better story than suicide squad joker and harley's
no se pongan sentimentales amigos, lo que los unia es lo mismo que une a otras personas, en su caso los unia su pasion por drogarse y vivir la vida valemadrista que les gustaba experimentar y sentirse aceptados por alguien por ser asi, olviden ese ridiculo estereotipo que les ha metido en la cabeza la television que consiste en que los ricos no pueden amar tan intensamente como el mas fregado de los fregados...........
A veces, la única conexión es que ambas son almas solitarias que cruzaron sus caminos mientras deambulaban por la vida. Y, sin duda, esa unión puede llegar a ser tan o más fuerte que cualquier otra.
Bellísima historia y exquisita la forma en que lo relatas, me estoy secando las lágrimas mientras escribo esto. Por favor nunca dejes de escribir. Saludos y un abrazo desde Veracruz!
Saludos, con respeto en la foto veo el libro de "Diario corazón de un niño", antes de dárselo ve su estado de animo...Gracias
Muy de acuerdo. ¡Le aplaudo su texto!
Un fuerte Abrazo mi estimado Regio.
Claro que él amor existe en todos los niveles y todas les expresiones, pero cuando se busca empatar con cierto nivel de persona, es allí en donde se pierde la esencia y se vuelve un simple contrato y eso mi estimado Guffo a la larga les pesa mucho...
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