lunes, octubre 31, 2011

Mi compa el Adivinanzas

Juro por un molcajete con callo de hacha fresco que ya no me cagan tantas cosas como antes. Saber que me voy de esta ciudad me ha hecho ver la vida de un color rosa chillante con matices “paulo-cohelescos”. Y, en parte, debo admitir que eso me caga, jejejeje.

Pero si algo me sigue pateando las pelotas más que ver al Pato Zambrano diciendo pendejadas en horario doble A, son esos cabrones que te platican anécdotas como si fueran adivinanzas. Si no me explico, aquí les va el ejemplo del fin de semana.

Estaba con un compa al que tenía algunos meses de no ver, y me empezó a poner al tanto de su vida. Y la plática fue más o menos así:

-¿Y a que no sabes a quién vi? -me preguntó mi compa.

-No, no sé -le respondí.

-¡Al Vampiro! ¿Te acuerdas del Vampiro?

-Sí, sí me acuerdo.

-Pues me lo topé hace una semana. ¿Y a que no sabes a dónde nos fuimos?

-No, no sé.

-¡A La Coneja!

-El congal que está en avenida Colón.

-Ése mero. ¿Y hasta qué hora crees que estuvimos ahí?

-…no sé…

-Hasta que cerraron.

-Órale.

-Y luego, ¿a que no sabes a dónde nos fuimos?

“¡Aaaaarrrgggjooooode la veeerrrrrgggg#$%&! ¡Deja de estarme haciendo preguntas. Yo no estuve ahí, yo no estuve ahíiiiii, no tengo por qué sabeeerrrr hijo de la tiznadaaaaaa! ¡Desde niño me cagan las putas adivinanzaaaaasssss y tú haciéndome una cada que me quieres platicar algoooo! ¡Aaaaarrrrrggghhhhhhhggggrrrrrrr!”, pensé serenamente.Y mi compa siguió con sus preguntas pendejas y yo de pendejo escuchándolo.

Y ya. No me culpen. Hoy es lunes y los matices rosas chillantes “paulo-cohelescos” de la vida no los distingo los lunes. Tal vez mañana.

viernes, octubre 28, 2011

Cartón del fin de semana.

Ya les puse etiquetas a mis tiras y a mis caricaturas políticas, por si quieren darse un rol y verlas todas de corrido. Nomás píquenle donde dice "Etiquetas: Cartón Político". Buen fin de semana.

martes, octubre 25, 2011

Hoy, a mis 35

Hoy, a mis 35, amaneció como me gusta: nublado. La gente y la ciudad siguen siendo las mismas y no espero que cambien; simplemente porque hoy amaneció nublado. Porque las nubes son como un telón gris que cae y esconde todo lo malo. Un telón que se despejará por la tarde esperando que el escenario quede limpio e iluminado.

Si me baso en la expectativa promedio de vida de las personas, hoy llego a la mitad de la mía. No es que me esté sugestionando ni nada por el estilo, simplemente así es. Dependerá de mí y mis circunstancias vivir más o vivir menos. También dependerá de mí sentir que estoy vivo; depende de mí la intensidad que le aplique a los días por venir, viva más o viva menos que el promedio de la gente.

Llegué aquí, a mis 35, con la rapidez que un mago aparece una paloma; por lo que estoy consciente que en lo que la desaparece, estaré en la otra mitad. Es un instante. Un parpadeo. Un balonazo en la cara. Casi 13 mil días que se sienten como 13 segundos.

No es nada nuevo lo que les estoy diciendo. Se la pasan repitiéndonos lo mismo desde que nacemos: que si la vida es corta, que si hay que vivirla como si fuera el último día, que si hay que ser feliz, que si esto, que si lo otro. Nos lo dicen tanto que ni siquiera lo razonamos, que ni siquiera lo sentimos. Nos lo dicen tanto que nomás repetimos lo mismo, como cotorros, sin estar conscientes de la tragedia tan chingona que es vivir. Si en realidad viviéramos los días como si fueran los últimos, el mundo sería otro. Nuestro mundo interior sería otro. Yo aprendí eso en esta ciudad. Quizá sea lo único que voy a agradecerle: el haberme hecho consciente de que cualquier día te pueden matar nada más porque sí. Y ahí es cuando te sientes valioso. Ahí es cuando te pesa saber lo que perderá el mundo si tú faltas. Ahí es cuando sientes rabia de que mueran los chingones y sigan vivos los inútiles. Y la rabia es buena, porque te desapendeja y te lleva a la acción.

A mis 35, te lo digo: debes estar bien consciente que como llegues aquí, posiblemente así será el resto de lo que te queda de vida. Si eres celoso, serás más celoso y enfermarás de celos; si eres intolerante, lo serás más con los años y te volverás odioso e ignorante; si eres un pendejo, morirás siendo un pendejo. Busca tu libertad, tu luz, tu paz, tu felicidad, tu como-quieras-llamarlo, pero búscalo –o búscate- y no te permitas ser el mismo que llevas siendo toda la vida ni permitas que toda tu vida sea la misma que es o lo que dicen los demás que debe de ser. Si no estás conforme, búscalo. Hazte un favor y conócete y sé tú y no seas el que aparentas ser para mantener una felicidad ajena o un estatus quo comodino y frívolo.

También espero que cuando llegues a este punto en el que me encuentro –o si ya lo pasaste-, hayas aprendido a tomar las decisiones correctas. Ésas siempre sabemos cuáles son. ¿Sabes cuáles? Las más difíciles. Las que más te dolerán. Ésas son. Espero que si tomaste las decisiones incorrectas, o si alguien o algo las tomó por ti, haya vuelta atrás. Espero que no te arrepientas de nada de lo que hayas hecho, siempre y cuando lo hayas hecho acorde a tu esencia, congruente con tu pensar y haya sido una acción honrosa de tus sentimientos más profundos.

Recuerda no privarte de emociones, sobre todo de las que brotan espontáneamente; pero tampoco prives a los demás de ellas ni las confundas con lo visceral. No le digas no a nuevas oportunidades, pero tampoco le digas que sí a todas -aprende a elegir- y respeta a quienes no quieren tomarlas. Allá ellos. No tengas miedo y, cuando lo tengas, que sea sólo para asegurar tu supervivencia. El miedo a veces es bueno. Es convenenciero. No te andes con mamadas, no le pegues al valiente ni seas un déspota. Aprende a leer a la gente con sólo mirarla a los ojos o escucharla hablar. No pierdas el tiempo con pendejos. Busca a quienes te dejarán algo de provecho, aunque sea una anécdota divertida. Aléjate de quienes nada más hablan del trabajo y de la inseguridad y de cómo hacer más dinero y de que "no hay de otra más que seguirle chingando". No es que me haya costado 35 años comprender esto, lo que pasa es que posiblemente me queden sólo 35 más y no quiero ser otra persona que no sea yo ni quiero que otros vivan o dirijan mi vida.

Debes de nacer viejo, pensar como viejo, sentirte viejo, actuar como viejo, para así poderle encontrar el poco sentido que tiene la vida. Sólo siendo un viejo podrás volver a ser joven y mantenerte joven.

Y no, ni te estoy aconsejando ni te estoy motivando ni nada. Nomás te digo lo que a mí me ha funcionado para “abrir los ojos”. Cuando “abras los ojos”, cuando te sientas pleno por dentro por méritos propios, tanto mentales, materiales y espirituales; cuando encuentres ese equilibrio que descifre el manual de cómo vivir de acuerdo a ti para así poder vivir rodeado de los demás, entonces será el primer día de tu vida. Como dice esta canción:


lunes, octubre 24, 2011

¿Se extrañan los árboles?


Por cada hijo que no tengo y por cada libro que no he escrito, decidí plantar árboles; creo que así equilibro ese dicho estúpido de “las tres cosas que uno debe hacer antes de morir”. También espero con mi acción borrar esa monótona y gris geometría de los fraccionamientos y equilibrar un poco la ausencia de áreas verdes y aire limpio en mi ciudad.

En la banqueta de la casa donde vivo hay un fresno de unos 30 años y unos 12 metros. Obviamente yo no lo planté, pero lo he cuidado muy bien. Es de los pocos árboles que quedan en mi calle y en la colonia. Como alguna vez les dije, pareciera que las personas encuentra molestos a los árboles, porque se la pasan podándolos y tumbándolos nomás porque se les caen las hojas y los pájaros se posan en sus ramas y cagan sus autos. Ay, qué gran tragedia…

En el patio trasero tengo una higuera, un ciruelo, un limón y un guayabo. También algunas plantas, como tomates, orégano y hasta nopales. Tenía un aguacate, pero se secó hace algunos meses y lo sustituí con el limonero. Los árboles del patio tienen poco más de un año que los sembré –menos el limonero-, y cada que salgo fantaseo con el día en que cumplan su función natural y alcancen la altura y el grosor necesarios para cubrir con sus ramas la superficie del jardín y tener mi propio bosque. Y es que a falta de bosques y de conciencia ecológica en esta ciudad, uno debe de construirse sus propias junglas, aunque sea en un área de dos metros por dos metros.

Pero ya me voy de esta ciudad. Me voy a una ciudad con más árboles. Y cuando me vaya, voy a extrañar este patio y a sus habitantes. No importa que en Canadá haya pinos, arces o cedros; yo extrañaré esta pequeña porción de tierra con cuatro árboles frutales que riego casi todos los días de la semana después del trabajo.

Me voy. Y la casa en la que vivo la rentarán o quizá la venderán y sólo espero que quienes la habiten comprendan el valor de los árboles y aprecien su belleza y los disfruten tanto como yo.

No sabía que los árboles podían extrañarse. Yo voy a extrañar a los míos.

viernes, octubre 21, 2011

Clientes monstruosos

No sé si se deba a que es octubre, el mes del halloween, los fantasmas, los “mostros” y el “horrors”; pero es que neta que últimamente han llegado al negocio de cajas muchos clientes que dan miedo, brrrrrr...

El primero fue hace un par de semanas. Llegó un cabrón de ésos que alguna vez estuvo musculoso y ahora tiene cuerpo de luchador mexicano, acá: todo ancho y barrigón, y que cree que sigue estando musculoso y delgado y sigue usando playeras pegadas al cuerpo y no sabe que es de muy mal gusto para los ojos de cualquier ser viviente por más insignificante que éste sea.

Total que el güey llegó preguntando por material de empaque para una mudanza, y pues ya, le ofrecí plástico burbuja, mecate, cajas, cinta adhesiva y chingaderas de ésas. El güey, sin que yo se lo preguntara, sacó el tema de que había sido integrante de un grupo músico vocal mexicano. Cuando le pregunté, por pura cortesía, que de cuál agrupación, me dijo muy orgulloso que de Ragazzi.

Aaaah, síiii…, le dije sin saber qué putas era Ragazzi. Luego me aclaró: Bueno, yo soy de la segunda etapa del grupo. “Mmmmta madre, ¡no conozco ni a los de la “primera etapa” y este cabrón cree que voy a conocer a los segundones!”, pensé.

Después me sentí algo incómodo porque se quedó callado y yo no sabía si el güey me había hecho esa revelación porque quería que le pidiera un autógrafo o porque buscaba que le hiciera un descuento por su fugaz y vergonzosa carrera musical. Durante ese silencio incómodo, yo nomás pensaba: “Que no se vaya a poner a cantar, nomás que no se vaya a poner a cantar por favor Diosito...”.

Total que el chico Ragazzi no cantó ni pidió descuento y terminó llevándose nomás mecate y plástico burbuja.

A los 5 minutos de su partida, me entró una angustia bien gacha y empecé a tener visiones, pues supuse que lo que el “Ragazzo” había comprado lo iba a utilizar para suicidarse. Ya lo veía yo en su cuarto, cubriendo todos los muebles de plástico burbuja, subiéndose a una silla y metiendo la cabeza en una horca de mecate, snif. ¿O a poco no se suicidarían ustedes, queridos lectores, de haber sido integrantes de la segunda etapa de un grupo músico vocal mexicano del cual nadie se acuerda ni de los integrantes de la primera etapa? Yo sí lo haría, y a mucha pinche honra.

Pero nel. El güey no se suicidó porque llegó como a las dos horas por más cosas y ahora sí se llevó cajas y cinta adhesiva y bolsas de mic pac y otras cosillas. Pero cuando se fue, otra vez me entró la angustia, pues pensé: “¿De dónde diablos habrá sacado el dinero para pagar todo lo que se llevó este cabrón? Si Rigo Tovar murió en la miseria siendo exitosísimo como cantante, no quiero imaginar la vida de un miembro de la segunda etapa de un grupo llamado Ragazzi”.

Y ya no volvió. Tal vez sí se suicidó.

Luego, como a la semana, llegó un cabrón bien raro, con la cabeza rapada, acá, tipo skin head pero con la mirada más loca. El hombre quería pedazos de cartón pequeños, quesque para unas manualidades que iban a realizar los niños de una iglesia. Le ofrecí una lámina de cartón, pero me dijo que si no tenía los cuadritos ya cortados. Entonces busqué unos pedazos de cartón de desperdicio que a veces nos manda la franquicia. Y los encontré y se los di. Eran bastantitos. Cuando me dijo que cuánto me debía, le dije que no había problema, que se los regalaba. Y con una seriedad perturbadora, me dijo: “Estás trabajando para Dios”, y se fue. Un escalofrío me recorrió desde la nuca hasta el nudo de globo. Cerré la puerta del negocio con llave y me puse detrás del mostrador, armado con un cuchillo desechable de esos que vienen en las comidas corridas. Y es fecha que sigo teniendo pesadillas con ese cliente pelón y sueños raros de que soy el empleado del mes del supermercado de Dios.

Y bueno, ya. El último cliente del horror llegó hoy. Era un señor cincuentón que me preguntó por bolsa navideñas. Estamos a 10 días de halloween, ah, no, pero el señorón quería bolsas navideñas, con santocloses y monos de nieve y renos y nochesbuenas. Cuando le dije que eso lo empezábamos a manejar la primera semana de noviembre, se dio la media vuelta y se fue tranquilamente. Y cuando se fue, ¡me cayó el veinte! Era un viajero en el tiempo. ¡Era un pinche viajero en el tiempo! Nunca antes había venido al negocio un viajero en el tiempo y yo lo eché a perder, snif. Desperdicié la que posiblemente sea mi única oportunidad de conocer a un viajero en el tiempo. ¡Vuélve y llévame contigo, viajero en el tiempooooo; llévame a donde sí haya bolsas de navidad en octubreeeee, viajero en el tiempooo!

Y ya, ésos han sido mis clientes del mes.

martes, octubre 18, 2011

Fuentes



A falta de playa, las fuentes de mi ciudad. Las fuentes de cualquier ciudad sin playa.


A veces sueño que brinco de una fuente a otra, como un delfín alado que escapa de un tanque del circo.


Sueño que salpico a los oficiales de policía cuando me persiguen para atraparme, que mojo el pavimento y lo dejo resbaladizo y que dibujo estelas de arcoíris en el aire que adornan los edificios, destellan en sus ventanas y envuelven a la gente.


Las fuentes atraen a los niños en tiempo de calor. A veces también a la gente que no tiene aire acondicionado. Cuando los niños dejan de ser niños, las fuentes dejan de manar agua y se llenan de maleza y bichos. Se convierten en monumentos al olvido; en tumbas de nuestra inocencia.


¿Quién no ha visto alguna vez las gotas que salpican y traslucen con el sol, el mosco que patina en la superficie a pesar de la turbulencia y ese eterno color azul que huele a musgo y cloro?


Pienso que las ciudades no tienen tantas fuentes como debieran. La vida cotidiana tiene mucho más fuentes: las fuentes de empleos, las fuentes de ingresos, las fuentes con las que se escribe un reporte en la oficina. Soñar con la fuente de la juventud o la fuente de la vida eterna después de una jornada laboral. O pensar que jamás se acabará la fuente de nuestro amor o de nuestras ideas.


Todo en la vida –podría decir que todo lo mejor-, brota de una fuente. Por eso deberían de construir más fuentes en las ciudades: para que no se nos olvide este pensamiento.


Nada más hay que tener cuidado de que no suceda con nuestra fuente interna lo que sucede con la mayoría de las fuentes de la ciudad: que dejan de manar agua, se llenan de maleza y bichos y terminan convirtiéndose en monumentos de olvido o en sepulcros de nosotros mismos.


Que nuestras fuentes sean inagotables.

lunes, octubre 17, 2011

El mejor alcalde del mundo

No sé si el video sea real, pero si lo es, ejemplifica perfectamente eso que dicen de que se deben tomar medidas radicales para tener cambios reales.

El alcalde de Vilnius, Lituana, aplasta con tanquetas los coches mal estacionados de los ricos que creen que están por encima de la ley y no pueden respetar una regla tan sencilla: no estacionar el coche en el carril por donde circula la gente en bicicleta.


jueves, octubre 13, 2011

Aquí les comparto uno de mis poemas favoritos. Lo leo casi todas las noches, como si fuera una oración. Creo, en el fondo, que hacer eso me ayudará a sobrellevar estos últimos tres meses en México. Ideas de uno...

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
De otro modo, no empieces siquiera.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
Tal vez suponga perder novias, esposas,
parientes, empleos y quizá la cabeza.

Ve hasta el final.
Tal vez suponga no comer durante 3 o
4 días.
Tal vez suponga helarte en el
banco de un parque.
Tal vez supongo la cárcel,
Tal vez suponga mofas, desdén,
aislamiento.

El aislamiento es la ventaja,
todo lo demás es un modo de poner a prueba tu
resistencia, tus auténticas ganas de
hacerlo.

Y lo harás a pesar del rechazo y las
ínfimas probabilidades
y será mejor que cualquier otra cosa
que puedas imaginar.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
No hay sensación parecida.

Estarás a solas con los
dioses y las noches arderán en
llamas.

Hazlo, hazlo, hazlo.

Hazlo.

Hasta el final.
Hasta el final.

Llevarás las riendas de la vida hasta
la risa perfecta, es la única lucha digna
que hay.

Charles Bukowski

lunes, octubre 10, 2011

¡Hasta de Chipre piden el libro Diarios del Fin del Mundo!


¡Sí, todavía hay!
Buen inicio de semana.

viernes, octubre 07, 2011

...entonces tu mente será libre


Ya vendí mi carro. Ya completé para el viaje y para parte de mis estudios por un año. Me faltan sólo dos cartas -una en español y otra en "inglich"- firmadas por el director general del periódico donde diga que seguiré mandando mi trabajo y recibiendo mi sueldo durante mi estancia en Toronto. Teniendo esto, directo al consulado a tramitar mi visa.

Últimamente batallo menos para dormir en las noches, pero los días me siguen pareciendo larguísimos y a veces me duelen y me pesan. Dudas sobre mi decisión, ya no las tengo.

De pronto siento que empiezan a tener sentido muchas cosas. Pequeñas cosas que complementan nuestra manera de ver el mundo. Por ejemplo: todas esas canciones que nos gustan tanto pero que nuestras vidas no son como sus letras y quisiéramos que así lo fueran, o todos esos autores a los que admiramos por sus ideas pero nunca las imitamos. Tantos pensamientos y sentimientos sin acción, que permanecían guardados por distintas razones, ahora afloran. No es que antes nada tuviera sentido, simplemente era otro el sentido. Ni más bueno ni más malo, distinto nada más. Y cambiarlo muchas veces es aterrador, como ir en el carril express en sentido contrario.

Hace un par de noches soñé que me encontraba un huevo tirado en la calle y que empezaba a ver cómo se iba rompiendo y cómo iba asomándose el pájaro. Lo curioso del sueño era que todo estaba oscuro y, cuando el cascarón se quebraba por completo, todo se iluminaba y el aleteo del pájaro hacía que todo a mi alrededor volara y sentía como si yo hubiera sido el que acababa de liberarse. Muy raro pero muy chido.

Tengo que empezar a llevarme mis libros y películas a casa de mis padres. También tengo que llevar al Cucho más seguido con ellos, para que se vaya aclimatando. Dicen que cuando salgo de la ciudad, aúlla y llora y se pone muy chiflado. Creo que lo maleduqué llevándolo todos los días a la oficina. Está enchichado, como dicen. Pienso también hacer una venta de garaje para vender lo poco que tengo y empezar a guardar textos, dibujos y recuerdos en usbs o en algún disco duro externo.

De pronto todo comienza a tener sentido. Otro sentido. Ni mejor ni peor, sólo distinto. Por lo pronto, hoy cobra sentido una frase de Charles Bukowski con la que siempre me he identificado, y que dice así: “Todo lo que poseas debe de caber en una maleta; entonces tu mente será libre”.

miércoles, octubre 05, 2011

Vete al espejo antes de que te alcance la realidad


Mírate en el espejo. No es que te hagas viejo, lo que pasa es que la realidad nos alcanza a todos. La realidad es una ficción que te hace pendejo. Una fantasía creada para que creamos que no hay más panorama del que ella nos ofrece, y, por lo general, ese panorama nunca es terreno fértil para utopías y sueños. Por eso la triste ilusión de estar envejeciendo.

La realidad de repente te da cierta ventaja, como la liebre se la da a la tortuga, pero termina alcanzándote. La clave está en tener la suerte, la torpeza o la inteligencia (llámenlo como quieran) de la tortuga: que se tropieza, rueda y cruza la meta, que saca fuerzas de quién-sabe-dónde o le sucede algo inverosímil: como la realidad misma.

No hay peor resaca que darte cuenta que tu vida no es como la soñaste a los 9 años o a los 18. Esa cruda no se compara con la cruda del ginebra mezclado con Coca Cola o la del tequila con refresco de toronja. Es una cruda física y moral espantosa, de ésas que al día siguiente no quieres ver a nadie porque sabes que hiciste el ridículo de tu vida cantando en calzones en el karaoke. Sólo que esta resaca muchas veces no depende de ti, aunque te moderes en tu forma de beber o seas abstemio. Esta cruda simplemente te pega, así de fácil, porque ése es el propósito de la realidad: que choques de frente contra ella.

El choque es aparatoso, pero no te matará; no te preocupes. A lo mucho te mandará de nalgas y te matará en vida, que es más feo que morir. Preocúpate por eso, aunque creas estar vivo.

Vete al espejo y háblate con la verdad, antes de que la realidad te alcance. Pregúntate si eres quien quieres ser, si vives lo que quieres vivir y si tienes más de lo que podría caber en una maleta el día que decidas cambiar el rumbo.

Hazte preguntas. Hazte muchas preguntas. Las preguntas abren caminos, no las respuestas. Las respuestas siempre las hemos sabido, nacemos con ellas, pero sin preguntas es imposible que broten de nosotros mismos. Sin preguntas, la realidad se encargará de darnos las respuestas que no buscamos, y terminaremos resignados ante ellas, olvidando las propias, cerrando caminos.

Mírate al espejo y háblate con la verdad. Hazlo antes que la realidad te mande de nalgas y te la pases así: cayendo y levantándote una y otra vez sin avanzar. La gente no avanza por eso, o avanza como las tortugas y los caracoles, porque creen que la vida es de tropiezos o que en la vida sólo se aprende a chingazos.

No lo hagas. Vete al espejo.

martes, octubre 04, 2011

Abrí una cuenta de twitter (@GuffoCaballero) y, como diría el nefasto del Chapulín Colorado: ¡Síganme los buenos! (sí, ya sé que ese chiste lo han dicho veinticatorcemil millones de veces los twitteros, pero déjenme: soy nuevo en esto, snif).

Blogger ya me está dando algo de huevita porque últimamente no tengo mucho de que escribir. Tengo más de 1400 entradas en el blog (y en el cráneo, snif) que siento que ya me estoy ciclando en los mismos temas; por eso decidí cambiar un poco de "aigres", dejar de ser un Australopithecus y modernizarme, ¡unga, bunga!

Como quiera seguiré posteando por aquí, eso que ni qué... dejen nomás recupero la inspiración, así tenga que llegar en forma de Regina Orozco en camizón... ¡brrrrraaggghhh!

lunes, octubre 03, 2011

Fui al Zacatecas a ver al Filósofo de Cantina antes de tomar la decisión de abandonar el país.

No soy del tipo de personas que acostumbra pedir consejos -porque a veces me creo bien chingón y pienso que yo estoy bien y todo el mundo está mal-, pero por alguna extraña razón sentí la necesidad –o la desesperación- de escuchar algo reconfortante: algo que me reafirmara que tomaría la decisión correcta con todo y sus posibles consecuencias negativas y sus pérdidas. Necesitaba escuchar algo que no fueran ni mis corazonadas ni mi niño interior ni mi razón (que siempre me dan por mi lado en todo); algo que me quitara de tajo todos esos miedos e inseguridades que hace un par de meses aún tenía.

En la mesa del fondo, frente a un par de cervezas Superior, le compartía mi sentir al Filósofo de Cantina. De pronto el hombre me interrumpió levantando la mano y mirándome fijamente a los ojos, como si estuviera harto de escuchar lo que salía disparado de mi boca. Guardé silencio apenado, consciente de que en todo ese tiempo no lo había dejado hablar. Le di un trago a mi botella y entonces el Filósofo me dijo muy serio:

- ¿Cuál es tu fruta exótica favorita, Gustavo?

- ¿Qué?

- ¿Cuál es tu fruta exótica favorita?

- No sé… la guanábana… los lichis… ¿por qué?

- Ésta no es tierra ni de guanábanas ni de lichis. ¿Qué estás haciendo aquí?

Y sentí que todo cuadró de pronto con un ejemplo tan sencillo. Mejor no me lo pudieron haber dicho.

- Es como querer tener un cielo azul en una ciudad industrializada. Eso es imposible. Lo que te voy a decir te lo diré con todo respeto, Gustavo: aquí nada más te estás haciendo pendejo, y hacerse pendejo es una actitud hipócrita y más dolorosa que cualquier pérdida, como tú llamas a los cambios. Aquí uno solamente pierde cuando se muere, y a veces he llegado a pensar que hasta en eso salimos ganando.

El Filósofo de Cantina dio un breve sorbo a su cerveza y continuó:

- Ve a donde haya guanábanas y lichis. No pretendas quedarte aquí a cultivarlos. Ni el suelo ni el clima ni la geografía son propicios para que se den. La ciudad, la gente, la felicidad y los sueños que buscas no están aquí. No es suelo propicio para lo que deseas. Sería una estupidez que pensaras en quedarte aquí a “cambiar las cosas”; sería ocioso. Aquí, en esta ciudad, nada va a cambiar mientras haya tanto dinero y tan pocos valores.

El Filósofo de Cantina se quedó callado, mirándome. Pensé que le daría otro sorbo a su cerveza o que estaba esperando a que yo le dijera algo, pero no dije nada. El Filósofo me sonrió. No creo haberlo visto alguna vez sonriendo. O no de esa manera. Fue una sonrisa espontánea, casi paternal. Y me dijo:

- Deja de hacerte pendejo y ve a donde haya guanábanas y lichis. .