Si algo me encabrona de las personas -aparte de casi todo- es que no quieran tener plantas en sus casas. Pero más me encabronan las razones que algunos dan para no tenerlas: “No tengo tiempo para cuidarlas”, “se me mueren”, “generan muchos bichos y luego hay que fumigar”, “no tengo espacio”, “es mucho lo que se invierte en agua para regarlas”, “es un problema andar barriendo hojas” o “caen tantos aguacates, duraznos y limones que termino tirándolos porque se echan a perder”.
Sí, yo sé que la vegetación atrae insectos y aves y pequeños mamíferos -como los perros y borrachos miones-, pero también producen oxígeno, atraen agua, dan sombra, bajan la temperatura, evitan la erosión y puras buenas vibras, maestrosss.
Pero sobre todo, las plantas nos salvarán del fin del mundo. Sí, es en serio. Imaginen el Apocalipsis. Imagínense por favor al pinche fin del mundo. Imaginen a todos esos vecinos odiosos que prefirieron poner una placa de cemento en su patio para construir un asador. ¿Cómo chingados le van a hacer para sobrevivir sin plantas cuando llegue el fin del mundo? Díganme cómo. En cambio ustedes, amantes de la naturaleza, que son uno con el universo, que tienen un vergel en su patio o en su terraza o en un rincón de su sala, sobrevivirán a toda madre alimentándose de insectos y hojas verdes y frutos.
Incluso podrán comer carne cazando las urracas, palomas, tortolitas y lagartijas que se posen sobre las ramas de sus árboles. Lo único que van a necesitar es una pistola, pero no para matar a estos animales, sino para matar a sus vecinos que, en su desesperación por estar muriendo de hambre, trataran de quitarles a ustedes sus tomates cherry y sus higos y sus rábanos caseros y su deliciosa sopa de cola de lagartija y plumas de colibrí. Pero un tiro en la frente bastará para ponerlos a dormir. Eso se buscan por preferir evitarse “la joda de barrer hojas”, por techar para hacer una lavandería o hacer otro cuarto para el nene que viene en camino en donde debería de haber un patio con vegetación.
Pero bueno, ya, hablando en serio: sí me emputa que vean a la vegetación como algo que causa problemas. Que digan que “no tienen espacio para una planta” porque viven en un apartamento, ah, pero sí lo tienen lleno de muebles que están nomás de adorno (mesitas de centro con figuritas de papel maché, revisteros de bejuco, mesitas escalonadas… puras mamadas). Ah, pero más me encabronan quienes viven en una casa y dicen no tener espacio para plantas pero sí tienen un comedor de ocho personas en el que siempre se quedan seis asientos vacíos. Esta gente tiene un lugar reservado en una alcantarilla del infierno si, aparte de vivir en una casa, la casa tiene patio y no tienen vegetación. Tienen el espacio para sembrar un chingao bosque privado, ¡y no lo hacen! No mamen. Aclaro que el zacate no cuenta como vegetación ni como planta ni como nada. El zacate no sirve para una chingada; sólo que para deforestar y dárselo de tragar a las vacas para nosotros tragárnoslas a ellas y nos engorden y nos den enfermedades.
Disculpen ustedes, amados lectores, pero si son así de ecoterroristas, no puedo respetarlos. Menos ahora que vivo donde hay tanto verde; un lugar donde casi todos los espacios se aprovechan para tener un jardín: pasillos de edificios, oficinas, baños, escaleras, tejados, azoteas, etc.
Creo que esta es la única forma en la que podemos volver a tener un cachito de naturaleza quienes venimos de ciudades que le han partido la madre con tanto gris a todo lo verde. Creo que ésta es la única forma de crear un “equilibrio” entre dos mundos opuestos, en donde el artificial siempre intenta destruir al natural.