De entre todas las enfermedades
que padece Mamá Fratelli –preguntitis aguda, cagapalitis crónica, etc.- creo que su fotofobia es la que más me afecta,
pues a diario se la pasa jodiéndome con que apague las luces que uso para,
digamos, hacer cosas que hace la gente normal con las luces prendidas.
Mientras esté en mi cuarto no hay
tanto problema: puedo tener las luces encendidas el tiempo que guste. Ah, pero
que no se me ocurra abrir la puerta para ir al baño o para ir por una manzana a
la cocina porque entonces es como si se liberara toda la cagada radioactiva
contenida en el sarcófago de Chernóbil.
Mamá Fratelli pretende que abra
el gabinete, tome un vaso y me sirva agua en la oscuridad de la madrugada; quiere
que suba al segundo piso para darme un baño nocturno sin prender el foco de la
escalera y que lave mi ropa sucia en la penumbra apenas iluminada por la lucecita
verde del botón de “Inicio” de la lavadora. Luz que enciendo fuera de mi
habitación, luz que me dice que apague aunque la esté usando. En serio que pinche
vieja se mama.
Podría decir que Mamá Fratelli es
algo así como una vampiresa moderna, pues sólo la luz de los focos le hace daño. La
he visto salir de casa todos los días bien a toda madre, sin lentes oscuros ni
capa negra para cubrirse del sol, y nunca se ha convertido en polvo
(desgraciadamente, snif).
Mamá Fratelli se queja de que
tiene la vista débil y de que sus ojos son muy sensibles a la luz de las
bombillas, por eso las pocas que hay en su casa son de muy bajo wattaje. Yo creo que eso de la vista débil se debe
precisamente a eso: a que se la vive en tinieblas -como un pinche topo-,
forzando los ojos. Pero ella dice que no; que “los focos modernos” son los que le
han ido devorando tan preciado sentido.
Por lo tanto, imaginarán que el
interior de la Mansión Fratelli oscurece conforme va oscureciendo el mundo de
allá afuera. Cuando la negrura es total, Mamá Fratelli enciende el pequeño televisor
de la sala o el foco pedorro de la campana de la estufa, y ésa es toda la luz
que hay de nueve de la noche hasta que amanece.
Y es precisamente por esta razón que
he comenzado a cenar más temprano que de costumbre: por ahí de las 6 de la
tarde, hora en que la gente normal no cena. Pero tengo que hacerlo cuando
todavía hay suficiente luz de día porque si ceno más tarde sé que Mamá
Fratelli estará acosándome en la cocina con sus preguntas incómodas y sé también que no me
dejará prender otra luz que no sea la de la campana de la estufa; y neta que
cenar a media luz me caga porque me imagino que estoy en un ambiente bien romántico,
y pensar en eso con Mamá Fratelli enfrente ¡me crispa los pelitos de la nuca, brrrrr!...
Pero ya me he ido acostumbrando
tanto a la oscuridad como a cenar temprano. Lo que sí me sigue sin gustar es
cuando tengo que lavar mi ropa. Mamá Fratelli fue muy clara cuando llegué a
rentarle el cuarto. Me dijo que podía lavar mis harapos entre semana, después
de las siete de la tarde, porque la electricidad es más económica y ella lava
los fines de semana. Yo acepté. El pedo es que para lavar mi ropa tengo que
bajar a un sótano que está más oscuro que el culo del diablo, incluso al medio
día. El sótano de los Fratelli es un lugar tan tenebroso que no dudo que en él hayan
filmado la escena final de El Silencio de los Inocentes. Neta que lugar más
tétrico no he conocido. Nomás le faltan las estanterías con hileras de frascos
llenos de formol y fetos flotando adentro. Para bajar ahí hay que tener muchos
huevos… o mucha ropa sucia acumulada.
Total que en punto de las siete enciendo
la luz de las escaleras, cargo el cesto que contiene mi ropa -que siempre está al último grito de la moda-, bajo los escalones
de madera que rechinan a la menor presión y, cuando estoy a mitad del camino, ¡Mama
Fratelli me apaga las chingadas luces! Y ahí me quedo parado como pendejo, sin
ver más allá de mis narices, abrazando el contenedor de plástico y queriendo a
mi mamá, snif.
-¡Abajo hay un interruptor de luz!
¡Prende la luz de abajo porque esta luz me hace daño! –me grita mi rentera
mientras arrastro mis pies con mucho cuidado hasta el borde de cada escalón
para no irme de hocico.
Cuando al fin llego al sótano, dejo
el cesto de la ropa en el piso y camino como ciego, manoteando con los brazos
extendidos, imaginando que voy a tocar algo peludo o el hocico babeante de
algún monstruo; ¡o peor aún!: las carnes blandas de Mamá Fratelli, quien tiene la facultad de aparecerse en todos lados. Siento un alivio bien cabrón cuando me topo con la pared donde
está el interruptor y se hace la luz.
Mentándole la madre entre dientes
a mi rentera, abro la lavadora, pongo jabón en polvo, pongo la flechita del
botón en donde dice “ropa de colores” y, cuando lo apachurro, empieza a salir
agua fría. Meto la ropa y subo a mi cuarto. Obviamente dejo la luz del sótano
prendida para no correr el riesgo de partirme el hocico o de que se me aparezca
algún “mostro” en la oscuridad cuando baje de nuevo para poner mi ropa en la
secadora.
Después de una hora salgo de mi
cuarto y me encuentro con la novedad de que la luz de la catacumba (el sótano)
está apagada. Sólo alcanzo a percibir los primeros dos escalones de la escalera
que baja a la lavandería; los demás son tragados por las tinieblas. Enciendo la
luz de la escalera y Mamá Fratelli me grita y me dice que esa luz le hace daño
a sus divinos ojos. Che vieja delicada,
ni que los tuviera verdes como yo. Le resongo que sólo la voy a encender para
bajar porque no veo ni una chingada. Bajo al sótano y, al llegar al fondo, Mamá
Fratelli apaga la pinche luz. Y es el cuento de nunca acabar.
Es tanto el daño psicológico que
ha causado en mí esta conducta compulsiva de Mamá Fratelli, que anoche soñé con
ella. Soñé que la tenía amarrada en una silla y que le rapaba la cabeza con una
rasuradora eléctrica y se la dejaba como al tío Lucas, de La Familia Addams.
Después, sacaba un costal lleno de focos y se los iba poniendo de uno en uno en la boca,
hasta que se prendieran. Y cada que un foco se encendía, se lo empujaba y hacía
que se lo comiera. Lo peor del caso es que Mamá Fratelli lo disfrutaba y se reía con unas carcajadas demoníacas. Por eso
fue una pesadilla.
jajajaja, che compadre, si solo hubiera una mujer bella en esa casa, has de cuenta que fueras el Felipe Montero de Aura.....
ResponderBorrarGuffo, ¿Por qué no compras una lámpara? De esas de minero.
ResponderBorrarPorqué no buscas otro lugar dónde vivir?
ResponderBorrarMe preocupas, ya solo hablas de mama fratelli, al menos cuenta si hay alguna vecina candente en el edificio en el que vives o que se yo XD.
ResponderBorrarAlgo me dice que ya le tienes afecto, tantas letras a memoria de Mama fratelli puede afectarte.. imagínate llegas pedo (ebrio) un día y la ves guapa.... vas hacer lo widget pero en ella
ResponderBorrary no te da emoción que el mostro sea Vago el de los goonies?
ResponderBorrarhttp://i291.photobucket.com/albums/ll300/LucidFlight_album/uglysloth.jpg
´porue si tu para es diputado, ¿porque no te manda más lana?
ResponderBorrarCreo que si seria divertido un cómic de esa señora.
ResponderBorrarA mi también me preocupas, últimamente solo hablas de ella, indudablemente terminaras amándola mi buen Guffo, y no solo a ella si no a sus sándwiches, y su oscuridad,
ResponderBorrartal vez tu eres la luz que ella necesita.
cambiate de casa pinche regio codo!!!
ResponderBorrarte quitas pedos y vives feliz, o prefieres vivir del nabo pero ahorrandote 100 pinches dlls al mes?
de mty habias de ser marro!!!
Se me hace que hay de dos: o le clavas el miembro bien erecto, o le clavas un cuchillo, pa que se este en paz. vivir asi no es vivir, o...mandala a la verdura dura, y vete a otra casa de asistencia donde alla un par de culitos ricos que hasta te laven la ropa y le pongan chingos de aguacate y mayonesa a tus lonchis.
ResponderBorrarSaludos,
¿Y por qué no te vas a chingar a tu madre a otro lado? si estás en MTY todos son unos pendejos egoístas, si te vas a Canadá no haces otra cosa que hablar de una anciana que te cae mal, cásate con uno de tus putos maestros de inglés y vete a vivir con él, a ver si después no escribes pendejadas como que te molesta que sean tan agradables. Pinche pelón pendejo
ResponderBorrarEstimado Guffo, espero no te ofendas con la siguiente historia, es solo una pequeña historia, mejor dicho un mito: Mama fratelli estaba tranquilamente sentada en su sala viendo un pequeño reloj, faltaban 5 minutos para las 7 pm, ella sabía que era la hora indicada, una media sonrisa se dibujo en su rostro, de pronto mientras el reloj da las siete se escucha la puerta de la habitación de su amado inquilino, ella sabe que el es joven, que nunca la amaría, pero tiene un plan y sabe que hará que por lo menos piense en ella todos los días, se acerca silenciosamente a la escalera, lo ve encender la luz y entonces le grita "apaga esa luz que hace daño a mis los ojos!!!" sabe que el responderá, solo quiere escuchar su voz, se acerca a a escalera y apaga la luz, el se queda quieto en medio de la oscuridad, pero ella puede verlo, lo ve todo, lo mira caminar lentamente, totalmente indefenso, tan lentamente que puede ver las formas de sus musculos a través de su ropa, desearia que eso durara para siempre pero sabe que el esta a punto de llegar al fondo, encendera la luz y ella tendra que irse, le manda un beso en la oscuridad y se da la media vuelta justo cuando el enciende la luz. Esperara con ansia la proxima semana.
ResponderBorrarya cogetela........
ResponderBorrarUstedes que le creen al pinche Guffo sus historias hahahahha son puras mamadas inventadas. Ni mama fratelli ni jupiter ni panchito lopez existen, Gufoo tiene problemas con la realidad. La distorsiona. Incluso hasta dudo que ande en Canadá.
ResponderBorrarCOMO QUE YA SON MUCHAS QUEJAS. CAMBIATE DE CASA. YA NO VOY A LEER LO QUE ESCRIBAS SOBRE ESTA PERSONA.
ResponderBorrarMás bien eres un enfermo masoquista... aguas, no te vaya a aplicar la estrategia de "Miseria", el día que anuncies que ya te vas...
ResponderBorrarEstimado compañero, veo que tus vivencias trasladadas a amenos relatos, provocan reacciones infantiloides, estupidas y propias de deficientes mentales, gracias por compartirlas que hacen mas llevadero el dia que las publicas y tambien que bueno que hay lacras lastimosas y perdedoras de las cuales podemos reirnos por lo cutre y pobremente corta capacidad de distinguir una cronica amena, sigue!! y orinate en estos simios de comentarios tan valiosos
ResponderBorrar¡Ah raza! Nomás risa me dan.
ResponderBorrar¿Pos cuánto le pagan a Guffo pa que escriba?, ¿onde dice que éste es un sitio de entretenimiento? o ¿por qué se quejan langusientos?
Al que le guste el post que comente y al que no que le caiga. Tan sencillo gente.
Por cierto, me hizo reir más el post que sus rants.
No hay mal que por bien no venga, ya tienes material para otro personaje de tus tiras. saludos
ResponderBorrarMas enfermo que Mama fratelli es el we que comenta de amadre como anonimo y uno que otro nombre para despitar. No sera algun puto que dejaste en Monterrey?
ResponderBorrarLa historia de mama fratelli mañosa me dio risa pero mas la tuya Guffo.
Saludos desde el puerto jarocho.
Gracias por el relato, me he divertido mucho imaginabdolo :)
ResponderBorrarGracias por el relato, te leo hace años y es la primera vez q comento, me hiciste reir mucho imaginandolo :)
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