Volvió a caer nieve sobre la ciudad.
Los pequeños trozos de hielo rebotan en el plástico impermeable de mi chaqueta haciendo un sonido similar al de la grava fina cuando cae sobre el pavimento.
Camino rumbo a la escuela, brincando las placas de hielo duro para no resbalar y hundiendo mis botas en los manchones de nieve. Mi boca podría confundirse con la chimenea de una locomotora que deja a su paso una estela de vapor blanco y espeso.
Llego al edificio de la escuela, entro en el salón de clases del segundo piso y me doy cuenta que la maestra de esa materia ha faltado, por lo que mandan a un maestro sustituto. Se llama Baz; o al menos ésas fueron las tres letras que apuntó en el pizarrón cuando se presentó.
Aparte de dar clases de todo tipo, Baz es el encargado de organizar los viajes para ir a acampar a los bosques y lagos cercanos durante la primavera y el verano. Se considera a sí mismo un Bear Grills canadiense, pero esquelético, moreno y con el pelo hasta los hombros.
Baz sabe hacer fuego, pescar, cazar, cocinar y construir un refugio con lo que tenga a la mano. En clase nos platica que varias veces ha estado frente a frente con un oso -a menos de 10 metros de distancia- y que lo ha ahuyentado “hablándole bonito”, con el lenguaje de la naturaleza. Dice que una vez hizo lo mismo con un coyote y un puma, con resultados similares.
Baz no fuma tabaco ni bebe alcohol. Dice que nunca en su vida lo ha hecho, pero acepta abiertamente que fuma marihuana. Algunos alumnos –casi todos latinoamericanos- se voltean a ver, como asustados. A Baz no le gusta entrar en el tema de la legalización o el combate a las drogas. Le parece ocioso discutir la criminalización de una hierba que crece de manera silvestre como cualquier otra. Se limita a decir que nadie puede decirte qué hacer con tu cuerpo y lo que llevas dentro; me imagino que recalca eso de “lo que llevas dentro” para también dejarnos clara su postura sobre el tema del aborto.
Al terminar la clase, algunos alumnos curiosos se le acercan a Baz con confianza y le preguntan algunas cosas entre risas. Alcanzo a escuchar que aquí la marihuana es tolerada, más no legal. Baz les habla de un lugar sobre Yonge Street, una de las avenidas principales de Toronto. En el número 666 –no es broma-, al norte, hay un lugar donde se puede fumar marihuana sin ningún problema. Baz aclara que hay varios de esos lugares, pero que ése es el que queda más cerca de la escuela.
Es un pequeño local al que le revocaron su permiso de alcohol cuando consiguió –no supo explicarnos cómo- un permiso para que los clientes fumaran marihuana. El alcohol y el tabaco están prohibidos ahí, al igual que la venta de cualquier otra droga. Si alguien quiere entrar debe de llevar su propia marihuana y hacerse sus carrujos dentro. Como dato curioso –o surreal-, Baz menciona que frente a sus puertas siempre hay dos policías vigilando.
Suena el timbre de salida. Ha dejado de nevar pero el frío no cesa. Camino por la calle que cruza frente al edificio de la escuela y veo a algunos alumnos de la clase de Baz caminando por la avenida Yonge, hacia el norte. Bajo las escaleras de la estación del metro y la temperatura se vuelve más agradable. Me quito la gorra y la bufanda y las guardo en mi maletín. Subo a un vagón del metro con rumbo a la CN Tower. Desde hace tiempo que esas estructuras arquitectónicas ya no me sorprenden por considerar su tamaño y su propósito de ser algo absurdo; pero no quiero regresar a casa.
Subo hasta el mirador de la torre en un ascensor de vidrio que me produce un poco de vértigo. Contemplo la ciudad desde lo alto. Enorme y moderna, pero sin el caos que caracteriza a las demás de su tipo. Los edificios, sus techos nevados, el lago, las islas en el lago, las extensiones de árboles deshojados contrastando con la mancha urbana. Me podría quedar aquí por horas. O quizás por años.
Los pequeños trozos de hielo rebotan en el plástico impermeable de mi chaqueta haciendo un sonido similar al de la grava fina cuando cae sobre el pavimento.
Camino rumbo a la escuela, brincando las placas de hielo duro para no resbalar y hundiendo mis botas en los manchones de nieve. Mi boca podría confundirse con la chimenea de una locomotora que deja a su paso una estela de vapor blanco y espeso.
Llego al edificio de la escuela, entro en el salón de clases del segundo piso y me doy cuenta que la maestra de esa materia ha faltado, por lo que mandan a un maestro sustituto. Se llama Baz; o al menos ésas fueron las tres letras que apuntó en el pizarrón cuando se presentó.
Aparte de dar clases de todo tipo, Baz es el encargado de organizar los viajes para ir a acampar a los bosques y lagos cercanos durante la primavera y el verano. Se considera a sí mismo un Bear Grills canadiense, pero esquelético, moreno y con el pelo hasta los hombros.
Baz sabe hacer fuego, pescar, cazar, cocinar y construir un refugio con lo que tenga a la mano. En clase nos platica que varias veces ha estado frente a frente con un oso -a menos de 10 metros de distancia- y que lo ha ahuyentado “hablándole bonito”, con el lenguaje de la naturaleza. Dice que una vez hizo lo mismo con un coyote y un puma, con resultados similares.
Baz no fuma tabaco ni bebe alcohol. Dice que nunca en su vida lo ha hecho, pero acepta abiertamente que fuma marihuana. Algunos alumnos –casi todos latinoamericanos- se voltean a ver, como asustados. A Baz no le gusta entrar en el tema de la legalización o el combate a las drogas. Le parece ocioso discutir la criminalización de una hierba que crece de manera silvestre como cualquier otra. Se limita a decir que nadie puede decirte qué hacer con tu cuerpo y lo que llevas dentro; me imagino que recalca eso de “lo que llevas dentro” para también dejarnos clara su postura sobre el tema del aborto.
Al terminar la clase, algunos alumnos curiosos se le acercan a Baz con confianza y le preguntan algunas cosas entre risas. Alcanzo a escuchar que aquí la marihuana es tolerada, más no legal. Baz les habla de un lugar sobre Yonge Street, una de las avenidas principales de Toronto. En el número 666 –no es broma-, al norte, hay un lugar donde se puede fumar marihuana sin ningún problema. Baz aclara que hay varios de esos lugares, pero que ése es el que queda más cerca de la escuela.
Es un pequeño local al que le revocaron su permiso de alcohol cuando consiguió –no supo explicarnos cómo- un permiso para que los clientes fumaran marihuana. El alcohol y el tabaco están prohibidos ahí, al igual que la venta de cualquier otra droga. Si alguien quiere entrar debe de llevar su propia marihuana y hacerse sus carrujos dentro. Como dato curioso –o surreal-, Baz menciona que frente a sus puertas siempre hay dos policías vigilando.
Suena el timbre de salida. Ha dejado de nevar pero el frío no cesa. Camino por la calle que cruza frente al edificio de la escuela y veo a algunos alumnos de la clase de Baz caminando por la avenida Yonge, hacia el norte. Bajo las escaleras de la estación del metro y la temperatura se vuelve más agradable. Me quito la gorra y la bufanda y las guardo en mi maletín. Subo a un vagón del metro con rumbo a la CN Tower. Desde hace tiempo que esas estructuras arquitectónicas ya no me sorprenden por considerar su tamaño y su propósito de ser algo absurdo; pero no quiero regresar a casa.
Subo hasta el mirador de la torre en un ascensor de vidrio que me produce un poco de vértigo. Contemplo la ciudad desde lo alto. Enorme y moderna, pero sin el caos que caracteriza a las demás de su tipo. Los edificios, sus techos nevados, el lago, las islas en el lago, las extensiones de árboles deshojados contrastando con la mancha urbana. Me podría quedar aquí por horas. O quizás por años.
26 comentarios:
Ay pinche pelón no das una... ahora resulta que admiras a un puto mariguano tan mierda como tu.
Se me hace que no leíste bien, mi querido Anónimo. Mi maestro no se llama "Puto Mariguano"; se llama Baz y se apellida ¡A chingar a tu madre!
Gracias por ponerte de pechito, imbécil, juajuajuajua...
jajajaja que buena respuesta al comentario número uno jajajaja..Guffo me hiciste la noche más tolerante... me encantó que conociste a Baz!!! es uno de los mejores, tiene una personalidad envidiable. pregúntale de su viaje a Japón el anio pasado. Tiene muchas cosas que contar jeje. bueno adiuu, espero que te dejes ver ... Alejandrina :D
Guffo me gusta mucho lo que escribes que bueno que te valla muy bien, yo soy de Veracruz pero actualmente estoy viviendo en Chicago, IL saludos y mucho éxito atte Alan Cortázar
saludos guffo que te valla muy bien
Jajaja, genial tu respuesta
Jajaja
Seguro que te guardaste ese comentario para los haters que siempre rondan este blog.
Pasando a otras cosas, siempre es agradable leer las crónicas que te avientas de un país que para muchos por lo menos en el corto plazo no conoceremos.
Saludos desde Zacatecas (la ciudad/pueblo no la cantina)
Pinche pelon mediocre, ya deja de filosofar y ponte a trabajar. pegarle al filosofo no te va a salvar de la realidad por mas que qieras evadirla. Chinga tu madre.
Ale: En efecto, Baz es otro pedo como maestro y como persona, jajaja. Casi todos los maestros de esa escuela son unos personajes. P.D. Yo siempre me dejo ver, jejeje.
Alan Cortázar: Saludos hasta Chicago, carnal. Gracias por leerme.
Anónimo: Muchas gracias por los buenos deseos. Igualmente para ti. Buen jueves
Syous: Muchas gracias. Y sí, debo de confesar que desde que escribí el post pensé: "Ojalá venga el pinche troll para jodérmelo con esto", jajajaja... Se la tenía guardada y cayó en menos de 20 minutos, jajajaja. Saludos hasta Zacatecas (la ciudad y la cantina, snif).
Anónimo: Naaaa... ¿para qué trabajar si puedo filosofar con la seguridad de que vas a venir a leerme? Recuerda algo, querido Anónimo: yo hago lo que quiero porque quiero y porque puedo. Nunca olvides esto cada que entres en mi blog, con la cola entre las patas, mirando hacia arriba, donde estoy.
Me encantan las respuestas a tus anónimos... La mejor parte de estar en una tierra diferente es que conoces personas diferentes, y eso siempre es bueno.
Saludos Guffo.
Es una bendicion tener experiencias tan enriquecedoras como la que narras, asi es este ambiente Multicultural, aprendes de el ultimo lugar del mundo con solo escuchar la conversacion del de al lado. By the way, te envie un correo gustavo, estaria muy feliz si me lo contestas por fas, por fas. saludos.
que chido que te la pases chido ese guffo.
y está chido cuando uno dice" podria estar horas y horas aquí observando el panorama.
chingon y saludos.
jejejejeje, que buena patada en el orto le diste al Ano chingador, jojojo, como dijera el paztor: fue fina.
saludos carnalito, y a guevo uno sabe lo que se mete, en el buen y mal sentido.
sobres.....
jejejeje, por "sabrosearme" de la rica metida de chostomo que le diste al Ano, me apendeje y se me plvido comentar de tus letras, muy chidas compadre, se ve que la filosifia se te da, y aun mas cuando andas feliz.
saludos carnal....
Eso que mencionas al principio y la nieve son para mi las únicas cosas interesantes del frio. De ahí en más todo es calamidá.
Según Foreca ustedes mañana amanecen a cero y acá en el rancho pal sábado iguanas. Tan bien que iba Febrero =(
¿No te pasa que se siente algo raro hablar de la mota en un contexto totalmente opuesto al de tu suidá? A mi me pasaba al principio. Estás acá platicando normal y de la nada se te viene a la mente el camino que recorre la hierba, todo lo que va dejando a su paso para llegar hasta la cómodidad de estos hogares.
Yo no critico a verdes ni a blancos, pero es una situación que no puedes simplemente ignorar y meter bajo el colchón.
De las alturas mejor ni hablamos porque ahí si paso sin ver...
Estimado Gustavo, me da mucho gusto leer tus cronicas, yo he tenido la oportunidad de estar no en Toronto, pero si en otras ciudades de Canada y de Estados Unidos, si se vive muy diferente lastima que por motivos de migracion no me pude quedar, pero todavia sigo intentando hacer mi estadia por aquellos lados permanente, de mientras voy para alla cada que puedo y disfruto de caminar por las calles sin miedo, de manejar sin temor a la policia, de llegar a las casas de mi familia y encontrar las puertas abiertas y sin rejas, de todas esas cosas que aqui en Mexico ya no podemos disfrutar y que desgraciadamente creo que ya se nos fueron para siempre.
Saludos pinche tocayo, por lo pelon digo.... ahh y por cierto sigo entrado contigo por que nunca me autografiaste mi playera del escuadron retro... ja ja ja
mmmmmmm y las canadienses ???? ningun prospecto para tronchar ????
A ver qué te parece...
http://www.rd.com/travel/the-4-happiest-cities-on-earth/
saludos.
Eduardo Ortiz
Querido Guffo el leer tus cronicas en este momento le da un poco de frescura a mi mente, particularmente hoy que es un dia dificil ya que me padre se fue para siempre...Nunca dejes de escibir, saludos y un abrazo...
Sir David: Muchos saludos. Gracias por seguir viniendo a coentar.
Mel: Ya te respondí. Dame chance y te doy una respuesta más amplia sobre el tema.
Fernando: uchas gracias y un abrazo.
Ángello: Un abrazo, compadre.
C. Thunders: Sí, se siente algo extraño estar en un contexto distinto hablando de algo que es un "problema" en México y aquí nadie se anda matando por ello.
MO: Eso me llama mucho la atención: en Monterrey TODAS las casas tienen rejas en cada puerta y ventana. TODAS. Y sí, te debo la firma de tu camisa, carnal. Un abrazo.
Anónimo: Nada. Me hice monje budista.
Eduardo: Deja le hecho un ojo. Gracias.
Blanche: Siento mucho lo de tu padre. Un abrazo.
y no mas por eso,
pinche guffo,,,
el siguiente churro que me voy a jumar insofacto, va a ser a tu salud!!!!!!!!!!
y saludos,,,
Hola Guffo, me declaro fan de tu blog aunque yo no tengo, ni tampoco twitter pero sólo entro para leerte jaja tengo facebook pero ese nomás me sirve para comunicarme con mis amigos cercanos y para subir fotos jaja. Curiosamente hoy estaba leyendo unos chistes de Bill Hicks (también los hay en video, YouTube) acerca de como resultan ser ilegales las drogas que son naturales y que te abren la mente y demás cosas sobre el gobierno, en fin siempre es un gusto leerte. Saludos desde la nefasta ciudad de Culiacán de la que espero huir lo más pronto que pueda. Thania Luna
Yo conozco a muchas personas en México que también son buenos para ir al monte, generalmente son personas campesinas o indígenas, casualmente también son de las mas sabias que he conocido, sabiduría de verdad, de esas personas que al minuto de hablar con ellas les pides consejos, y lo más importante de todo, cuando encuentran a un animal, sea puma, jaguar o serpiente, le respetan su lugar y se alejan, no le “hablan bonito”, marihuano canaco tenía que ser, no es ataque a tu persona Guffo, pero yo conozco a los gringos, canadienses (con excepción de los inuits), australianos e ingleses y todos me parecen una mierda, voraz y destructiva mierda con ínfulas de civilizados.
Disfruta tu estancia Guffo, he leído varios de tus post y creo que esta sana distancia con un Monterrey lejano al de tu infancia te va a servir de mucho. Por cierto, yo viví en Mty de 1986 a 1988 y recuerdo un caso muy sonado de un chavito (de aquel entonces mi edad,yo soy del año 76) al que secuestraron saliendo de una práctica de futbol; lo esposaron y aventaron una noria y ahí murió. ¿Te acuerdas de más datos? En el Norte hasta hicieron una gráfica de cómo fue el crimen y después de eso ya no quise salir a jugar al parque. Saludos.
¿Que tu papa quiere ser alcalde de Monterrey pinche Guffo?
Pos no que muy pinche honesto y muy hippie y no se que tantas madres predicas en tu blog.
Pinche rata asquerosa.
Buxo: Excelente, compadre, jajaja. Nomás no se vaya a quedar en el viaje. Qué pex, ¿cuándo nos vemos o qué?
Thania: Gracias por tus palabras y por ser mi lectora. Voy a buscar los videos que me dices. Saludos hasta Culiacán.
Anónimo: Tienes toda la razón con lo que mencionas al principio. Pero creo que hay de todo. Me he topado con canadienses que se quejan de eso que dices: de ser una potencia voraz, que le pone la bota en el cuello a los países subdesarrollados, y ponen su grano de arena. Si algo tienen, son huevos para no comprar pendejadas que no necesitan; al menos los que he conocido es gente que gana bien y no es consumista. La "ventaja" que creo que tienen los canadienses sobre otras potencias, es que no son tantos, jajaja, pero sí tienen algunas prácticas similares. En fin...
M: Ah, cómo no... claro que me acuerdo de ese caso. Me acuerdo porque un amigo del salón era su primo. El niño se llamaba Hernán, y después de ese caso Monterrey no volvió a ser el mismo. Se empezó a vivir con miedo y creo que se dieron más casos similares.
Anónimo: Achinga, ¿y a mí qué me dices, güey? Yo no soy el que anda buscando ese puesto. Y si te consta que es rata, pues denúncialo, huevón. Han caído gobernadores y alcaldes, que no caiga un funcionario menor. Pero en verdad hazlo, querido Anónimo, porque si no voy a creer que eres igual de maricón y pájaro nalgón como todos los putos anónimos que vienen aquí a decir sus pendejadas sin antes darle una pensadita. Saludos.
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