La noche del viernes caminaba de regreso a casa cuando decidí meterme en un lugar que desde que llegué a Toronto llamó mi atención. Y no, no me refiero a esas elegantes cabinas de cibersexo que abren toda la noche ni al tabledance que por fuera parece una iglesia católica porque nunca hay nadie haciendo fila para entrar.
El lugar que les digo es una panadería portuguesa que está justo en la entrada del barrio donde vivo: un barrio donde casi toda la gente y los negocios son jamaicanos o africanos.
Ah, sí: por si no lo sabían vivo rodeado de personas de raza negra, pues uno como humano tiene que estar cerca de sus semejantes en cuanto a fuerza bruta y tamaño de pito se refiere, para no deprimirse o sentirse “diferente” si los demás tienen el pito chico.
Bueno, después de esa explicación antropológica, retomo el tema. Les decía que lo curioso del lugar que les mencioné es que, aparte de ser panadería y pastelería, también venden playeras de equipos de fútbol, banderas de todos los países del mundo, "productos latinos" y tienen un karaoke/bar donde venden cerveza.
Sí, yo sé que es una mezcla extraña de giros en un mismo negocio y que nadie en su sano juicio entraría en un lugar más indefinido que la sexualidad de Lady Gaga, pero desde hacía rato que quería entrar ahí porque siempre veo un chingo de gente –menos negros- y porque pensaba que podría ser una buena opción para no tener que ir hasta el centro de la ciudad a beber cerveza cuando llueva o caiga nieve.
Pensaba eso hasta que entré, snif…
El sitio olía a betún y a lo que huelen los uniformes chafas de fútbol, ésos uniformes que pican de lo pinches que están. En las paredes del local había cuadros de Cristiano Ronaldo, Luis Figo, el Che (¿?) y otro cabrón que no reconocí. Deduje que el mal gusto en Portugal tiene la misma esencia que en México: la onda estaba nomás en cambiar las fotos de los cuadros por una del Temo Blanco y otra del Chicharito y poner afiches de Pancho Villa y Emiliano Zapata y John Lennon a lo pendejo para que el lugar pareciera “mexicano” y “rebelde”; así como éste tenía todo el ambiente “portugués” y “rebelde” gracias a la decoración.
De pronto apareció una señora rubia detrás de una barra llena de adornos de cristal y cerámica (la barra, no la señora). Me preguntó que si quería ver el menú de los panes y le dije que no, que sólo quería una cerveza. Me mencionó las opciones de cheve y le pedí una Rickard´s roja, que es la menos pinche cuando todas las opciones están pinches. Le di el primer sorbo a mi cerveza y seguí embelesando mis ojos con la decoración tan por-ancas-a-la-chingada del lugar.
Me puse a ver las playeras y las banderas: todas estaban hechas en China. Luego vi la vitrina de los panes y de los pasteles: había de todas formas y colores, pero como no soy “panero” no se me antojó ninguno. Vi el anaquel con los “productos latinos”, pero no hubo uno que reconociera. Ni una triste lata de La Costeña, snif.
Llegué al fondo del lugar. Había cuatro mesas alineadas. Las mesas estaban ocupadas por hombres de todas las edades que bebían distintas marcas de cerveza. También había una pared con fotos y un cajero automático de un banco que no reconocí, pero habiendo visto el lugar de seguro era del banco del Monopoly o del Banco de la Ilusión. Lo que no vi fue el karaoke que tanto presumen en la manta que cuelga de afuera, lo cual me dio harto gusto pues saben que soy el enemigo público número uno de ese pinche aparato arruinafiestas.
Uno de los hombres que estaba en la primera mesa me vio echándole un vistazo a las fotos de la pared –fotos de comensales brindando con playeras de algún equipo de fútbol o comiendo pan (¿?)- se inclinó y me dijo en español: "¿Eres latinoamericano?". Le respondí que sí y le pregunté que cómo se había dado cuenta. Me respondió que había escuchado mi acento cuando pedí mi cerveza.
El hombre -de unos 60 años- me invitó amablemente a sentarme en su mesa con sus cuatro compañeros, que rondaban los 40 y 50 años. Él era de Perú, los demás eran de Colombia, Venezuela, Argentina y El Salvador.
Y pues ahí me puse a platicar con ellos; ya saben, las preguntas de rigor: “¿Cuándo llegaron aquí?, ¿en qué trabajan?, ¿les gusta la ciudad?, ¿por qué decidieron venirse para acá y no a otro lado?, sí, ´ta cabrona la situación, bla bla bla”.
Me acabé la cerveza y vi que no había meseros atendiendo. Me paré, pregunté que si a alguien se le ofrecía algo, me dijeron que no y me encaminé hacia la barra para comprar otra cheve. En eso sentí que alguien me tocaba el hombro por detrás. Era el señor peruano:
-Dime la verdad, ¿quién eres? –me dijo.
-¿Quién soy de qué?
-¿Para quién trabajas?
-Para un periódico en México.
-No luces como mexicano. Dime la verdad: ¿eres un espía del gobierno?
Me quise cagar de risa como nunca en mi vida me he cagado de risa, pero el semblante del hombre era de lo más rígido. O estaba hablando en serio o el güey estaba bien pinche loco.
-¿Un espía? –le dije sonrojado, conteniendo la risa.
-Sí, un espía del gobierno canadiense. No luces como mexicano. Tengo amigos mexicanos y no son de tu color. Has hecho muchas preguntas. Aquí nadie tiene arreglados sus papeles. Todos somos ilegales.
-No tengo ningún problema con eso. Yo sólo vine a tomarme una cerveza.
-¿Por qué tanta pregunta sobre nuestros orígenes?
-Sólo quería ser amable… y platicar… la gente hace preguntas para entablar una conversación –al decir esto último, la señora rubia apareció detrás de la barra. Le pedí otra cerveza y me la dio. El hombre no dejaba de mirarme con sospecha de arriba a abajo, pero la situación me seguía pareciendo más cómica que preocupante.
-¿En qué creen los mexicanos? –me dijo de pronto clavándome los ojos.
-¿En que creemos de qué?
-En qué Dios, en qué virgen…
-Ah, pues… en la Virgen de Guadalupe –le dije.
-Jure por esa virgen que usted es mexicano y no es un espía.
-Juro por la Virgen de Guadalupe que soy mexicano y no soy un espía –dije, pero el hombre no dejaba de analizarme de arriba hacia abajo.
Al fondo del lugar los amigos del hombre nos gritaban y hacían señas. Querían más cervezas. La güera de la barra sacó cuatro botellas instintivamente de un pequeño refrigerador y se las dio al pinche viejo loco. Lo vi alejarse, pero no dejó pasar la oportunidad de mirar hacia atrás y darme un último vistazo amenazador, como diciendo: “No te creo nada, puto”.
En eso recibí la llamada de un compa de Monterrey. Dejé mi cerveza en la barra y me salí a la banqueta para hablar. No pasaron ni dos minutos cuando el peruano salió y se me puso enfrente, hundiéndome de nuevo sus ojos de orate en mis hermosas pupilas bañadas de esmeralda, snif.
-¿Con quién hablas?... ¿Estás pasando tus reportes al gobierno?
De plano no pude contener más la risa. Me reí tanto que hasta una tira de mocos transparentes se me salió por la nariz. Pero al hombre no le causó gracia.
-¿Estás pasando tus reportes al gobierno?
Y ya me valió madres y le respondí:
-Sí, estoy pasándole mis reportes al gobierno de Canadá.
El hombre trató de arrebatarme el teléfono, pero alcancé a reaccionar y me hice para atrás de un salto; riendo, limpiándome la nariz, diciéndole que era una broma, que se calmara. El hombre se quedó estático, analizándome con desconfianza y como si me tuviera un chingo de rencor. Y me dijo muy serio:
-Voy por mi ejército de fieles indocumentados –y entró en chinga en el negocio, gritando los nombres de sus compañeros de mesa.
Yo, como todo buen espía, huí entre la noche oscura y fría para no ser descubierto… y para que no me rompieran la madre una gavilla de chiflados.
El lugar que les digo es una panadería portuguesa que está justo en la entrada del barrio donde vivo: un barrio donde casi toda la gente y los negocios son jamaicanos o africanos.
Ah, sí: por si no lo sabían vivo rodeado de personas de raza negra, pues uno como humano tiene que estar cerca de sus semejantes en cuanto a fuerza bruta y tamaño de pito se refiere, para no deprimirse o sentirse “diferente” si los demás tienen el pito chico.
Bueno, después de esa explicación antropológica, retomo el tema. Les decía que lo curioso del lugar que les mencioné es que, aparte de ser panadería y pastelería, también venden playeras de equipos de fútbol, banderas de todos los países del mundo, "productos latinos" y tienen un karaoke/bar donde venden cerveza.
Sí, yo sé que es una mezcla extraña de giros en un mismo negocio y que nadie en su sano juicio entraría en un lugar más indefinido que la sexualidad de Lady Gaga, pero desde hacía rato que quería entrar ahí porque siempre veo un chingo de gente –menos negros- y porque pensaba que podría ser una buena opción para no tener que ir hasta el centro de la ciudad a beber cerveza cuando llueva o caiga nieve.
Pensaba eso hasta que entré, snif…
El sitio olía a betún y a lo que huelen los uniformes chafas de fútbol, ésos uniformes que pican de lo pinches que están. En las paredes del local había cuadros de Cristiano Ronaldo, Luis Figo, el Che (¿?) y otro cabrón que no reconocí. Deduje que el mal gusto en Portugal tiene la misma esencia que en México: la onda estaba nomás en cambiar las fotos de los cuadros por una del Temo Blanco y otra del Chicharito y poner afiches de Pancho Villa y Emiliano Zapata y John Lennon a lo pendejo para que el lugar pareciera “mexicano” y “rebelde”; así como éste tenía todo el ambiente “portugués” y “rebelde” gracias a la decoración.
De pronto apareció una señora rubia detrás de una barra llena de adornos de cristal y cerámica (la barra, no la señora). Me preguntó que si quería ver el menú de los panes y le dije que no, que sólo quería una cerveza. Me mencionó las opciones de cheve y le pedí una Rickard´s roja, que es la menos pinche cuando todas las opciones están pinches. Le di el primer sorbo a mi cerveza y seguí embelesando mis ojos con la decoración tan por-ancas-a-la-chingada del lugar.
Me puse a ver las playeras y las banderas: todas estaban hechas en China. Luego vi la vitrina de los panes y de los pasteles: había de todas formas y colores, pero como no soy “panero” no se me antojó ninguno. Vi el anaquel con los “productos latinos”, pero no hubo uno que reconociera. Ni una triste lata de La Costeña, snif.
Llegué al fondo del lugar. Había cuatro mesas alineadas. Las mesas estaban ocupadas por hombres de todas las edades que bebían distintas marcas de cerveza. También había una pared con fotos y un cajero automático de un banco que no reconocí, pero habiendo visto el lugar de seguro era del banco del Monopoly o del Banco de la Ilusión. Lo que no vi fue el karaoke que tanto presumen en la manta que cuelga de afuera, lo cual me dio harto gusto pues saben que soy el enemigo público número uno de ese pinche aparato arruinafiestas.
Uno de los hombres que estaba en la primera mesa me vio echándole un vistazo a las fotos de la pared –fotos de comensales brindando con playeras de algún equipo de fútbol o comiendo pan (¿?)- se inclinó y me dijo en español: "¿Eres latinoamericano?". Le respondí que sí y le pregunté que cómo se había dado cuenta. Me respondió que había escuchado mi acento cuando pedí mi cerveza.
El hombre -de unos 60 años- me invitó amablemente a sentarme en su mesa con sus cuatro compañeros, que rondaban los 40 y 50 años. Él era de Perú, los demás eran de Colombia, Venezuela, Argentina y El Salvador.
Y pues ahí me puse a platicar con ellos; ya saben, las preguntas de rigor: “¿Cuándo llegaron aquí?, ¿en qué trabajan?, ¿les gusta la ciudad?, ¿por qué decidieron venirse para acá y no a otro lado?, sí, ´ta cabrona la situación, bla bla bla”.
Me acabé la cerveza y vi que no había meseros atendiendo. Me paré, pregunté que si a alguien se le ofrecía algo, me dijeron que no y me encaminé hacia la barra para comprar otra cheve. En eso sentí que alguien me tocaba el hombro por detrás. Era el señor peruano:
-Dime la verdad, ¿quién eres? –me dijo.
-¿Quién soy de qué?
-¿Para quién trabajas?
-Para un periódico en México.
-No luces como mexicano. Dime la verdad: ¿eres un espía del gobierno?
Me quise cagar de risa como nunca en mi vida me he cagado de risa, pero el semblante del hombre era de lo más rígido. O estaba hablando en serio o el güey estaba bien pinche loco.
-¿Un espía? –le dije sonrojado, conteniendo la risa.
-Sí, un espía del gobierno canadiense. No luces como mexicano. Tengo amigos mexicanos y no son de tu color. Has hecho muchas preguntas. Aquí nadie tiene arreglados sus papeles. Todos somos ilegales.
-No tengo ningún problema con eso. Yo sólo vine a tomarme una cerveza.
-¿Por qué tanta pregunta sobre nuestros orígenes?
-Sólo quería ser amable… y platicar… la gente hace preguntas para entablar una conversación –al decir esto último, la señora rubia apareció detrás de la barra. Le pedí otra cerveza y me la dio. El hombre no dejaba de mirarme con sospecha de arriba a abajo, pero la situación me seguía pareciendo más cómica que preocupante.
-¿En qué creen los mexicanos? –me dijo de pronto clavándome los ojos.
-¿En que creemos de qué?
-En qué Dios, en qué virgen…
-Ah, pues… en la Virgen de Guadalupe –le dije.
-Jure por esa virgen que usted es mexicano y no es un espía.
-Juro por la Virgen de Guadalupe que soy mexicano y no soy un espía –dije, pero el hombre no dejaba de analizarme de arriba hacia abajo.
Al fondo del lugar los amigos del hombre nos gritaban y hacían señas. Querían más cervezas. La güera de la barra sacó cuatro botellas instintivamente de un pequeño refrigerador y se las dio al pinche viejo loco. Lo vi alejarse, pero no dejó pasar la oportunidad de mirar hacia atrás y darme un último vistazo amenazador, como diciendo: “No te creo nada, puto”.
En eso recibí la llamada de un compa de Monterrey. Dejé mi cerveza en la barra y me salí a la banqueta para hablar. No pasaron ni dos minutos cuando el peruano salió y se me puso enfrente, hundiéndome de nuevo sus ojos de orate en mis hermosas pupilas bañadas de esmeralda, snif.
-¿Con quién hablas?... ¿Estás pasando tus reportes al gobierno?
De plano no pude contener más la risa. Me reí tanto que hasta una tira de mocos transparentes se me salió por la nariz. Pero al hombre no le causó gracia.
-¿Estás pasando tus reportes al gobierno?
Y ya me valió madres y le respondí:
-Sí, estoy pasándole mis reportes al gobierno de Canadá.
El hombre trató de arrebatarme el teléfono, pero alcancé a reaccionar y me hice para atrás de un salto; riendo, limpiándome la nariz, diciéndole que era una broma, que se calmara. El hombre se quedó estático, analizándome con desconfianza y como si me tuviera un chingo de rencor. Y me dijo muy serio:
-Voy por mi ejército de fieles indocumentados –y entró en chinga en el negocio, gritando los nombres de sus compañeros de mesa.
Yo, como todo buen espía, huí entre la noche oscura y fría para no ser descubierto… y para que no me rompieran la madre una gavilla de chiflados.
A que fijados son con lo del color de piel. Igual acá en Suecia me han confundido con español, italiano, iraní, etc... y no les pasa por la mente que sea mexicano. Ahí se nota que nunca han visitado México y que la piel no es lo que nos define como mexicanos.
ResponderBorrarEl bigote Guffo, debiste haberte dejado el bigote para tener al menos la esencia del mexicano
ResponderBorrarJaaaaaaaa, la fidelidad debería tener límites. Nada más triste que un revolucionario expirado.
ResponderBorrarTuve que hacer una pausa cuando leí tira de mocos, jajajaja. Como diría don Eulalio ¡Aaaaaaah raza!
ResponderBorrarYa eres el nuevo Bourne...
jajajaja inche guffo te topaste con otros de tu musma calaña,, de que te asustas
ResponderBorrarshercas del bajio
mexico casi no es conocido en el mundo, por eso nadie se le ocurre que seas de esa nacionalidad.
ResponderBorrarjajaja no manches Guffo, también me estaba riendo imaginandome a ese ruquito peruano, viendote de arriba hacia abajo, frunciendo el ceño y tú cagandote de risa. Pero lo más increible es que hayas jurado por la virgen de Guadalupe, les hubieras dicho que eras creyente de la Santa Muerte, posiblemente así si te creían. jajajajajaj
ResponderBorrarBueno, la menos sabes que o le agradas al peruano...
ResponderBorrarJAjaja. Lo que debes hacer es ponerte un sombrero de charro y una playera del TRI con la imagen de la virgen!! JAJAJA
ResponderBorrarjajajajajajajajajajajajajajaja, fue real o te lo inventaste ? jajajajajja, estuvo genial
ResponderBorrarNo mi buen, tu si que la regaste le hubieras soltado dos o tres albures al loco ese... signo inequivoco de tu nacionalidad.
ResponderBorrarJajaja¡¡¡Che Guffo,aqui esta mi Papa y me pregunta si eres el muchacho de las cajas,le digo que ya no vendes cajas que te fuiste a Canada a estudiar,Suerte en tus misiones de espionaje y aguas con los negros carnal.
ResponderBorrarQué buena anécdota Guffo, quién te manda no ser prieto, allburero, fan del futbol y vestirte con sombrero.
ResponderBorrarpinche compadre ahora si hiciste que me cagara de la risa, saludos y cuidese de los jamaicanos violadores de espias!
ResponderBorrar"¿En qué creen los mexicanos?"
ResponderBorrarEl ruquillo se mamó con esa.
jajajajaja esta demasiado buena la historia es verdad o es un cuento??? no puedo parar de reirme!!!
ResponderBorrarSon como las aventuras de Guffo en la gran ciudad, para la otra usa tus botas vaqueras a donde quiera que vayas o ya sé, mejor botas tribales.
ResponderBorrarsi estos cuates estuvieran en Mexico de seguro que se aparecian por el negocio de cajas de carton, pinches orates :)
ResponderBorrarDevora
JAJA hace chingos que no me reía tanto con una de tus anécdotas.
ResponderBorrarTe mamaste, jajaja pinche viejillo loco, le hubieras soltado un patín.
No mamar Gustavo esa si esta de poca madre, pero si es cierto en el extranjero quieren ver a todos los mexicanos prietos enanos y con sombrero, zarape o huaraches a mi me ha dicho que soy Arabe, Brasileño. Venezolano, Italiano y otras nacionalidades, pero una vez que me oyen hablar ingles con mi mas puro acento Speedy Gonzalez y les regalo un soberana mentada de madres y ya me creen mi nacionalidad.
ResponderBorrarJuro por la Virgen de Guadalupe -aunque no crea en ella- que todo lo aquí escrito es real. Ahora tengo que pasar corriendo por ese lugar o sacarle la vuelta, snif.
ResponderBorrarYa que juró por la reyna de México,pues sabemos que es cierto; tanto como sacarles la vuelta,lo mejor sería hacerlos sus amigos, hable con la guera de la barra, y coméntele lo sucedido.dependiendo de lo que ella le diga de alli toma UD. la descisión. Saludos desde Cancún.P.D. Buen relato como siempre.
ResponderBorrarhechales a la policia a los culeros !!!
ResponderBorrarJajajajajajaajajajajajajajajaja me parto de risa mi Guffo, estoy en el trabajo y parezo más loca que el viejito ese..........xD
ResponderBorrarNo te imagino diciendo "lo juro por la Virgen de Guadalupe" jajajaja
Me hiciste el día :D
Un abrazote desde Acapulcquito.
Caro Estrada
Ni modo Guffo, supongo que despues de tanto sufrir para llegar a lugares tan lejanos a la gente se le debe disparar la sospecha hasta de su propia sombra. Muy buena tu historia, no me pierdo tus chocoaventuras por las tierras del norte. Sube unas fotos del lugar, aunque sea de lejitos pero para ponerle cara al malo.
ResponderBorrarSaludos
Guffo, chido seguir sabiendo de ti.
ResponderBorrarUn abrazo cabrón.
Le hubieras sacado la cruz de San Benito y al tiempo de destapar la cheve le dices: te lo juro por estaaaaa cabron¡¡¡
ResponderBorrarJajajaja ay Guffo lo que no te pasa a ti no le pasa a nadie, nomas de imaginar al individuo ese acorralandote y tu con cara de guat?? Un abrazo desde Mexicali!
ResponderBorrarNo mames, pinche ruco pendejo, el solito se delato XD, lo mas gracioso es que si fueras del gobierno canadiense traerias una pistola o seguro traerias uno o varios compañeros resguardandote desde afuera, jaja me cago de la risa.
ResponderBorrarLo hubieras albuerado, o le hubieras dicho alguno de los tantos chistes pendejos sobre vicente fox.
extraño todo de tiiiii
ResponderBorrarPinche ruco ya estaba bien pedo, cómo chingados reconoció tu inglés castellanizado. Ya Guffo dinos la verdad el gobierno de Canadá te prometió la residencia si espiabas en los barrios Latinos buscando indocumentados. Aceptan otros mexicanos, cuanto te pagan por indocumentado que reportes...
ResponderBorrarYa sabes que tienes imán para ese tipo de gente jaja antes sólo en el negocio de cajas y ahora gente bien pinche loca a nivel internacional. Saludos y mucho cuidadito cada que pases por ahi, al rato van a creer que sí los estas espiando.
ResponderBorrarcomprate tu playera de "la sele", y vas a ver que nadie se mete contigo... bueno, a lo mejor la policia si
ResponderBorrarJajajaja k pinche risaaa , me cae k ahora si estuvo bueno el post, esos compas todavia de k estan en otro pais sufren delirio de persecucion, nomas hechenle un vistazo a sus presidentes como estan de chiflados. Aventandole al gobierno de los paises del norte. Antes no te dieron una madriza tipo judicial de frontera hasta k cantaras todo. Jaja abusado guffo. Y chingate una cheve por mi. pero fijate donde te metes compadre.
ResponderBorrarAbusado donde te metes compadre, acuerdese k ya se metio hasta en un bar gay.
ResponderBorrarcomo que negocios jamaicanos cabron ???
ResponderBorrarjajajajaja, no mamar!!!!, ya comentaron, el arevalo, la flaca y el paztor, me vi lento, pinchi lronrd mrgros y diazapan me apendejan.
ResponderBorrarjajajajaja, ya me imagino al peruano tratandote de quitar el celular mientras tu dizque te reias, mas bien se me hace que te culiaste y saliste corriendo, jajajajajaja.
saludos carnal, ando pedo¿se nota?
Chale... me dio mucha risa la reacción del peruano. Pero si me da un poco de tristeza el que nos estereotipen a los mexicanos... La nacionalidad no define lo que es una persona...
ResponderBorrarBuena anecdota... Jajajajaja
Hay no mamar compa, he reido tanto que el moco y un pedo con premio han salido de mi cuerpo con tal naturaleza que no me importará llegar a casa sucio de la ropa interior, le hubieras dicho que eras reptiliano y que estás investigando las razas del planeta tierra jajajajaja.
ResponderBorrarEse mi agente secreto 99 Guffo XD
Qué buena anécdota Guffo, ja ja ja. Justo lo que necesitaba, un buen rato de risa.
ResponderBorrarCuídate compa.
Saludos.
Te comparto este blog, se ve interesante.. http://reformacom.typepad.com/legal_alien/
ResponderBorrarhahaha este guffo si que se paso...ahora si que parece una escena de pelicula de comedia.
ResponderBorrarSALUDOS y cuidate de los paranoicos!!
Excelente anécdota para la posteridad! jajaja!
ResponderBorrarA me en Toronto me saludaban siempre con un "namasté" en los negocios hindús, en la CN Tower me quiso ligar un sultán de cuento de barbas blancas, turbante, ojos negros y profundos y un lunar rojo en la frente... Lástima que tenía como 60 años.
Otras veces me preguntaban si era de Afganistán.
Mexicana, nunca.
Que mamada de anecdota cabron!
ResponderBorrarNo se porque de unos años para aca me han empezado a gustar un chingo las peliculas de espias("body of lies" es la mejor que he visto), tanto que compre hace poco un libro de historia de la CIA y acabo de bajar de internet un manual de espionaje(real, de como proceden en el campo) que me tiene empelotado.
Yo se que todo eso a ti te vale madre pero es para ilustrar cuanto me hubiera gustado que alguien me confundiera con un espia jaja, bueno, bueno, cada quien su puto hachis que no!!!
un abrazo mi guffo
ulises z. z.
Ahora si me rei bastante, imaginarte ser sometido por personas de la tercera edad, por creer que eres un espia con una historia tipico de peliculas.
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