No fue a propósito, lo juro por mi mamacita santa. Fue un accidente, aunque he de confesar que muchas veces imaginé mis manos acariciando intencionalmente ese par de botones de rosa. El exceso de cloro en la alberca me impidió abrir los ojos bajo el agua, he ahí la razón de tan agradable encuentro. Creo que los del personal de mantenimiento cloraban de más la piscina porque sabían que los niños acostumbrábamos a orinar dentro de ella.
Le dio un ataque de risa al verme desesperado romper la transparente superficie para tomar aire. Salí con el pelo pegado al rostro sonrojado, tosiendo y pidiéndole perdón por haber metido mi carota exactamente entre sus pompas. ¿Te lastimaste? -preguntó mientras me daba unas palmadas en la espalda. No, ¡cof, cof! No me lastimé -respondí haciéndome el muy macho.
Me gustaba ir a nadar con Luisa porque no me trataba como un niño. Platicaba conmigo como si fuera uno de sus amigos de la universidad, sonreía todo el tiempo, era divertida y me enseñaba trucos con los naipes. Es más, una vez hasta me defendió de unos niños grandes que trataban de mojarme la ropa.
Desde ese incidente en que mis cachetes fueron a dar en medio de “sus cachetes”, empecé a llevar un visor al club para poder abrir los ojos sin ardor. Pasaba horas sumergido bajo el borde cristalino de aquel caldo de orines y cloro, mirando el traje de baño rosa ceñido a su esbelta cintura; todo sobre un fondo de azulejos resplandecientes y sordos movimientos en cámara lenta. Me gustaba ver a Luisa manteniéndose a flote con la cabeza afuera del agua para no mojar su cabello lacio y oscuro, batiendo sus brazos y saltando delicadamente sobre las puntas de sus pies en el fondo celeste. Pero más me gustaba ver cuando su bañador rosado se le metía por la rayita que partía sus glúteos y lo acomodaba con sus manos disimuladamente, sin darse cuenta que yo nunca me perdía ese espectáculo. Bendito visor.
Me gustaba jugar a ver quién aguantaba más tiempo la respiración bajo el agua, pero no hubo una sola vez que pudiera ganarle. Intenté imponer un récord de resistencia para poder mirar por más tiempo su cuerpo semidesnudo bajo el fino oleaje de la piscina, pero a los cuarenta y cinco segundos mis pequeños pulmones y mi rostro rojo a punto de estallar me obligaban a salir a respirar antes que ella.
Salimos de la alberca. Luisa me arropó con una enorme toalla de rayas de colores. Se recostó en el camastro como si fuera a tomar el sol y agarró la mochila. Sacó un paquete de naipes y los sándwiches. Mira, ven, siéntate aquí: te voy a enseñar un truco muy padre. Y me senté a su lado sin dejar de pensar en sus pompas redondas y aperladas, como dos bolitas de suave migajón que mordían un trozo de tela sonrosada
Durante el trayecto de regreso me la pasé suplicándole que me dijera cómo le había hecho para adivinar mi carta: un siete de tréboles. Me prometió que llegando a casa de la abuela me revelaría el secreto, pero antes me hizo jurar que no se lo diría a nadie. A Luisa podía jurarle lo que me pidiera.
Llegamos minutos antes de la hora de la cena y minutos después de que el día oscureciera por completo.
Mi abuela sudaba a mares cuando cocinaba, pero, a pesar de ello, siempre olía a crema facial y maquillaje perfumado. De eso podía percatarme cada que le daba un beso o ella me agarraba a besos. Ya saben cómo son las abuelas de besuconas. Las cremas rejuvenecedoras que se aplicaba a diario avivaban el brillo de su rostro sudoroso y evitaban que los filos ya caídos de su cara se desbordaran en goteras imparables. Fue esa noche -una de tantas donde el viento no sopla-, mientras cenábamos frente a un ventilador en la mesa cubierta por el mantel de frutas de colores que la abuela había bordado años atrás, cuando Luisa nos platicó sobre sus planes al salir de la universidad. Dijo algo de irse al extranjero a seguir estudiando. El corazón se me estrujó al escuchar eso. Pasé la cucharada de lentejas que me acababa de meter en la boca sin masticar. El secreto del truco con los naipes que prometió revelarme dejó de tener importancia. Casi me ahogo y tosí con fuerza, escupiendo un poco de comida. Luisa me palmeó la espalda con delicadeza, ladeó su cabeza y sonrió mirándome directamente a los ojos, igual como lo había hecho por la tarde en la piscina del club. Gracias -le dije raspando la voz para aclarar mi garganta. Me frotó unas cuantas veces y volvió a poner su mano sobre el mantel de frutas bordadas. Habló de que había estado investigando escuelas desde hacía algunos meses y que en el estado de Nebraska había una que le interesaba más que cualquier otra por sus planes de estudio y no sé qué más. Nebraska se escuchaba lejísimos. Para mí era otro planeta. Las tripas se me fueron hasta los pies y no pude seguir comiendo mi platillo favorito.
Continuará...
Y???? A POCO YA SE ACABO? NO CONTINUARA? QUE PASO CON LUISA? SE FUE, NO SE FUE.. SE CASO? QUE PEDO? NO SE VAYA A ACABAR ASI PINCHE GUFFO QUE ME DEJAS CON EL ALMA EN UN HILO WEY.... QUE PASOOO??
ResponderBorrar[Mmmmmh... las nalgas de Luisa] ¿Y que paso entonces?
ResponderBorrarque parte de continuara no entendió ¬¬
ResponderBorrarinche tocaya no se podía ir así... que pasará? acaso Gufillo volvera a tocarle los cachetes pero con consentimiento y degeneración precoz?
ResponderBorrarAh que mi Guffo, se me hace que el final de la historia es el inicio de su precoz vida sexual con Luisa,ta bueno, menos no podemos esperar de usted.
ResponderBorrarHijoles, me dio tristeza y mucha, que bien narras guffo, gracias por compartir tus vivencias.
ResponderBorrarUn saludote
Ya me dejaste picada con tu historia..en fin esperar la siguiente parte sniff
ResponderBorrarsaludines guffo :)
Saludos Guffo, te distraigo de tus multiples ocupaciones para avisarte (pedirte ya no porque ya lo hice) que tome algunos de tus post anteriores para ponerlos en mi blog, espero no te moleste pues te di el credito respectivo por ser de tu autoria, ademas de que no quiero que me avientes la maldicion guffiana que a otros les aventaste ...
ResponderBorrarEspero no te moleste que me haya atrevido a tal cosa, espero sepas comprender un poco la falta de imaginacion para poner algo de mi autoria, pero me parecieron poca madre tus post, por eso los puse en el mio ...
Saludos
Ya basta de tanto apapacho al guffo, "hay que chido escribes", "que tanlentísimo", "que sensibilidad", "que super narrador" el señor ya sabe que tiene toooodo eso... hay que decirle ahora cosas feas va????
ResponderBorrarjajajaja no se creannnnn EL SEÑORON DE DONDE GUFFO ES LA PURA NETA DE LAS NETISISIMAS DEL PLANETISIMA... GRACIAS COMPADRE NO HE PODIDO AGRADECERTE POR LAS REVISTAS PERSONALMENTE... ATTE. CARLOS S.L.P.
Los años maravillosos... Excelente blog... Y no, no soy de esos blogers stars que hablas. Saludos
ResponderBorrarHey:
ResponderBorrarMaese es uno de esos post eroticones? sexo con una mayor? habrá cosas más hardcore? estuvo fumando mota y viendo los años maravillosos cuando comenzó a escribir el post?. jajjaaj Saludos
Mi historia es muy similar, solo que estoy muy guey para escribir como Guffo, eso si no se me escapo la prima que era 15 años mayor cuando yo tenía 27, y me hacía babear desde que tenía 5, que asco verdad?
ResponderBorrarmmmm... nebraska... ahy algo peculiar por aqui, me "toy conjundiendo" jejeje, sea lo que sea me gusta esta historia, es como ver una pelicula
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