Juro por un molcajete con callo de hacha fresco que ya no me cagan tantas cosas como antes. Saber que me voy de esta ciudad me ha hecho ver la vida de un color rosa chillante con matices “paulo-cohelescos”. Y, en parte, debo admitir que eso me caga, jejejeje.
Pero si algo me sigue pateando las pelotas más que ver al Pato Zambrano diciendo pendejadas en horario doble A, son esos cabrones que te platican anécdotas como si fueran adivinanzas. Si no me explico, aquí les va el ejemplo del fin de semana.
Estaba con un compa al que tenía algunos meses de no ver, y me empezó a poner al tanto de su vida. Y la plática fue más o menos así:
-¿Y a que no sabes a quién vi? -me preguntó mi compa.
-No, no sé -le respondí.
-¡Al Vampiro! ¿Te acuerdas del Vampiro?
-Sí, sí me acuerdo.
-Pues me lo topé hace una semana. ¿Y a que no sabes a dónde nos fuimos?
-No, no sé.
-¡A La Coneja!
-El congal que está en avenida Colón.
-Ése mero. ¿Y hasta qué hora crees que estuvimos ahí?
-…no sé…
-Hasta que cerraron.
-Órale.
-Y luego, ¿a que no sabes a dónde nos fuimos?
“¡Aaaaarrrgggjooooode la veeerrrrrgggg#$%&! ¡Deja de estarme haciendo preguntas. Yo no estuve ahí, yo no estuve ahíiiiii, no tengo por qué sabeeerrrr hijo de la tiznadaaaaaa! ¡Desde niño me cagan las putas adivinanzaaaaasssss y tú haciéndome una cada que me quieres platicar algoooo! ¡Aaaaarrrrrggghhhhhhhggggrrrrrrr!”, pensé serenamente.Y mi compa siguió con sus preguntas pendejas y yo de pendejo escuchándolo.
Y ya. No me culpen. Hoy es lunes y los matices rosas chillantes “paulo-cohelescos” de la vida no los distingo los lunes. Tal vez mañana.
Pero si algo me sigue pateando las pelotas más que ver al Pato Zambrano diciendo pendejadas en horario doble A, son esos cabrones que te platican anécdotas como si fueran adivinanzas. Si no me explico, aquí les va el ejemplo del fin de semana.
Estaba con un compa al que tenía algunos meses de no ver, y me empezó a poner al tanto de su vida. Y la plática fue más o menos así:
-¿Y a que no sabes a quién vi? -me preguntó mi compa.
-No, no sé -le respondí.
-¡Al Vampiro! ¿Te acuerdas del Vampiro?
-Sí, sí me acuerdo.
-Pues me lo topé hace una semana. ¿Y a que no sabes a dónde nos fuimos?
-No, no sé.
-¡A La Coneja!
-El congal que está en avenida Colón.
-Ése mero. ¿Y hasta qué hora crees que estuvimos ahí?
-…no sé…
-Hasta que cerraron.
-Órale.
-Y luego, ¿a que no sabes a dónde nos fuimos?
“¡Aaaaarrrgggjooooode la veeerrrrrgggg#$%&! ¡Deja de estarme haciendo preguntas. Yo no estuve ahí, yo no estuve ahíiiiii, no tengo por qué sabeeerrrr hijo de la tiznadaaaaaa! ¡Desde niño me cagan las putas adivinanzaaaaasssss y tú haciéndome una cada que me quieres platicar algoooo! ¡Aaaaarrrrrggghhhhhhhggggrrrrrrr!”, pensé serenamente.Y mi compa siguió con sus preguntas pendejas y yo de pendejo escuchándolo.
Y ya. No me culpen. Hoy es lunes y los matices rosas chillantes “paulo-cohelescos” de la vida no los distingo los lunes. Tal vez mañana.