Vlatko y Max Phillipe son los primeros amigos que hice cuando llegué a Toronto. Los conocí en la clase de las diez el primer día de clases. Vlatko es de Croacia y Max Phillipe es de Benín. El martes fue su último día en la escuela de idiomas. Vlatko posiblemente se case con su novia canadiense y se vayan a vivir a un poblado a dos horas de Toronto. Max Phillipe se regresa a Paris -donde vive su familia- este fin de semana.
Pareciera que aquí no se pueden hacer amistades duraderas porque casi todos vienen de paso. Apenas empiezas a conocer y a apreciar a alguien y se va. “Así lleves 5 años viviendo aquí, aclimatado a la mezcla de culturas y con amigos de todas partes del mundo, terminas regresando al suelo en que naciste”, me dijo un amigo –así quiero llamarlo aunque tenga poco de conocerlo- que lleva un lustro viviendo en este país y se regresa a México en agosto. “Yo lo veo como si me hubiera pasado lo mismo que le pasó a Siddhartha, el del libro de Hermann Hesse: enfrenté al mundo para encontrar que lo que buscaba estaba dentro de mí y lo que está dentro de mí está en mi origen”. Platicamos un rato sobre el libro -uno de nuestros favoritos- sobre la metáfora del río y sobre la búsqueda de uno mismo. Y prosiguió: “Me tomó 5 años darme cuenta que lo que buscaba estaba dentro de mí. Quizás en México no lo hubiera descubierto. Tenía que venir hasta acá para darme cuenta de eso y ahora que lo sé es tiempo de regresar, estén como estén las cosas, porque ahora soy más sabio al haberlo descubierto”. Tal vez tenga razón. Sus palabras me recordaron a las del Filósofo de Cantina y el Filósofo de Cantina siempre tiene razón.
He comenzado a hacer nuevos amigos. Desde que empezó la temporada de béisbol, hace una semana, las clases de mi maestro Peter son en el bar que está a un lado de la escuela. Peter dice que si aprendemos la terminología del béisbol aprenderemos a hablar mejor el inglés, pues ésta se aplica todos los días en cualquier contexto: first base, homerun, off base, strike, swing, etcétera. También hemos ido a sus shows de stand-up comedy. La última vez se presentó en The Hot Box, un pequeño lugar en Kensington Marquet donde está prohibida la venta de tabaco y alcohol, pero se puede fumar marihuana siempre y cuando cada quien lleve lo suyo. Suena escabroso viniendo de un país donde se supone que están matando por plantitas prohibidas y drogas sintéticas, pero el lugar es tan tranquilo que raya en lo aburrido.
Al terminar el show de mi maestro, salimos del lugar y caminamos calle arriba buscando algún bar donde pudiéramos beber algunas cervezas. Cuando algunos alumnos le preguntaron a Peter cómo en un lugar que tiene revocada su licencia para vender alcohol y cigarros, en un país donde está prohibida la marihuana, se puede fumar marihuana; ni él mismo supo cómo explicarlo. “Aquí en Canadá no necesitamos mafia”, nos dice con las manos en los bolsillos de su chaqueta. “El gobierno es la mafia; lo controla todo: el juego, el sistema de salud, las bibliotecas, el transporte público, el alcohol, las drogas e incluso a los indigentes, a quienes prefiere darles dinero porque sale más barato eso a que anden delinquiendo. Y así funciona casi a la perfección este sistema; y así nos respetamos unos a otros y así vivimos en paz y, a pesar de ese control gubernamental, somos libres. Es una libertad curiosa, pues sabes que siempre hay alguien ahí viéndote, vigilándote; pero eso te da tranquilidad y la tranquilidad te da libertad”.
Llegamos al bar, pedimos un par de jarras de cerveza y bebemos y platicamos hasta las 2 de la madrugada. Tomamos el tranvía hacia el sur, rumbo al lago Ontario. A mí me da flojera regresar hasta el cuarto que rento y me quedo a dormir en el departamento de dos nuevos amigos que tal vez se vayan en 3 meses. Despierto y me topo con esta vista que me trae más preguntas que respuestas.
Pareciera que aquí no se pueden hacer amistades duraderas porque casi todos vienen de paso. Apenas empiezas a conocer y a apreciar a alguien y se va. “Así lleves 5 años viviendo aquí, aclimatado a la mezcla de culturas y con amigos de todas partes del mundo, terminas regresando al suelo en que naciste”, me dijo un amigo –así quiero llamarlo aunque tenga poco de conocerlo- que lleva un lustro viviendo en este país y se regresa a México en agosto. “Yo lo veo como si me hubiera pasado lo mismo que le pasó a Siddhartha, el del libro de Hermann Hesse: enfrenté al mundo para encontrar que lo que buscaba estaba dentro de mí y lo que está dentro de mí está en mi origen”. Platicamos un rato sobre el libro -uno de nuestros favoritos- sobre la metáfora del río y sobre la búsqueda de uno mismo. Y prosiguió: “Me tomó 5 años darme cuenta que lo que buscaba estaba dentro de mí. Quizás en México no lo hubiera descubierto. Tenía que venir hasta acá para darme cuenta de eso y ahora que lo sé es tiempo de regresar, estén como estén las cosas, porque ahora soy más sabio al haberlo descubierto”. Tal vez tenga razón. Sus palabras me recordaron a las del Filósofo de Cantina y el Filósofo de Cantina siempre tiene razón.
He comenzado a hacer nuevos amigos. Desde que empezó la temporada de béisbol, hace una semana, las clases de mi maestro Peter son en el bar que está a un lado de la escuela. Peter dice que si aprendemos la terminología del béisbol aprenderemos a hablar mejor el inglés, pues ésta se aplica todos los días en cualquier contexto: first base, homerun, off base, strike, swing, etcétera. También hemos ido a sus shows de stand-up comedy. La última vez se presentó en The Hot Box, un pequeño lugar en Kensington Marquet donde está prohibida la venta de tabaco y alcohol, pero se puede fumar marihuana siempre y cuando cada quien lleve lo suyo. Suena escabroso viniendo de un país donde se supone que están matando por plantitas prohibidas y drogas sintéticas, pero el lugar es tan tranquilo que raya en lo aburrido.
Al terminar el show de mi maestro, salimos del lugar y caminamos calle arriba buscando algún bar donde pudiéramos beber algunas cervezas. Cuando algunos alumnos le preguntaron a Peter cómo en un lugar que tiene revocada su licencia para vender alcohol y cigarros, en un país donde está prohibida la marihuana, se puede fumar marihuana; ni él mismo supo cómo explicarlo. “Aquí en Canadá no necesitamos mafia”, nos dice con las manos en los bolsillos de su chaqueta. “El gobierno es la mafia; lo controla todo: el juego, el sistema de salud, las bibliotecas, el transporte público, el alcohol, las drogas e incluso a los indigentes, a quienes prefiere darles dinero porque sale más barato eso a que anden delinquiendo. Y así funciona casi a la perfección este sistema; y así nos respetamos unos a otros y así vivimos en paz y, a pesar de ese control gubernamental, somos libres. Es una libertad curiosa, pues sabes que siempre hay alguien ahí viéndote, vigilándote; pero eso te da tranquilidad y la tranquilidad te da libertad”.
Llegamos al bar, pedimos un par de jarras de cerveza y bebemos y platicamos hasta las 2 de la madrugada. Tomamos el tranvía hacia el sur, rumbo al lago Ontario. A mí me da flojera regresar hasta el cuarto que rento y me quedo a dormir en el departamento de dos nuevos amigos que tal vez se vayan en 3 meses. Despierto y me topo con esta vista que me trae más preguntas que respuestas.
Alguien me comentó acerca de un libro, donde se explica que en Japón, país donde los delitos son resueltos en un 90%, es dirigido por las mafias que a su vez, son los dueño de casi toda la industria.
ResponderBorrarMe explicaba que, la mafia, al controlar todo, controla por supuesto a la policía, así que si hay algún grupo alborotador que comience a creerse una mafia, le mandan a la policía y se soluciona.
En México, es un secreto a voces que vivíamos de la misma manera. Por ahí se dice, que el problema de los Zetas en México es que no les quieren dar participación de lo que se gana con la droga.
En fin, siempre va a ver problemas en una sociedad donde 2 grupos con las mismas capacidades, tratar de medir sus diferencias. En una sociedad, dónde sólo existe un grupo fuerte (Gobierno, Empresario, Mafia o mezcla entre ellos mismos) no puede haber conflictos.
yo llegue a canada sin un quinto,,sin amigos, sin nada,,
ResponderBorrarllegar es facil, lo dificil es permanecer,,
casarse con una canadiense,
es la salida facil, la salida del cobarde,,
y regresar,de alguna forma, pienso yo,,tambien es la salida facil,,
yo nunca cambiaria por nada del mundo todo lo que he aprendidio en este viaje,
mi estimado caballero,,
y esperate,
que tu tambien tendras lo tuyo compadre,,
como dijo el buen maestro bukowski,,,
what matters most is how well you walk through the fire,,,
espero y esto te ayude a encontrar las respuestas en tu cabeza,,
salud y saludos caballero,,
que llegue el superhombre........
ResponderBorrarAlejandro: Y obviamente hay más problemas en un país con más de 100 millones de habitantes, donde más de la mitad de ellos es pobre o miserable. Canadá es como 5 o 6 veces más grande -territorialmente hablando- que México, y tiene sólo 35 millones de habitantes. Y pues obviamente para esto tienen que ver muchos factores: el clima, la fertilidad del suelo, la edad promedio de la población (Canadá es un país de viejos), bla bla bla. Son tantos factores que uno empieza a verlo como algo "natural". Somos así y tenemos los problemas que tenemos por naturaleza, por donde nos tocó vivir y por lo que nos tocó tener; y contra la naturaleza ni cómo irnos en contra.
ResponderBorrarNo sé... Es lo que últimamente he pensado estando acá.
Saludos.
Buxo: Hiciste que me orinara con ese fragmento del poema de Bukowski, snif. Un abrazo, compadre. Gracias por siempre compartir tus experiencias y consejos acá, que me han sido de harta utilidad.
Mi estimado Guffo, así como en tu escuela de idiomas, todos estamos de paso en este mundo.
ResponderBorrarPásatela chido.
Saludos.