Fue toda una experiencia haber trabajado en seguridad pública durante tres años en uno de los municipios de Nuevo León más golpeados por la violencia y las carencias; experiencia que me ayudó a conocer más a profundidad la problemática social y algunos engranajes que mueven al Sistema. Conocí gente honesta y valiosa, también me deshice de algunos prejuicios y mitos, pero lo que sí es que se necesita tener mucho estómago y aprender a mimetizarse para involucrarse en ese ambiente, y yo descubrí que no tengo esa capacidad. Ni la quiero tener.
Por ejemplo, una de las cosas que terminaron por asquearme, fue la siguiente situación:
Llegaron un par de oficiales de policía con una mujer detenida. Al cuestionarlos qué falta había cometido ésta, me respondieron:
-Andaba pidiendo dinero en un crucero.
-¿Y ése qué delito es?
-No es delito, es falta -me dijo uno de los oficiales.
-Bueno, ¿qué falta es?
-Pues alterar el orden.
-¿Alterar el orden?
-Tenemos órdenes de que nadie ande pidiendo dinero en las calles.
-Ah... ok. Ser pobre es delito... perdón: es una falta administrativa -murmuré. Uno de los oficiales me observó como si le hubiera caído un balde de agua fría encima.
La mujer pasó 24 horas encerrada en una celda. Salió y volvió a la calle a pedir dinero para ser detenida de nuevo al día siguiente. Todos pensaron que habían hecho bien su trabajo; cumplido con su deber. A mí me asqueó.
Ver esto y no poder hacer nada, me provocaba una impotencia y una tristeza terribles -más cuando traían niños y los ponían a disposición del DIF-; tristeza e impotencia que tenía que tragarme para fingir esa serenidad que da la frialdad; y pues la verdad es que no tengo el carácter para ser cómplice de ese tipo de situaciones que tal vez a muchos no les afecten o les parezcan nimiedades del día a día; algo natural en un mundo desigual que posiblemente no cambie.
Y bueno... así como esta experiencia, les contaré muchas más. Dejen nada más regreso de viaje. Ando en uno de esos detox espirituales que les llaman.
6 comentarios:
Me acordé del experimento de Milgram, en el cual se pedía a un voluntario que aplicara descargas eléctricas cada vez mayores a una persona. Afortunadamente, este último sólo era un actor. El resultado que sorprende es que el 65% de las personas estaba dispuesta a electrocutar a alguien hasta el borde de la muerte sólo porque así se lo decían.
Hago la referencia porque creo que es el caso de muchos burócratas, policías y otros funcionarios. La mayoría estamos dispuestos a cumplir órdenes o cumplir con el deber por encima de cualquier otro criterio de sentido común, aun y cuando eso implique hacer pasar penurias innecesarias a sus semejantes.
Ta gacho carnal, y que bueno que no tenias"estomago" para ese jale, se iban a robar tu inocencia...
¿Que andas haciendo en Mérida? Ando en campeche, a hora y media, pa ir a echar unas chelas.
Mussgo
¿Te fuiste ya de ahí? ¿Y ahora? Espero todo se encuentre bien contigo.
Ahora ya no sabremos el final de lo del Jairo, supongo.
Saludos !!!!!
Y que onda con el Jairo ????
Igual nos quedaremos con la incógnita.
Yo creo que para esos puesto, mi buen Guffo, se necesita tener más interés en buscar un padrino, un cabrón al que le vayan a dar un buen hueso y que le tire a sus subordinados las migajas, que un sentido de la moral y el bienestar común.
Que bueno que tu no te dejaste deslumbrar por la corrupción y el poder.
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