Camino de noche rumbo a casa, al este de la ciudad.
Las luces de neón iluminan los copos de nieve que comenzaron a caer justo cuando el sol se ocultó. Es como una tenue lluvia de plumas de ganso que se deslizan con delicadeza en el aire frío y destellan de vez en cuando. Algunas se meten en mis ojos y distorsionan los colores, como si viera a través de un caleidoscopio.
Mi cabeza se llena de nieve como de recuerdos. Cada copo es un recuerdo. Un plan. Un sueño. Una duda. Pero ninguna certeza. Ojalá las respuestas cayeran del cielo como la lluvia o la nieve. Ojalá las respuestas no estuvieran enterradas tan profundo. Ojalá los recuerdos no cayeran como grandes bolas de granizo que lastiman el presente. El aquí y el ahora.
Entro en un lugar de hamburguesas para resguardarme del frío. Mi voz hablándome a mí mismo se calla. Algunos obreros hacen fila para ordenar su cena. Se ven cansados. Tienen el cuello arrugado y terroso. Hago fila detrás de ellos y observo el menú de la pared.
Me reflejo en la vitrina de los vegetales. La escarcha que cubre mi pelo comienza a derretirse. Se diluye como los sueños se diluyen con el tiempo. Como lo hace muchas veces la esperanza. Los recuerdos nunca se diluyen. Buenos o malos, permanecen.
Termino de cenar y salgo a la calle. Ha dejado de caer nieve, pero no dejan de caer recuerdos, dudas, planes, sueños. Nunca certezas. Mi voz vuelve a hablarme a mí mismo y me recuerda que las respuestas nunca caen del cielo. Que están dentro de uno. Donde no se ven. Pero están ahí. Destellan en la oscuridad de lo profundo.
Las luces de neón iluminan los copos de nieve que comenzaron a caer justo cuando el sol se ocultó. Es como una tenue lluvia de plumas de ganso que se deslizan con delicadeza en el aire frío y destellan de vez en cuando. Algunas se meten en mis ojos y distorsionan los colores, como si viera a través de un caleidoscopio.
Mi cabeza se llena de nieve como de recuerdos. Cada copo es un recuerdo. Un plan. Un sueño. Una duda. Pero ninguna certeza. Ojalá las respuestas cayeran del cielo como la lluvia o la nieve. Ojalá las respuestas no estuvieran enterradas tan profundo. Ojalá los recuerdos no cayeran como grandes bolas de granizo que lastiman el presente. El aquí y el ahora.
Entro en un lugar de hamburguesas para resguardarme del frío. Mi voz hablándome a mí mismo se calla. Algunos obreros hacen fila para ordenar su cena. Se ven cansados. Tienen el cuello arrugado y terroso. Hago fila detrás de ellos y observo el menú de la pared.
Me reflejo en la vitrina de los vegetales. La escarcha que cubre mi pelo comienza a derretirse. Se diluye como los sueños se diluyen con el tiempo. Como lo hace muchas veces la esperanza. Los recuerdos nunca se diluyen. Buenos o malos, permanecen.
Termino de cenar y salgo a la calle. Ha dejado de caer nieve, pero no dejan de caer recuerdos, dudas, planes, sueños. Nunca certezas. Mi voz vuelve a hablarme a mí mismo y me recuerda que las respuestas nunca caen del cielo. Que están dentro de uno. Donde no se ven. Pero están ahí. Destellan en la oscuridad de lo profundo.
6 comentarios:
Cierto y doloroso lo que comentas.
Creo que no hay nada peor para una persona que el saber donde buscar las respuestas y darte cuenta que no puedes pasar o transferirle la responsabilidad a nadie mas que a ti mismo.
Por otro lado, resulta esperanzador y esa "dualidad" es precisamente la que nos pone como en "jaque".
Chidas las fotos mi Guffo,sigue pasándotela chido allá en el norte, acá no te pierdes de nada bueno.
Saludos desde Pipolelandia.
Gracias, muy buena la inspiración,Saludos desde Cancún.
práctimaente lo opuesto. Aqui el sol casi hace estallar la cabeza. 29 grados centígrados.
Hola guffo un placer leerte como siempre, y de los monitos ni hablar excelentes, un saludo y que tengas muchas suerte.
PD:me gusta mas leerte en el blog que twitter, en muy humilde y sincera opinion
¡Como me gustaría estar ahí en Canada en este momento! Con el calor que está haciendo ahorita en el Valle de México...
Saludos Guffo.
Dr. Marbolius: Muchas gracias. Saludos Puebla.
Anónimo: Saludos hasta Cancún.
Anónimo: :)
Marcos: Gracias, compadre. Prometo escribir más en el blog.
Sir David: Pero a veces tanto pinche frío cansa, snif.
Estimado Guffo Caballero Talavera, tienes razon, los recuerdos nunca se diluyen, buenos o malos siempre nos siguen. Y a veces como dices es cansado que nos lastimen en nuestro aqui y ahora. Y se disparan mas cuando estamos en soledad...
Tal vez es lo que pasa, te sientes un poco solo, pero no dudes. Lo que hiciste es lo correcto, el luchar por alcanzar nuestros sueños y ser fieles a nuestros ideales siempre será la mejor decision que podamos tomar.
Muy bonito tu relato, saludos!
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