Tantos años siendo la esclava doméstica de su marido, de su hijo y de estudiantes de intercambio a quienes renta habitaciones, y Mamá Fratelli no ha sido capaz de aprender a cocinar con buen sazón ni a hacer bien la limpieza del hogar.
Cuando llegué a vivir a la mansión Fratelli me di cuenta de la carga de trabajo que la pobre señora tenía a diario, pues el marido y el hijo tragan peor que pelones de hospicio; por tal motivo lavaba los platos y utensilios que usaba al desayunar y cenar. Pero un día Mamá Fratelli me vio frente al lavadero tallando una espátula con la que acababa de prepararme un huevo, y como que su naturaleza femenina se sintió ofendida y me dijo que qué hacía, que dejara ahí, que ése era su trabajo porque para eso le pagaba una renta. Y pues bueno: en cierta parte tenía razón y no lo volví a hacer… ¡hasta que me di cuenta de lo pinche mal que lava los trastes! No, no mamen. Un niño manco los lavaría mejor utilizando sus muñoncitos, snif.
Neta que es bien vale verga. Talla los platos y los cubiertos con un trapo en vez de usar fibras de acero o estropajo o algo que raspe como chamorro de francesa. Los tenedores siempre tienen queso derretido pegado y los platos hondos residuos de cereal seco. Los vasos ni se diga: siempre tienen el fondo de algún color extraño debido a los polvos endulzantes que le echa al agua y a la leche. Y no me hagan seguir con la mesa, las repisas y los pisos, pues trapea con uno de esos trapeadores de esponja que no limpian ni madres y nunca pasa un pedazo de tela húmeda por el comedor para quitarle las boronas y granos de sal que caen en él. Eso sí: del baño no me puedo quejar ni de mi cuarto, pues este último lo limpio yo, snif.
Pero bueno, pues resulta que Édgar -el amor de Mamá Fratelli- se regresó hace como un mes a México, y en su lugar llegó un brasileño metrosexual que se tarda horas en el puto baño. Yo siempre he tenido una filosofía de vida con los baños: si no eres mujer, si no estás cagando o el pito no te mide más de dos metros y es un pedo enrollarlo de nuevo, ¡no tienes porqué tardarte más de cinco minutos en el baño! Te la paso si te tardas poco más de cinco minutos porque el pito te mide sesenta centímetros -como a mí, snif-, pero fuera de eso no tienes motivo para pasar más de cinco minutos dentro. Punto.
Total que un día ya iba tarde a la escuela y me quería lavar los dientes, pero Giorgiño Armani estaba en el baño poniéndose sus cremas humectantes en la cara y sus químicos en el pelo y sacándose la ceja y pues yo me quería lavar los pinches dientes y no tenía dónde. Y pues me vino a la mente la idea de hacerlo en el fregadero de la cocina. Qué tanto es tantito, pensé. Mamá Fratelli ni lava bien los trastes, no creo que la haga de pedo por tantita pasta de dientes y tantita baba que caiga en la coladera. Entonces fui a la cocina bien decidido, le dije a Mamá Fratelli que se me había hecho tarde para ir a la escuela y que el baño estaba ocupado y que necesitaba lavarme "el océano" en la cocina por una sola ocasión. Y que me dice la pinche vieja:
-¿Quieres lavarte los dientes en la cocina? ¿Cómo?
- Pues así: como todo el mundo se lava los dientes–le dije haciendo un movimiento de arriba hacia abajo con mi mano a la altura de la boca.
-¿Pero cómo que te los quieres lavar aquí en la cocina?
- Ah, es que el brasileño está en el baño y no sale, y ya voy tarde a la escuela y no me gustaría irme sin lavarme la boca.
-¿En la cocina?, ¿pero cómo?; ahí ponemos los platos y las cucharas y los tenedores… yo creo que no es correcto... es la cocina... hay platos y vasos... no, no creo que sea correcto...
-Sí, Mamá Fratelli- le respondí-, tiene usted razón: fui un loco. Hacer eso sería ASQUEROSO.
Pinche vieja... ¡Lave bien los trastes, culera, eso sí que es asqueroso!...
P.D. Si supiera que ahí vacío los botes en donde orino para no tener que subir al baño en las madrugadas, jijijijiji...
Cuando llegué a vivir a la mansión Fratelli me di cuenta de la carga de trabajo que la pobre señora tenía a diario, pues el marido y el hijo tragan peor que pelones de hospicio; por tal motivo lavaba los platos y utensilios que usaba al desayunar y cenar. Pero un día Mamá Fratelli me vio frente al lavadero tallando una espátula con la que acababa de prepararme un huevo, y como que su naturaleza femenina se sintió ofendida y me dijo que qué hacía, que dejara ahí, que ése era su trabajo porque para eso le pagaba una renta. Y pues bueno: en cierta parte tenía razón y no lo volví a hacer… ¡hasta que me di cuenta de lo pinche mal que lava los trastes! No, no mamen. Un niño manco los lavaría mejor utilizando sus muñoncitos, snif.
Neta que es bien vale verga. Talla los platos y los cubiertos con un trapo en vez de usar fibras de acero o estropajo o algo que raspe como chamorro de francesa. Los tenedores siempre tienen queso derretido pegado y los platos hondos residuos de cereal seco. Los vasos ni se diga: siempre tienen el fondo de algún color extraño debido a los polvos endulzantes que le echa al agua y a la leche. Y no me hagan seguir con la mesa, las repisas y los pisos, pues trapea con uno de esos trapeadores de esponja que no limpian ni madres y nunca pasa un pedazo de tela húmeda por el comedor para quitarle las boronas y granos de sal que caen en él. Eso sí: del baño no me puedo quejar ni de mi cuarto, pues este último lo limpio yo, snif.
Pero bueno, pues resulta que Édgar -el amor de Mamá Fratelli- se regresó hace como un mes a México, y en su lugar llegó un brasileño metrosexual que se tarda horas en el puto baño. Yo siempre he tenido una filosofía de vida con los baños: si no eres mujer, si no estás cagando o el pito no te mide más de dos metros y es un pedo enrollarlo de nuevo, ¡no tienes porqué tardarte más de cinco minutos en el baño! Te la paso si te tardas poco más de cinco minutos porque el pito te mide sesenta centímetros -como a mí, snif-, pero fuera de eso no tienes motivo para pasar más de cinco minutos dentro. Punto.
Total que un día ya iba tarde a la escuela y me quería lavar los dientes, pero Giorgiño Armani estaba en el baño poniéndose sus cremas humectantes en la cara y sus químicos en el pelo y sacándose la ceja y pues yo me quería lavar los pinches dientes y no tenía dónde. Y pues me vino a la mente la idea de hacerlo en el fregadero de la cocina. Qué tanto es tantito, pensé. Mamá Fratelli ni lava bien los trastes, no creo que la haga de pedo por tantita pasta de dientes y tantita baba que caiga en la coladera. Entonces fui a la cocina bien decidido, le dije a Mamá Fratelli que se me había hecho tarde para ir a la escuela y que el baño estaba ocupado y que necesitaba lavarme "el océano" en la cocina por una sola ocasión. Y que me dice la pinche vieja:
-¿Quieres lavarte los dientes en la cocina? ¿Cómo?
- Pues así: como todo el mundo se lava los dientes–le dije haciendo un movimiento de arriba hacia abajo con mi mano a la altura de la boca.
-¿Pero cómo que te los quieres lavar aquí en la cocina?
- Ah, es que el brasileño está en el baño y no sale, y ya voy tarde a la escuela y no me gustaría irme sin lavarme la boca.
-¿En la cocina?, ¿pero cómo?; ahí ponemos los platos y las cucharas y los tenedores… yo creo que no es correcto... es la cocina... hay platos y vasos... no, no creo que sea correcto...
-Sí, Mamá Fratelli- le respondí-, tiene usted razón: fui un loco. Hacer eso sería ASQUEROSO.
Pinche vieja... ¡Lave bien los trastes, culera, eso sí que es asqueroso!...
P.D. Si supiera que ahí vacío los botes en donde orino para no tener que subir al baño en las madrugadas, jijijijiji...
14 comentarios:
Respondí las dudas que tenían en el post antepasado. Sorry por la tardanza de mis respuestas. Gracias por seguir leyendo mi blog. Un abrazo y buen jueves para todos.
Guffo, después de un día que empezó bastante bien y termino terriblemente tu post fue lo único que me hizo sacar una sonrisa. Sin intención de parecer emo, pero así fue. Un abrazo Guffo.
Que raro, años de leerte y es la primera ves que te comento.
Esto suena demasiado rencoroso y mala leche Guffo, no se supone que ibas a Canadá a alejarte de la mala vibra del regio promedio? A mi me pasa algo similar de pronto cargo cosas de la gente que mas me caga y termino proyectandolas después.
Relax, and enjoy the stay.
Me da pereza loggearme, pero soy elcrayon, el del comentario de arriba.
si yo pasara diez años con labores domesticas me darian ganas de darme un tiro........ que aguante de la mama fratelli.......
por otro lado las amas de casa solo le batallan un rato y luego toda la tarde andan de huevonas, en las novelas y en los chismes con las vecinas........ tal vez ahi se equilibra la joda de la casa.......
Hola soy Víctor, trabajo en una oficina y pues el trabajo es algo rutinario..., pero leerte hace que se alegre el día, que genial escribes!, creo que deberías hacer un libro con las anécdotas de mama Fratelli...,
...también creo que deberías contarnos mas sobre tu novia, donde la conociste?, quien es? como es? si todavía andan? Que opina de mama Fratelli?, etc, etc...
como que tienes novia???? :O
Omg!! no es la que te dibuja te amos?? jajaja
saludooos!
ya ves!1 quieren saber con quien ves mapaches, los caballeros no tenemos memoria...aunque de vez en cuando giremos el monitor, jeje. Un saludo
Pregunta..... por que sigues en esa casa si no aguantas a Mama Fratelli? Digo.... acaso semos masoquistas?
Saludos
Reynaldo Sanchez
Ay, ay... ahora se aprende un muy bonito portuñol.
Los brasileños que llegan en el extranjero se sienten como que hablara español toda la vida. Es mierda tras mierda. jajajajajajajajajajajajaja...
Después de enseño unas palabrotas en português para que si te enfada el cabroncito brasileño, podrás decirle lo que piensas en el idioma que entiende. :D
Un beso
a menos que seas un adolecente que se quiera hacer una pajuela, manuela, pues si se tarda uno en el baño. saludos ese guffo.
Tal vez el nuevo tipo se tarda mucho porque esta autosatisfaciendose mientras se mira en el espejo.
Se ecologico y lavate los dientes en el patio de la casa.. o pidele chance al brasileno para que te deje entrar al bano con El.
AY NOO GUFFO....ME ENCANTAS!!!
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